elus por el mundo

Vida ELU

Elus por el Mundo – Rodrigo Pérez

Por: ELU Admin

¡Hola a todos! Soy Rodrigo Pérez Díez, de 4º de la ELU y estudiante del doble grado en Estudios Internacionales y Derecho en la Universidad Carlos III de Madrid. Durante el segundo cuatrimestre del curso pasado tuve la suerte de experimentar qué es el Erasmus en Maastricht, una preciosa ciudad al sur de los Países Bajos. Es posible que este lugar no os suene a muchas de las personas que estáis leyendo este blog, pero Maastricht es la capital de Limburgo, la región más al sur del país. Esta encantadora localidad se erige sobre el río Maas y ha sido protagonista en el proceso de integración europea, pues aquí es donde se firmó el famoso Tratado de Maastricht.

Irme de Erasmus siempre ocupó un apartado esencial en mi lista de pendientes, aunque hace unos años concebía esta experiencia como inalcanzable. ¡Quién lo diría! Cuando me adjudicaron la plaza, sentí como si ya supiera todo lo que quería vivir y lo que quería que me sucediera, pero no contaba con que este tipo de vivencias siempre tienen algo guardado con lo que sorprenderte…

Si una cosa tenía clara es que quería vivir mi propio Erasmus, es decir, tenía que construirlo a mi medida, y no dejarme influenciar por lo que otros estaban haciendo o iban a hacer, sino por lo que yo quería que me pasase. Fue un acierto afrontarlo desde esta perspectiva, y siempre que amigos que están a punto de irse me preguntan por un consejo respondo lo mismo: vive tu propio Erasmus.

Cuando llegó el tan esperado día, incluso cuando se acercaba la fecha, pensaba que no tenía que irme, que en realidad no era tan buena idea, a pesar de que llevaba meses deseándolo. Al ser de Madrid y, por tanto, estudiar allí, nunca había salido a estudiar fuera, lo cual me producía una mezcla de sensaciones un tanto extrañas. No obstante, ya no había marcha atrás. Era momento de dar un paso al frente, de armarme de valor y confiar en que sería una experiencia transformadora. Hoy puedo decir que menos mal que lo hice. Desde su inicio, la aventura fue de lo más intensa, y es que un vuelo, tres trenes y un autobús fueron suficientes para llegar a mi destino. Sea como fuere ya me encontraba en lo que sería mi casa durante medio año y sentía una amalgama de emociones: alegría, alivio, entusiasmo, o inquietud entre ellas.

En mi caso, anticipé mi llegada unos días antes del inicio del curso, pero para mi sorpresa, debido al Carnaval, las clases no empezaban hasta casi un mes después. Aproveché, entonces, esas semanas para hacerme a la ciudad, conocer gente, organizarme y tenerlo todo preparado para mi comienzo en la Universidad de Maastricht. En este tiempo —en realidad durante todo el Erasmus— tuve momentos muy especiales conmigo mismo. Descubrí la ciudad yo solo, maravillándome a cada paso de lo que me rodeaba: el río, el mercado, la plaza, el puente antiguo, los parques, las iglesias… Sinceramente, este fue uno de los retos que me propuse conseguir durante esos meses, esto es, disfrutar de momentos conmigo mismo y ser consciente del valor de mi propia compañía. Caminar solo y protagonizar de este modo el asombro que se da en el conocimiento de un nuevo lugar es una sensación inefable y de gran valor.

Si bien es cierto que los dos primeros días opté por esta opción “bohemia”, pronto comencé a juntarme con muchísima gente de muy diversas partes del mundo –brasileños, italianos, alemanes, franceses…– y de España. Cada una de estas personas fue especial, y con ellas no solo compartí un destino de intercambio, sino también intrigas, sueños, conversaciones profundas y mucha diversión. Puede sonar a cliché, pero el Erasmus, como tantas cosas en la vida, son las personas. Con gente buena y que te hace vibrar te animas a descubrir lugares nuevos, y sientes unas emociones y creas unas conexiones tan sumamente fuertes y bonitas que jamás se borrarán de la memoria; por lo menos de la mía.

Así, cuando antes hablaba de “construirme mi propia experiencia Erasmus”, me refería a encontrar un equilibrio entre todas las áreas que son importantes en mi vida, sin descuidar mi apertura y disposición a aprender y experimentar cosas nuevas para mí. Por este motivo, y trayendo a colación nuestro tan conocido lema en la ELU, “solo tú pero no tu solo” se convirtió en una de mis máximas durante esos meses y además la puse en práctica como nunca antes.

En la búsqueda de ese equilibrio personal, entremezclando la universidad, mis hábitos, las nuevas amistades, y mis proyectos, se encontraba el viajar. Aunque no tuve mucho tiempo para ello dado que las clases eran obligatorias y mi estancia limitada, creo que sí lo aproveché bien. Bruselas, Luxemburgo, Praga, Selva Negra, Aquisgrán, y varias ciudades de Holanda, como Utrecht y Amsterdam, acogieron mi fascinación al descubrir estos nuevos lugares. De hecho, me atrevería a decir que más allá de la cantidad de sitios, lo verdaderamente importante cuando los visité fueron las enseñanzas extraídas de esos viajes: tener cuidado con los radares alemanes; las ciudades (del norte de Europa) pierden encanto con el mal tiempo; FlixBus es un gran aliado (¡aunque implique un viaje de doce horas!); come comida local; los free tours funcionan bastante bien menos cuando estás cansado… En fin, poco os puedo decir que no sepáis, elus, porque somos todos unos viajeros natos.

En lo que respecta a la universidad, como ya os he contado, las clases eran obligatorias y eso condicionaba mi experiencia en muchos aspectos. Aún así, era consciente de lo afortunado que era de estar en otro país estudiando y, en consecuencia, absorbiendo todo cuanto era posible del sistema educativo holandés, lo cual era algo novedoso para mí. En la Facultad de Artes y Ciencias Sociales y en la Facultad de Económicas —que eran ambas donde se impartían mis clases— las dinámicas pedagógicas funcionaban como en España, es decir, había clases magistrales y clases prácticas. En los grupos más reducidos era donde residía el verdadero valor y el aprendizaje real, ya que se organizaban pequeños debates y discusiones para que entre todos construyamos un aprendizaje colectivo. Las magistrales, en cambio, representaban una mera contextualización de estas clases prácticas y, por este motivo, los estudiantes teníamos la  responsabilidad de preparar el material complementario leyendo papers, manuales y libros. Es cierto que este sistema de Problem Based Learning tiene aspectos muy positivos y beneficiosos, pero cuando uno lo vive en sus propias carnes también se da cuenta de las fallas o las desventajas que presentan este tipo de sistemas.

Asimismo, el ambiente universitario era muy bueno. Concretamente, el entorno Erasmus era un auténtico sinsentido porque la ciudad estaba prácticamente dominada por estudiantes internacionales. Esto es debido a que la Universidad de Maastricht acoge a más de un cincuenta por ciento de estudiantes de fuera. ¿Cuál es el resultado? Una ciudad con una diversidad cultural y social espectacular, con oportunidades por doquier para conocer personas de distintos ambientes y orígenes, y una ciudad con mucha vida y movimiento.

Como curiosidad, permitidme contaros que si estáis pensando en estudiar en Países Bajos o viajar por puro disfrute allí, hablan inglés perfectamente. De hecho, dicen que es el país que mejor inglés habla sin ser esta su lengua oficial. Las cajeras de los supermercados o los camareros en los restaurantes te hablan de primeras en inglés (menos en un par de ocasiones en las que debieron verme de los suyos: rubio y con ojos azules).

Para los que os preguntáis si es caro vivir en Países Bajos el tema de la vivienda es un tema complejo. Digamos que hay un exceso de demanda y poca oferta, lo cual encarece los precios. En el caso de las residencias de estudiantes, hay algunas en las que hay que buscarse edredón, microondas, vajilla, sartenes… Ahora bien, lo que sí me chocó un poco —acostumbrado quizá a España— fue lo costoso que es ir a comer fuera o tomar algo en una terraza (cuando hacía buen tiempo, claro). Menos mal que no fue necesario, me refiero, a una cuestión de vida o muerte, ya que en lo tocante a habilidades culinarias tuve tiempo de perfeccionar mis técnicas en este campo, lo cual también disfruté bastante.

En cuanto al mal tiempo, que sé que alguno lo estará pensando, dejadme deciros que sí, que el clima no es como en España. Pero ya sabéis lo que dicen, ¿no?: al mal tiempo buena cara. Personalmente, tenía muy claro que un poco de lluvia no arruinaría mis días, aunque sí me haría algo incómodo y difícil pedalear en la bicicleta de segunda mano con frenos defectuosos que compré a un vietnamita y luego vendí a un portugués. El tema de la bicicleta era una de las cosas que más ilusión me hacía, y aunque seguí manteniendo las horas peninsulares de comidas, he de reconocer en este sentido que me apetecía sentirme local o, al menos, moverme como uno. Según la estadística, teniendo en cuenta la proporción habitante-número de bicicletas, cada holandés tiene más de una bicicleta y, en consecuencia, hay un gran mercado en torno a las mismas: alquileres, apps de renting, compra-venta, estafas de bicicletas robadas… He de decir que era muy cómodo —menos cuando había que afrontar algunas cuestas— ir en bicicleta a todas partes; parecía, incluso, que las ciudades estaban hechas por y para ese fin, hasta el punto de que los ciclistas, con respecto a los automóviles, tenían preferencia absoluta.

Continuando con cosas interesantes o que pueden llegar a sorprender de primeras, la época de exámenes transcurría en unos pabellones gigantescos, que eran donde los hacíamos con unos ordenadores ya puestos por la universidad. Se trataba de un edificio multiusos que se empleaba para acoger grandes eventos y, entre ellos, los exámenes de la UM. Cuando me advirtieron de esto, al igual que de los métodos holandeses anti plagio, quise quitar peso al asunto, pero cuando me tocó vivirlo por primera vez fue impactante cuando menos. Esta meticulosidad, en coherencia, se vio reflejada de igual modo a la hora de poner las notas y corregir, es decir, que siguiendo esa efectividad holandesa respetaban los plazos a la perfección, lo cual se agradece mucho y, sobre esto, en algunos casos, la universidad española debería aprender.

En fin, podría seguir contando mil historias o peculiaridades, pero llega el momento de concluir este relato. En mi caso, me despedí de Maastricht a mi manera. Concretamente, lo hice diciendo adiós tal y como llegué diciendo hola: con un paseo solitario o, mejor dicho, en mi compañía. Sin embargo, sobre él no os diré mucho ya que, quizás, lo podéis imaginar. Fue algo nostálgico, incluso emocionante, volver a caminar por esas calles, por esos lugares y esos rincones tan especiales que un día descubrí por primera vez; la única diferencia es que ahora estaban llenos de recuerdos.

Sin lugar a duda, somos tremendamente afortunados de poder ir o haber ido a la universidad, y de que la vida nos brinde este tipo de oportunidades. Por eso, si estáis dudando en embarcaros en una aventura como el Erasmus, incluso si tenéis miedo (“hazlo, y si tienes miedo hazlo con miedo”), os diría, primero, que lo hagáis sin reflexionarlo mucho y, segundo, que no es tanto el destino de vuestro año en el extranjero sino la actitud con la que lo vivís. Da igual si es Europa, América o Asia, simplemente hacedlo, porque vayáis donde vayáis, como elus, sabréis admirar lo que tenéis en derredor y sabréis aprovechar la experiencia al máximo, o incluso vivirla como vosotros queráis hacerlo.

¿Qué me llevo de toda esta aventura? No sé por dónde empezar, esta redacción es una pequeña parte de ella. Lo que sí puedo afirmar sin ambages es que el Rodrigo que marchó no es el mismo que el que volvió, porque este último ha recibido un regalo invaluable como resultado de las grandes amistades construidas, los aprendizajes adquiridos a diario y la suerte de haber podido continuar mis estudios en un ambiente totalmente distinto.

Si habéis llegado hasta aquí, muchas gracias por acompañarme.

Un abrazo muy fuerte.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Guillermo Pierres

Por: ELU Admin

Cómo sobrevivir en Francia: Guía práctica

Queridos, para que engañarnos, Francia es un país con clase. Francia tiene cafés de mesas redondas y sillitas de mimbre; fachadas señoriales, pisos de techos altos; ríos caudalosos… Francia es también un país de apasionados, donde los sentimientos -sobre todo los políticos- se manifiestan en las calles, en las avenidas y en la ciudad entera. Aquí persiste aún una implacable vena revolucionaria, un arrebato atroz. He normalizado las fogatas en la calle, los megáfonos y las pancartas; la Revolución. He dominado el arte de esquivar botellas y de orientarme con soltura; porque no es lo mismo llegar a casa por Science-Po que por la jungla de Guillotière. En esta ciudad, o desarrollas el sentido del mercenario, o eres presa de los que perturban la concordia de lo que podría ser una villa de paz.

Francia es un país de estudiantes resignados a un sistema fallido, que han convertido las paredes de la universidad en las de su propia casa. Allí, en las mismas aulas —junto al ocasional ratón ¡Une souris, Monsieur Bavitot!— los alumnos comen, ríen, planifican, sueñan. Porque todo gabacho -me he percatado- anhela la misma cosa: llegar, vivir y morir en París, su final de línea, su Ítaca. Porque de la cuna a París, y de París al cielo.

Esta ciudad, por cierto, cumple con creces mi riguroso barómetro, el del jazz, que nada tiene que envidiar al de los otros grandes epicentros: la gran manzana, la bota o la capital de mi querida patria. En sus garitos me suelo perder, meditabundo, pensando que quizá no sería mala idea dejarlo todo y dedicarme al saxofón, o al piano, que da más juego. Pero en fin, no son más que bobadas de un universitario que solo quiere calmar la nostalgia de su añorado hogar. Porque sí, compatriotas, este país me ha acogido bien, como a uno más, pero quién me va a quitar mi mollete de tomate y aceite (en ese orden, que no estamos para improvisar), mis churros, mis cañas, mi gente, mis balcones; mi decadente ciudad, su belleza, su ternura, mi Alhambra (ay! que la echo yo de menos); la lengua de Cervantes, su riqueza, nuestro humor, nuestra alma mediterránea, el aceite y el bronceado; el espíritu ibérico, el espíritu más fraterno.

Volveré con el alma rica en experiencias. Volveré, algo afrancesado, quizá. Volveré, mis queridos compatriotas, con más ganas que nunca, con el ánimo renovado. Echaré de menos esta jungla, sin duda, pero volveré.

PD: Más de esto cada semana | https://substack.com/@guillepierh

Vida ELU

Elus por el mundo – Alonso Císcar

Por:

¡Buenas a todos! Primero de todo, soy Alonso Císcar, recién graduado de la ELU y estudiante de Física y Matemáticas en la Universidad de Valencia. Recién regresado a España, vengo a contaros un poco de mi experiencia de mi Erasmus en Estrasburgo, Francia, lo que ha sido una de las mejores experiencias de mi vida.

El hecho de haber hecho mi intercambio en Estrasburgo no es para nada una casualidad, y es de hecho una decisión que tomé ya en primero de carrera. Yo formo parte de la primera promoción de mi doble grado en la Universidad de Valencia, por lo que cuando comencé los estudios, todavía no había ningún destino cerrado para realizar el Erasmus. Tras unirme a la Comisión de Seguimiento del grado, me comprometí para asegurar que hubieran destinos interesantes, y tras saber las opciones posibles y escuchar Estrasburgo, no paré de presionar a los coordinadores para que consiguieran ofertar ese destino. Cuando firmaron el convenio, incluso me llamaron para contarme las buenas noticias.

Tras haber vivido casi un año en Estrasburgo, puedo decir que elegí el destino perfecto. La ciudad parece sacada de cuento, y se encuentra en la histórica y preciosa región de Alsacia, que combina pinceladas de cultura francesa y alemana, increíbles parajes naturales y para los amantes de la Navidad, tiene de los mercados más impresionantes del mundo, por algo la llaman Capital de la Navidad. Además, no podemos olvidar que es sede del Consejo de Europa y el Parlamento Europeo, y a pesar de que soy estudiante de ciencias, los que me conocéis, sabéis que me apasiona la política europea. La historia de Alsacia y en particular Estrasburgo es apasionante, en sus calles puedes observar la unión de Francia y Alemania y en sus museos el difícil pasado de la región, las múltiples guerras, todo contribuyendo a la gran ciudad que es ahora. No puedo dejar de hablar de la increíble pastelería francesa y los vinos de la región, donde he destinado muy alegremente, gran parte de mis fondos del Erasmus.

Podría hablar durante horas sobre lo enamorado que estoy de la ciudad, lo mucho que he disfrutado utilizando y mejorando mi francés, y lo bien que me han acogido en la Universidad de Estrasburgo. La realidad es que en el Erasmus, no solo he aprendido física y matemáticas, sino que he aprendido sobre mí mismo y sobre la vida. El salir de mi casa, enfrentarme a ser independiente, y darme cuenta de que lo que pasara dependía de mí, lo cual es emocionante y da vértigo en partes iguales. Lo siguiente va a sonar muy cliché pero lo que el primer día era un piso vacío y una ciudad desconocida, se ha convertido en un hogar lleno de recuerdos, y dejarlo ha sido difícil.

Al final, el alma del Erasmus está en las personas que conoces en el proceso, que de repente, se convierten en grandes amigos y forman parte de la rutina. En mi caso, fue inevitable formar un grupo inseparable de españoles, con los que compartimos comidas, cenas, viajes, fiestas, aprendizajes y experiencias, amigos que invadían mi habitación, con los que he recorrido norte y sur de Europa y a los que pronto volveré a ver en España. Es increíble la capacidad que tenemos los españoles de formar comunidad en cualquier parte del mundo. Aunque no os cerréis tampoco solo a los españoles, el mundo es grande y conoceréis a personas maravillosas de otros países.

El Erasmus me ha enseñado a dejarme llevar y fluir, no pasa nada por no tener los próximos meses calendarizados minuto a minuto y el enfrentarse al día a día abierto a ser espontáneo ha traído recuerdos inolvidables que no tendría si hubiera sido algo más prudent o temeroso. Abrir la mente y dejarse sorprender por las personas que se han puesto en mi camino ha sido un regalo, y me ha permitido conocerme más, ser yo mismo y valorar mis vivencias. Y quién diría que a pesar de ir con el dinero justo como para no comer pescado en un año, he podido pasear por Praga, Bruselas, Berlín París, Viena, Oslo, Zagreb, Ljubljana, Estocolmo y Copenhague, entre otros (ignorando el dormir en autobuses y aeropuertos).

Leyendo los testimonios de mis compañeros, creo que todos estamos de acuerdo en que el Erasmus supone una evolución como persona, y que es desde luego una experiencia de lo más recomendable, yo desde luego lo recomendaría mil y una veces, y más si es en Estrasburgo. Eso sí, os deseo suerte con la burocracia francesa, la vais a necesitar. Esta experiencia te abre la mente y para mi ha supuesto un punto de inflexión en la visión que tengo de mí mismo y de mi futuro, por haber sido capaz de vivirlo, de encontrar un hogar, de compaginar con el trabajo, de mantener una relación a distancia sana y de disfrutar de mis estudios (sí, algunos hemos estudiado en nuestro Erasmus). Ahora que me queda poco tiempo en la universidad, me llevo los aprendizajes y las memorias en el corazón para seguir con mi vida, y miro al futuro con ganas de descubrir las sorpresas que vienen, con menos ansia de controlar y sobreplanificar cada paso que tomo, pero con la confianza de que estoy preparado para avanzar.

Por último, aprovecho este párrafo final para agradecer a mi universidad por pelear este destino por mi insistencia, al apoyo de mi familia, a las personas maravillosas que he conocido en mi Erasmus y a todos aquellos que hayáis llegado hasta el final, os animo a dar el paso y a vivir una experiencia única e inolvidable, ojalá pronto leer sobre vuestras propias experiencias. Finalmente, gracias a la ELU por darme la oportunidad de reflexionar sobre mi Erasmus, una buena forma de lidiar con la pena de terminarlo y también de graduarme, os mando un abrazo enorme y os deseo un feliz verano!

Bon courage, à la prochaine!

Vida ELU

Elus por el Mundo – Maru Huergo

Por: ELU Admin

¡Buenas a todos! Soy Eugenia Huergo (más conocida en la ELU como Maru) y, antes de nada, ¡me presento! Soy madrileña, estudio el grado de Psicología en la Universidad Pontificia de Comillas y actualmente estoy en segundo. En la newsletter de hoy, tengo el placer de contaros un poquito sobre mi experiencia como estudiante de intercambio.

Tras varios intentos fallidos de salir a estudiar al extranjero debido al COVID, lesiones y algún que otro inconveniente, finalmente el pasado semestre estuve en el sur de Estados Unidos. Más concretamente, en Loyola University, situada en Nueva Orleans. Os sorprenderá que decidiese irme de intercambio en segundo de carrera (es antes de lo normal, lo sé), pero delante de mis narices se presentó una oportunidad que no podía rechazar: una iniciativa de la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU) llamada Magis Exchange Program. Este programa tiene como objetivo ayudar a los estudiantes a discernir su papel como agentes globales de cambio, fomentando el liderazgo para los demás y la reflexión sobre los actuales problemas sociales y ambientales. El programa se desarrolla en tres dimensiones a lo largo de un año: un curso online sobre Ciudadanía Global y Justicia Ambiental impartido por la Universidad Loyola de Chicago, un intercambio académico de un semestre en una universidad extranjera y una experiencia relacionada con la misión. En mi caso, durante mi estancia en Nueva Orleans fui voluntaria en un albergue para personas sin hogar. Una experiencia que, sin duda, me ha transformado el corazón.

La verdad, desde que aterricé en el Louis Armstrong con una mezcla de nervios y emoción, supe que este sitio y su gente iban a ser muy especiales. Es asombroso cómo cada rincón de esta ciudad tiene una historia y un ritmo propio. Empezando por una gastronomía peculiar (que incluye desde cocodrilo hasta los mejores beignets), jazz en cada esquina, pantanos llenos de “alligators” y un medio de transporte público que parece salido de Hogwarts. Ah, y por supuesto, Mardi Gras: la madre de todas las fiestas, una vorágine de coloridos disfraces, desfiles y muchos, muchos collares de cuentas. Aprendí rápidamente que aquí, “mostrar algo” para conseguir un collar es una tradición (mejor no os cuento qué hay que enseñar). Como podréis ver, empaparme de la experiencia y de la cultura fue sencillo.

Desde el comienzo, quise tener cuidado. No pretendía que el ideal de la experiencia se convirtiera en rodar y rodar sin sentido. Quería estar muy atenta. Me gusta pensar que todo pasa por algo, y los encuentros, descubrimientos y decisiones fueron marcando mi camino. Además, el grupo de estudiantes internacionales que me rodeaba fue una suerte. Cada persona que conocí, cada situación que viví, me ayudó a crecer y a comprender mejor el mundo y a mí misma. Desde los voluntarios en el albergue hasta el resto de internacionales que ahora se han convertido en grandes amigos. Siempre le digo a mis padres que aquí aprendí un poco de inglés, algo de italiano y, sobre todo, mucho de la vida. Entendí la importancia de fiarse del proceso, encontrando un lugar donde no necesitaba dar la talla, sino que siendo lo que soy, correspondía a darla.

En cuanto a la parte académica, una de las mayores diferencias que noté fue la oferta extracurricular. Hay clubes de todo y si no, tienes la opción de crearlo. Personalmente, yo me he enriquecido mucho de toda esta parte práctica. En los laboratorios pude diseccionar diferentes partes del cerebro, aprender sobre aparatos de biofeedback, monitorizar el sueño, entre otras muchas oportunidades de aterrizar todos los conceptos de mi carrera. Sin embargo, en Europa se escucha mucho hablar del famoso “Sueño Americano” y tras pasar unos meses aquí, puede que este sea una ilusión más que una realidad. La brecha entre ricos y pobres en Estados Unidos es impactante (al menos en el estado de Luisiana), y la movilidad social es mucho más limitada de lo que se sugiere. La educación, por ejemplo, es una de las áreas donde esta desigualdad se manifiesta con mayor claridad. Esta es vista como una clave para el éxito, pero aquí conlleva un precio altísimo.

Para terminar, mis consejos son sencillos. Empezando por uno que parece muy obvio, pero no lo es tanto: ser feliz aquí me permitió serlo allí. Al principio, la idea de dejar mi zona de confort y adaptarme a una nueva cultura me asustaba (y más cuando adoro mi vida en Madrid). Sin embargo, la felicidad no depende del lugar, sino de la actitud con la que enfrentas las circunstancias y por encima de todo, “con quién” eliges hacerlo. No sirve de nada irte de Erasmus para huir de tu vida o aprovecharlo para convertirte en algo que no eres. Decidí abrazar cada experiencia con una mente abierta y un corazón dispuesto y realmente, creo que esta mentalidad me permitió disfrutar al máximo mi estancia. En segundo lugar, no tener miedo. No tener miedo de lanzarse a lo desconocido, de cometer errores, de enfrentarse a nuevos retos y redescubrirse en un entorno completamente diferente. Por último, ser consciente de la suerte que es volver a casa y tener a alguien que te espera. Después de meses lejos de mi familia y amigos, regresar a Madrid con sus reencuentros fue un gran regalo. Me di cuenta de lo afortunada que soy de tener un hogar al que volver, un lugar donde sentirme amada y “como en casa”. Espero veros pronto y, ¡hasta la próxima!

Vida ELU

Elus por el Mundo – Álvaro Monllor

Por: ELU Admin

¡Hola a todos! Antes de empezar, me presento, soy Álvaro Monllor, de cuarto de la ELU y estudiante de Economía y ADE en la Universidad de Alicante. Si hace unas semanas Elena escribió sobre su Erasmus en Inglaterra, hoy me toca a mi cruzar un pequeño mar para cambiar al país vecino y hablar de mi erasmus en Irlanda, concretamente, en la Universidad de Limerick, en la ciudad con el mismo nombre situada al oeste del país.

Debo decir, que en un primer momento no tenía pensado realizar ningún intercambio durante mis estudios de grado. Sin embargo, un “milagro” burocrático que consistió en un cambio en las bases de la convocatoria para este curso 2023-2024 me permitió poder solicitar movilidad para cursar asignaturas de ADE durante el segundo cuatrimestre de este curso. Tuve en ese momento claro que no iba a desaprovechar esta oportunidad que se presentaba ante mí y que me pedía a gritos que buscara algún destino para pasar unos meses estudiando en el extranjero.

Mi requisito a la hora de escoger el país fue sencillo, tenía que ser angloparlante, por lo que mi lista de posibles destinos se redujo bastante desde el primer momento. Finalmente, tras analizar asignaturas e instalaciones, decidí escoger Limerick como primera opción.

El 21 de enero, tras unas pocas turbulencias y un aterrizaje no muy suave, llegué al aeropuerto de Shannon. El motivo de un final de vuelo tan intranquilo me azotó en la cara nada más salir del avión dado que el país se encontraba en alerta meteorológica por la tormenta Isha. El fuerte viento y la lluvia provocada por la tormenta dejaba claro por qué este país, conocido como la Isla Esmeralda, es tan verde: llueve mucho. Pero yo ya estaba mentalizado de que dejaba atrás el sol del Mediterráneo y como decimos, al mal tiempo buena cara y palos con gusto no duelen.

Tras acomodarme en la residencia, llegó la semana de introducción donde, a parte de conocer a mucha gente de muchos países, nos introdujimos de lleno en la cultura irlandesa (bebiendo mucha cerveza Guinness) disfrutando de un espectáculo de baile típico y de música irlandesa.

A medida que comenzaban las clases y avanzaba el cuatrimestre, comenzaban a surgir numerosas oportunidades para viajar. Y es que, sin ninguna duda, una de las mejores partes de mi experiencia erasmus fue la de descubrir los rincones de este país. Irlanda es un país pequeño, lo que facilita los viajes de fin de semana. Visité ciudades como Dublín, Cork, Galway, Belfast y Derry (estas dos últimas en Irlanda del Norte, país perteneciente al Reino Unido) y pueblos como Ardara, Adare, Kinsale, Ennis, Kilkee, Killarney y Killaloe, todos ellos con su característico encanto: casas de colores y un pub donde (tomarse una buena Guinness) disfrutar de buena música en directo. Pero si hay algo de verdad impresionante es la naturaleza (y el número de vacas y ovejas que hay por todos los lados). Los acantilados de Moher, el Parque natural de Killarney, los faros de Loophead y de Sheep’s Head, la Calzada del Gigante y el área de Binevenagh (estas dos últimas en Irlanda del Norte) además de numerosas rutas de senderismo que hacen obligatorio pararse, mirar a todos los lados y asombrarse por la belleza y grandeza de la naturaleza que se muestra ante ti. He viajado con mis compañeros de resi, con amigos internacionales, con amigos de la Universidad de Alicante que estaban también de erasmus en la ciudad de Cork, con mi madre y con amigos que vinieron a Irlanda a vernos, cada viaje ha sido un regalo y me ha servido para recordar, una vez más, la importancia del “con quién”.

En cuanto a la vida académica, debo decir que la universidad presenta una oferta de actividades extraacadémicas impresionantes. Hay numerosos clubes deportivos y sociedades y un campus precioso con instalaciones deportivas de categoría. Es decir, siempre hay algo que hacer.

Sin embargo, hay algunos aspectos que hay que mencionar. El coste del alojamiento en Irlanda es bastante alto y, para visitar muchos lugares, es necesario alquilar un coche ya que los autobuses no llegan. Además, aquellos erasmus que busquen fiesta deben saber que aquí se termina temprano, alrededor de las dos de la mañana.

Finalmente, mi conclusión es que se me ha quedado corto. Han sido cuatro meses muy intensos en los que he hecho mucho, pero me ha quedado mucho por hacer. Me quedo con muchas personas y muchos lugares. La despedida fue dura pero necesaria para nuevos rencuentros que si llegan serán acompañados de ilusión, alegría y emoción. Mi recomendación va muy en línea con las recomendaciones de otros elus que han estado de Erasmus, aprovechad la oportunidad, salid de vuestra zona de confort e id a conocer nuevas metodologías, universidades y personas. Exprimid al máximo el tiempo libre y poned al límite vuestras habilidades de gestión del tiempo para viajar, pasar tiempo de ocio y estudiar (no nos olvidemos tampoco que seguimos siendo estudiantes). No conozco a ninguna persona que se haya ido de erasmus y se haya arrepentido de esta decisión. Puede ser que Irlanda no sea vuestro destino idílico, no os preocupéis porque afortunadamente hay más países, pero os lo recomiendo si queréis practicar mucho inglés, os gusta la naturaleza, queréis hacer muchas actividades extraacadémicas y queréis (beber Guinness) ver muchas ovejas y vacas.

Slán Libh! (Adiós en irlandés).

Vida ELU

Elus por el Mundo – Elena de la Iglesia

Por: ELU Admin

La vida tiene formas curiosas de sorprendernos. Aún me parece difícil creer que esté aquí, en Londres, ya que el único destino en mi mente, y en mi solicitud del programa Erasmus, fue siempre París. Sin embargo, un error administrativo me trajo a la capital del Reino Unido. Mis padres siempre me apoyaron, mis hermanos nunca dudaron, pero yo inicialmente no confié. Y, ahora que este curso tan extraordinario llega a su fin, entiendo que todo tiene un sentido, que el plan de Dios es más pleno que el que yo crea tener y que no cambiaría lo que he vivido durante estos últimos meses por nada del mundo.

Recuerdo mis primeros días con especial cariño. Mientras entraba un dieciséis de septiembre en la residencia que sería mi casa durante nueve meses, me pareció ver salir a la niña de Santander a la que acompañaron sus padres hasta un colegio mayor de Madrid hacía tres años. Nos detuvimos, nos miramos y, simplemente, sonreímos. No sé si, por aquel entonces, ella habría podido imaginar que las aulas del King’s College London le acogerían algún día con los brazos abiertos durante un curso académico entero. A orillas del Támesis, me siento enormemente afortunada de haber formado parte de una prestigiosa universidad situada en el corazón de Londres que cree con firmeza en sus alumnos, y que, bajo el lema “con santidad y con sabiduría”, hace de las diferencias culturales su fortaleza. Londres no era una ciudad desconocida para mí, pero de su mano he disfrutado de tours por los barrios más emblemáticos, paseos en barco por el río, noches en clubs de la comedia, voluntariados en pueblos como Margate, conferencias y eventos a través de sus societies y de visitas a las oficinas más espectaculares de la City, el famoso distrito financiero.

Me emociona darme cuenta de que he conocido a las personas más especiales de la forma más inesperada. Echando la vista atrás con una amiga de intercambio en diciembre, llegamos a la conclusión de que hacía tiempo que ya no se trataba de Londres, sino de la gente. Por eso, cuando me preguntan por mis rincones favoritos, enmudezco. Porque, por supuesto, me ha fascinado el mirador del edificio más alto de la Square Mile y he paseado embelesada entre
las preciosas viviendas de Kensington. Sin embargo, en mi cabeza únicamente bailan las veces que nos hemos reunido en torno a una mesa o en una biblioteca, retumban las numerosas ocasiones en las que hemos llorado de risa sin tener
un gran motivo para hacerlo y vociferan los deseos de que un trayecto en metro se extendiera con tal de estar juntos un poco más.

En algún momento, se volvió normal quedar para estudiar con amigas de México y de Singapur, ir a la celebración de cumpleaños de un estudiante de intercambio estadounidense el mismo día que lo conocí, asistir a la fiesta de una
chica de Canadá con una amiga australiana o trabajar en un proyecto por equipos con compañeros de los Emiratos Árabes Unidos, China, Italia, la India y Rumanía. Y yo, que estudio matemáticas, no puedo evitar preguntarme, ¿cuál
es la probabilidad de que nuestros caminos se cruzasen? Me niego a pensar que conocernos aquí y ahora ha sido una mera casualidad.

¡Es verdad! Los cielos de Londres a menudo son grises y sus adoquines están constantemente mojados. No obstante, la ciudad que yo he conocido ha sido la dispuesta a vestir una sonrisa, y vivir cualquier aventura con un paraguas en la mano. Además, no ha sido sólo mi destino y el de las amigas que han venido a verme sino también punto de partida a Edimburgo, a Múnich y a Madrid. Tengo la sensación de que no podré dejar de identificar recuerdos con cada una de sus esquinas. Y, en fin, de que esta experiencia me ha enseñado mucho, pero, especialmente, que a veces nos valoramos poco y juzgamos demasiado, y que nos podemos hacer a nosotros mismos, pero que siempre estaremos hechos de los demás.

Sé que, algún día, volveré a cruzar el puente de Waterloo, por el que hoy paso a diario. Ese puente que, cuando tienes prisa parece muy largo y, cuando tienes tiempo, lo disfrutas despacio: el Big Ben y el London Eye a un lado, St Paul’s Cathedral, Canary Wharf y la City a ciento ochenta grados. Caminaré por él, quizás incluso deseando tener clases de nuevo a las que correr. Me detendré a la mitad y el viento me hará rememorar muchos momentos pasados. Pensaré:
¿acaso fue todo un sueño, y es que he despertado? Por ahora, mi etapa en el King’s ya ha terminado, pero me hace ilusión pensar que pronto comenzará una nueva en UC Berkeley.

Me marcho de Londres con alguna que otra lagrimilla y profundamente agradecida, especialmente con todas las personas que han sido aquí como mi familia, y con quienes lo son y han renunciado desde el amor a tenerme en su
día a día.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Elena Sánchez

Por: ELU Admin

Elena Sánchez, 4º ELU

Me costaba pensar que terminara haciendo mío un lugar nuevo en un tiempo relativamente corto. O mejor dicho, saber que en algunos de sus rincones, quedara algo de mí, de mi forma de ser y ver el mundo. Nunca pensé que mi tan soñada París fuera tan amplia, elegante, especial. Cuánta belleza envuelta en ternura y cotidianidad, en sus cielos anaranjados en lienzo grisáceo, en su tránsito por el Sena, en sus impresionantes calles llenas de promesas ajenas. Cuánta profundidad descifrada a través de su historia, escondida en su cultura y cuántos secretos albergan cada una de sus esquinas: desde las más turísticas a aquellas que tan solo conocen a los que más les gusta perderse. Es en esa mirada atenta e inquieta de donde brota la sensibilidad y el agradecimiento ante lo que sucede, lo que se me pide y dónde me llaman.

El “sí” a París fue meditado, confiado y convencido.

La incertidumbre envolvía la plena ilusión. Por qué mi corazón intuía que debía marcharme a París si estaba feliz en Madrid, pensando en cómo continuaría mi cuarto año de medicina en la Universidad Complutense. Qué me movía a querer hacer maletas para entregarme en todos los sentidos a esta nueva llamada, a esta ventana llena de luz que se presentaba como un regalo inmerecido. El entusiasmo abrazó al vértigo y saltando con él, empezó un año tan bonito en mi vida…

La ciudad del amor, París. Y sí, es la ciudad que te invita continuamente a amar quién eres, de dónde vienes y hacia dónde anhelas construir tu proyecto. En esa vuelta a la raíz y haciendo memoria, uno no puede dejar de agradecer a quiénes te esperan en casa con el mayor de los abrazos. Y saber que, a tan solo una llamada o un mensaje, tienes la palabra de alivio de siempre, es otro privilegio. Y al mismo tiempo, te recuerda la importancia de cuidar a quiénes más quieres, diariamente y sin excusas para que ese vínculo siga creciendo, en una circunstancia algo particular.

Echo la vista unos meses atrás y me impresiona el enorme esfuerzo que he hecho por estar a la altura de un ritmo académico muy exigente. Y, también, valoro el entramado de lazos que he construido, en todos los ámbitos. Y aunque muchos de ellos vuelven conmigo a Madrid, una gran parte de ellos se queda en París, especialmente con mis pacientes y la suma de sus historias, cicatrices y vidas que han sido un destello que me ha ayudado a entender parte de la mía.

Gracias a su generosidad, conversación y paciencia durante mi aprendizaje, he vuelto a reafirmar, redescubrir y entender qué es ser médico con mayor profundidad, con plena entrega y compromiso. La propia vocación se desarrolla viviéndola y aunque no tiene que estar necesariamente vinculada a un lugar en concreto, es innegable que en París he encontrado un mirador con vistas más amplias: de expansión, de explorar y servir a través de la escucha.

Ahí reside la mayor belleza de nuestra profesión: en quién nos mira con su vulnerabilidad al descubierto, en quién nos busca a través de una mirada y en quién necesita la palabra justa en un momento puntual o tan solo esperar en silencio.

Las visitas cada mañana al pie de una cama, encontrarme con muchas personas en los momentos más bellos o amargos de sus vidas, traer vida al mundo y agarrarla con mis propias manos, disfrutar de un descanso al sol leyendo en los Jardines de Luxemburgo o ver Montmartre iluminado por la ventana en una noche de guardia, han sido algunas pinceladas de estos meses. Hace una semana, hablando con una paciente que se había dedicado toda su vida a la pediatría, me recordaba que en lo que más nos debemos esforzar es en cultivar nuestras relaciones humanas, como elemento vertebrador de nuestra persona. Y aunque el idioma puede llegar a dificultar algunas de estas conversaciones, hay un lenguaje que es universal y que trasciende cualquier barrera; al contrario, crea puentes: la sonrisa y la empatía.

Rescatando las palabras de una gran amiga, no solo hay lugares e instantes cosidos al corazón; sino más aún, personas. A todos los rostros que empezaron siendo coincidencia y pura casualidad y que han terminado siendo fuente de verdad, diversión, felicidad y amistad, no puedo dejar de darles las gracias. A través de ellos, he podido conocerme más aún en profundidad y compartir nuestras vivencias, distintas pero no lejanas.

“Al final del camino me dirán:
¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres”
(Pedro Casaldaliga)

Como todo lo que nos conmueve, salir de casa nos empuja a hacernos preguntas casi de forma cotidiana, a querer comprender el porqué de nuestras decisiones, a tener la posibilidad de elegir continuamente cómo y con quién vincularnos o de qué forma encontrar descanso en el corazón por medio del silencio. Es precisamente por esa toma de decisiones continua, la que nos permite elegir cómo construir nuestro propio Erasmus, cómo hacer de París, tú propio París.

El agradecimiento es infinito porque París ha sido un sueño y me resisto un poco a pensar en que, en poco tiempo, tocará volver a hacer maletas de nuevo. Me las llevo con sobrepeso de nombres, recuerdos, muchísimas risas, mucho esfuerzo, visitas express desde Madrid, atardeceres, paseos, silencio y reflexiones. Y lo más importante de todo, de mucha vida.

Ojalá mi París sea siempre un lugar donde recordar todo lo que crecí, aprendí y todo lo feliz que fui. Y volveré a Madrid no de igual forma que cuando vine pero sí con todo el corazón y con la tranquilidad de saber que la vida tiene que continuar y sucederse allí donde uno sienta que el mundo le reclama.

¡¡Un abrazo con mucho cariño y sabéis dónde estoy, para lo que necesitéis!!!

Vida ELU

Elus por el Mundo – Zulima y Mikel

Por: ELU Admin

¡Hola a todos! Somos Zulima y Mikel, alumnos de tercero de la ELU que el primer día de Becas Europa no sólo nos conocimos sino que nos dimos cuenta que íbamos a estudiar en las misma ciudad de Países Bajos por los siguientes cuatro años. Han pasado ya dos años y medio, y con casi nuestros grados acabados queremos compartir algunas de nuestras experiencias tanto individualmente y como amigos. Como nuestras experiencias han sido tan diferentes, vamos a contar cada uno por separado algunas de nuestras impresiones: 

MIKEL

En mi caso vengo desde el País Vasco, desde Vitoria-Gasteiz, y desde que me aventuré a mudarme a Groningen, mi vida ha sido una montaña rusa emocional llena de desafíos y grandes descubrimientos. Decidir dar el paso para vivir en un lugar completamente nuevo no fue fácil, pero cada día que pasa confirmo que ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida.

Una de las primeras cosas que noté al llegar aquí fue la marcada diferencia cultural. Tanto crear amistades, cómo tratar a los locales y profesores de la Universidad es diferente respecto a mi experiencia anterior. Acostumbrado a mi ciudad de origen Vitoria-Gasteiz un ambiente tan internacional fue un auténtico shock, que al cabo de ya dos años y medio no puedo más que recordar con cariño, ya que he conseguido crear amistades muy fuertes y diferentes a las que tenía antes, abriéndome unas perspectivas del mundo desconocidas para mí hasta el momento.

La universidad en Groningen ha sido otro aspecto fundamental de mi experiencia. Yo estoy estudiando la carrera de Física en la Facultad de Ciencias e Ingenierías y, aparte del duro trabajo que requiere diariamente, mis expectativas han sido superadas ampliamente. Las instalaciones y profesorado son de una calidad excelente, pero lo que más valoro es la oportunidad que se me ha dado para implicarme en equipos de investigación. El contacto con los profesores y su disponibilidad a ofrecerte proyectos te permite dar tanto de tu tiempo como quieras, pudiendo conocer de primera mano cómo funciona la investigación fundamental, sus dificultades y también lo apasionantes que pueden ser.

Vivir fuera me ha permitido desarrollarme en otros aspectos de mi vida más de lo que hubiera pensado, sobre todo en el plano personal. La posibilidad de descubrir no sólo centro-Europa sino también Europa del Este ha sido una experiencia enriquecedora. Compartir aficiones como la música, la guitarra o el deporte con nuevos amigos. Descubrir lo que significa madurar y convertirte en una persona completamente independiente. Son aspectos que me han asustado, pero también sorprendido y me han acabado encantando.

En resumen, vivir en Groningen ha sido una experiencia transformadora que nunca olvidaré. Las diferencias culturales, la excelencia académica, la calidez de la gente y los desafíos personales han contribuido a mi crecimiento y desarrollo de maneras que nunca habría imaginado.

ZULIMA 

Holaaa! Yo soy Zulima  vengo de Valencia y estudio Ciencias y Artes liberales, una carrera interdisciplinar que me brinda muchas perspectivas diferentes y la oportunidad de experimentar la ciencia explorándola en esencia. Mi carrera en Europa sólo se hace en los Países Bajos y queriendo estudiar en una ciudad pequeña llena de actividades culturales y artísticas acabé en el precioso Groningen. 

Groningen después de ya 3 años tiene mi corazón. He conocido a tanta gente que me ha aportado riqueza de opiniones y perspectivas, especialmente aquellas no occidentalizadas con las que raramente nos topamos. El ambiente es acogedor pero siempre está pasando algo ya que la ciudad es muy joven y está muy viva, cuando no hay raves hay exposiciones artísticas, deportes, asociaciones…es tan imposible aburrirse como intentar hacerlo todo (confiad en mí, se ha intentado). 

Este país también me brinda oportunidades de desarrollo que la Zulima de Becas no habría podido imaginar. Este año trabajo para la Rectora de la uni, Jacqueline Scherpen, como asesora estudiantil de políticas universitarias. Además soy asistente de profesora y hago investigación, que he descubierto que es mi pasión y a lo que me encantaría dedicarme en el futuro: a la universidad. 

Comparar perspectivas entre Holanda y España está siendo una experiencia increíble. Os invito a todos y todas a venir cuando queráis a visitarnos!

Vida ELU

Elus por el Mundo – Daniel Abellán

Por: ELU Admin

¡Hola a todos!

Soy Daniel Abellán, estudiante de Economía en la Universidad de Zaragoza y elu de 4o curso. Tengo la inmensa suerte de poder cursar mi último año de Erasmus en Italia. Me encuentro en Turín, capital de la región del Piamonte (al noroeste del país) y primera capital del Reino de Italia. Los motivos por los que me decanté por este destino Erasmus son varios, pero no puedo negar que una de las razones principales fue que Carmen, también elu de 4o, que estuvo aquí de Erasmus el año pasado, supo transmitirme toda su ilusión por esta ciudad. Y no era para menos (podéis leer su crónica aquí).

A diferencia de otros erasmus, yo no me había planteado cursar un año de mi carrera en el extranjero hasta muy tarde, tras realizar en el verano de segundo a tercero un curso de un mes en Londres. Me supo a poco y el gusanito por hacer un Erasmus empezó a despertar. Esto, unido a que quería aprender italiano, fue lo que hizo que “me tirase a la piscina”.

Voy a empezar a contaros unos cuantos datos curiosos de Turín y luego un poco de mi experiencia estudiando aquí, errores y aciertos que he visto y/o cometido durante mi Erasmus y alguna recomendación final.

Datos curiosos de Turín

– Aquí viven casi un millón de personas.

– El monumento más emblemático de la ciudad es la Mole Antonelliana, que es un edificio con una cúpula cuadrada muy alta y un pincho que destaca por encima del resto de la ciudad. Se inauguró el mismo año que la Torre Eiffel. Nietzsche dijo sobre ella que posiblemente era la obra arquitectónica más ingeniosa jamás realizada. Empezó siendo un templo y escuela judía, pero pronto se dieron cuenta de que no sabían qué hacer con ella y ahora es un museo del cine. Por cierto, la leyenda cuenta que si subes a la Mole no te gradúas (y por supuesto, estoy esperando a julio para subir).

– Turín y Milán tienen pique (y Turín mola más).

– El Martini, el café Lavazza, la FIAT y la Nutella (grazie Piemonte) son de aquí.

– El chocolate típico es la gianduia.

– Hay dos equipos de fútbol importantes: la Juventus y el Torino. Los turineses de verdad son del Torino, que es un poco como ser del Espanyol, nunca ganas nada, pero al menos, no eres culé. Por cierto, el derby se llama Derby della Mole.

– Tienen uno de los museos egipcios más grandes e importantes de Europa. He estado una vez, se organizan fiestas ahí. También hay otro de arte oriental.

– La ciudad está rodeada por montañas y tiene dos vistas principales que no te puedes perder si vienes aquí: desde el Monte de los Capuchinos, accesible con un pequeño paseíto a pie, y Superga, muy mal conectado, pero se llega fácilmente haciendo autoestop (que no de corte, los propios locales se ofrecen sin tenerlo que pedir).

– Hay una leyenda que asocia su fundación al Antiguo Egipto y a Faetón, que encontró el río Po (el Erídano en la mitología griega) parecido al Nilo, al huir del Mediterráneo.

– Creen que tienen el Santo Sudario, pero todos sabemos que el real está en Oviedo.

Estudiar en Italia y en italiano: mitos y verdades

Italia tiene fama de ser un destino fácil pero, tras hablar con compañeros que estudian en otras facultades y en otras ciudades, la conclusión a la que llegamos es que no. Para nada. El nivel de exigencia nos parece más o menos el que hay en España y la dificultad depende del profesor que imparte la asignatura. Tampoco creo que haya un favor genérico a los Erasmus. Y, aunque es cierto que tengo compañeros a los que les han “facilitado” alguna asignatura, a la mayoría se les exige lo mismo que a los demás compañeros italianos. Hay que tener en cuenta que Italia es un destino que se presta a venir sin conocer el idioma y a estudiar en él. No hay que obviarlo. Evidentemente es más fácil que el alemán o el francés, pero hay que estudiarlo. Ir a clase, aunque cueste porque siempre vas a tener planes que te distraigan, es, en mi opinión, la forma más rápida de aprenderlo.

Es importante tener en cuenta que aquí los grados no funcionan como en España. Su grado tiene dos partes. La formación de grado principal dura tres años (lo que llaman Laurea Triennale) y, si vienes en cuarto, probablemente tengas que coger asignaturas de Laurea Magistrale, que es parecido a lo que nosotros entendemos por Máster, aunque en realidad es una extensión de dos años y profundización del grado, que no todo el mundo hace, previa a los estudios de posgrado. En Italia no es tan típico hacer un posgrado en sentido estricto. Explico esto porque al principio puede ser lioso entenderlo.

La fiesta no es tan buena como en España, aunque no va a faltar, y hay muchísimas oportunidades para viajar barato y a muchos lugares. No hay que olvidar que hay un curso que sacarse.

Por último, decir que son muy amigos de los exámenes orales y tipo test, aunque también hay escritos.

Errores y aciertos

Vine con dos amigos de la Universidad a Turín y buscamos piso juntos. De cara a aprender italiano y conocer gente no me parece un gran impedimento si tienes voluntad suficiente para salir de tu zona de confort, y es un gran apoyo cuando más negras te las ves. Nuestro principal acierto fue ponernos a buscar piso en abril. Lo encontramos a finales de julio tras decenas de llamadas y correos electrónicos a inmobiliarias. Es muy complicado encontrar piso al principio, aunque cuanto más te acercas al inicio de curso más fácil se hace. No tiréis la toalla, algo encontraréis tarde o temprano. Y no esperéis a estar aquí para buscar piso, probablemente encontraréis, pero con mucho agobio, dinero en Airbnb y estrés. Los principales motivos para colgarnos el teléfono eran: que fuésemos estudiantes, que nos conociéramos antes de llegar, que fuésemos todos chicos y que éramos españoles. Pero a pesar de esta discriminación inicial más o menos justificada, debo decir que, una vez aquí, uno ve que la gente es muy agradable, acogedora y gentile en general.

El error principal que veo es no hacer amigos italianos. Son un poco como los españoles: no se van a acercar a ti en clase, pero si lo haces tú, verás que son muy abiertos y estarán encantados de ayudarte e integrarte. Acércate en el pasillo después o antes de clase con cualquier excusa e introdúcete. La conversación a partir de ahí es muy fácil con ellos. Si intentas hablar en italiano, te los ganas seguro.

Recomendaciones

– Haz un curso de italiano antes de venir. Yo estudié un A1 (para tener unas nociones básicas) en la escuela de idiomas de la universidad el año antes de llegar y sin duda fue un acierto para desenvolverme los primeros meses.

– Haz un free tour al llegar el primer mes. Es muy fácil posponerlo, pero conocer la ciudad en la que vives te ayuda a saborearla más y orientarte mejor al principio.

– Viaja y exprime el tiempo libre. Es una experiencia que recordarás toda la vida.

– Si puedes, quédate el curso entero.

– Si estás pensando si solicitarlo o no, tómate esto como una señal para no darle más vueltas. 🙂

Llevo vivido la mitad de mi Erasmus y no puedo estar más contento con lo que me llevo: amigos, experiencias y un aprendizaje en la mochila que no tiene precio. Habrá momentos en los que se pueda hacer un poco duro, pero no dudéis en que el sabor que deja es dulce. Por supuesto, si tenéis cualquier duda, estoy a vuestra disposición. Por teléfono o el finde en la Paquito.

Ci vediamo presto!

D

Vida ELU

Elus por el Mundo – Pilar Sierra

Por: ELU Admin

¡Hola! Lo primero me presento para aquellos que no me conozcan, soy Pilar, madrileña, elu de tercero y estudiante de medicina en la Universidad de Navarra. El pasado septiembre empezaba un curso diferente, dejaba atrás mi residencia, mis amigos y a una Pamplona que tan bien me había tratado estos dos últimos años; todo esto para volver a casa. Si me hubiesen preguntado hace unos meses cómo veía ese regreso diría que no las tenía todas conmigo… pero finalmente Madrid consiguió reconquistarme.

Escribo esto mientras la voz de la línea 6 canta Nuevos Ministerios, mitad de camino hacia la Clínica de Navarra (CUN Madrid) donde estoy haciendo cada mañana prácticas, donde estoy experimentando aquello que lo que he de dedicarme el resto de mi vida, donde estoy siendo muy feliz. Soy consciente de la oportunidad que mi universidad me ha brindado al darme la oportunidad de verlo todo tan pronto, de tener una visión completa de cada especialidad, desde cirugía general hasta medicina interna, pasando por anestesia, urología o plástica. Así cada mes o dos semanas voy rotando conociendo a médicos geniales que además de ser excelentes en su oficio, lo son en la docencia; algo que seguro dará sus frutos en los cuarenta privilegiados que hemos pasado por CUN Madrid.

Tal como un día dijo Nelson Mandela: “No hay nada como volver a un lugar que no ha cambiado para ver cuanto has cambiado tú”. Y es de este modo como me siento, he regresado a una vida que puse en pausa hace dos años para vivirla con otra mirada, para apreciar a toda la gente increíble que tengo aquí, para disfrutar de una ciudad que no
descansa, llena de oportunidades, cultura, arte, gastronomía, encanto, gente con sueños grandes, una ciudad llena de vida. Y eso es lo que me apasiona de Madrid, personas de cada rincón recóndito del mundo no dejan de llegar y siempre se les recibe con los brazos abiertos, acogiendo su cultura, creando así la nuestra. Madrid es diferente a cualquier otro sitio. Madrid es diferente a Pamplona. No sé si este sentimentalismo será por mis raíces o una realidad, pero no hay otra igual.

Así que ya en Avenida América, habiéndome levantado a las 6:15, con una hora larga de trayecto a mis espaldas, camino al hospital donde hay días que paso 12 horas; escribo sonriendo, sabiendo que merece la pena. Sabiendo que siempre volveré a Madrid.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Alberto Pantoja

Por:

¡Hola a todos! o, como diríamos en París, Bonjour a tous!

Soy Alberto Pantoja Bonilla, y estudio Magisterio de Primaria en la Universidad de Castilla-La Mancha, en el Campus de Toledo… ¡Aunque ahora estoy estudiando en París!

Como ya sabéis, en Magisterio tenemos un par de grandes períodos de Prácticas de Enseñanza en colegios. Desde que empecé la carrera, sabía que no quería pasar mis “Prácticums” por encima, cubriendo el expediente, lo que me animó a buscar una experiencia diferente y en la que pudiera ser consciente de otras realidades que también existen, aunque no sean muy comunes.

Más tarde conocí la Acción Educativa Exterior del Gobierno de España, que son una serie de centros escolares públicos repartidos por distintos países del extranjero y donde los estudiantes aprenden siguiendo el sistema y modelo educativo español. Gracias a un convenio Erasmus Prácticas que mi universidad tenía suscrito con un cole de Acción Educativa Exterior, pude concursar por ese destino, que más tarde conseguiría.

Así, conocí el Colegio Español Federico García Lorca de París, centro que sería mi “casa” de París. Como además en la Facultad pude estudiar a la vez  los recorridos de Didáctica del Inglés y de Didáctica del Francés, esta era la mejor oportunidad para poner en marcha mis competencias en francés.

Con mucha ilusión y ganas de aprender, llegué al Colegio Federico García Lorca a finales de Septiembre, donde comenzaría una de las mejores aventuras de mi vida.

París es una ciudad que nunca duerme, en la que suceden cosas constantemente y en la que en ocasiones uno pierde la noción de la realidad, arrastrado por el vertiginoso ritmo que aquí se respira. Sin embargo, es también una ciudad que revela su belleza en las cosas más pequeñas y simples del día a día, y que me ha enseñado a descubrir que lo bonito de cada día no tiene por que ser algo impactante, sino cosas sencillas hechas o contempladas con amor: Mi paseo en bici por el Sena hasta llegar al colegio, cruzar a diario en metro el puente de Bir-Hakeim y ver el amanecer con la Torre Eiffel de fondo, o conseguir que uno de mis alumnos de 1º de Primaria, cuya lengua materna es el francés, haya aprendido a leer bien en castellano la palabra “Agua” gracias a mi ayuda. ¡Estoy seguro que a partir de hoy, todos los días de su vida leerá alguna palabra!

En estas prácticas de Enseñanza, al estar en clase con mi alumnado, cada mañana me pregunto de nuevo: ¿Quién enseña a quién? Y me exclamo del mismo modo ¡Esta es la vida misma!

Y a ti, París: Gracias por haberme enseñado tantas cosas, pero sobre todo por haberme acogido tan bien. Aunque resulte algo paradójico, el estar lejos de España me ha hecho apreciar y valorar más mi tierra. Todo el profesorado del Colegio es Español, y de algún modo nos apoyamos y entendemos nuestras necesidades comunes. ¡Qué bonito es ver cómo en el Cole, gente de todas partes de España se apoya, se ayuda y hasta celebra su fiesta nacional en común!

Gracias a Dios también por estar regalándome en París a personas que hacen que todo esto sea más enriquecedor y con las que puedo recibir el don de su amistad y aprender mucho de ellas. Mi experiencia no sería la misma sin mis compañeros del colegio o mis amigos de mi parroquia de París.

Todo ello es genial, pero esta experiencia también me está sirviendo para recordar más y tener más presente que nunca las cosas tan buenas que de normal disfruto en España y que no valoro tanto: Mis padres y hermano, de los que me acuerdo a diario y trato de compartir mis experiencias y aprendizajes con ellos, mis buenos amigos de Toledo, a los que no olvido, o mis visitas casi diarias a mis abuelos.

Y a la pregunta sobre si esta experiencia merece la pena, diría: ¡Por supuesto que sí! (De hecho, me planteo repetirla) y si eres estudiante de educación te animaría totalmente a probar una experiencia así.

Muchas gracias por vuestro tiempo y atención. Espero que hayáis podido comprobar lo contento que estoy con esta experiencia y os haya animado a intentar algo parecido. ¡Seguro que merecerá la pena!

Vida ELU

Elus por el Mundo – Mariana Pulgar

Por: ELU Admin

Hola, elus!

Hace algunos años jamás habría imaginado que estaría escribiendo estas líneas desde Milán, Italia. Sigo sin creer que Italia es el país que ahora me acoge como mi hogar temporal.

Milán representa un sueño hecho realidad para mí. Italia es el tercer país en el que vivo, segunda mudanza que hago en mi vida. Por circunstancias del destino, tuve que salir de mi país natal, Venezuela, pero tuve la suerte de encontrar mi segundo hogar en España.

Sin embargo, esta vez, la experiencia es más desafiante y emocionante que nunca, porque por primera vez me aventuro sola en este viaje.

Italia, un país que respira historia y cultura en cada rincón. En el poco tiempo que llevo aquí he tenido el privilegio de explorar la región de Lombardía y maravillarme con su belleza y autenticidad. Desde los icónicos monumentos hasta las calles adoquinadas, cada día es una nueva oportunidad de descubrir la riqueza cultural que este país tiene para ofrecer. Y, por supuesto, no puedo dejar de mencionar la deliciosa gastronomía italiana que ha deleitado mis sentidos. Ahora, viviendo esta nueva etapa sigo estando dispuesta a sacar al máximo de mi experiencia Erasmus, ya que tengo muy presente que es un privilegio que no muchos pueden disfrutar.

Salir de la comodidad de lo conocido es una experiencia transformadora. Y aunque no es la primera vez que me mudo, cada cambio es diferente. Cada día, enfrento nuevos desafíos y me sumerjo en situaciones que me empujan a crecer y evolucionar como persona. Milán, con su ritmo vibrante y su mezcla cultural, me ha brindado la oportunidad de expandir mis horizontes de una manera que nunca imaginé.

Sin duda uno de los aspectos más enriquecedores de esta experiencia es la diversidad de personas que tengo el privilegio de conocer. Cada día, interactúo con personas de distintas nacionalidades y culturas. Milán, con su encanto único, nos ha brindado un espacio donde convergen nuestras historias y aspiraciones.

Si me preguntan por qué escogí Milán como mi ciudad de Erasmus, os diría que la principal razón fue la universidad en la que estoy actualmente cursando. Este semestre me encuentro en la Libera Università di Lingue e Comunicazione (IULM).

Desde mi formación en Comunicación Audiovisual en Madrid, he tenido una fascinación por los medios y la industria del entretenimiento. Ahora, en la IULM, estoy inmersa en nuevos entornos académicos, estudiando asignaturas de grado y máster de Comunicación Estratégica y Relaciones Públicas. Este semestre estudiando nuevas asignaturas no solo me emociona sino que sé que será muy útil para profundizar mi interés en el mundo empresarial dentro de la comunicación, y también servirá para enriquecer mi bagaje académico con una perspectiva más global y estratégica.

La IULM me brinda la oportunidad de expandir mis horizontes y adentrarme en nuevos campos del conocimiento. Cada día, me sumerjo en asignaturas que despiertan mi curiosidad y me desafían a pensar de manera innovadora.

Mi tiempo en la Universidad IULM, y en Milán es más que una experiencia académica; es una aventura que me desafía, me inspira y me conecta con el mundo de formas inesperadas. Cada día, sigo maravillándome ante la belleza de esta país y la diversidad de personas que cruzan mi camino. Esta travesía, vivida en soledad pero enriquecida por las conexiones que he forjado, es un capítulo inolvidable en mi camino educativo y personal.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Carmen Gago

Por: ELU Admin

¡Hola a todos!

Soy Carmen Gago, estudio Física e Ingeniería de Materiales en la Universidad de Sevilla y este curso he tenido la gran suerte de poder irme de Erasmus a París. Hace poco más de un año, la idea de irme fuera de casa no rondaba por mi mente, ya que Sevilla es una ciudad que me encanta y que me hace muy feliz (es verdad lo de que tiene un color especial). Sin embargo, un amigo de la carrera me habló de la Universidad Paris-Saclay, la cual ofrecía varias plazas para acoger a estudiantes Erasmus. Mi amigo compartió conmigo todas las razones que le animaban a vivir una experiencia internacional allí, consiguió contagiarme la ilusión y, en un cambio de último momento, decidí sumarme a él en esta aventura.

A principio de septiembre llegué al lugar que sería mi hogar durante diez meses. Me fui a vivir cerca del campus universitario, situado unos kilómetros al sur de París. Lo que más me llamó la atención de la uni fue la infinidad de conexiones que tiene con la investigación científica y el gran número estudiantes internacionales que alberga. En lo que respecta a lo académico, la enseñanza y la evaluación son muy distintas a lo que estamos acostumbrados en España, lo que requiere tener los pies en la tierra y ser constante para poder llevarlo todo adelante. A pesar de esto, puedo decir que aquí he disfrutado mucho aprendiendo, reconectando con la razón por la que elegí estudiar Física y yendo más allá en cuestiones que jamás se me habían planteado.

Tras acabar el curso en abril, estos últimos meses he tenido la oportunidad de hacer prácticas en la Universidad de la Sorbona, en pleno centro histórico de París. Esta experiencia está siendo el mejor cierre a un año lleno de emociones y de crecimiento. He podido ver de cerca cómo se trabaja realmente en un laboratorio de investigación, del cual todos me han hecho sentir parte desde el minuto uno. Este lugar de ensueño me ha hecho perder el miedo a lo desconocido, derribando las barreras que tenía en mi mente.

Y, bueno, ¿qué decir de la ciudad que me ha acogido durante este tiempo? No miento cuando digo que nunca se acaban las cosas que hacer y que visitar en París. París alberga todo lo que te puedes imaginar y más; es un lugar que inspira, que ilumina. Caminar por París es descubrir algo nuevo en cada esquina, en cada plaza, cada puente… Es una ciudad de la que nunca te cansas ya que se renueva constantemente. En Navidad, París te hace vivir en un sueño y en primavera te otorga más horas de luz para que la veas florecer. Merece la pena vivirla los 365 días del año.

Por supuesto, como le decía el otro día a una amiga, París es una ciudad preciosa, pero disfrutarla en buena compañía la hace aún mejor. Todo lo que he vivido este año no hubiera sido nada sin haber estado al lado de personas maravillosas que me han dado la mano para dejarse sorprender. Personas que han hecho que mi lista de planes pendientes no tuviera fin. Personas que han conseguido que los miles de viajes en RER B se pasaran volando. Personas que me han hecho viajar dentro y fuera de esta ciudad, haciéndome sentir como en casa. Personas con las que he comprobado que la felicidad se multiplica cuando la compartes y con las que he descubierto emociones que ni sabía que existían. Personas junto a las que he confirmado que París tiene motivos más que suficientes para ser llamada “la ciudad del amor”. A todos ellos: gracias. Esto no se acaba aquí.

Además, también he tenido la tremenda suerte de poder redescubrir la ciudad a través de los ojos de otros. Y con ese “otros” me refiero a las personas que más quiero. He sido inmensamente feliz recibiendo visitas y siendo la guía turística de mi familia, amigos de mi pueblo y de la uni, de mis queridos ELUs y de alguna que otra visita sorpresa. Cuando parecía que ya conocía todo lo que París tenía que ofrecerme, llegaban ellos y con su mirada y su asombro me hacían volver a disfrutar incluso de subir una y otra vez las interminables escaleras de la Torre Eiffel o del Arco del Triunfo. Me han hecho revivir constantemente la ilusión y valorar la suerte de vivir aquí.

Escribiendo esto a las puertas de despedirme de París, no puedo evitar sentir un poco de pena. Aunque suene a tópico, sé que la persona que vuelve a casa no es la misma que la que se fue. Me voy con el corazón lleno y con brillo en los ojos, sabiendo que París me ha hecho reconectar y me ha dado el impulso que no sabía que necesitaba. A principio de curso escribí: “Lo único que busco es que al volver a casa pueda decir que viví este año a mi manera”, y así ha sido. No sé si esta ciudad me volverá a brindar hogar en un futuro, pero lo que sí que sé es que un trocito de París y de la gente que me ha acompañado en el camino se quedará en mí para siempre. Y un trocito de nosotros se quedará en cada esquina que nos ha visto reír.

… À bientôt!

Vida ELU

Elus por el Mundo – Diego Galindo

Por: ELU Admin

¡¡Hola a todos!!

Hoy me paso por aquí para contaros un poco cómo está siendo mi Erasmus en París. Podría contaros cómo ha sido llegar hasta aquí, las asignaturas, las prácticas, la gente, etc… ¿pero sabéis qué? Os invito a que todo eso lo viváis por vuestra cuenta, así que me limitaré a qué ha significado para mí este año.

Si tuviera que definirlo en una sola palabra sería oportunidad: una oportunidad para amar.

Amar aquello por lo que un día decidí tomar la decisión de entrar en la facultad y dedicarme el resto de mi vida. Este año me ha permitido conocer lo que realmente significa la palabra médico. Una profesión al servicio del otro, hacia aquel que necesita de ti y busca en ti alguien no que le pueda curar, sino consolar, apoyar y escuchar. Ver la belleza en todo acto. Que una cirugía ser convierta no solo en una forma de aprender, sino de ver todo lo que esconde el cuerpo humano y lo que el ser humano puede llegar a hacer con tan solo dos manos: una simple sutura, un bisturí, son cosas que te sumergen y hacen que pase el tiempo sin darte cuenta.

Amar lo que tengo. Sumergido en el país donde crecí no era consciente de lo que realmente me rodeaba. A tantos kilómetros de distancia pude darme cuenta de que la gran suerte que tengo de estar donde estoy y nacer donde nací y dar gracias por ello. Llamar a mi familia para saber cómo estaba y que siempre se alegraran de oírte. Poder ir a ver a mis abuelos en tren y contarles cómo va todo después de tres años. Ver a mi abuelo con 86 años recogerme en la estación como cuando era pequeño, con esa energía. Volver a comer los platos que me preparaba mi abuela, que tanta ilusión prepara siempre. Que yo les pueda contar mis experiencias en el hospital y cómo es vivir en la capital. Que tu amigo te mande un audio de 5 minutos para contarte que se ha acordado hoy de ti en clase y que se alegra mucho de saber que todo va bien.

Las reuniones y mentorías de la ELU me hacían pensar cómo he podido llegar hasta ahí. Rodearme de gente que me ha ayudado en este camino, con la que puedo compartir grandes cosas y dispuestas a sacrificar su tiempo. A mí, que negaba que todo ello pudiera llegar a suceder y que dudaba en todo momento de si merecía la pena.

Amar a los demás. Conocer a gente de otras culturas y países te hace darte cuenta de que todos y cada uno de ellos tiene algo que ofrecer y que merece la pena conocer. Pasar horas hablando, en el pasillo de la residencia, en los jardines de Luxemburgo o comiendo en la cafetería, son momentos que se quedan grabados. Descubrir la ciudad es increíble, pero hacerlo acompañado siempre es mejor.

Amar a la vida. París es una ciudad que te conmueve. Por la forma de ser, de funcionar, sus calles, sus atardeceres y los olores. Ya no puedo recordar cuántas veces habré subido al arco del Triunfo, y las que todavía me quedan por hacerlo, simplemente para ver a las personas en la calle, los coches o que pasara el tiempo. Coger la línea 6 del metro y apreciar las vistas con la cabeza apoyada en los cristales. Quedarme sentado en los jardines de Luxemburgo con los pocos rayos de sol en la cara y ver a las personas pasar. Un atardecer en Montmartre acompañado de música y una cerveza. Ir al mercado y perderte entre los puestos. En definitiva, apreciar cada momento y tomar aquello que tienes delante.

Amar lo que soy y de dónde soy. Cuando hablas con los demás que te pregunten por tu acento y que digan que les parece bonito y es algo que jamás debería olvidar. Tú les cuentes de dónde vienes con alegría, que sientan curiosidad y ellos te escuchen. Poder encontrar, aunque sea por unos momentos esa paz que necesitas en los simples detalles y lo más importante: que te quieran cómo eres.

Mi Erasmus no ha sido una forma de desprenderme de aquello que tenía para olvidar. Ha sido una oportunidad para encontrarme, reflexionar y avanzar.

Como toda experiencia esto está llegando a su fin. ¿Pero sabéis qué? Prefiero verlo no como un final, sino como un inicio. Un inicio de un camino tan real que desconozco a donde me llevará, pero que merece la pena ser recorrido. Cierto, aún me queda mucho por aprender, pero nunca es tarde para empezar.

Sí. París es la cuidad del amor, la que te invita a amar, a ti y a los demás.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Luisa Urquía

Por: ELU Admin

Un mes para aterrizar, y volar para volver; un mes para caminar, perderse para parar y mirar. Mirar para encontrar, conocer. Conocer para agradecer y solo, solo, empezar a entender.

Con estas palabras acababa mi primer mes de Erasmus en París. Mi tan soñada París. Romántica, liberadora, bella, misteriosa y elegante París. Una ciudad que, como hablaba con María de Jorge, es tan grande que te deja un espacio amplísimo para perderte, buscar, redirigir, descubrir, y, sobre todo, crecer.

No, París no es la ciudad de los enamorados, es la ciudad que te invita a enamorarte y a amar. Amar aquello con lo que uno venía y amar aquello con lo que uno se va. Amar la novedad y la diversión, pero también lo pequeño, cotidiano e íntimo. Amar pasar de los grandes planes en el Hipódromo a la paz y felicidad de sentarte media hora con dos amigas en el parque de Luxemburgo a la vuelta del hospital. Amar salir de fiesta, pero también amar dejarse de azoteas y rincones recomendados para volver siempre al mismo bar, misma esquina, misma gente de confianza.

Amar un atardecer en el Sena con esa melodía de magentas, violetas y destellos de un sol anaranjado (que decide salir poco a menudo); sin dejar de amar el encanto de un día lluvioso que te lleva a la librería de la esquina y que te invita a quedarte, pedirle una recomendación al librero, y salir con un clásico que puede que empieces a poder descifrar al final del Erasmus. Amar conocer a gente nueva, nuevos nombres, países, sueños, ilusiones; pero también amar llamar a tu abuela en Madrid y que te actualice en las novedades de la familia y que te recuerde por encima de todo, de la suerte que tienes.

Cuando miro atrás a estos meses tan inmerecidos y regalados; solo puedo comprar un ramo lirios blancos y dar las gracias. Agradecer los nombres y rostros que empezaron siendo coincidencias y han acabado siendo fuente de amistad, diversión y verdad. Agradecer a los nombres que se quedaron en el encuentro y a los que dejo, y a los que me llevo tan inmerecidamente a España. Agradecerle tanto a esta ciudad que a tanto me invita y tanto me libera y a tanto me compromete. No puedo dejar de agradecerle a tantos artistas su obra y vida; porque de ellos nace y crece mi sensibilidad: al movimiento y delicadeza del cuerpo por Rodin; a los colores y como se mezclan y se entienden por Cézanne y Renoir; a la incomprensión y soledad por Van Gogh. Sensibilidad al asombro y la ternura y la vida por Monet.

Me gusta pensar en esta etapa como un entramado de lazos de colores. No, mi Erasmus no ha sido de desprenderme de la vida y perderme y girar entorno a esa libertad de maniobra que tantos a nuestra edad añoran. Mi Erasmus ha sido enlazarme. Tener la libertad de elegir vincularme. En Madrid tenemos ya tantos compromisos que se nos olvida revisar si verdaderamente los hemos elegido o nos pesan y atan. Porque el vínculo verdadero libera e invita a crecer.

Lazos de colores y nombres. Los nombres de mis amigos, de mi familia y como no, de mis pacientes. Parte de mis lazos en París se quedan y se van con mis pacientes; que todos los días me han recordado que sí, sí que se puede amar y servir en el quirófano, con el estetoscopio, y con la escucha.

Entre todos estos lazos de amistad, de verdad, de compromiso, de cansancio, de diversión, de estudio, de arte y de amor; me encuentro sobrepasada. Me encuentro sumisa en el sueño de algo que se acaba ya. Y he de despertar. ¿Debo?

No, creo que puedo vivir en el sueño que ha sido este año. Esta forma de vivir no es un punto y aparte. Mi estancia en París acaba para que el sueño continúe y tenga un sentido. Un sentido para mi vida. Si no fuese así, todos estos lazos los perdería, el crecimiento, la sensibilidad y la forma de mirar no serían una parte de mí ni de quien quiero ser. Este sueño, todo lo que he aprendido es una forma de mirar y de buscar y de entender.

Me voy a comprar unos lirios blancos. Para el Señor y Su madre. Por este sueño. Un sueño en el que he vivido despierta, acompañada, vinculada, amada y tan profundamente agradecida.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Carmen Suárez

Por: ELU Admin

¡Hola a todos! Soy Carmen Suárez. Estudio Derecho en la Universidad de Córdoba, pero este curso estoy de Erasmus en Turín, en la región del Piamonte, al norte de Italia. Hacer Erasmus era algo que siempre había estado entre mis planes, así que, ¡aquí estoy! He de decir que el principio no fue nada dulce, muchos ya lo sabéis o incluso lo habéis experimentado. Hablo de la búsqueda de alojamiento, lo que supuso una auténtica gymkana. En mi caso tuve suerte,
pues a pesar de meses de búsqueda online y de aterrizar aquí sin nada, acabé encontrando a finales de septiembre una habitación. ¡Menos mal! Ahora sí, podía empezar a disfrutar de la experiencia.

¿Por qué Turín? Lo que me impulsó a elegir esta ciudad fueron tres razones. Vi que tenía un tamaño grande pero manejable, que el aeropuerto tenía buena comunicación con España y con el resto de Europa y, por último, que el acuerdo de estudios con mi Universidad de origen era muy completo y me permitía cursar las asignaturas que yo quería. No me lo pensé más y me dejé sorprender por esta ciudad, de la que a día de hoy sigo descubriendo curiosidades. En la cultura piamontesa tienen muy presente un principio que dice: “esageruma nem!”, cuya traducción quiere decir: “¡no exageramos!” Y os puedo decir que es verdad. Turín es una ciudad que tiene mucho para presumir: fue la primera capital de la Italia unificada, la presencia de los Saboya se respira aún en cada fachada y en la gran cantidad de palacios, tiene unas reglas de urbanismo muy cuidadas, plazas llenas de historia, es la ciudad del cine, custodia el Santo Sudario y a su vez es la cuna de grandes empresas como FIAT, Lavazza o Martini. ¿Lo sabíais? Seguro que no… ¡Quizá sea por la prudencia y discreción de los piamonteses! Así que esto que os cuento es un secreto, shhhh :).

Cambiando de tema, la universidad me parece alucinante en cuanto a instalaciones. Para mí ha sido un gran contraste, pues acostumbrada a pasear por el claustro del siglo XVI de la Facultad de Derecho de Córdoba aquí me he encontrado con un campus increíble que no conjuga para nada con el estilo barroco del resto de la ciudad. El método de las clases es similar al de España, lecciones frontales. En mi caso sin contenidos prácticos, por lo que nos jugamos
toda la nota en el examen. Exámenes no solo orales, también escritos, para romper uno de los mitos de los erasmus en Italia. Y por supuesto, en italiano. El idioma era algo a lo que le temía bastante, sin embargo, me ha resultado bastante fácil aprenderlo. Desde aquí os recomiendo ir a clase. Sí, de verdad. Se aprende un montón integrándote con el resto de estudiantes, es como mejor puedes poner en práctica lo aprendido y os aseguro que es totalmente compatible con viajar y salir de fiesta.

Hablando de ocio, Turín es una ciudad con mucho ambiente universitario, por lo que no faltan planes para hacer cada día. Y si no, ¡nos los montamos nosotros! En estos meses he podido tachar muchos deseos de la bucket list, pues no todos los días se esquía en los Alpes o se visitan cuatro países en una semana. Pero, sobre todo, me quedo con lo que me ha aportado el Erasmus a nivel personal. Aprendes a gestionarte, desarrollas habilidades que no sabías que
tenías, te sumerges en otra cultura, descubres nuevos lugares y a veces incluso te olvidas de que estás lejos de casa porque te sientes en casa. En ello influyen las personas que conoces durante este tiempo, pues se convierten en tu apoyo diario. Me gustaría darles las gracias por haberme enseñado a compartir, a convivir y a saber elegir.

Me quedan solo dos meses aquí, pero os aseguro que me voy inmensamente feliz por haber podido disfrutar de este regalo. Si estáis dudando entre iros o no, yo os lo digo muy claro: ¡coged las maletas y adelante!

Ci sentiamo!

ELUMNI

Elumnis en Tierra Santa con la ELU

Por: ELU Admin

Las peregrinaciones a Tierra Santa son una de las señas de identidad de la Universidad Francisco de Vitoria. La Escuela de Liderazgo Universitario organizó una de estas peregrinaciones el pasado febrero, siendo acompañados por dos ELUMNIs: Jorge Paredes Esteban #ELUMNI12 y Cristina López Crespo #ELUMNI08.

Os compartimos cómo vivieron este viaje a Tierra Santa y su experiencia al participar en esta actividad tan especial de la ELU en esta entrevista ? https://alumni-ufv.es/es/comunicacion/entrevistas/Jorge-Paredes-Cristina-Lopez-Crespo.

Vida ELU

Elus por el mundo – Itziar Belderrain

Por: ELU Admin

¡Hola elus!

Soy Itziar Belderrain, elu de tercero. Estudio Comercio y Marketing en la Universidad de Oviedo. Me hace muy feliz compartir con vosotros la experiencia que estoy viviendo este año en Gante, Bélgica. Antes de empezar la carrera, sabía que tenía que irme de erasmus sí o sí. Algo dentro de mí me lo estaba pidiendo.

Barajando las diferentes opciones que me ofrecía mi universidad, finalmente me decanté por Gante. Años atrás, estuve de viaje con mi familia en Bélgica; el estilo de vida, el ambiente estudiantil y los paisajes me cautivaron. Cuando lo vi como posible destino, supe que tenía que ser ahí.

Llegar hasta aquí no fue fácil. Encontrar alojamiento en Bélgica es muy complicado. Me dieron habitación en la residencia de la universidad a principios de septiembre, lo que hizo que mi verano fuera un tanto agobiante y lleno de dudas. A finales de agosto, la madre de una amiga me dijo una frase que llevo grabada todo el erasmus, y es que “si hay algo que cuesta es porque merece la pena “. A día de hoy, no puedo estar más de acuerdo. A base de insistir mucho, conseguí habitación en el mejor lugar posible: acogedor y lleno de vida.

Gante es increíble, irradia energía y vida. Es preciosa mires por donde la mires. No es una ciudad grande, pero sí lo suficiente como para tener mil rincones que visitar y que nunca falten los planes. Aunque llevo aquí desde septiembre, mi lista de cosas por hacer sigue creciendo, al igual que las ganas por descubrir los lugares más recónditos. Además, en bici llegas en nada a cualquier sitio, algo que me encanta. Esto fue de lo que más me chocó cuando llegué, la gente va en bici a todas partes: a clase, a la compra e incluso de fiesta. Lo único malo es el tiempo, que a veces no acompaña, pero espero que a partir de ahora vaya mejorando.

En cuanto a la universidad, soy alumna de la Hogeschool Gent. Estudiar aquí me está enriqueciendo en muchos niveles, ya que trabajar en equipo y los casos prácticos es lo que más se valora. Las asignaturas son inspiradoras y verdaderamente útiles para la vida real. Asimismo, el campus de la universidad es moderno y se organizan actividades muy a menudo.

Uno de los motivos por los que escogí este destino, fue el ambiente internacional que impera en la ciudad. Quería salir de mi zona de confort. Hay muchos estudiantes internacionales, lo que facilita conocer otras culturas y personas muy distintas y especiales. Esto es de lo que más valoro, ya que en España no pasa, y no todos los días se tiene un vecino irlandés en la habitación de al lado.

Además, este segundo semestre estoy trabajando como Corresponsal de naturaleza, parques y cicloturismo en el proyecto Erasmus en Flandes . Se trata de una iniciativa en la que españoles que estudian en Flandes publican contenido en su blog, compartiendo curiosidades y experiencias que resulten interesantes para todo aquel que quiera visitar o vivir en la región.

Estoy eternamente agradecida a esta ciudad por darme el mejor año de vida y regalarme personas que me llevo para siempre. Lo que dicen de que en el erasmus te conoces más a ti mismo es verdad; os animo a todos a dejaros llevar, salir de casa y descubrir todo lo bueno que os espera. Aprovechad cada segundo, cada plan y cada persona, esto solo se vive una vez.

Un abrazo,

Itziar Belderrain

ELUMNI

OAN International – Elumni

Por: ELU Admin

De una idea entre universitarios a una ONG que trabaja sobre el terreno de Benín. Así es la evolución que ha experimentado OAN International en los últimos años. Beatriz Vázquez #ELUMNI06 y Daniel Alfaro #ELUMNI09 nos cuentan cómo ha sido vivir un año allí desarrollando diversos proyectos en esta entrevista donde profundizan en el sentido de OAN y el papel de la ELU en sus vidas.

Vida ELU

Elus por el mundo -Catina Pérez

Por: ELU Admin

¡Hola queridos elu!

Soy Catina Pérez y estudio Negocios Internacionales en la Universidad de Valencia. Por suerte, una de las condiciones para obtener el título es cursar un año en el extranjero, por lo que antes incluso de empezar la carrera… ¡yo ya sabía que la experiencia Erasmus estaba asegurada! Y de ello os vengo a hablar en esta entrada.

Tras analizar las distintas posibilidades que ofertaba mi universidad, finalmente me decidí por cursar un año en Países Bajos, concretamente en Leeuwarden, la capital de la provincia de Frisia. Así pues, atraída principalmente por el estilo de vida y el sistema educativo del país, a finales de agosto puse rumbo a esta pequeña ciudad entusiasmada ante todo lo que estaba por venir.

Sin duda, uno de los mayores cambios que he experimentado ha sido el enfoque universitario. Soy alumna de la NHL Stenden, una universidad de ciencias aplicadas que fomenta principalmente la práctica y el trabajo en equipo. La universidad es increíble, las instalaciones son modernas y atractivas, con cafeterías que ofrecen opciones para todos los gustos y muchas facilidades para que los alumnos puedan disfrutar del campus, ¡incluso tenemos café y té gratis todos los días!

En cuanto a las clases, son completamente diferentes a lo que estoy acostumbrada. En el aula no hay más de 10-15 alumnos por lo que el trato es bastante personalizado. No suele haber más de tres días de clase a la semana, lo que conlleva que muchos estudiantes tengan trabajos a tiempo parcial. Además, los profesores tienen mucha libertad y no existe prácticamente jerarquía entre ellos y los estudiantes, lo cual lejos de generar caos, se traduce en profesores motivados, preocupados por sus alumnos y por aprender de nosotros.

Otra cosa que me ha gustado mucho es la diversidad cultural. Hay muchos estudiantes internacionales por lo que aprendes a trabajar en un ambiente intercultural. Además, muchos proyectos se realizan mano a mano con empresas reales, lo que te da una mejor visión de cómo es el mundo laboral y te ayuda a aplicar los conocimientos adquiridos en situaciones reales. En definitiva, mi experiencia universitaria está siendo muy enriquecedora y me ha permitido aprender muchas cosas que, si me hubiera quedado en España, no habría aprendido.

En cuanto a la vida fuera de la universidad, durante la semana tengo tiempo para practicar voleibol, hacer excursiones a otras ciudades aprovechando que es un país pequeño y muy bien conectado, salir de fiesta, pasear en bicicleta (sí, ¡aquí todo el mundo tiene una!) e incluso trabajar para poder visitar otros países.

Por otro lado, quiero destacar la atmósfera que envuelve a todo el país. Países Bajos (que no Holanda) es sin duda el país más seguro de todos los que he estado. Se fomenta mucho la autonomía, la tolerancia y la cultura green, así como el equilibrio entre el trabajo y la vida personal. Los neerlandeses tienen una actitud muy relajada y conciliadora y son personas con un gran compromiso social y ambiental, además de súper amables y hospitalarias, por lo que es muy fácil sentirse acogido.

Estoy muy agradecida de haber tenido la oportunidad de vivir en un país extranjero. Esta experiencia ha supuesto muchos retos a nivel académico y personal. Me ha enseñado mucho sobre mí misma y me ha permitido aprender y descubrir nuevas culturas y formas de vida. Aunque sin duda, lo que ha hecho de mi Erasmus una experiencia única e inolvidable ha sido toda la gente que he conocido. Con ellos he reído, llorado, viajado y crecido, y sé que muchos serán amigos para toda la vida.

Tot ziens,

Catina

Vida ELU

Elus por el Mundo – Sara Jurado

Por: ELU Admin

¡Hola a todos!

Soy Sara Jurado, elu de tercero y estudiante del doble grado de ADE+Comunicación en la Universidad Loyola Andalucía (campus de Córdoba). Y me alegra poder describiros parte de la experiencia que estoy viviendo aquí en Bergen, Noruega.

Con 12 años me subí por primera vez a un avión para ver a mi hermana mayor que estaba estudiando su Erasmus en Estocolmo, Suecia. Estuve una semana allí y me enamoré totalmente del país y del estilo de vida que llevaban los nórdicos. A raíz de esto comencé a soñar con esta experiencia y no sabéis lo afortunada que me siento de poder decir que el sueño se está cumpliendo.

Sin embargo, no todo ha sido un camino ni fácil ni bonito. Los que habéis estudiado fuera sabréis que, antes de todo, hay que pasar un proceso muy burocrático que requiere mucha responsabilidad a nivel personal: elegir el país, elegir la universidad, las convalidaciones de las asignaturas, buscar alojamiento, mudarte a un país solo, gestionar tu propio dinero, etc. Y es que cada decisión que tenía que tomar se me hacía un mundo porque no podía evitar pensar que me estaba equivocando de alguna forma y sentí mucha presión antes de llegar a mi ciudad de destino. Ahora es cuando digo que cuando puse un pie en Noruega todos mis miedos se disiparon y todo empezó a ir bien, pero la realidad es que no fue así.

Las primeras semanas fueron un reto para mí. El hecho de estar lejos de mi familia y amigos, no conocer cómo funcionaban las cosas en la ciudad, y el idioma (os cuento un secreto, los idiomas siempre han sido mi punto débil), me hicieron las primeras semanas muy complicadas. Además, al estar sola no tenía a nadie en el que confiar para poder transmitirle mis miedos. No obstante, todo fue evolucionando poco a poco: comencé a hacer amigos tanto españoles como internacionales, me adapté a la universidad y a dar las clases en otro idioma, descubrí la ciudad y, sobre todo, me hice al estilo de vida nórdico que tanto me había gustado cuando era una niña.

Por muchos estereotipos que tenga Noruega de que es un país frío, que siempre llueve y que los noruegos son muy serios; la verdad es que nada más lejos de la realidad. Los noruegos son personas súper amables, cálidas y están dispuestas a ayudarte en cualquier situación. Además, la temperatura es baja, eso es cierto, pero os mentiría si os digo que he pasado más frío en Bergen que en Córdoba cuando volví en Navidad. Noruega es un país muy preparado en lo que respecta al tiempo: la calefacción funciona muy bien en todas las casas, restaurantes, universidad e incluso transporte público. Y sobre la lluvia, os dejo una frase que dicen mucho los noruegos: ¡no existe tiempo malo, sino ropa mala!

Si acaso, lo único que podría decir que no me ha gustado de Noruega son las horas de sol durante el invierno (ej..: en diciembre amanecía a las 10h y anochecía a las 15h) y los precios. Ahora puedo afirmar con total certeza que Noruega es de los países más caros de Europa.

Sobre la universidad, estudio en Norwegian School of Economics (NHH) una de las mejores universidades de económicas no solo de Noruega, sino también de Europa. Durante estos meses he aprendido de la mano de los mejores profesores de Europa especializados en marketing y sostenibilidad, he cenado con empleados de las empresas más importantes del mundo y he podido formar parte de una de las comunidades más grades de estudiantes de Europa. La verdad es que no tengo palabras para describir lo que es estudiar en la NHH. Si bien es cierto que es una universidad muy exigente a nivel académico, su enfoque pedagógico está orientado a los trabajos prácticos con casos reales al igual que mi universidad por lo que no he tenido mucho problema en adaptarme a su forma de trabajar.

Me he dejado lo mejor para el final, contaros de verdad lo que ha sido mi vida estos últimos meses. Y es que ha sido una locura. He conocido a cientos de personas de diferentes países con las que he vivido experiencias que me han abierto la mente; he viajado por toda Noruega y descubierto paisajes naturales que me han dejado sin aliento; he bailado con mis amigos bajo las auroras boreales; he aprendido lo que es importante y a valorar todo lo que tengo en España (familia, amigos, tiempo, calidad de vida, estudios…); he aprendido a afrontar los problemas sola y he salido de mi zona de confort; y es que cada semana tenía una nueva aventura que vivir.

Por todo esto, solo puedo dar gracias a todo el mundo por hacer de esta experiencia una de las mejores de mi vida porque he crecido mucho a nivel personal y he descubierto lo bonita que puede llegar a ser la vida cuando uno decide arriesgarse y exponerse a este tipo de situaciones. Todavía no me he ido y ya estoy deseando volver a Bergen, la ciudad de la que me he enamorado y que me ha robado el corazón.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Natalia Aldaba

Por: ELU Admin

Hacía ya dos años que, en secreto, miraba las opciones que me brindaba la universidad para irme un año a estudiar fuera. No exageraría si dijera que la voluntad de hacer un Erasmus suponía una certeza mucho anterior a la decisión propia de estudiar Medicina: lo consideraba un elemento clave en mi experiencia universitaria. Recuerdo cómo, con mucho nerviosismo y habiéndome cerciorado más de cinco veces de haber adjuntado toda la documentación, enviaba aquel formulario del que luego intentaría olvidarme- inútilmente, por cierto,- hasta no saber de sus resultados. Por eso mismo recuerdo también aquella tarde del 4 de febrero en la que, al ver mi nombre en la lista de admitidos, no fui capaz de prestar más atención. Pocos días más tarde, no sin llenarme de algo de valentía, aceptaba la plaza. Qué gran oportunidad, me decía. Y no andaba corta. Estos ya siete meses vividos aquí han sido y siguen siendo para mí una experiencia inolvidable.

Los que hayáis estado, sabréis que en Roma el encuentro con la belleza es constante. Aunque que suene cursi, quizás lo sea, todos los días tengo la gran suerte de maravillarme con los edificios de esta ciudad: por supuesto, con los monumentos y lugares más emblemáticos, pero también con todas sus calles y pequeñas y recónditas esquinas. Cada día descubro un nuevo tesoro. Y es que estoy convencida de que cualquier iglesia “menor” romana sería un conocidísimo lugar en alguna otra ciudad del mundo, pero aquí queda perdida pues, citando a mi abuela, “en Roma das una patada a una piedra y descubres un monumento”. Tengo la gran suerte de, por ello, vivir en constante encuentro con la belleza y asombro. Es también, como bien se sabe, una ciudad increíblemente conectada con el pasado, sensación que se vive con el mero admirar y preguntarse al pasear por sus calles; lo cual le hace a una consciente de la importancia y el papel de la cultura en nuestra vida diaria. Además, como es bien sabido, la gastronomía siempre acompaña: es muchísimo más agradable disfrutar de Roma con un buen gelato o un buen tiramisù.

Alabanzas aparte, no podemos olvidar que Roma es capital italiana y por tanto todas sus virtudes y defectos se ven reflejados en ella, de manera que no solo buena comida, buen gusto, música, vino y apreciación de la cultura están presentes, sino que también caos, desorganización y despreocupación exagerada impregnan sus calles. En las largas esperas a los medios de transporte públicos, una aprende a acabar por sobreponerse a la desesperación del tiempo perdido por el autobús que no llega y acaba por intentar aprovecharlo con un buen libro, escuchando algún que otro pódcast, respondiendo a mensajes perdidos o descubriendo más música local. Esta ciudad me ha hecho también aprender a gestionar muchos aspectos por mí misma y a sacarme las castañas del fuego con fechas de exámenes desconocidas y luego aplazadas, asignaturas cursadas en las que resulté no estar matriculada, profesores que no contestan correos, médicos que no aceptan estudiantes de prácticas pese a ser su obligación, situaciones de convivencia en un piso de estudiantes y en el salir a la aventura para hacer nuevos amigos hasta encajar en un grupo.

Desde luego, mi experiencia Erasmus no sería lo mismo sin los grandes amigos que he encontrado aquí. Tengo la gran suerte de poder contar con la compañía de gente maravillosa a la que sé que me voy a llevar hasta mucho después de que este año pase. Roma es increíble, pero es infinitamente mejor cuando tienes con quién compartirla. ¡Y de qué manera! Todos ellos han contribuido a que esta ciudad haya pasado a ser mi casa, pues estas calles anaranjadas con luces y estos bares con música ya son parte de mi historia y a ellos asocio anécdotas, personas y risas vividas- y por qué no, algún llanto también-.

Este año completo de aprendizaje, risas y dificultades me ha formado como persona mucho más de lo que hubiera imaginado. Ha sido una oportunidad enorme de crecimiento que desde luego hace que merezcan la pena las dificultades. Tengo la grandísima suerte de estar acostumbrada a diarios abrazos de mis padres, risas con mis hermanos, comidas con mis abuelos, clases con mis amigos y carcajadas en entrenamientos; por lo que a veces las llamadas telefónicas encajadas entre idas y venidas en las que la cobertura no siempre funciona pueden saber a poco. Ha sido para mí muy importante el propósito de, en el estar lejos, seguir cuidando de mi familia y de mis amigos que sé que me esperan a mi vuelta en mi querida Pamplona, y por ello los he sentido muy cerca durante todo el año. Pues, junto a otras cosas, el Erasmus me ha hecho consciente también de lo inmensamente dependiente que soy y de mi gran necesidad de cariño.

Espero disfrutar increíblemente de estos pocos meses que me quedan en esta ciudad de la que estoy enamorada, pues no volveré hasta ver las calles de mi otra casa vestidas de blanco y rojo. Solo me queda animar a todo aquel que se plantee vivir una experiencia similar y por supuesto ofrecerme para cualquiera que tenga algo que preguntarme. Mientras tanto, seguiré exprimiendo el tiempo al máximo en esta ciudad acompañada de mis amigos, dado que en este lugar y con esta compañía la belleza nunca se acaba.

Un abbraccio fortissimo,

Natalia

Vida ELU

Elus por el Mundo – Sara Sanchís

Por: ELU Admin

¡Hola a todos! Soy Sara Sanchis, ELU de cuarto y estudiante de Ingeniería Aeroespacial en la Universitat Politècnica de València. Hace un mes acabé mi Erasmus en Suecia, concretamente en una ciudad que se llama Linköping, donde he vivido una de las mejores experiencias de mi vida. Os cuento cómo ha sido esta aventura para mí.

Antes de empezar la carrera yo ya fantaseaba con la idea de irme de Erasmus, así que cuando se me presentó la oportunidad no me lo pensé dos veces. Entre las destinos que ofertaba mi universidad escogí Linköping, una ciudad sueca que no ha dejado de sorprenderme. Aún recuerdo el día de mi llegada con dos amigos de clase (Carlos y Óscar, que ahora son casi como hermanos), después de un vuelo de 4 horas y un autobús de otras 4. Esa Sara no era consciente de lo que iba a vivir en los próximos meses.

En University of Linköping (LiU) nos prepararon una semana de bienvenida, donde no pudo dejar de impresionarme el ambiente tan internacional que se respiraba. LiU tiene cuatro campuses entre Linköping, su ciudad gemela Norköping y Estocolmo, y todos los estudiantes estuvimos reunidos en Linköping durante esa primera semana en la que nos presentaron la universidad (con túneles subterráneos para moverse entre los edificios en las grandes nevadas de invierno) y nuestros estudios, nos prepararon FIKA (un café y unas pastitas que estaban buenas no, lo siguiente), barbacoas, y nos dieron entradas gratis para un festival en el que actuaban cantantes suecos bastante famosos como Tove Styrke.

En cuanto a la gente, Carlos, Óscar y yo (que además de la carrera también compartíamos casa), nos juntamos con estudiantes internacionales de todos los rincones del mundo: Afganistán, Francia, Bélgica, China, Siria, Estados Unidos, Alemania, Chile o México, además de muchos españoles (al final no podemos evitar atraernos entre nosotros).

Con respecto a los locales, de primeras los suecos pueden parecer algo paraditos, pero en seguida que te acercas a hablarles (si no das tú el primer paso será difícil que te digan algo por iniciativa propia), son los primeros que se interesan por conocerte y enseñarte su cultura. Al parecer los suecos están enamorados de España. Muchos de ellos chapurrean español y conocimos unos cuantos que hablaban casi como nativos, así que siempre que se enteraban de que alguno éramos de allí nos pedían practicar con nosotros, o que les hablásemos de nuestra cultura y les hiciésemos alguna paella o tortilla de patata.

El frío era una de nuestras mayores preocupaciones, pero como sólo estuvimos el primer cuatrimestre, lo más que llegamos a vivir fueron -10 ºC. Con un buen abrigo y unas botas para la nieve se podía hacer vida normal. Donde sí que pasamos frío fue en un viaje a Gotemburgo. Fuimos con unos amigos a vivir la auténtica experiencia sueca según nos dijeron. Al parecer aquí es típico vivir un contraste de temperaturas con lo que llaman un bautismo de hielo, así que nos llevaron a una sauna que estaba pegada al mar, que tenía una capa finísima de hielo (estábamos a -2 ºC), y tuvimos que bañarnos en el mar y después meternos en la sauna. Al meter el cuerpo en el agua congelada, dejamos de sentirlo, casi no nos respondía, así que nadie aguantó más de 15 segundos ahí dentro y nos fuimos corriendo a la sauna. Hubo algunos valientes que repitieron unas cuantas veces más después de haber entrado en calor, y una semana después estaban todos perfectamente menos yo, que cogí un catarro tremendo y estuve afónica dos semanas
(mala suerte me imagino).

Al final el frío se llevaba bien. Lo que más nos chocó fue la oscuridad. A las 2 y media del mediodía, mientras estábamos acabando de comer (no conseguimos hacernos al horario sueco y comer a las 12:30), veíamos cómo se ponía el sol en invierno. Pasar tantas horas sin luz es algo que nos descolocó, pero al final nos adaptamos llenándonos la tarde de cosas que hacer. Los suecos combaten esta falta de luz haciendo mucho deporte (y comiendo gominolas, que les encantan), así que me apunté al gimnasio de la universidad con algunos amigos, donde tenían una oferta de actividades enorme, de la que nosotros nos quedamos sobre todo con entrenamientos y partidos de voley y a badminton.

Y respecto a los estudios la verdad es que no puedo estar más contenta. Aquí el cuatrimestre lo dividen en dos periodos, y he podido aprender muchísimo sobre optimización estructural y diseño de aviones, en un ambiente exigente pero mucho menos estresante que en España. Tienen muy calculado las horas que debes dedicarle a cada asignatura para que todos los días tengas tiempo para ti y puedas montarte algún viaje de vez en cuando.

Uno de los viajes que no voy a olvidar es el de Polonia. Óscar y yo nos fuimos a descubrir Varsovia y Cracovia durante 6 días en los que probamos la gastronomía local (que estaba buenísima) y nos empapamos de su historia, pudiendo ver de primera mano cómo vivieron y las consecuencias sociales de la Segunda Guerra Mundial y saliendo sobrecogidos del museo de Schindler y de Auschwitz.

Hace un mes cerré esta etapa de mi vida, marcada por un aprendizaje en todos los aspectos, y en la que me he conocido más a mí misma. Vivir en el extranjero y adaptarse a una cultura completamente distinta a la tuya (donde no había vida en las calles, todos se juntaban dentro de casas y a veces parecía una ciudad fantasma), presentan retos que te ayudan a crecer y valorar todas las facilidades que tenemos en casa.

Ahora es cuando soy consciente de que ya he acabado esta experiencia que me va a acompañar siempre, y me quedo con todo lo bueno que me ha dado, con todas las personas que he conocido y con quien tanto he reído, compartido y vivido. Si tenéis la oportunidad de iros de Erasmus, aprovechadla, porque será una de las mejores experiencias de vuestras vidas y os dejará con ganas de repetir.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Paula López

Por: ELU Admin

¡Hola! Soy Paula López, de cuarto de la ELU. Desde septiembre tengo la gran suerte de estudiar Medicina en la universidad Ruprecht Karl de Heidelberg. No pensé que cuatro años después de visitar esta ciudad con Becas Europa, se fuera a convertir en mi hogar.

Esta ciudad estudiantil situada en el sur de Alemania cuenta con la universidad más antigua de país. El campus se encuentra esparcido por toda la ciudad lo que hace que vayas donde vayas te encuentres con muchísimos estudiantes. Su gran prestigio atrae a multitud de jóvenes de distintas nacionalidades. Me atrevería a decir que este es uno de los ingredientes que la posiciona en la mayoría de los tops 5 destinos para irte de erasmus y que también puede ser la causa de que mis avances en inglés hayan sido mayores que en alemán.

Tengo que confesaros que en el momento de irme tenía un poco de miedo. Alemania como destino Erasmus va acompañado de muchos prejuicios, que para bien o para mal, nada tienen que ver con los de otros destinos europeos. No puedo estar más contenta con mi sí y, además, a toro pasado, me doy cuenta de que poco importa el destino, porque más que nombre de ciudad, esta experiencia lleva el nombre y apellido de todas las personas que te acompañan en este camino.

A nivel académico además de un gran reto personal, ha sido una grandísima oportunidad no solo para aprender alemán sino para conocer la parte más práctica de la Medicina. Muchas menos horas de clase teórica y más práctica activa caracterizan la enseñanza médica en el país. He podido asistir durante dos semanas a cirugías en las que más que una estudiante he sido una residente.

A pesar de llevar ya seis meses viviendo aquí no me sentía preparada para recibir visitas. Me sigue quedando mucho que profundizar en la historia de Alemania y muchos lugares que conocer en Heidelberg. Sin embargo, para mi sorpresa, cuando tuve que enseñar la ciudad, lo que se me venían a la cabeza eran innumerables anécdotas. Me ha gustado descubrir que he hecho la ciudad mía. Que no he pasado por ella como si fuera algo ajeno a mí, sino que yo ya no me entiendo sin este lugar. Y esto no hubiera sido posible sin los amigos que me han acompañado. Tenemos nuestro bar, nuestro kebab de confianza, nuestra sala en la biblioteca, nuestra mesa en la mensa, nuestro camino de siempre. Sabemos reconocer las bicis buenas (sin este medio de transporte esta ciudad no sería ella) y el heladero de la Hauptstraße es amigo nuestro. 

Los amigos alemanes han tardado en llegar. Hay que tener paciencia. Es difícil pero no imposible. Sus planes son muy diferentes de los nuestros. Quedar a cocinar cuando conoces a alguien es algo muy normal (os recomiendo que os compréis calcetines bonitos). Las caminatas son otro tópico de los planes alemanes. Y no nos olvidemos de las fiestas de la cerveza.

Me ha encantado descubrir la importancia que tiene la cultura en nuestra construcción como personas. El valor de la familia, el sentimiento de pertenencia, la presencia en las calles, los valores cristianos que impregnan nuestra sociedad me hacen darme cuenta de que esto que aprendí en casa no es algo tan común fuera de ella. Aún así he podido experimentar que da igual si eres americano, checo, francés o español, porque nuestras preocupaciones son muy parecidas. Rodearnos de personas que nos quieran y buscar algo que nos apasione.

Me quedan todavía otros cinco meses viviendo fuera. Y no me puedo ni imaginar lo que se me tiene preparado. Ojalá siga teniendo la primera ilusión con la que llegué y que se respiraba en la ciudad. Estar abiertos a cualquier plan y a conocer a todos. En estas últimas líneas solo me queda dar gracias a mi familia en Heidelberg. Especialmente a Bego y a Laurita.

 No dudéis en escribirme para cualquier cosa que necesitéis. ¡Es una oportunidad única!

Bis bald!!  ¡Un abrazo!

Paula.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Carlos Marín

Por: ELU Admin

¡Hola a todos! Soy Carlos Marín, estudiante de 4° de Medicina y de 4° de la ELU. Este año, tras una larga preparación y una intensa “lucha”, estoy de Erasmus en Bolonia, Italia, ciudad que para muchos, es la meca de la experiencia Erasmus. Ahora que ya llevo unos meses de recorrido -y un par de mudanzas de por medio- voy a contaros qué tal es vivir, estudiar y disfrutar en un lugar que es cuna de la universidad de Occidente -y del ragù a la boloñesa, cómo no-.

Así pues, tras un estupendo verano, un montón de recuerdos de toda índole y un nivel de italiano algo oxidado, sin comerlo ni beberlo llegó septiembre, hice la maleta y me monté en un avión dispuesto a vivir unos meses transformadores, un tiempo que iba a terminar de forjar mi idea de universidad y, en cierto modo, un viaje iniciático de esos que tanto nos gustan.

Cómo no podía ser de otra forma, Bolonia no defrauda. Aunque aparentemente pueda parecer una ciudad del norte de Italia, los propios locales reconocen que esto no es así. Estamos ante un lugar histórico, pero también alocado. Bolonia es el lugar de la excelente formación académica, pero también el de la discutible burocracia; haces de ella tu casa y vives tus mejores experiencias cualquier día de la semana, pero también hay muchos que buscan otro tipo de experiencia Erasmus.

En definitiva, diría que Bolonia es la ciudad de la lucha continua entre lo que es y lo que debería ser -o eso que te dijeron-, es un lugar que pide a gritos claridad, sensatez y una clara definición de objetivos -entre ellos, pasarlo muy bien- para que, de algún modo, seas tú el que pase por la experiencia Erasmus y no al revés.

Entrando en el terreno académico, puedo decir que, por muy raro que suene, estoy muy orgulloso de ser uno más. Nadie me ha dado ningún tipo de facilidad ni me ha regalado nada, sino que mis exigencias han sido las mismas que las de mis compañeros que estudian todo el grado aquí. Gracias a ello, la satisfacción con los resultados se multiplica, como también lo ha hecho mi nivel de italiano a lo largo de este tiempo -recordemos que los exámenes son orales-. Puede que haya sido el Erasmus “raro” que iba a clase, pero esto me ha permitido enriquecerme mucho y conocer a gente maravillosa que no podía perderme.

Como es de esperar, aquí hay tiempo para todo, y lógicamente tú decides en qué invertirlo. A lo largo de estos meses, el camino hasta alcanzar cierta estabilidad no ha sido fácil -mamá, estoy bien-, pero ha merecido la pena. La independencia te muestra todas sus caras y, aunque no todas sean preciosas, son mucho mejores cuando sabes con quién vivirlas. Han sido meses de comprobar nuevamente ese con quién tanto, de viajar -la ciudad está muy bien comunicada-, de reír, de equivocarme, de disfrutar, de saber gestionar y de aprender, aprender muchísimo. Puedo decir que, tras esta primera mitad de la experiencia, el Carlos que llegó aquí hace ya 5 meses no es ni de lejos el mismo de ahora -y qué bien-.

Antes de despedirme, me gustaría animar a todo aquel indeciso a que, como yo hice hace algo más de un año, se lance a vivir esta experiencia que puede ser única, transformadora e irrepetible -todo dependerá de cómo la mires-. Podéis contar conmigo para cualquier cosa que necesitéis.

Finalmente, quiero agradecer de corazón a todos los que están haciendo estos meses tan especiales, a quienes han sabido tender la mano y crear puentes, a quienes han sido y son luz y, cómo no, a aquellos que un día me llevaron de la mano para que hoy pueda ser yo quien vaya por sí mismo.

A presto,

Carlos.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Berta Coll

Por: ELU Admin

Berta Coll, cuarto de la ELU

Una vez conoces la luz de Escocia… Crónica de un ERASMUS en Stirling

“La luz de Escocia tiene una cualidad que no he encontrado en ningún otro sitio. Es luminosa sin ser deslumbrante, y penetra a través de distancias inmensas con una intensidad directa”, escribió Nan Shepherd en La montaña viva. El año pasado leí compulsivamente a esta escritora escocesa y me obsesioné con sus descripciones de los Cairngorms, unos montes del este de Escocia. Por aquel entonces me tocó elegir el destino del ERASMUS y enseguida lo tuve claro: quería conocer esa luz luminosa pero no deslumbrante, quería adentrarme en los Cairngorms y otras montañas de la región. Unos meses después, en septiembre de 2022, llegaba a la Universidad de Stirling —una ciudad pequeña, situada justo al medio de Glasgow y Edinburgh— con pocas expectativas y muchas ganas de pasar frío.

Os quiero ahorrar los “han sido los mejores meses de mi vida”, los “he formado una gran familia, un grupo de amigos extraordinario” y “me he enamorado y he reído como nunca”. Son declaraciones verdaderas, pero que seguramente podría escribir cualquier persona que se vaya de ERASMUS (sí: tenéis que ir de ERASMUS). Intentaré ser clara, escribir un texto útil: Escocia es un destino ideal para la gente a la que le gusta por igual la montaña y la ciudad, la calma y el movimiento, el silencio y la fiesta, la aventura y la reflexión… Si tenías problemas cuando en la escuela te hacían dibujar tu casa perfecta (¿dibujo una casa en el campo o un piso en Nueva York?), Escocia puede ser una muy buena opción para tu ERASMUS. En Escocia conviven —o, más bien, se mezclan graciosamente— la famosa disciplina británica y la salvajez afilada que Felix Mendelssohn plasmó tan bien en su Sinfonía escocesa.

Antes de llegar a Stirling, decidí hacer una ruta por Inglaterra. Eso me permitió ir descubriendo poco a poco, a medida que subía, la diferencia paisajística del Reino Unido. Escocia es más verde y brillante, pero también más escarpada y misteriosa. Una vez has visto una montaña escocesa, las has visto todas (sí, muchas se parecen), pero eso no es un problema: una vez has visto una montaña escocesa, no te la quitas de la cabeza. Es incluso adictivo. He podido hacer excursiones a la isla de Skye, la isla de Arran (mucho menos conocida pero muy interesante), los Cairngorms, el Parque Nacional de Loch Lomond y los Trossachs… El campus de mi universidad está alejado de la ciudad, se encuentra en medio de un lago y una montaña increíble que se llama Dumyat. Es decir, no tuve que apuntarme al gimnasio: podía subir al Dumyat como mínimo una vez por semana, y dar vueltas al lago se convirtió en uno de nuestros pasatiempos favoritos. También pudimos visitar castillos de película —literalmente—, como el Eilean Donan, el Dunnotar Castle y, por sorpresa, el Balmoral Castle, que la familia real británica ha decidido abrir al público a raíz de la muerte de Isabel II.

Las ciudades, por otro lado, están llenas de estímulos, tanto culturales como sociales. Glasgow y Edinburgh no son especialmente bulliciosas ni estresantes, pero tienen un montón de rincones curiosos y actividades para todo el mundo. En octubre, Edinburgh acoge el Scottish International Storytelling Festival, que recomiendo a todos los interesados en el folclore y las historias alrededor de una hoguera. Si te gustan las librerías de segunda mano (y concretamente las librerías de segunda mano bellamente caóticas, en las que tienes que remover pilas de libros dispuestas al azar), Glasgow es tu sitio. Tanto en Glasgow como en Edinburgh hay muchos restaurantes para comer haggis, la comida nacional de Escocia (es carne, pero ahora ya hacen la versión vegetariana, también). También recomiendo visitar Saint Andrews (sobre todo, la universidad, que se parece a las de Oxford y Cambridge), Helensburgh y Dundee.

La vida social, al menos en Stirling, giraba sobre todo entorno a las Student Societies, que son grupos de gente que comparten una misma pasión. Hay más de cien por universidad. Yo participé en el club de excursionismo y la asociación de gaélico, pero había muchas más: desde grupos de buceo y esgrima hasta un club de fans de Taylor Swift. Pude conocer gente de ERASMUS (de Estados Unidos, España, República Checa, Canadá, Italia, etc.), pero también escoceses que estudian siempre allí.

Uno de los motivos que me llevaron a escoger Escocia fue mi interés por el sistema educativo británico. A diferencia de las universidades españolas, allí teníamos muchas menos horas de clase presenciales (yo cursaba lo equivalente a 30 créditos españoles y solamente tenía cuatro horas de clase por semana). Esto no significa trabajar menos. Significa trabajar con más autonomía, pasar muchas horas en la biblioteca leyendo, aprendiendo por tu cuenta y tirando de los hilos que más te interesen. Es un sistema mucho más flexible, que, dentro del contenido del módulo cursado, te da mucho espacio para profundizar en tus propias inquietudes. Os lo explicaré con mi caso particular. Yo estudio Periodismo y Humanidades, y allí cursé asignaturas de literatura modernista, literatura victoriana y novela americana. Cada semana tenía que leer un libro por asignatura (es decir, un total de tres), pero no hacíamos exámenes, sino que la evaluación consistía en escribir dos ensayos sobre los libros que nos interesaran más. Este sistema me permitió aprender mucho sobre algunos autores concretos y empezar a ver posibles campos de estudio que me gustaría explorar si más adelante opto por hacer un máster o un doctorado.

Tenía un vuelo comprado para volver a Barcelona el 16 de diciembre, pero en el último momento decidí cambiarlo por uno que salía el 24 de diciembre. Quise apurar al máximo el ERASMUS. No quería irme de Escocia. Supongo que la explicación es sencilla: una vez conoces la luz escocesa, luminosa pero no deslumbrante, conoces qué significa vivir tranquilamente y a la vez activamente, vivir en una aventura constante pero profunda, con tiempo para pensar. Y claro, no te quieres ir. Por suerte, me queda la canción de despedida por excelencia, que la escribió el escocés Robert Burns y se llama Auld Lang Syne: “He aquí una mano, mi fiel amigo, y danos una de tus manos, y echemos un cordial trago de cerveza por los viejos tiempos”.

Vida ELU

Elus por el mundo – María de Jorge

Por: ELU Admin

Hola a todos! Soy María de Jorge, de cuarto de la ELU. Yo no quería irme de Erasmus y, sin embargo, este cuatri en Paris ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Voy a contaros aquí cómo he vivido estos meses.

Estudio Farmacia en la Universidad de Valencia, y he hecho el primer semestre de cuarto de carrera en la Universidad de París Cité (antes Universidad de París V René Descartes).

Yo no quería irme de Erasmus porque, al contrario que muchas de mis compañeras de clase de farmacia, no sentía la necesidad de salir de casa. La verdad es que estaba muy cómoda en Valencia, yendo a la universidad que está a 5 minutos de dónde vivo y a la que cada mañana me llevaba en coche una de mis mejores amigas de toda la vida.

Al final dije que sí porque me ilusionaba París y porque intuía que podía ser un bien para mí, aunque aún no supiera muy bien de qué manera. Me bastaron un par de semanas para saber que había sido una de las mejores decisiones de mi vida.

Estoy feliz de poder haber vivido unos meses aquí y de poder haberlo visto a través de los ojos de con quienes lo he compartido, porque mi Erasmus ha estado marcado en gran medida por la ciudad y por las personas. He aprendido sobre los edificios con Anna, mi amiga de Barcelona que estudia arquitectura, he podido vivir la semana de la moda con amigos a los que les apasiona esta industria, he paseado con Luisa por Saint Germain y las calles por las que ahora vive ella también, he probado el sitio de bocadillos de Sofi, el de los croissants de Inés, o he podido descubrir aquella cafetería del barrio judío con Jaime y Paula y las esculturas del Rodin con Olivia (es su museo preferido) el finde que vinieron las dos de visita.

He podido descubrir París también en lo cotidiano. He ido a clase a mi facultad en frente de los jardines de Luxemburgo, he podido estudiar en la biblioteca delante del Panteón, salir de fiesta y que suene la de Quevedo debajo de la torre Eiffel, ir un día cualquiera a misa a Madeleine, hartarme a crepes, vivir un mundial fuera de casa. Me ha conmovido el impresionismo, me ha asombrado la escultura, y he disfrutado como nunca de los museos. He cogido también algún que otro flixbus (genial para viajes baratos), y he aprendido más francés que nunca. En todo ello puedo decir que he tenido un encuentro con la Belleza, desde la inmensidad de una puesta de sol desde el Sena hasta en la amabilidad de las personas que han acabado por convertirse en verdaderos amigos.

Y lo cierto es que no se acaban las cosas que hacer en esta ciudad. Aun ahora, a dos semanas de volverme, intento hacer una lista de los lugares que me faltan por visitar sabiendo que nunca podré acabar de ver todo lo que me gustaría.

He de decir también que no todo es idílico: la burocracia deja mucho que desear (cuando llegué a mi universidad no aparecía mi nombre en ninguna de las listas de las asignaturas en las que me había matriculado y, por si fuera poco, no existía ninguna persona con el puesto de coordinador internacional). Además, hay que ser consciente de los precios (lejos queda el café con leche de la cafetería de la UV por 1,20€), incluso hay aplicaciones diseñadas específicamente para encontrar los bares en los que la cerveza no cueste un ojo de la cara. Por último, es verdad también que París es una ciudad grande: para coincidir con las personas que quieres ver hay que organizarse, es fácil no cruzártelas.

Pero, aun así, merece la pena. He sido feliz y he aprendido mucho. Como dice Ainhoa siempre, la vida se abre paso. Esa es una de las lecciones que me llevo, la mayor quizás de todo este tiempo: que, a pesar de las dudas y la incertidumbre, a veces basta con intuir que hay algo bueno delante, e ir a por ello. Hacer lo que está en nuestras manos, y en lo que no, confiar y esperar.

Beltrán, que estuvo en París también el año pasado y me ayudó enormemente a tomar la decisión (a quien se lo esté planteando, le puedo reenviar su audio de 8:26 minutos en el que habla exclusivamente sobre el distrito 3), escribía al final de su erasmus, ya en Madrid, que es una verdadera suerte darse cuenta de que siempre vas a tener una casa a la que volver. Cuando yo se lo he recordado en alguna ocasión, él me respondía que para llegar a esa conclusión primero había que salir de ella.

Pues bien, Beltrán: ahora, con más conocimiento de causa, te doy la razón. Es una verdadera suerte tener un lugar al que volver; y que ese lugar esté en Valencia, con mi familia, mis amigos de siempre y mi facultad a cinco minutos de casa, pero que también ese lugar esté en París, en sus calles que ahora también son algo mías, y en las personas que he conocido, que en un tiempo volverán a estar repartidas por España y por el mundo.

Estoy realmente agradecida por estos meses. Si alguno de vosotros, elus, está dudando sobre esto, escribidme, en serio. Estaré encantada de ayudar en lo que pueda.

Un abrazo! Nos vemos pronto.

Vida ELU

Elus por el mundo – Clara Sánchez

Por: ELU Admin

¡Hola elus!

Soy Clara Sánchez Fernández-Pedraza, elu de 4º y estudiante de Derecho en la Universidad Complutense de Madrid. Desde que era pequeña la idea de irme de Erasmus rondaba por mi cabeza y, debido a las características de mi carrera, consideré oportuno realizarlo en mi último año ya que podía estudiar las optativas más internacionales y universales de mi plan de estudios. Así, entre todos los destinos que me ofrecían, escogí Budapest, una ciudad maravillosa en la que estoy viviendo una experiencia increíble. Con muchísima ilusión, ganas y nervios llegué a mi Universidad (National University of the Public Service), y para mi sorpresa – y suerte – ¡descubrí que era la única española en toda la universidad! Así, el inglés estaba asegurado desde el minuto uno.

En cuanto a las clases, pude escoger asignaturas que me ofrecían una formación más práctica y dinámica, en las que se interactuaba mucho durante las sesiones y parte de la evaluación consistía en presentaciones de 30 minutos exponiendo el tema que hubieras investigado. Además, se fomentaban mucho las conferencias sobre temas geopolíticos de la actualidad que me han permitido conocer más el panorama internacional. Y, aparte de lo académico, el deporte era uno de los pilares de la universidad, fomentado a través de los diferentes equipos de fútbol, baloncesto, hípica, equitación… Como con las instalaciones que ponían a nuestra disposición a un precio muy económico. Sin duda, lo mejor de la universidad ha sido el grupo de internacionales que hemos hecho, compartiendo muchísimo tiempo juntos tanto en la universidad como fuera de ella. De esta manera con las clases, actividades y amigos de la universidad he vivido en un ambiente internacional al completo.

Así, cuando llegaba a mi piso en el centro de Budapest, que compartía con tres españolas y una andorrana, me sentía como en casa. Cinco chicas, completas desconocidas al principio, y que a lo largo de los cuatro meses viviendo, compartiendo y creciendo juntas, la amistad ha venido sola. Cada una con nuestra personalidad y dando lo mejor de nosotras para generar un buen ambiente de confianza y generosidad. ¡Hasta hacíamos compra conjunta y compartíamos la comida! Lo más parecido a una familia que te puedes encontrar de Erasmus. Y, además, ha sido con ellas con quien he viajado durante estos meses.

Porque aparte de lo que os contamos hace un tiempo Blanca, Jorge y yo en la Newsletter sobre el transporte, la gastronomía y la gente de Budapest, otra de las maravillas de esta ciudad es su ubicación en Europa. Viena, Bratislava, Cracovia, Serbia y Praga son ciudades que he tenido la suerte de conocer en estos meses y que me han hecho empaparme de su historia y, principalmente, de los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, con los estragos que causaron el nacismo y comunismo en ellas, como nunca antes lo había hecho. Es impactante ver cómo en todas ellas hay un free tour sobre “El barrio judío y la Segunda Guerra mundial” en los que te cuenta cómo se vivió aquello en estos países y cuánto ha marcado a la sociedad y a su gente.

Escribiendo estas líneas todavía me queda un mes más para terminar esta gran experiencia. No obstante, a día de hoy soy consciente de cuánto he aprendido, vivido y conocido durante estos meses. Vivir fuera de casa, en el extranjero, con otro idioma y cultura completamente diferentes a la tuya, te presenta situaciones que, más o menos agradables, tienes que hacer frente y, sin duda, te ayudan a crecer, ser consciente y valorar cuánto cuestan las cosas, la actitud con la que lo quieres vivir, saber lo que merece la pena y dedicarle el tiempo que necesita.

Y, sobre todo, me reafirma aún más un lema que es de esta casa, y es que “La felicidad sólo es real cuando es compartida” y en mi caso no habría sido así de no haber tenido a las personas con quienes lo he vivido y con quienes he compartido mi experiencia al volver a España.

Os animo a todos los que podáis, de decir que sí a la oportunidad de hacer un Erasmus y vivir así una de las mejores experiencias de vuestras vidas. ¡Nos vemos pronto!

Un abrazo,

Clara

Vida ELU

Elus por el Mundo – Santi Bercedo

Por: ELU Admin

¡Hola a todos!

Soy Santiago Bercedo alumno de 4º de la Escuela de Liderazgo Universitario y estudio un doble grado de Ingeniería Industrial y Administración y Dirección de Empresas, en I.C.A.I.

El año pasado se me presentó la oportunidad de aplicar para cursar el último año de ingeniería en un país extranjero y desde septiembre estoy viviendo en Estados Unidos, concretamente en Minnesota, el estado de los 10.000 lagos.

La vida en un campus americano.
Estoy estudiando en la University of Minnesota, cuyo campus cuenta con aproximadamente 51.000 estudiantes y se encuentra repartido por dos ciudades, las Twin Cities o, mejor dicho, las ciudades gemelas: Minneapolis y Saint Paul, divididas por el río Misisipi. El hecho de que la Universidad sea tan grande permite albergar grandes laboratorios y recursos enfocados en la investigación y de los cuales he podido hacer uso en alguna asignatura.

En cuanto a la gente, sobre todo las primeras semanas, Vicente (otro compañero de I.C.A.I.) y yo, nos rodeamos del resto de alumnos internacionales por tener la misma sed de conocer y descubrir todo lo nuevo que se nos presentaba por delante. Hemos conocido a gente de todos los rincones del mundo: de China, Australia, Alemania, Suecia, Inglaterra, Colombia, Francia o Noruega, además de otros muchos españoles.

Después, durante los primeros días recorriendo las calles de Minneapolis, nos quedábamos sorprendidos de que todo el mundo nos sonriera al cruzarnos con ellos. Y es que aquí, en Minnesota, hay una expresión conocida como Minnesota Nice, entendida como que la gente tiende a ser inusualmente cortés con los desconocidos.

Así que no tardamos mucho tiempo en hacernos nuevos amigos americanos y descubrir la verdadera cultura desde el “interior”. España gusta, y gusta mucho. Cada vez que digo que soy de España la gente se queda impresionada y empezamos a hablar de Madrid o Barcelona y, como no podría ser de otra manera, del fútbol español. El caso es que no tardamos en empezar a ir a los partidos de fútbol americano o hockey sobre hielo de la universidad. ¡Menudo ambiente! Los estudiantes de Minnesota nos llamamos los Gophers y a los equipos deportivos Minnesota Golden Gophers. El estadio de fútbol americano tiene una capacidad de 51.000 personas y todos los allí presentes (antiguos alumnos, padres y actuales estudiantes) animan al grito de Go Gophers!

La universidad también cuenta con su frat row, con sus fraternidades y hermandades, pero eso ya es otra historia. Lo que especialmente me gusta de esta universidad es que puedes intercalar vida de campus con vida de ciudad, teniendo Minneapolis y Saint Paul a tan solo unos minutos en trasporte público.

El frío no nos para.
El frío era una de mis grandes preocupaciones antes de venir a este estado. La universidad cuenta con pasadizos subterráneos, el gopher way, para conectar los diferentes edificios y no tener que salir a la calle. Además, en Minneapolis existe el skyway system que se podría definir como pasarelas climatizadas entre los grandes rascacielos para recorrer el centro urbano sin tener que salir a la calle.

Yo ya he llegado a experimentar lo que supone una sensación térmica de -20ºC. Pero pensé que iba a ser mucho peor; buen abrigo, buenas botas y para delante. También os diré que me han dicho que lo peor todavía está por llegar, será en el mes de enero donde, según los locales, “no podrás a salir a la calle con el pelo mojado porque por las bajas temperaturas se te congelará y te lo podrás cortar con la mano.”

El intercambio da para mucho.
Durante mi estancia aquí he tenido la suerte de recorrer algunas de las grandes ciudades de Estados Unidos como Nueva York, Chicago o Los Ángeles. Y no os voy a engañar, impresiona ver como cada estado es totalmente diferente.

Es la primera vez que “cruzo el charco” y me esta encantando poder conocer la cultura americana de primera mano. Este intercambio está siendo una experiencia única. Nueva gente, nuevos sitios, nuevo estudio y sobre todo muchísimo disfrute. Ahora tocan exámenes finales, así que muchísimo animo a todos.

Aprovecho para desearos una feliz Navidad y muy felices fiestas.

¡Un saludo fuerte!

Santi.

Vida ELU

mARTEs – Los amantes

Por: ELU Admin

Seguro que muchos conocéis la obra de hoy: Los amantes, del pintor surrealista belga René Magritte (cuyo cuadro El principio del placer ya protagonizó mARTEs). Si algo amaba este artista, era provocar confusión y reflexión acerca de sus figuras: los críticos se afanaban en encontrar explicaciones que él continuamente negaba, afirmando que no pretendía alcanzar ningún significado profundo. Pero, ¿cómo no pensar que hay alguna conexión entre los motivos que repetía una y otra vez, como una máquina?

Elena Sánchez ha tenido la generosidad de compartirnos sus pensamientos. Es estudiante de tercer curso de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid y también elu de tercero. Os invitamos a dejaros llevar por las palabras del texto:

«Dueños del mundo de la eterna prisa, de la infatigable queja, del mínimo esfuerzo, de la pertenencia obligatoria y de mi propia razón como verdad absoluta; parece como si, al igual que representa Magritte en su obra, viviéramos cubiertos por el velo de la ignorancia. Como si hubiéramos perdido la capacidad de abrazarnos con sinceridad y ya no pudiéramos entendernos a través de la mirada sincera.

Rescatar esta obra evoca el reflejo de los tiempos posmodernos en los que vivimos: marcados por el individualismo de una comunidad que no cesa su exigencia a cambio de no ofrecer nada, construido sobre falsas verdades que se consolidan a pasos agigantados, en el que todo tiene una fecha de caducidad y donde, intentando llegar y contestar a lo ‘aparentemente urgente’, nos desviamos de lo ‘realmente importante’. Parece impensable echar la vista atrás, como si quisiéramos huir del legado que nos han dejado tantas generaciones con tesón y determinación. El paso de los años y mi propia experiencia me han corroborado la importancia de vivir el día a día desde el más profundo agradecimiento. No hay mayor acto de humildad que reconocer que somos quienes somos gracias a lo que nos ha sido dado. Alejarnos de todo aquello que atrofia el corazón es un acto de valentía y de paz.

Alumbrar el sendero de todos aquellos que viven bajo ese velo de la ignorancia no es algo sencillo. Decidir ponerse en juego es un acto de generosidad infinito. Es más, tener la posibilidad de abrazar ese vértigo y acoger un nuevo mundo en cada una de las decisiones que tomamos, es la suerte de unos pocos afortunados.

¿Y cómo vivir el día a día sin dejarnos cubrir los ojos? Aspirando a lo grande, apostando fuerte y viendo el mundo con una mirada que confíe en que las cosas pueden cambiar sin las grandes dosis de burocracia mental que, a veces, atrofian el corazón con los años. La edad de los juicios críticos, inconformistas, pero no resabiados; sabiendo exprimir todos los sueños y proyectos que se abren, vírgenes, ante nosotros. Es el momento de disfrutar de los primeros frutos del trabajo bien hecho y el alivio de encontrar luz en las decisiones maduradas con mucho tiempo.

Quizá el secreto esté en agarrarse al presente, por si un día tenemos que prescindir de ello. O, de mirar el regalo que es vivir desde los ojos del anhelo por si, algún día, como “Los amantes”, no somos capaces de verlo».