escueladeliderazgouniversitario

Cultura

FILOSOFÍA DE BAR – SOBRE LA FELICIDAD

Por:

Félix Mengod, elu de 1º

El pasado 13 de febrero tuvimos un nuevo encuentro de “Filosofía de Bar” en el que abordamos uno de los temas más atractivos que se han podido tratar, la felicidad. En esta ocasión, contamos con la ayuda y compañía de Martín Tami, el Padre Rafa Pou y Diego Martínez.

Al empezar, Martín nos hizo una introducción del tema en la que vimos diversos ejemplos de lo que era la felicidad para distintas personas, o según películas como “El Rey León” o “La vida es bella”. A continuación, se recogieron las ideas principales de filósofos como Aristóteles o Immanuel Kant, y también del sacerdote Luigi Giussani lo que nos llevó cuestionarnos sobre la relación de la felicidad con nuestra manera de entender la vida. Por último, la presentación del tema acabó con la lectura de dos poemas, “Si yo pudiera morder la tierra toda”, de Fernando Pessoa y “Nostalgia del presente”, de Jorge Luis Borges, los que plantean el tema de búsqueda y el anhelo de la felicidad pero también de la presencia de la infelicidad en nuestra vida.

Tras la presentación del tema, pasamos a hacer un turno de preguntas en el que todos participamos y compartimos nuestras preguntas y planteamientos acerca de los ejemplos vistos previamente, pero también de la situación actual de la felicidad. A lo largo de todo el diálogo que mantuvimos, relacionamos la felicidad con otros temas como el amor o la libertad, y nos planteamos cómo influyen las personas en nosotros mismos, pero también nuestra forma de actuar, pues son dos de las bases que nos condiciona la felicidad por nuestra propia naturaleza. Por otra parte, nos dimos cuenta de que, para abordar el tema de la felicidad, hay que diferenciar entre una felicidad directamente relacionada con las emociones como la alegría, y la verdadera sensación de Felicidad, referida a un estado de plenitud que buscamos alcanzar y en el que nosotros “somos”. Además, comprendimos que la felicidad no se trata de una recompensa, sino que tenemos que buscarla, pero eso nos condujo a cuestionarnos otros aspectos y hacernos más preguntas.

Finalmente, hicimos una ronda de conclusión, en la que hicimos una recopilación de todo lo que más nos había llamado la atención del tema y mencionamos alguna pregunta que nos habían surgido al final. 

Personalmente, disfruté mucho de mi primer encuentro de Filosofía de Bar. El tiempo se me pasó volando por la gran compañía que hubo, además del tema que tratamos, pues me pareció muy interesante aprender de los puntos de vista de otros compañeros de la ELU y poder compartir yo los míos con ellos. Fue una tarde increíble y, a pesar de que acabamos con más preguntas que respuestas, estoy seguro de que cuando acabó, todos nos fuimos más felices.

Vida ELU

Una gota de agua más – Carmen de la Iglesia

Por:

Carmen de la Iglesia 4º ELU

Por fin consigo sentarme a escribir esta breve reflexión, pero creo que merecía que le dedicara el tiempo y el cariño suficientes. Y es que no es fácil plasmar en un papel lo que siente el corazón, pero espero lograr transmitir en estas líneas lo que ha significado para mí formar parte del equipo de Cirugía en Turkana y vivir el proyecto en terreno, allá al Noroeste de Kenia, a orillas del lago Turkana.

Las primeras veces siempre son especiales. No lo voy a negar, viajar como cooperante a África por primera vez con tan solo 21 años da vértigo al principio. Sobre todo porque sabes que vas con la misión de llevar un poco más de salud donde hay tanta enfermedad, de darlo todo donde no tienen tanto y de abrazar a quienes más lo necesitan. Y luego te das cuenta de que eso supone largas y calurosas jornadas en quirófano, un sinfín de pacientes en consulta y muchas horas de intenso trabajo en el laboratorio. Y era inmensamente feliz mientras lo hacía, porque era consciente de la suerte, el privilegio y también de la responsabilidad que habían depositado en mí.

Empezaré por el principio. Creo que nunca antes había cogido tantos aviones en un periodo tan corto de tiempo. Era enero y acababa de terminar mis exámenes del primer cuatrimestre de cuarto de Medicina. Al día siguiente volaba a Londres para pasar unos días con mi hermana, y desde allí viajé hasta París para visitar a mi amiga Elena. Tras volver a Santander, tan solo disponía de un par de días para preparar un viaje totalmente diferente: África. Llegar hasta Turkana también implicaba enlazar varios aviones consecutivos, de modo que mi trayecto fue el siguiente: Santander-Madrid Doha-Nairobi-Turkana. Sin duda, el modo avión pasó a ser una forma de vida.

La buena compañía hace que te sientas en casa aunque estés en uno de los lugares más remotos del planeta. Nunca pensé que sería tan fácil encajar tan bien con cada uno de los miembros del equipo, a pesar de las diferentes edades y procedencias. Hasta tal punto que, aquel equipo de Cirugía en Turkana que despegaba desde Madrid, cuando aterrizamos en el aeropuerto de Nairobi ya empezaba a considerarlo “familia”. Sin duda, Cirugía en Turkana no solo es un proyecto quirúrgico, sino también una forma de entender la vida.

Y hablando de entender la vida, también he aprendido mucho de los turkana, el verdadero motivo de esta campaña. Me llama la atención su forma de afrontar la enfermedad: no sienten resignación por el pasado o por su falta de salud, ni tampoco excesivo temor por el futuro, simplemente viven el presente con la mayor serenidad posible, afrontando la vida tal y como viene. Se te encoge especialmente el corazón cuando ves a los niños, algunos corriendo de un lado a otro del hospital y otros sufriendo las consecuencias de la enfermedad. De cualquier modo, una piruleta y un abrazo es suficiente para que se sientan las personas más afortunadas del planeta. Es, simplemente, admirable y maravilloso. Por muy diferentes que seamos en cuanto a lenguaje, cultura o color de piel, cuando llegas a Turkana te das cuenta de que la necesidad de salud y de amor (y concretamente la necesidad de amar y sentirse amado) es lo único intrínseco a cualquier ser humano sobre la faz de la tierra.

Nunca pensé que cumpliría 22 años en África. Aquel día no solo cumplí años, sino también un sueño: ver por primera vez la llegada de una nueva vida al mundo. A un mundo mucho más inhóspito del que me tocó a mí hace 22 años y una vida por delante indudablemente más dura. No creo mucho en las casualidades pero sí creo profundamente en la Providencia y nunca olvidaré que, a partir de ahora, no solo comparto cumple con mi hermana melliza, sino también con aquel “peque” que nació ese día en Kenia, delante de mis ojos, y al que pude dar la bienvenida al mundo mientras le sostenía en mis brazos. Cada 7 de febrero me acordaré de rezar por él y por su vida, pero también de dar gracias a Dios por la mía y por el regalo de unos padres que no me han soltado de la mano desde entonces.

No puedo evitar sonreír (e incluso que se me caiga alguna lagrimilla) al recordar cada uno de estos momentos, cada una de estas personas y este lugar, Turkana, mientras escribo estas líneas desde mi habitación, después de un curso muy intenso a nivel personal y académico, pero también inolvidable por muchos motivos. La palabra recordar viene del latín re (volver a) y cordis (corazón); recordar: volver a pasar por el corazón. Y cada vez que recuerdo Turkana, mi corazón late un poco más fuerte. Y es que, ahora, de vuelta en Santander, cada vez que me preguntan por mi viaje a África, empiezo a contarles, sin saber por dónde empezar ni tampoco por dónde terminar, porque es complejo hablar de un sentimiento que va más allá de las palabras… pero, como está escrito en el Evangelio según San Lucas: “de lo que rebosa el corazón habla la boca”.

Turkana siempre permanecerá en mi corazón por ser ese lugar donde es fácil ser feliz intentando hacer un poco más felices a los demás. Turkana es ese lugar donde, como diría Madre Teresa de Calcuta, solo hacen falta “dos manos para servir y un corazón para amar”.

Sin categoría

Ratio Legis – Legítima defensa

Por:

Sammy Ades Ziani, elu de 4º

Ramiro y sus amigos van de camino a las pistas de pádel de su pueblo para jugar una emocionante partida de pádel, cuando de repente escuchan unos gritos muy fuertes, se dan la vuelta y ven a una persona con la cara tapada pegándole un fortísimo puñetazo en la cabeza a un hombre, el hombre cae desplomado al suelo y el agresor empieza a rebuscar en sus pertenencias, quitándole un móvil de última generación, un reloj Rolex valorado en 20.000 € y un monedero con sus identificaciones, tarjetas de crédito y 764€ en efectivo.

El ladrón no se lo piensa dos veces y procede a darse a la fuga, se dirige a la carrera hacia Ramiro y sus amigos para escapar por la calle principal. En ese momento y aprovechando que el ladrón emprendía la huida muy cerca de ellos, Ramiro le hace la zancadilla al ladrón. Este, que estaba corriendo a una alta velocidad, pierde el equilibrio y se cae dándose un fuerte golpe. Gracias a la intervención de Ramiro una patrulla de la Guardia Civil, que pasaba por ahí, consigue detener al ladrón, que en la caída ha sufrido la fractura de 4 dientes y un esguince en el hombro.

¿Crees que Ramiro podría ser condenado por un delito de lesiones si el ladrón le denunciara?

Defensa propia es un término que habrás escuchado en muchas ocasiones. En películas, principalmente americanas.

¿En España existe la defensa propia? ¿Qué requisitos se exigen? Pues ahora mismo te lo cuento.

En España no existe, en el Código Penal, ninguna figura jurídica con el nombre de defensa propia como tal. En España existe lo que llamamos legítima defensa y se encuentra regulada en el artículo 20.4 del Código Penal.

La legítima defensa supone la exención de la responsabilidad criminal. Esto quiere decir que cuando una persona actúa en legítima defensa (ya sea en defensa de los derechos propios o los de otra persona), si comete un delito en el ejercicio de la defensa, no tendrá que responder criminalmente por esa acción.

Pero no todo vale, el Código Penal exige tres requisitos para que se pueda considerar que se ha actuado en legítima defensa.

A) Existencia de una agresión ilegítima: debe estar dándose una agresión de forma presente (esto es muy importante) o que la agresión sea inminente. No vale que queramos actuar en legítima defensa cuando la agresión ya no se está produciendo o ya ha finalizado. En nuestro caso vemos claramente la agresión ilegítima, el puñetazo y el robo, que todavía no se ha terminado de producir (se considera que el robo ha finalizado cuando el ladrón puede disponer de lo que ha robado libremente, en este caso todavía no ha terminado de huir)

B) Necesidad racional del medio empleado para impedir o repeler la agresión: básicamente no matar moscas a cañonazos. El medio que usemos debe ser proporcional a la agresión. En nuestro caso vemos que Ramiro ha usado un método que podríamos calificar de proporcional, ponerle la zancadilla. En todo caso, para observar si existe racionalidad en el medio usado para evitar la agresión, debemos atender al caso concreto y los recursos que tenia disponible la persona que repele la agresión y la forma en la que ha usado estos medios de defensa.

C) Falta de provocación suficiente por parte del defensor: esto quiere decir que el defensor no genere la situación de agresión, debemos tener en cuenta que debe ser una provocación suficiente. En nuestro caso observamos que ni la víctima del robo ni Ramiro han provocado al ladrón.

Lo que diferencia la legítima defensa de otras figuras similares, como el estado de necesidad, es que en la legítima defensa podemos, cuando cumplamos con los requisitos, generar un daño mayor del que pretendemos protegernos.

Parece claro que Ramiro cumple con todos los requisitos que exige el Código Penal. Por lo que no tendría ninguna responsabilidad criminal por las lesiones del ladrón.

¿Cómo se justifica la legítima defensa? El Derecho Penal justifica esta figura alegando que quien actúa en legítima defensa está actuando en defensa del Derecho y del Ordenamiento Jurídico.

No obstante, debemos tener en cuenta que cada situación concreta puede ser interpretable y debatible.