ELUS POR EL MUNDO – MARÍA ÁLVAREZ

09 MAY

María Álvarez Oliver, 4º ELU

Escribo estas palabras apenas 24 horas antes de que mi vuelo despegue rumbo a la madre patria, después de la que ha sido la experiencia del año: mi cuatrimestre de intercambio en la Erasmus Universiteit Rotterdam.

¿Puede haber algo más genuino que hacer un Erasmus en Róterdam en la Universidad de Erasmo? De hecho, una curiosidad es que a los alumnos que estamos aquí de Erasmus se nos conoce como los exchange students, no como los Erasmus students, porque claro está, los Erasmus students son los alumnos de la universidad. Al final, resulta que de una manera o de otra, todos somos Erasmus students. Y la segunda curiosidad es la cantidad de bicicletas que hay. Me quedé perpleja cuando llegué al campus de la universidad por primera vez y vi miles de ellas aparcadas. En pocos días ya me había unido yo también a la tendencia alquilando mi bici. Al principio no me gustaba especialmente, pero después me hice a ello y sé que el moverse en bici va a ser una de las cosas que más eche de menos de esta ciudad.

Volviendo al Erasmus, debo decir que las expectativas que traía no eran muy altas. Lo último que me dijo mi tía, cuando me iba a subir en el avión, fue: “Te lo vas a pasar genial”. La verdad es que en aquel momento no la creía, pero sí que tenía 4 cosas claras: quería aprovechar la universidad, mejorar mi inglés, hacer amigos internacionales y conocer Países Bajos.

Los comienzos son difíciles. Reconozco que me daba mucho vértigo venir a Róterdam. Llevaba cuatro años viviendo en Madrid, muy cómoda con la vida que había ido construyendo poco a poco en la capital. Venir aquí sin conocer absolutamente a nadie, a tantos kilómetros de casa, se me hacía como empezar de cero otra vez. Afortunadamente, la soledad absoluta de aquel primer día, martes 7 de enero, duró tan solo unas horas, hasta que conocí la tarde del miércoles a los que serían mis nuevos amigos: los smashitos (nuestro grupo de amigos internacionales).

Un colombiano, una turca, un surcoreano, un ucraniano-francés y una servidora fundamos aquella tarde un grupo que luego crecería y al que se unirían otro español, italiano, brasileño, danesa, chileno, griega, australiano y un par de belgas. Vencimos la soledad. Primer obstáculo superado; primer objetivo conseguido: hacer amigos internacionales. Evité deliberadamente el típico círculo cerrado de españoles que se forma en los Erasmus: yo quería la experiencia internacional más inmersiva posible.

En su compañía conseguí mi segundo objetivo: conocer Los Países Bajos. Primero fue La Haya, donde en un gélido pero soleado mes de enero vi por primera vez cómo la espuma de las olas se posaba sólida sobre la orilla del mar. Después vino Ámsterdam, donde vi por primera vez los emblemáticos canales; regresé más tarde un par de veces para disfrutar de dos magníficos conciertos en el Het Concertgebouw (Real Salón de Conciertos).

A estas las siguieron la bellísima Delft, Utrecht y su Torre Dom, Gouda y su Museo del Queso, Kinderdijk y sus molinos, Leiden y su jardín botánico, Zandvoort y su circuito de Fórmula 1, Bolduque, Haarlem, Zaanse Schans y sus casas verdes; y, por último, Maastricht.

Por supuesto, el ocio es necesario y está muy bien, pero el motivo principal que me llevó a escoger Róterdam como destino no fue su maravilloso clima o su exquisita gastronomía. El motivo para elegir venir aquí fue el poder estudiar en la Erasmus School of Economics, una de las escuelas de economía más prestigiosas de Europa y del mundo entero. En este sentido, la experiencia ha sido inmejorable.

Las instalaciones de la universidad son increíbles: modernas y estéticas. Pese a no ser esto lo esencial, contribuye a que uno se sienta llamado a permanecer en el campus, a pasar tiempo allí. Al darme cuenta de esto me vinieron a la cabeza unas palabras, que algunos ELUs recordarán, del rector de la UFV Daniel Sada, cuando en una ocasión nos manifestó cuán importante era para él hacer de la universidad un lugar agradable que facilitara el encuentro.

En lo estrictamente académico, he podido estudiar un Seminario en Economía urbana, de transporte y de puertos. Me interesaba especialmente dado que el Puerto de Róterdam es el más importante de Europa y uno de los más importantes del mundo. De hecho, tuvimos la oportunidad de visitar el puerto en dos excursiones organizadas por la asignatura. Otro objetivo más conseguido.

Lo más significativo de esta experiencia ha sido el regreso. Fue muy emocionante volver a España para el finde ELU de marzo y darme cuenta de que había muchas personas esperándome. Algunas de ellas han venido a visitarme durante estos meses: mi novio, con quien fui al Rotterdam Open de tenis donde vimos a Alcaraz en directo por primera vez; mi amigo David, con quien crucé la frontera belga y visité Bruselas, Brujas y Gante; y con mi querida ELU Mery de Burgos, con quien he pasado estos últimos días entre canales y tulipanes. Me voy con la pena propia de una despedida, pero al mismo tiempo alegre por saber que siempre hay alguien que me espera en casa.