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Findit

Por: ELU Admin

FindIt (https://finditapp.es) es un proyecto que pretende dar a la sociedad una aplicación en la que todos los negocios, desde las pymes hasta las grandes corporaciones puedan subir voluntariamente sus productos y precios, para que así los consumidores puedan encontrar el producto que desean al mejor precio. Actualmente contamos con dos sectores: gasolineras y supermercados, pero pretendemos incluir más en un futuro. Del mismo modo, actualmente nos estamos centrando en incluir nuevas funcionalidades y más supermercados para lograr mejorar la experiencia y ofrecer una información más completa a nuestros usuarios. Nuestra aplicación ya cuenta con más de diez mil descargas y se encuentra disponible para android ( https://play.google.com/store/apps/details?id=com.findit.findit). Para apple aún no se encuentra en la AppStore pero sí se puede descargar la beta (https://testflight.apple.com/join/rjs1UnNE) .

¡No te pierdas esta entrevista a nuestro alumno Álvaro Monllor en la que nos cuenta qué es este proyecto y lo que ha significado para él la colaboración con el Centro de Emprendimiento de la UFV!

¿Por qué decidiste empezar a colaborar con el Centro de Emprendimiento de la UFV?

En el momento en el que la ELU me lo propuso, FindIt llevaba poco tiempo lanzada en Android y nuestro objetivo era lograr nuevos usuarios que pudieran utilizarla y darnos feedback. Vimos en el Centro de Emprendimiento de la UFV una gran oportunidad para dar a conocer nuestra app y lograr ese feedback que tanto necesitábamos (y que seguimos y seguiremos necesitando). También consideramos que el hecho de poder tener algún contacto directo con personas con experiencia en el mundo emprendedor nos podría resultar de gran utilidad.

¿De qué manera estás colaborando con ellos?

Principalmente contamos con Estela, nuestra persona de referencia. Nos ofrece un seguimiento del proyecto mediante mentorías donde comentamos la evolución general de los indicadores de la aplicación (número de descargas, reviews, etc) al igual que las dificultades a las que nos vamos enfrentando día a día. También nos lleva una supervisión de nuestra participación en el Startup Programme (SUP). Este programa organizado por Junior Achivement, a parte de ser una competición entre startups de diferentes universidades, incluye una formación y un mentor exclusivo para nuestro proyecto con el que ya estamos trabajando y progresando. Hemos realizado varias entregas, la última de ellas un spot promocional ( https:// youtu.be/I4wnVj7AUH8) y un resumen ejecutivo, que nos han servido para ser seleccionados y tener la oportunidad de presentar nuestro proyecto en el Innohub de Naturgy delante de grandes profesionales. Nos fue muy buen y logramos obtener el primer puesto en esta competición paralela del SUP.

¿Qué estás aprendiendo?

Destacaría principalmente los consejos que nos ha dado sobre los distintos modelos de negocio para ver cuál se ajustaría mejor a nuestra aplicación y cómo poder monetizar FindIt. Del mismo modo, al haber accedido al Startup Programme contamos con una formación cuyos principales ejes son la metodología SCRUM y Lean Startup además de la elaboración, preparación y puesta en escena de un Pitch.

¿Nos podrías contar con más detalle en qué os están ayudando?

Nos ayudan sobre todo aportándonos ideas relacionadas con monetización y cómo podríamos lograr colaboraciones con otras Startups. Pero destacaría, sin duda, el seguimiento y el saber que contamos con una persona de referencia con la que podemos contactar en cualquier momento.

¿A quién se lo recomendarías?

Yo se lo recomendaría, no sólo a gente que quiera tener feedback constante sobre su producto, sino también a personas que quieran emprender. Hay muchos programas de emprendimiento que, dependiendo del momento en el que tu proyecto se encuentre, pueden resultar de gran utilidad. El Centro de Emprendimiento te puede orientar sobre qué programa te conviene hacer y cómo aprovecharlo al máximo al llevar un seguimiento.

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III Congreso de Voces Universitarias: “Arte y Ciencia”

Por: ELU Admin

El pasado 25 de marzo ocurrió algo que creo que conmocionó a todos los involucrados: más de 130 personas (entre asistentes, ponentes y equipo) se reunieron en el salón de actos de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) para celebrar el III Congreso de Voces Universitarias: “Arte y Ciencia”. Lo que empezó como una idea algo loca de 11 elus de distintos cursos acabó cristalizando, tras meses de intenso trabajo, en una jornada enriquecedora para todos.

El sábado comenzó con una introducción apropiadísima de nuestro director académico, Juan Serrano (presentado por Ignacio Cascón), que reflexionó acerca de la etimología y el significado de la palabra “congreso”, así como de la oportunidad única de “caminar juntos” en la senda de descubrimiento de verdades que supone la Universidad.

La primera ponencia del día, “Por el territorio de arte y ciencia en la segunda mitad del siglo XX”, fue impartida por Capi Corrales, matemática Doctora en Teoría de los Números Algebraicos de la UCM. De ella, más que respuestas, nos llevamos una pregunta ardiente: ¿dónde están los límites entre el arte y la ciencia? ¿Dónde terminaba la ciencia de la teselación y dónde empezaba el arte de Ruth Osawa, la artista que nos presentó? ¿Se puede hacer arte haciendo ciencia (y viceversa)?

Violeta Gallego y Capi Corrales

Cuando terminó, disfrutamos de un descanso para almorzar café y algún dulce. Una parte importantísima del congreso, sin duda, nació de las conversaciones que surgieron en ese momento y en el otro café de la tarde. ¡Ojalá saber lo que los grupillos de asistentes comentaban!

La conferencia de la Doctora en Biología Molecular y comisaria de exposiciones de arte Dido Carrero, “Ser un hombre (o mujer) del Renacimiento en pleno siglo XXI”, sirvió para abrirnos una puerta a la vanguardia movida por mentes jóvenes y con inquietudes similares a las nuestras. Aunque ella decía que había sentido una limitación externa para fusionar arte y ciencia, a mí me parecía haber visto intersección a lo largo de su vida: había una pasión artística en la motivación de todo su trabajo científico.

Dido Carrero

Y luego llegó Antonio García, catedrático de Farmacología en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y fundador del Grupo de poesía de los Estudiantes de Medicina de la UAM… ¡y qué pasión! El auditorio estaba completamente encandilado de la sinceridad pura con la que nos hablaba del poder de la poesía, tanto terapéutica como docente. El aplauso fue ensordecedor y muchas personas se quedaron otro rato conversando con Antonio, ¡a pesar del hambre! Por suerte, este último “problema” se resolvió rápidamente con la comida en la cafetería de Veterinaria, donde pudimos degustar un rico menú y continuar las charlas que se habían interrumpido previamente.

Antonio García García

Por la tarde, dimos paso a la mesa redonda de arquitectura, moderada por nuestro profesor y amigo Martín Tami y con la participación de los arquitectos Emilio Delgado, Pablo Ramos y Ana Santolaria. Comenzó con una provocación nuestra, al hacer elegir a los arquitectos entre Arte y Ciencia, lo cual sabemos que es un falso dilema en su profesión. Así lo expresó Emilio, preguntando dónde quedaba la persona en esa disyuntiva, y así encontró también la respuesta Pablo: la arquitectura es un acto de amor a las personas. ¿Y cómo se expresa? Ana lo dejó claro: en una construcción con toda su técnica, sí, pero capaz de conmover.

Pablo Ramos, Ana Santoralia, Emilio Delgado y Martín Tami

Finalmente, tuvimos el privilegio de escuchar el diálogo entre D. Federico Mayor Zaragoza, exdirector de la UNESCO, y D. Carlos Blanco, químico, filósofo y teólogo, moderado por Belén Gundín. Partieron de la sorpresa por la creatividad del ser humano y sus “dos alas, Arte y Ciencia”, pero se centraron en llamarnos a resolver todos esos retos que tenemos ante nosotros mediante la conjugación de nuestras mejores capacidades.

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Carlos Blanco, Belén Gudín y Federico Mayor Zaragoza

Violeta Gallego y David Rodríguez pusieron el broche final al congreso con unas breves palabras de agradecimiento y de puesta en común de la jornada, con la alegría de que todo hubiera salido tan bien. Desde el equipo, volvemos a agradecer el interés que habéis mostrado y el apoyo logístico de la ELU, sin el que no habría sido posible nada de esto. ¡Esperamos que el año que viene tome nuestro relevo otro equipo, y que podamos “caminar juntos” en más congresos!

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Elumni – Antonio Domínguez

Por: ELU Admin

“La vocación se redescubre continuamente porque nunca se deja de aprender”. Son palabras de Antonio Domínguez #ELUMNI04.

Hoy nos cuenta su experiencia al diseñar su propio puesto de trabajo en Quintas Analytics, los aprendizajes de la organización Databeers Sevilla y el impacto que la Escuela de Liderazgo Universitario ha tenido en su vida. ¡No te lo pierdas esta nueva #EntrevistasELUMNI!

Enlace: https://alumni-ufv.es/es/comunicacion/entrevistas/Antonio-Dominguez

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Beers and Books – Miguel Mañara

Por: ELU Admin

El pasado domingo 20 de noviembre tuvimos la primera reunión de Beers and Books. La obra elegida en esta ocasión fue “Miguel Mañara” escrita por Oscar Milosz.

El autor nació 1877 en la actual Bielorrusia y realizó sus estudios en París sobre civilizaciones mediterráneas, egipcias, asirias y hebreas. Publicó varios poemas, novelas y ensayos. En la Primera Guerra Mundial se vio obligado a unirse al cuerpo de prensa de la Armada francesa bajo el mando ruso.

Posteriormente, en 1931, se le otorgó el honor de ser miembro de “la Légion d’honneur”. Falleció debido a un infarto el 2 de marzo de 1939. La obra que nos congrega, “Miguel Mañara” es una de sus más emblemáticas. Nos hizo mucha ilusión poder reunirnos de nuevo y hacer ELU desde nuestro particular club de lectura. ¡Muchísimas gracias a todos los que os conectasteis, y a los que no, os animamos a leerla antes de la reunión final con ponente, con fecha todavía por concretar!

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Una gota de agua más- Jorge Úbeda

Por: ELU Admin

Este verano tuve la oportunidad de pasar el mes de julio cooperando en un orfanato en Perú. Esta era la primera vez que me embarcaba en un proyecto así: lo tenía en mente desde hacía tiempo, pero quizás nunca lo había emprendido por el miedo o el vértigo que genera a primera impresión. A lo largo del año 2022, fui a distintas reuniones organizada por la fundación ESYCU para ir conociendo poco a poco en qué consistiría el proyecto, y para entender las condiciones del orfanato en el que estaríamos realizando la labor los voluntarios que íbamos.

Principalmente, los voluntarios trabajamos en el Orfanato Casa de la Divina Providencia, que se encuentra en Abancay; a cuatro horas de Cuzco. Abancay es una ciudad muy pequeña, pero con muchos habitantes, todos ellos sin recursos. El orfanato allí acogía, mayoritariamente, a niñas que habían sufrido violencia o maltrato por alguno de sus progenitores. Hablamos de niñas de 6 a 15 años de edad, de las que sus padres renegaban: niñas heridas física y psicológicamente. Y por ese motivo, necesitaban mucho cariño y tacto. Las religiosas que llevaban el centro, intentaban hacerse cargo, como buenamente podían, de dar alimento y techo a las menores.

El día a día de los voluntarios variaba dependiendo de la semana de la que se tratase y el nivel de distracción (colegio y visitas) que tuviesen las niñas en el orfanato. Por las mañanas, mientras las niñas acudían a la escuela o al instituto, los voluntarios preparábamos los juegos y actividades que a su vuelta realizaríamos con ellas; o en otros casos, ayudábamos en la panadería que tiene el Orfanato adscrita para sacar fondos con los que poder mantener a las niñas. Otras veces, echábamos una mano en la construcción, reparación y aseo del Hogar: arreglábamos las salas comunes, construíamos tabiques para separar edificios que por su pobreza conectaban con el resto del vecindario, limpiábamos y acondicionábamos lo que en su momento era la guardería del orfanato…

Más tarde, cuando las niñas regresaban del colegio (les encantaba que fuésemos a recogerlas del colegio, como hacían los padres del resto de niños), les dábamos toda nuestra atención y nos dedicábamos enteramente a ellas: talleres, juegos, deportes, refuerzo escolar… Al final, se trataba de hacerles sentir un poco acompañadas y queridas, en el oasis que era el orfanato para ellas.

En los talleres dividíamos a las niñas en dos grupos: el grupo de primaria y el grupo de secundaria; para que pudiese ser más colaborativo y participativo, y adecuábamos el contenido a lo que podrían entender. Así, con cuentos y cinefórums tratamos temas como la sinceridad (con el cuento de Pinocho), tratamos el compañerismo, la autoestima, la bondad, la importancia del trabajo y del estudio…

Les intentamos enseñar la importancia de la universidad y de los estudios. Es mucho lo que tienen que trabajar y estudiar para poder ir a la universidad. Sabiendo que carecen de sustento económico, necesitan recibir una beca para irse a Lima a estudiar una carrera. En otros casos, las niñas, al cumplir la mayoría de edad, abandonaban el orfanato para realizar trabajos precarios, inseguros y abusivos.

Cuando abandonamos Abancay a finales de julio, pudimos entender que al final para los niños del orfanato, solo éramos una persona más que pasaba por esos lugares; pero para nosotros había sido algo transformador. Aprendí mucho de todas las niñas del orfanato; de la gente de allí: desde su actitud para afrontar las cosas, su sencillez, su gratitud, su “saber lo que importa de verdad”. Y me volví a España “lleno” de haber podido aportar, aunque sea pequeño; milésimo, un granito de arena en la felicidad y futuro de lasa niñas.

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Elus por el mundo – Carmen Godoy

Por: ELU Admin

Hola, otra vez. Soy Carmen Godoy, de cuarto de la ELU y quinto de Derecho y Ciencias Políticas, y aunque me presente más o menos igual que la última vez que me pasé por ELUS por el Mundo, no puedo decir que sea la misma persona que entonces.

A unos 6255 km de distancia, os saludo desde Washington and Jefferson College, el que es mi nuevo hogar desde el pasado agosto. Ojalá tuviera la habilidad de haceros entender con solo palabras lo feliz que me siento aquí. No se parece a nada que haya vivido antes, y, sin embargo, está siendo una experiencia que me está ayudando a recordar, pararme un segundo en mitad del perfecto caos que es mi vida aquí y sentirme orgullosa del camino recorrido.

Este es mi último año de universidad, una experiencia que he vivido a vuestro lado y que ha exprimido lo peor y mejor en mí para hacerme la Carmen del hoy.

Si me hubierais preguntado hace cinco años donde me vería a día de hoy, habría dicho que aquí, porque los que me conocen saben que soy de estas personas con la vida planificada desde que tuvieron uso de razón (y acceso a calendarios de google). Sin embargo, lo que nunca me habría imaginado es lo dura, intensa y bonita que iba ser la travesía y lo plena que me siento en esta pequeña universidad al oeste de Pennsylvania.


Todos los estudiantes de W&J vivimos en diferentes residencias en un acogedor campus, a media hora de Pittsburgh, con edificios históricos y un encuadre realmente de película (de hecho ha sido protagonista en la serie de Netflix; “la Directora” por si queréis echarle un vistazo). Es un campus pequeño al tratarse de una universidad privada, pero sus más de 50 clubs y departamento atlético ofrecen la oportunidad perfecta para que cualquier persona encuentre el complemento ideal a sus estudios. Una de las cosas que más me ha llamado la atención en este país es la habilidad de los estudiantes de compaginar una carga de trabajo académico diaria mucho más exigente que a la que estamos acostumbrados en España, una vida paralela como atleta semiprofesional y, aun así, encontrar tiempo y energía para desarrollar alguno de sus hobbies en los diferentes club, formar parte de una sororidad o fraternidad y tener una vida social activa. En esta universidad a veces da la sensación de que el día tiene más de 24 horas y, sin embargo, todo el mundo tiene tiempo para saludarte, interesarse por ti, tu cultura y hacerte sentir como en casa. Aquí me he rodeado de personas que no están dispuestas a pasar por la universidad de puntillas, que buscan dejar una huella en su comunidad y que definitivamente deberían considerar dormir un par de horas más al día.

Es mi segundo año académico en este país, pero la diferencia entre las aulas de un instituto y las de una universidad privada es abismal. Mis amigos aquí, la mayoría con becas deportivas, son auténticos privilegiados de un sistema que no impulsa a los jóvenes estadounidenses a recibir una educación superior. La mayoría es consciente de estos privilegios y trabajan duro para mantenerlos, lo cual no es fácil y los somete a una presión que, como beneficiaria de un sistema de educación universitaria público, me sorprende. De hecho, me impactó tanto que he decidido probar ese tipo de vida en primera persona. Durante estos meses me he visto crecer, dar más de lo que pensaba que podría dar, física y mentalmente. Mis días empiezan a las 6’30 de la mañana en el que las risas con mis compañeras de Lacrosse en el gimnasio hacen que me olvide momentáneamente de las agujetas de la noche anterior. Siguen con un desayuno de equipo y clases (de asistencia obligatoria) de entre 5 y 15 alumnos que me exponen a un debate multicultural sobre temas de los que jamás me imaginaría hablando en un aula, con profesores interesados en lo que tengo que decir y en las que estoy desarrollando habilidades que ni era consciente que necesitaba. Luego llega el momento de sacar mi yo creativo en el coro o de mis sesiones de estudio y charlas con Niouma (Francia) en una de las mesas a la sombra de los árboles que, camaleónicos, van cambiando de tonalidades para conjuntarse con la estación entrante. A las 6 de la tarde los lunes, miércoles y viernes me convierto en cheerleader, y los martes, jueves y sábados cambio los pompones por la equipación de Lacrosse y doy lo mejor de mi en cada entrenamiento. A las 10 de la noche llego a CASA, donde siempre hago una parada obligatoria en el tercer piso para ver a Noa (Países Bajos), Juliette (Francia), Harriet (Ghana), Emiru (Japón), Franka (Alemania) y Julia (España), mi pequeña familia internacional, ponernos al día y planear nuestros findes porque si, a pesar de mi no demasiado flexible horario, siempre hay tiempo para disfrutar de viajes y excursiones juntas.

Por último, llego a mi cuarto agotada, pero feliz, en el que Lou (Francia), mi roommate, siempre me espera con el abrazo que necesito. Jueves de pub, viernes de Feel Good Friday, sábados de football, animadoras y fraternidades o de partido de béisbol y explorar Pittsburgh con Jackson, domingos de tour por las Iglesias de la zona con la asociación cristiana y prácticas en el Partido Democrático, y celebrar cada festividad (literalmente todas las que os podáis imaginar) a lo grande.

En esta universidad hay algo para todos y yo he decidido que decir SI iba a ser mi personalidad durante mis meses aquí. No es fácil jugar a estar en todos lados al mismo tiempo, pero en W&J he recordado que no se VIVE con mayúsculas desde la cama viendo Netflix, sino dibujandote cada mañana una sonrisa y saliendo de casa dispuesto a ser tu mejor versión.

En 2017, cuando me fui de este país tras mi año en un instituto en Oregón, me prometí que me llevaría conmigo a España las ganas de SER y ESTAR PRESENTE, de ponerme siempre al límite y no ponerme límites, de vivir en COMUNIDAD y de aprovechar cada oportunidad que la vida me pusiera en el camino. En una semana vuelo a Oregón a visitar el que hace tiempo fue mi hogar. Probablemente todo siga casi igual, pero estoy segura de que, 6 años después, veré todo distinto. Y eso es lo que, después de esta experiencia en W&J, me llevaré en la maleta y el corazón de vuelta a casa este diciembre: la inspiración, las ganas, el espíritu y el recuerdo de de dónde vengo con la ilusión y el corazón puesto en aquello que vendrá.

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mARTEs – Palacio de Congresos y Auditorio de Plasencia, 2017

Por: ELU Admin

¿Qué tal ha ido el mARTEs? ¡Esperamos que muy bien y, si no es así, esperamos poder ayudar a mejorarlo! Esta vez contamos con algo distinto: ¡arquitectura! Jaime Parra es estudiante de segundo del Grado de Arquitectura de la Universidad Francisco de Vitoria y también cursa segundo de la Escuela de Liderazgo Universitario. Ha decidido compartirnos un edificio con el que ha vivido una historia personal, el Palacio de Congresos y Auditorio de Plasencia.

Como él os lo va a explicar mucho mejor que nosotros, os dejamos con su texto:

«Selgas-Cano es un estudio asentado en Madrid formado por José Selgas y Lucía Cano, hija del reputado arquitecto Julio Cano Lasso. Su estilo se basa en sorprender y provocar o rotundo rechazo o admiración y entrega en todo aquel que entra a sus obras. Su forma de pensar está marcada por la esperanza en una arquitectura cada vez más dominada por la construcción y la producción en serie, lo cual la ahoga y limita.

Desde que era pequeño fui un defensor a ultranza de una arquitectura sobria, que, prácticamente, fuera lo mismo en blanco y negro que a color. Por ello, cuando vi por primera vez, en foto, el Palacio de Congresos de Plasencia pensé, sin ir más lejos, que era una innecesaria contaminación visual del terreno. Sin embargo, todo eso cambió el día que pude entrar en ella. En mi opinión, no se puede conocer la arquitectura del todo hasta que no has estado dentro de ella; y eso fue lo que hice ese día, conocer un ejemplo de arquitectura. Desde el mismo momento en que entras, te hace sentir algo. No sabría describir ese algo, pero sí sé que era una invitación a explorar el edificio. Las salas de esta obra, llenas de color y ninguna igual que la anterior, son el vivo ejemplo de lo que debe hacer la arquitectura, sorprender y hacerte sentir. Este sentir se ve reforzado por el vano detrás del escenario, iluminándolo con luz natural de día y, de noche, dejando que los que brillen sean los artistas. Selgas Cano demuestran que, aunque el blanco y negro sea la opción más segura, cuando te dan un proyecto te dan un lienzo en blanco y la potestad para pintarlo e inundarlo de vida… Y, ¿es deseable continuar con la arquitectura en serie, carente de sentimientos? ¿O deseamos, por el contrario, poder entrar a un edificio y poder salir siendo distinto? Yo lo tengo claro».

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Revista Parnaso

Por: ELU Admin

¡Hola! Soy Blanca Lirio, alumna de 4to de la ELU. Me hace mucha ilusión contaros que la semana del 14 de marzo saldrá el Número 2 de Parnaso, la revista de estudiantes que dirijo junto a Carla Juárez. Como ya os contó la elu Silvia Tévar, encargada de la sección de Creación Literaria, Parnaso es una revista cultural que empezamos algunos alumnos de la Universidad de Valencia en septiembre de 2020. Este proyecto nació del deseo de que los jóvenes universitarios se dieran por aludidos al hablar de un tema tan abstracto como el de la protección y el fomento de la cultura. Todo el mundo está de acuerdo en que es fundamental, pero es difícil tomar cartas en el asunto cuando no hay vías para hacerlo. Al darnos cuenta de esta laguna dentro de la universidad, pensamos en aprovechar la oportunidad, por nosotros y por los demás.

En este nuevo número físico publicamos la segunda entrega de «Intelectuales por las humanidades», cuya anterior edición tuvo como protagonistas al exdirector de la RAE Darío Villanueva y al filósofo Nuccio Ordine. En esta ocasión, cuenta con las reflexiones de dos académicos de la RAE: el helenista, Carlos García Gual, y el lingüista, Pedro Álvarez de Miranda. Además de estas dos entrevistas tan especiales, se tratan todo tipo de temas: cine, ciencia, arte, música, y mucho más.

Los 20 estudiantes que formamos el equipo de Parnaso hemos preparado la revista con mucho cariño. ¡Esperamos que os encante!

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Los elus de Madrid colaboran con el Comedor de la Obra Social-Familiar Álvaro Portillo

Por: ELU Admin

Alberto Pradas, 3º ELU, y Cova Antuñano, 4º ELU

Durante la mañana del pasado 23 de diciembre un grupo de alumnos de la Escuela de Liderazgo Universitario participamos en una actividad de voluntariado en el Comedor de la Obra Social-Familiar Álvaro del Portillo, en el barrio madrileño de Carabanchel. Ayudamos limpiando, ordenando y preparando el local para el reparto de comida previsto para ese día, además de organizar la ropa de la tienda solidaria. Pero lo que nos llevamos fue un regalo inmenso en comparación con el pequeño esfuerzo que hicimos.

Todos hemos escuchado hablar de la famosa “zona de confort”, y de todas aquellas ocasiones en las que se nos ha animado a abandonarla, o lo que viene a ser salir de la comodidad y atrevernos a conocer nuestra mejor versión de nosotros mismos, y de lo que podemos aportar a los demás. Ya lo señaló Séneca, que “no hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba”. Unas pocas horas de servicio en el Comedor Social nos ayudaron a descubrir que a menos de 15 minutos en coche de nuestras casas existía una realidad muy diferente de la “burbuja” en la que estamos acostumbrados a vivir.

A veces, no somos conscientes de que para ayudar a los demás no hace falta irse tan lejos; a veces basta con tratar de mejorar, aunque sea un poquito, el entorno de uno. A la vuelta de la esquina hay muchas personas que pasan necesidad, de manera que el Comedor Social de Carabanchel parecía un buen lugar donde poner nuestro granito de arena, nuestra pequeña gota de agua.

A través de esta experiencia, aprendemos a mirar con otros ojos al otro, no como a un extraño, sino como a un amigo, alguien de quien podemos aprender las mejores y más grandes lecciones, que no son las que se enseñan en los libros, sino las que ponemos en práctica desde el corazón, con la intención de darnos y tratar de llevar el bien allá donde vayamos. El servicio a la sociedad, sin duda, nos ayuda a vivir en clave de agradecimiento, siendo conscientes de que la vida es un auténtico regalo.

Y si este servicio es realizado junto a otros estudiantes de la Escuela, la experiencia puede resultar aún más enriquecedora, pues somos jóvenes de muy distintos entornos y estudios, pero compartimos un profundo sentimiento de responsabilidad y dedicación por ayudar a mejorar nuestra comunidad. La Escuela de Liderazgo Universitario son cuatro años que se pasan en un abrir y cerrar de ojos, y merece la pena aprovechar estas oportunidades para conocer mejor a nuestros compañeros.

Es difícil de explicar, pero, al terminar la mañana que habíamos pasado ayudando en el comedor y en la tienda, nos fuimos con dos sentimientos en mente. Por una parte, habíamos recibido una lección de realidad y de humildad que nos había sacudido. Por otra, sentimos que habiendo dado un poco de nosotros, habíamos recibido mucho.

Aquel día experimentamos en primera persona que realmente “toda acción es esperanza” y que con muy poco que hagamos, saliendo por unos instantes de nosotros mismos, podemos hacer del mundo un lugar un poquito más bueno, más bello y más verdadero.

ELUMNI

Programa ELU Emprende

Por: ELU Admin

Habéis estado escuchando de ELU Emprende, os lo nombramos en la JIC y en mentorías lo hemos hablado con algunos que estáis interesados, pero os estaréis preguntando qué es exactamente, en qué consiste y qué os puede ofrecer. Pues bien, en esta pequeña reseña queremos contaros un poco más.

ELU emprende surge, una vez más, por ese espíritu insaciable que tenéis de seguir formándoos, creciendo y experimentando, en este caso, enfocado al área de la innovación y el emprendimiento.

A algunos de vosotros se os ocurrió la idea de hacer un concurso donde se premiasen los mejores proyectos e iniciativas llevadas a cabo durante vuestro paso por la ELU, así como compartir, dar a conocer e invitar a otros compañeros a embarcarse en este mundo, perder el miedo a emprender y favorecer y fomentar un cambio social y empresarial en el mundo actual.

Tras un tiempo de repensamiento del proyecto, y acorde al itinerario formativo y de crecimiento que os ofrecemos tanto en la ELU como en la Universidad Francisco de Vitoria, nos pusimos en contacto con el Centro de Emprendimiento (CE) de la UFV para armar el programa ELU Emprende.

Está orientado a alumnos de 3º y 4º de la ELU puesto que creemos que después de haber realizado un camino de descubrimiento y conocimiento tanto personal como académico, sois más conscientes y realistas a la hora de asumir vuestro compromiso con la sociedad.

Además, como todo proyecto necesita una fase de descubrimiento, de acción y de comunidad, proponemos el siguiente formato:

1. FASE DESCUBRIMIENTO: son encuentros-charlas con gente del mundo del emprendimiento y la innovación. Se realizarán tres o cuatro encuentros a lo largo de todo el año, en un horario que se adapte a la mayoría, en modalidad presencial y/u online para que todos podamos estar.

2. FASE DE ACCIÓN: incubación y desarrollo de proyectos. Constará de charlas formativas, cursos (con un coste mínimo), convocatorias a concursos, mentorías, ponerse en contacto con gente que pueda ayudaros en el desarrollo de vuestros proyectos según el enfoque que le deis, etc.

Esta fase tendrá dos niveles: el de iniciación y el avanzado. Cada uno tendrá unas charlas formativas gratuitas de acuerdo al nivel y, además, a quién le interese podrá optar a uno de los dos cursos con un coste asequible para vosotros con el que adquirir una formación más rigurosa y reconocida en este mundo de la innovación y el emprendimiento.

3. Por último, se busca crear una COMUNIDAD de emprendedores entre los ELUs, ELUmni y alumnos de la UFV que ya os llevéis para siempre y con la que podáis seguir creciendo, innovando y compartiendo.

Esperamos que os guste y os animéis a participar en la medida de vuestras posibilidades e inquietudes.

Además, os recordamos la importancia de rellenar el siguiente formulario para saber que contamos contigo: formulario ELU Emprende.

¡Muchas gracias! Si tenéis cualquier duda, escribir a esther.dearenas@ufv.es.

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Elus por el Mundo – Jorge Paredes

Por: ELU Admin

¡Hola a todos!

Soy Jorge Paredes, de 4° de la ELU. Estudio Derecho y Relaciones Internacionales en ICADE y ahora estoy de intercambio en Israel.

Estoy estudiando en IDC Herzliya, que este curso ha pasado a llamarse Reichman University. Está a las afueras de Tel Aviv.

Cuando uno piensa en irse de intercambio, generalmente no se le va inmediatamente la cabeza a Oriente Medio. Tampoco fue mi caso. Cuando empecé a pensar si quería irme fuera de España un cuatrimestre empecé pensando en Europa, pero no me terminaba de convencer. Me parecía una experiencia muy parecida a la Universidad en España. Después pensé en Estados Unidos y no lo descarté de primeras, pero también había algo que no me terminaba de convencer. Entonces cambié de forma de pensar sitio. Pasé a buscar universidades y destinos que fueran buenos en los temas académicos que me interesan. Así, empecé a buscar universidades que tuvieran buenas asignaturas de Relaciones Internacionales, y más concretamente en temas de defensa y conflictos armados. Ahí es cuando en mi mente apareció Israel. Israel me permitía poder estudiar temas relacionados con seguridad y defensa, conflictos armados y Oriente Medio, y además desde dentro. De estos temas nadie sabe más que Israel. Además, la situación de la pandemia aquí siempre ha estado más o menos controlada.

Sumado a esto, vivir en Israel me iba a permitir aprender más sobre las tres grandes religiones. Israel es la tierra que Yahveh prometió a su pueblo elegido y donde el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Y desde Jerusalén, según la tradición musulmana, Mahoma ascendió al cielo.

Es un crisol de culturas, lenguas, tradiciones y ritos. Y el mejor ejemplo es Jerusalén, donde lo mismo te cruzas con un judío ultraortodoxo que con una mujer musulmana con hijab, con un franciscano con su hábito y sus sandalias o con un armenio o un copto.

Todo esto hacía de Israel el lugar perfecto para mi intercambio. Y si antes de venir ya parecía perfecto, estando aquí puedo decir que ha superado con mucho todas mis expectativas.

Tel Aviv es una ciudad con muchísima vida, muy occidental para lo que es Israel y para lo que es Oriente Medio. La gente es de lo más internacional, desde estudiantes de intercambio de un sinfín de países a israelíes de ascendencia de Europa del Este, de Estados Unidos, Hispanoamérica o Sudáfrica. Aun así, todo el país está marcado por la huella del judaísmo. Desde que las semanas empiezan el domingo y el fin de semana es viernes y sábado a el parón casi absoluto por el Shabbat, el carácter judío del Estado y de la sociedad se nota en muchos detalles del día a día. Otro ejemplo es la comida kosher, es decir, según las normas de la Ley judía. Entre ellas, por ejemplo, la prohibición de comer carne de cerdo o no mezclar carne y queso. Si venís a Israel, no intentéis pedir una bacon cheeseburger, nadie las hace.

Desde Haifa en el norte a Eilat en el sur, pasando por Jerusalén; desde las playas de Tel Aviv al Mar Muerto o al río Jordán, Israel tiene una infinidad de ciudades que visitar, lugares históricos como Masada para descubrir y todos los Santos Lugares por los que Cristo, María y José y los Apóstoles pasaron. Desde Nazaret al Santo Sepulcro, Tierra Santa es el lugar perfecto para descubrir o redescubrir a aquel Hombre que se pretendía Dios.

Pero no solo Israel, sino que también Palestina es un lugar interesantísimo y lleno de sitios impresionantes. De Belén a Ramallah pasando por Jericó, Palestina muestra otra vida y otra cultura completamente diferentes. Aunque también se palpan las diferencias entre Israel y los territorios palestinos. El muro de hormigón que recuerda a Berlín o los checkpoints por los que hay que entrar y salir dejan ver que, en estas tierras, por desgracia, no todo son playas, lugares bonitos y sonrisas. La marca de la guerra y del conflicto está muy presente en las vidas de sus habitantes.

Con todo, la experiencia está siendo fantástica. Así que solo puedo seguir animando a las cúpulas de la ELU a que, cuando la situación de la pandemia lo permita, se haga un viaje académico a estas tierras.

¡Un saludo a todos desde ?????!

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Visita de algunos elus al Museo Thyssen

Por: ELU Admin

David Rodríguez, 3º ELU

El pasado día 21 de diciembre (¡todavía era 2021!) un nutrido grupo formado por nueve ELUs de los cuatro cursos, una ELUMNI y ocho acompañantes que no se pudieron resistir a compartir nuestro plan visitamos la exposición temporal La máquina Magritte en el Museo Thyssen de Madrid. La idea fue organizada por nuestro grupo de mARTEs (con la contribución destacada de Luisa Urquijo) y ya estamos preparando nuevas actividades para este 2022, ¡así que estad atentos a la Newsletter, nuestra sección del Módulo de Acompañamiento y nuestra cuenta de Instagram, @martes_de_arte!

Antes de entrar al museo, hice de guía improvisado con una brevísima introducción a la figura del surrealista René Magritte y lo que podíamos esperar de la exposición, de forma que tuviéramos un hilo conductor al que agarrarnos. Seguro que muchos tenéis ganas de participar en un plan similar, pero os preocupa no saber nada de arte; pues bien, ¡no tenéis de qué preocuparos! No hace falta saber historia del arte para disfrutar y hablar de él y, además, siempre habrá alguien que se haya hecho una chuleta en casa y pueda daros unas pinceladas, nunca mejor dicho, de la vida y obra del artista.

La visita en sí fue bastante libre, pues la idea era que cada uno apreciara los cuadros a su ritmo, deteniéndose en aquellos que les transmitían más. Por ejemplo: a Íñigo le sorprendió la contradicción de una luz que esconde la verdad en lugar de revelarla, en la obra El principio del placer; a Claudia le gustó la puerta de La perspectiva amorosa, paradójicamente abierta y cerrada a la vez; mientras que Bea se maravilló con la perspectiva antinatural del caballo de La firma en blanco.

Fue muy enriquecedor compartir nuestras impresiones, ¡y luego la charla continuó en una terraza! Así que, ya sabéis, ¡estáis todos invitados a la próxima!

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Una gota de agua más – Alberto Pradas

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Volver a poder salir a la calle y vernos después de dos meses de confinamiento supuso un acontecimiento que nos abría cautelosa pero progresivamente las puertas a lo que parecía volver a recuperar nuestro anterior ritmo de vida. No debíamos confiarnos y se nos urgía a ser celosamente prudentes, a adaptar nuestro comportamiento a las circunstancias, quedando aparentemente subrogada nuestra libertad individual ante el cuidado del bien común. Sin embargo, me siento inmensamente agradecido por haber podido saber encontrar y poner en práctica mi libertad en un momento en que aparentemente más limitada podría estar, cambiando con ello mi manera de ver las cosas.

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“El hombre hace planes y Dios se ríe de ellos”. No poder realizar finalmente el planeado viaje de verano con los amigos causaría que buscara alternativas para dedicar mi tiempo durante el mes de junio. Fue así como mi madre me propuso que me acercara a preguntar si necesitaban voluntarios en el departamento de Cáritas de mi parroquia, Nuestra Señora del Carmen (Pozuelo de Alarcón, Madrid). Fue así como fui un lunes por la mañana y era tal el volumen de trabajo que tenían, que al minuto de haber entrado por la puerta ya me pidieron si me podía quedar ayudando. Y ciertamente era necesaria, pero continúa haciendo mucha falta ayudar en estos tiempos tan difíciles. Poder colaborar como voluntario me permitió conocer de primera mano las necesidades y dificultades de cientos de familias (en la base de datos llegaron a estar apuntadas 900 personas ayudadas directamente a través de Cáritas), pero a su vez descubrir la voluntad de compromiso y solidaridad de muchas personas de las que ante la dificultad salían dar lo mejor de sí mismas. No podría haber encontrado una mejor experiencia de responsabilidad social, de interacción con el otro y a raíz de la comprensión de su situación, convicción para hacer de su satisfacción nuestra misión.

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Desde el primer día que empiezas a ayudar, notas personalmente que la persona que sale no es la misma que ha entrado unas horas antes. Has podido ver la realidad con tus propios ojos, tocarla con tus manos, has tenido el poder y libertad de decisión para participar de ella y hacerlo escogiendo ofrecerte a los demás. Descubres que la ayuda que tú puedas prestar resulta minúscula en comparación con lo que tú recibes en forma de agradecimiento sincero y satisfacción personal. Así se te brinda una experiencia de humanidad inigualable, que provoca que una vez que empiezas no quieras dejarlo, porque de una manera o de otra, descubres que eres tú quien más necesita del otro, resulta que eres tú el principal beneficiario del contacto con los demás. De esta manera, lo que iba a ser algo temporal para unas semanas acabó “enganchándome” a acudir durante casi dos meses.

Desde mi opinión personal, creo que la lección que la actual coyuntura me ha enseñado es que lo que la sociedad requiere de cada uno de nosotros es dar amor: darnos a los demás desde el alcance de nuestras posibilidades. En mi caso ha tenido que llegar una pandemia apocalíptica para hacerme despertar y darme cuenta, pero gracias a la libertad he sido capaz de afrontar la situación desde una actitud constructiva y que prestara un servicio al otro desde lo que está en mi mano. Es indescriptible explicar la tormenta de alegría que sobreviene cuando descubrimos la libertad que cada uno poseemos, pero resulta todavía más maravillosa cuando a continuación no rehuimos de ella y nos encaminamos hacia la realización. Ya lo apuntaba el Principito: “cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer”.

Alberto Pradas

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Cuaderno de Bitácora – 1984 (1948)

Por:

¿1984 o 2020?

Leer obras catalogadas como ‘’orwellianas’’ es sinónimo de transportarnos en tiempo y espacio a sociedades distópicas. Realidades que nos permiten echar un ojo a un posible fatal desenlace de nuestra historia como humanos. Este caso no es una excepción.

Escrita en 1948, por nombre lleva 1984, pero bien podría tratarse de una caricatura no tan exagerada del 2020. En ella, George Orwell (1903) nos plantea una aterradora realidad en la que las personas no son más que sacos de huesos, sin sentimientos ni razón. Vagan por la vida para servir a “el Partido” sin cuestionar ningún suceso que pueda tener cabida en sus vidas. Una sociedad en la que los humanos son meros autómatas prescindibles en pro de un bien mayor. Como siempre en este tipo de relatos, la historia gira en torno a un personaje que osa atentar contra el orden establecido, cuestionando la más básica de sus creencias por negarse a tragar con lo que le obligan a acatar.

Creadora de numerosos términos que hoy en día resuenan en nuestras cabezas como “el Ministerio de la Verdad”, “la Policía del pensamiento” o “el Gran Hermano”, esta novela invita al lector a una profunda reflexión sobre la existencia humana y sobre qué define a esta por sí misma y en relación con la sociedad. Cuestiona cómo la realidad es manipulada constantemente a voluntad de los que se encuentran en el poder para su propio beneficio de cualquier forma imaginable. Por ejemplo, reescribiendo la historia escrita, censurando a los disidentes que osan a utilizar su raciocinio, controlando las relaciones que cada cual mantiene con los demás (los sentimientos son signo de debilidad). Incluso mienten sin escrúpulos sobre los hechos que acontecen fuera de las fronteras de su burbuja pues nadie en realidad puede afirmar lo contrario.

Obviando el interés que me despierta por la formidable (¡y asequible!) narrativa que la caracteriza, esta obra siempre ha despertado en mí un sentimiento más próximo al miedo por lo real de sus invenciones exageradas cuando las comparamos a nuestra realidad actual. Abre debates que hoy en día están en boca de cualquiera en la más sencilla conversación escuchada en un bar. Y lo impactante es la forma en que lo logra, que, lejos de ser una invención distópica e irrealizable, parece más bien una fiel descripción de nuestro tiempo actual.

Siempre se ha dicho que para comprender el presente hay que fijarse en lo acontecido nuestro pasado, y también es bien sabido por todos que cualquier parte del conocimiento que ansiemos saber está en los libros. Teniendo esto en cuenta, no me queda más opción que recomendar encarecidamente esta lectura. Es un valioso instrumento para todo aquel que busque entender con mayor profundidad las turbulencias ideológicas que atravesamos en nuestros días, así como reflexionar sobre grandes cuestiones de la esencia humana y, de paso, disfrutar de una agradable obra fácil de leer.

Pablo Espinosa Castillo

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Defensas de Proyectos Finales ELU – Curso 2019/2020

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El pasado sábado 11 de julio de 11:00 a 13:00 horas tuvo lugar en modo online las defensas de los alumnos de último curso que presentaron los proyectos en los que habían estado trabajando durante este último año. Se presentaron siete proyectos:

  • Proyecto Puente
  • Foro Tanzania
  • Acompañar en el sentimiento. Luz en la enfermedad
  • Cuéntame cómo pasó. Los ancianos en la sociedad de hoy
  • Lo que nos queda por pensar
  • La educación como efecto dinamizador de los entornos rurales
  • Intrahistoria rural
  • Remens
  • Trend To Be

La jornada finalizó con el Acto de Clausura de Curso en el que se notificó que todos los proyectos obtuvieron la calificación de Apto y se otorgó al grupo Foro Tanzania la mención honorífica por el trabajo desarrollado en los últimos meses. Además, los directores de la Escuela, Carola Díaz de Lope-Díaz y Juan Serrano, clausuraron este curso que destacaron como extraordinario, con unas palabras conjuntas asegurando que aunque las defensas hayan tenido que ser online por las circunstancias actuales, esperamos volver a vernos toda la comunidad pronto presencialmente y con ganas renovadas.

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Lecturas para un tiempo único

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Nos ha tocado vivir un tiempo único. Cada tiempo lo es -y sus coetáneos así lo sentimos y manifestamos-; lo es cada historia humana, cada biografía… pero eso no quita que, sin duda, este 2020 esté sorprendiendo a la humanidad. Nos ha situado ante las preguntas radicales de la existencia de un modo abrupto y peculiar, pues al hacer aguas una aparente seguridad; ante el sufrimiento y la incertidumbre prolongada, no puede sino florecer lo fundamental. Y como hemos podido comentar a lo largo de este curso en el módulo de Grandes Libros y en otras ocasiones, son precisamente esas cuestiones eternas de la existencia las que abordan las grandes obras literarias.

Por ello, y también de cara a las iniciativas que comenzaremos el próximo curso, – Cuaderno de Bitácora y el club de lectura Beers & Books- queríamos sugerir brevemente algunas lecturas de obras clásicas para este periodo de verano. Lecturas de distintos periodos con las que se puede establecer un diálogo en torno a cómo vivir.

En un contexto como el nuestro, ¿a quién no le gustaría conocer la verdad de una cuestión inquietante que está acabando con la vida de personas? Puede que conocerla suponga un cambio en el trascurso de tu biografía, que conlleve la confirmación de un destino marcado, pero, ¿puede la verdad supeditarse a ello? Le preguntamos a Edipo Rey, de Sófocles, del siglo V a.C. Del mismo poeta trágico, con una temática diferente ­-ser hija, ser ciudadana, obedecer o no las leyes, etc.-, recomendamos Antígona, que además será representada en los próximos días en el Festival de Teatro Clásico de Mérida.

¿Puede alguien llevado por su ambición acabar destruyéndose a sí mismo y a los de su alrededor? Macbeth de Shakespeare -el aclamado escritor al que Harold Bloom situaba en la cúspide de los literatos- profundiza en el tema en esta famosa y oscura tragedia del XVII. También lo hace varias centurias después y con una historia diferente Albert Camus en Calígula (1944), quien, tras perder a alguien querido y quedar desprovisto de un fin que pueda orientar su existencia, se convierte en un tirano para quien la vida de otros y la propia carece del más mínimo valor.

Por otra parte, el primer fin de semana de la ELU de este curso contamos con la ponencia de José Manuel Mora Fandos que llevó por título “El placer de leer”. El profesor y escritor comenzó su exposición partiendo de Primer amor de Iván Turguénev, obra que nos recomendó. Publicado en 1860, es el relato en primera persona del proceso de enamoramiento del que cae presa un adolescente por una joven princesa, y toda la vivencia que conlleva. De un tema similar, sugerimos la lectura de la famosa obra de Jane Austen, Orgullo y prejuicio (1813). La escritora inglesa -experta en desarrollar de forma delicada la psicología de sus personajes- presenta al lector varios procesos de enamoramiento en las hermanas Bennet, siendo el de Elizabeth y el señor Darcy el que ocupa el papel central por su búsqueda de la virtud y la felicidad en la relación, después de un inicio marcado por los vicios que dan título a la obra.

¿Alguna distopía clásica que nos permita adentrarnos en situaciones irreales, pero a veces más cerca de la realidad de lo que nos gustaría? Podemos recomendar tres títulos, publicados respectivamente en 1932, 1949 y 1953, en medio de un contexto convulso como es el siglo XX: Un mundo feliz de Aldous Huxley, 1984 de George Orwell, y Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. Estas obras abren los ojos a la necesidad de desarrollar un pensamiento crítico y nos hacen descubrir los métodos de control de la sociedad; siendo precisamente uno de los más importantes el privar de la lectura.

Y concluimos con el tema del tiempo, pues estamos llamados a vivirlo como kairos, como el tiempo oportuno en el que algo importante sucede. También en el verano, en el descanso. Nuestra vida está en juego.

¡Buenas vacaciones!

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Beatriz González del Yerro – Una gota de agua más

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Un pequeño acto, hecho por Amor, ¡cuánto vale! (s. Josemaría Escrivá de Balaguer)

La medida de la entrega no es otra que la medida del Amor que se ha puesto en ella. Así no hay actos pequeños, si se hacen por Amor. Este año 2019-2020, he tenido la oportunidad de entregarme un poco más en un proyecto misionero de voluntariado llamado “Misión País”.

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Misión País es un proyecto de jóvenes universitarios católicos, con anhelo de misionar y entregarse a los demás. La Misión consiste en compartir, durante una semana, la alegría de la fe en Cristo, de la mano de María, en pequeños pueblos de España a través de la entrega, la escucha y la disposición para ayudar. 

Es una oportunidad para ponerse al servicio tanto de la Iglesia como de personas necesitadas, teniendo a vivencia de voluntariado, oración y servicio desinteresado a los demás. Es un regalo que la Juventud de Schoenstatt quiere entregar a España, para volver a hacer de ella una Tierra de María.

La Misión dura una semana, y se realiza durante 3 años en un mismo pueblo. Este año se han llevado a cabo 9 misiones distintas, varias de ellas promovidas por grupos de jóvenes universitarios de las Universidades de Comillas, Carlos III y la Politécnica de Madrid. 

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El haber tenido la oportunidad de coordinar este proyecto durante este año me ha hecho caer en la cuenta de la importancia de ser agradecidos y de querer entregarnos en las pequeñas cosas, con las personas de nuestro alrededor, de nuestro propio país… Es en las pequeñas cosas de cada día, en nuestros proyectos universitarios, en nuestros lugares de estudio, familias donde tenemos que entregarnos. Si solo esperamos a las grandes situaciones y proyectos para ponernos en juego, qué pocas veces podremos regalarnos a los demás. 

Ojalá sepamos salir al encuentro del otro en las pequeñas cosas del día a día, porque por Amor, hasta una mínima gota, se vuelve grande. 

Youtube: ¿Qué es Misión País?

Página Web: www.misionpais.es

Instagram: @misionpaisesp

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Miriam López Ferreiro – ELUs por el Mundo

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¡Hola a todos! Soy Miriam y este año he tenido la suerte de estar de intercambio Erasmus en Uppsala (Suecia). Cuando el año pasado tuve que decidir si realmente quería vivir o no esta experiencia, he de decir que no estaba totalmente segura. Gente nueva, idioma nuevo, y en definitiva costumbres nuevas. Sabía que no me iba a resultar fácil, que las cosas iban a ser diferentes, y sentía cierta incerteza e inseguridad por cómo sería todo.

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Pero también sabía que no podía dejarlo pasar y que era lo que quería y lo que debía hacer. Las primeras semanas no dejaba de preguntarme por qué había tomado aquella decisión, pero ahora os puedo decir con total seguridad que estoy enormemente agradecida de haber tenido esta oportunidad, y sin duda la recomendaría una y otra vez. 

Desde el primer momento la Universidad me facilitó mucho la llegada a Suecia e incluso la búsqueda de alojamiento. Suponía que la sociedad sueca era organizada por las cosas que se suelen decir de los países nórdicos, pero lo pude confirmar cuando en julio llegaban a mi casa por correo postal folletos de la Universidad, información para los nuevos estudiantes e incluso un mapa de la ciudad. Lo que no supe hasta que llegué es la fuerte vinculación que tienen con algunas tradiciones. En una Universidad que cuenta con algunas de las herramientas más avanzadas en el ámbito científico, el Gustavianum o el Main Building son edificios de hace cientos de años en los que se puede respirar esa sed de conocimiento y esencia universitaria que busca ALGO MÁS. Es curioso este contraste entre la innovación y la tradición, y me recordó justamente lo importante que es conocer nuestros orígenes y construirnos a partir de ellos para poder crecer y consolidar nuestra identidad, no sólo como individuos, sino también como sociedad. 

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Otra de las cosas que aprendí sobre la sociedad sueca es el respeto que tienen por el medio ambiente. Los hábitos de reciclaje o el uso tan extendido de la bicicleta como medio de transporte son claros ejemplos de ello. No dejaba de llamarme la atención la cantidad y la variedad de bicis que me cruzaba yendo por la calle los primeros días. Esta vinculación con la naturaleza también se relaciona con la forma en la que valoran la luz en general, pero sobre todo la luz del sol. Es muy común en invierno ver las ventanas con una pequeña lámpara encendida al lado, y las velas también forman parte del día a día para muchos suecos. De
hecho, existe en Suecia una festividad para darle la bienvenida oficial a la primavera cuyos orígenes se remontan a la época vikinga. Se llama Valborg y se celebra el día 30 de abril. 

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Cuando a finales de agosto llegué a Uppsala, aquello era totalmente desconocido para mí. La Catedral, la biblioteca Carolina Rediviva, el Gustavianum, Gamla Uppsala, todas estas visitas formaron parte de mis primeros días en Uppsala, y en aquel momento no sabía de qué manera iban a formar parte de mi experiencia Erasmus durante los próximos meses. Recuerdo que el primer postre que probé al llegar fue un kanellbulle (el famoso bollo de canela sueco), y aquel fue sólo el primero de muchos (¡están buenísimos!). También el primer día que entré en el Biomedicinskt Centrum (el edificio en el que tendría la mayor parte de mis asignaturas a partir de entonces) estuve dando vueltas un rato intentando encontrar mi clase. ¡Hasta ir a comprar al supermercado era una aventura los primeros días! 

Pero poco a poco Uppsala, sus edificios y su gente, se fueron volviendo el día a día, y esta pequeña ciudad se convirtió en algo más que aquel lugar que a finales de agosto apenas conocía. 

Antes de llegar tenía la intención de no relacionarme demasiado con españoles y aprovechar esta oportunidad para conocer gente de otros países. Pero al final no fue exactamente así y sin saber muy bien cómo, los españoles siempre acabábamos juntándonos. Sin embargo, la gran cantidad de actividades para estudiantes internacionales, las asociaciones dentro de la Universidad y fuera de ella, mi grupo de laboratorio, y las nations, me ayudaron a conocer también a gente de otros países. Uppsala es una ciudad con estudiantes de muchas y muy diferentes nacionalidades, y sin duda esto me  ha servido para aprender otras costumbres y entender distintas formas de actuar y de ver las cosas. Se suele decir también que los suecos no son muy sociables, y aunque es cierto que son bastante diferentes en este sentido, las generalizaciones no son buenas. Es gente a la que no les gusta entrometerse, pero suelen estar dispuestos a ayudar siempre que sea necesario. 

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Las nations son edificios tan antiguos como la propia Universidad (fundada en 1477 es la Universidad más antigua de Suecia) en los que se puede desde estudiar en la librería, hasta quedar para un fika o para cenar, acudir a eventos formales o actuaciones musicales, jugar a juegos de mesa o  simplemente salir de fiesta. Cada estudiante es miembro de una de las 13 nations que actualmente hay en Uppsala y es en ellas donde se suele hacer vida social. Además, en Uppsala se organizan muchas otras actividades, como por ejemplo conferencias anuales con Premios Nobel o conciertos musicales.

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Las horas de luz no eran muchas a partir de noviembre. Solía ir a clase de noche por la mañana, y cuando salía sobre las tres de la tarde ya era de noche otra vez. Entre esto y comer a las doce o incluso a las once y media de la mañana el horario me resultaba a veces un poco extraño, pero me acabé acostumbrando. El frío la verdad es que me gustaba en cierto modo, así que esto no fue un problema, aunque también tengo que decir que según los suecos este invierno fue uno de los más cálidos desde hacía años. El fika, ese momento del día dedicado a tomarse un café con un bollo para conversar, descansar, o simplemente tomarse un respiro, fue un buen aliado para estos meses de invierno. ¡Siempre había tiempo para un fika, sobre todo si era con un kanelbulle! 

Y así poco a poco, los días y los meses fueron pasando. Cuando a principios de marzo vine a España con la intención de regresar a Suecia una semana más tarde, no sabía que sería la última vez que estaría en Uppsala de Erasmus. Cuando empiezas algo nunca sabes cómo va a terminar, pero lo importante es ser capaz de aprovechar cada momento que pasa y de poner en práctica todo lo aprendido. A pesar de haber terminado el erasmus antes de lo esperado, lo importante ahora es seguir intentando dar lo mejor de uno mismo cada día. Y quien sabe, ¡ya habrá tiempo de volver a Uppsala! Vivir de lo que se nos da a cada instante, reconocer y disfrutar todo lo bueno que hay en las pequeñas cosas del día a día, y ser siempre agradecidos. Estas claves deberían alimentar nuestras ganas de conocer, de saber, de aprender, y en definitiva, de alimentar un sentimiento de inconformismo responsable que nos mueva a hacer cosas. Porque así, siendo capaces de valorar cada situación y adoptar la actitud necesaria frente a ella, seremos capaces de disfrutar del gran regalo que tenemos cada día. 

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Amaya Vizmanos recibe el Premio Innovactora Junior 2020

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Hace unos días a nuestra alumna Amaya Vizmanos le otorgaron el Premio Innovactora 2020 en la categoría Junior en Pamplona. Amaya se presentó con la iniciativa @yoteayudoconlasele en la que también participan varios elus y antiguos alumnos del Programan Becas Europa.

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Innovactoras es una red de “mujeres innovadoras de hoy en día con actitud y aptitud para construir un mundo mejor desde las diferentes realidades del siglo XXI: Ciencia, Tecnología, Empresa, Educación y Sociedad”. Y con estos premios persiguen el objetivo de distinguir, premiar y visibilizar a mujeres y jóvenes innovadoras que desarrollan o han desarrollado nuevas soluciones a retos actuales.

El proyecto que han llevado a cabo en esta cuarentena surgió de la inquietud de ponerse al servicio de aquellos alumnos que se enfrentaban a la selectividad en unos meses y que de repente pasaron a vivir en incertidumbre. Así que Amaya junto a un equipo de universitarios han trabajado en resolver dudas, habilitar bancos de apuntes, consejos para afrontar el examen ahora que ya se acerca y también en presentar los diferentes grados que se estudian para que los alumnos tuvieran una aproximación mucho mayor a la realidad de éstos con el objetivo de que les ayudase en el momento de elegir.

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¡Enhorabuena a Amaya y a todo el equipo! A continuación os dejamos el vídeo de las palabras de Amaya al recibir el premio.

 

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Miguel Escalante – ELUs por el Mundo

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Habían pasado 4 años desde la última vez que estuve en París, ocasión que pude disfrutar con varios de vosotros en el viaje de Becas Europa. Tanto me estaba gustando la ciudad aquel verano de 2016 que, por apurar y apurar nuestro tiempo libre en los Campos de Marte, a los pies de la Torre Eiffel, acabamos llegando tarde al hotel (15 mins). Ni la llamada de atención de Carola (merecida) a las puertas del albergue FIAP Jean Monnet consiguió que me quedara con un mal recuerdo de la capital francesa y el destino caprichoso hizo que volviera, esta vez para cursar un curso completo.

Bueno, curso completo… digamos 6 meses gracias a nuestro querido Coronavirus.

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Para el que no me conozca, estudio Farmacia en la Universidad de Sevilla y entre todas las opciones que me ofrecía mi facultad, París no era a priori la que más me llamaba la atención. Esto era debido a que nunca me había enfrentado a vivir en una gran ciudad, ya que he vivido siempre entre Huelva y Sevilla, por lo que no puedo negar que me imponía un poco dar el salto a una capital europea de tal calibre. Sí tenía claro que quería ir a Francia para mejorar el idioma y valoré opciones como Marsella o Lyon, pero finalmente mis padres sobre todo me animaron a decidirme por París y el tiempo me ha demostrado que tomé la decisión correcta.

La aventura comenzaba a principios de septiembre con la base de conocer ya a 3 personas de mi facultad que también iban para allá, por lo que jugaba en modo fácil. Iban también a la misma universidad que yo, por lo que siempre estábamos arropados. Cuando elegí Francia y más concretamente París, sabía que no iba a ser un Erasmus de cachondeo en el que limpiar asignaturas fácilmente, ya que el nivel de la universidad de destino, Université Paris Sud – XI, era bastante alto y mis predicciones han sido acertadas. Si bien es cierto que he tenido que estudiar bastante, no me ha faltado el tiempo para disfrutar de los que han sido los mejores meses de mi vida sin lugar a duda.

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A pesar de haber estado un par de veces en París, el hecho de vivir en una ciudad te permite empaparte de ella y justo ésta tenía mucho de lo que empaparse. Durante los primeros días, entre papeleos interminables para conseguir cuadrar el Acuerdo de Estudios, conseguir la tarjeta de transporte, una beca de alojamiento, etc… comenzamos nuestro intento de “desguirización” (hecho de ser cada vez menos “guiri”) visitando y conociendo los monumentos más míticos, pero también los menos famosos. Porque París es mucho más que Torre Eiffel, Arco del Triunfo y Museo del Louvre… que ya de por sí no es poco.

Lo que más me impresionaba era que no se acababan las cosas que visitar y planes que hacer. Tardes enteras visitando jardines como el de Luxemburgo o las Tullerías, miles de plazas como la Concordia o Vendome, infinitos barrios con encanto como el latino o Montmatre y monumentos que en cualquier ciudad del mundo serían los principales a visitar pero que aquí eran “uno más” como el Panteón o los Inválidos. Tendría que dedicar otra newsletter entera para hablaros de los museos, que más allá de haber memorizado el ya mencionado Louvre, el d’Orsay y el Pompidou, que son los más típicos, también he podido disfrutar de los recovecos de los menos conocidos como el Rodin, l’Orangerie o el museo de las Guerras Mundiales que se encuentra dentro de los Inválidos. Así podría llevarme horas y horas, enumerando sin parar lugares de interés turístico, pero paro ya.

Algunos de estos sitios que he mencionado los conocí de mano de la pequeña comunidad ELU Francia que nos montamos Diego, Tessa, Paula y Rubén, que aparte de alguna que otra cervecita, fuimos al museo Rodin y a los Inválidos, donde, además de un par de museos, se encuentra la tumba de Napoleón.

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Otra gran ventaja que tiene París es su ubicación geográfica, la cual nos permitió viajar muy cómodamente a varios destinos: primero fuimos a Bélgica (poco más de 3 horas en bus) donde visitamos Bruselas y Brujas; después acompañamos al Sevilla Fútbol Club hasta Luxemburgo (5 horitas en Flixbus), donde jugaba un partido, el cual por supuesto ganamos; nos alquilamos un par de coches y fuimos hasta Véretz, un pequeño pueblo cerca de Tours, donde una amiga que conocimos nos invitó a pasar un finde al humilde castillo de su tía abuela (sin coña jajajaja). Por ultimo, pillamos unos vuelos baratos para hacer un mini-interra y visitamos en una semana Praga, Bratislava, Viena y Budapest.

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Otra experiencia que me encantó fue la posibilidad de ir al Parc des Princes, estadio de fútbol del PSG, gracias a que nuestro compañero de la ELU Manu Santamaría, en una visita que hizo, compró las entradas sin saber todavía la fecha y hora exacta en la que era el partido y finalmente no podía ir, por lo que unos amigos y yo le hicimos el favor de ir en su lugar.

Muchos findes teníamos visitas de amigos de nuestros amigos que iban viniendo poco a poco, ya que París es una ciudad muy apetecible y de buena conexión gracias a sus tres aeropuertos principales, por lo que he podido conocer a más gente si cabe, pero sin duda el mejor fue cuando diez amigos míos vinieron a la vez y pude enseñarles la ciudad que tanto me estaba gustando tanto de día como de noche.

Han sido 6 meses que me saben a muy poco y que me dejan con alguna espinita clavada pero completamente enamorado de París y con la certeza de que volveré muchas veces y seguiré mirando a mi alrededor mientras se me cae la baba al igual que el primer día.

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Miguel Escalante Cabeza

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Ruth Muñoz – Una gota de agua más

Por:

¡Hola a todos! Soy Ruth Muñoz y soy voluntaria.

A veces ocurre, que incluso rechazo la palabra voluntariado por la connotación que se tiene en ciertas partes de él, ya que creo que ser voluntario no debería ser “voluntario”, “opcional”, creo que es un camino que se elige en la vida. Considero, por tanto, que no es algo ocasional, que no es un lugar, un momento donde actuar por el bien, es una filosofía de vida que impregna cada recoveco que nos compone.

Creo que para nadie es una opción reflexionar y actuar por el bien común, de hecho, como bien hemos ido viendo todos estos años en la ELU, es algo inherente al ser humano. Todos, a nuestra medida, actuamos diariamente por ser felices, mínimo personalmente y con aquellas personas que amamos, y a veces, incluso por personas desconocidas, a las que también se ama. Es por ello, por lo que llamar voluntariado a dedicar mi tiempo a personas que amo, me resulta demasiado frío y distante.

Y, ¿quiénes son esas personas que amo? Sencillo, todo el mundo. Ojalá vivir en un mundo en el que pasear por ciertas zonas de Valencia no implicara poder molestar a personas sin hogar, y a su vez, ningún niño muriera de hambre en Etiopía, como bien muestra el cooperante Iñaki Alegría desde sus redes sociales.

Entiendo el voluntariado como una manera de ser en el mundo, algo que no se puede activar participando de un programa específico y se desactiva cuando estás con tus amigos o viendo la televisión. El voluntariado es política directa, hacer la compra de una manera concreta en un sitio determinado es voluntariado, rechazar consumir un producto o alimentos, vestir de una manera concreta, formarse acerca de un tema, también lo es. El voluntariado no implica necesariamente tu acción concreta, puede ser una acción colectiva, o ni siquiera eso, puede ser un grito colectivo, el apoyo a una causa determinada por redes sociales.

El problema que creo que envuelve este tema, es que tanto fuera como dentro se asocia mucho el voluntariado con la caridad, y desde luego que estoy de acuerdo, pero lo entiendo más como una caridad relacionada con la solidaridad. Darme al otro de un modo altruista, aprender de él, pero siendo consciente de que lo que posibilita mejorar tanto su vida como la mía va más allá de mi acción, no somos protagonistas, somos engranajes de una maquinaria que una persona voluntaria sola no puede mover, se necesita vivir de un modo determinado, asociarse y mirar a otros para que a través de la solidaridad común, podamos mejorar realidades.

Respecto a mi situación concreta, después de años acudiendo a una residencia de ancianos con el colegio, al llegar a la Universidad sentí una gran llamada de informarme y actuar. Ese fue el momento en el que me metí en Magis, comunidades de vida cristiana de los Jesuitas en Valencia, donde, además de compartir mi fe, cada uno vivía y compartía sus experiencias. Conocí a gente muy interesante y con mucha experiencia en acciones concretas, prisión, bancos de alimentos, clases de castellano a migrantes, etc. A través de Magis he asistido a formaciones y estamos en contacto con distintas Asociaciones y ONGs locales, religiosas y laicas con las que he podido colaborar.

Hace dos años, fundamos un proyecto de educación no-formal para niños de primaria, el proyecto Punt Jove, en el que poder unir a familias del Colegio San José de Valencia, con familias del barrio Intramurs en riesgo de exclusión social, un encuentro intercultural para ayudar a que los niños crezcan en un entorno diverso y tolerante.

Después de dos años y coincidiendo con mi último año de carrera, decidí buscar un lugar en el que pudiera aportar, ya no solo personal, sino también profesionalmente, y conseguí ponerme en contacto con un proyecto que hoy me sigue sorprendiendo. Se trata de una casa de dos religiosas Auxiliares del Buen Pastor, que comparten piso con 4 o 5 mujeres en riesgo de exclusión social.

La labor que hacen las religiosas junto a las trabajadoras sociales es increíble, todas juntas forman una familia de la que he tenido la suerte de poder formar parte desde septiembre. Voy una vez a la semana a comer con ellas y si necesitan ir a comprar, a pasear o les apetece salir a tomar un helado, las acompaño. Mi función es esa, acompañar, escuchar y hablar con ellas.

Me lo paso genial porque ya tenemos mucha confianza, de hecho, hay días en los que dedicamos toda una tarde a ver telenovelas de Nova una detrás de la otra, o les doy un taller de fotografía con sus móviles y les enseño a editar las imágenes.

Me cuesta pensar en que lo que hago sea una acción concreta y nada más, porque aseguro, que gracias a cada una de ellas he aprendido acerca de realidades que desconocía por completo, y que día a día, defiendo y protejo hasta el final. Mi función como voluntaria no termina en el momento en el que salgo por la puerta de su casa, continúa de otra manera.

Es por ello por lo que me gustaría que el voluntariado no se viera como “algo que hago cuando tengo tiempo” o “eso que me hace sentir bien porque ayudo a los demás”. No hay excusas para no destinar tu vida a ello.

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Andrea Sánchez – ELUs por el Mundo

Por:

¡Hola a todos! Soy Andrea y como algunos ya sabéis, desde septiembre del año pasado hasta abril de este año estuve en Múnich. Hoy os quiero contar un poco más de cerca como ha sido mi experiencia, que, aunque común a todos los que hacemos un Erasmus, es diferente.

Prácticamente toda la gente que conozco define su año de Erasmus como la mejor, o una de las mejores experiencias y años de su vida, que lo recomendaría a toda costa y a quien fuera. ¡Quizá sea de las pocas personas para las que esto no se cumple! Mi experiencia ha sido diferente, con ella he aprendido, he crecido, pero muchos días no he sido feliz o no encontré motivos para decir “volvería a decir que sí”. Sé que es sorprendente y que no es lo que nos gusta escuchar, porque preferimos escuchar historias increíbles donde todo va como esperamos. Pero este año he aprendido a ser sincera conmigo misma, a respetar mis tiempos, y también a transmitir mi verdad, aunque no sea la de la mayoría o, aunque a poca gente le guste contar lo malo y yo me convierta en esa minoría de gente completamente transparente.

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Hace ya un año tomé la decisión de elegir Múnich como destino de Erasmus con el objetivo de perfeccionar mi alemán. Pero pequé de seguir la corriente. En mi clase éramos 45 y solo 5 se quedaban en España, todos los demás querían irse de Erasmus. No fui capaz de ir a contracorriente y ser la número 6 que se quedaba. Dije: si no es ahora, ¿cuándo? Y decidí arriesgarme a decir que sí sin realmente quererlo, solo para poder decir “no me quedé con las ganas”, “no decepcioné a nadie”, “di mi máximo en ese momento”.

Otro factor decisivo fue el hecho de tomar la decisión en base a la calidad de la Universidad de destino. Este es sin duda un factor importante, pero no debería ser el único. Esta universidad solo ofertaba una plaza, por lo que cuando llegué, no conocía a nadie, no fui con ningún español ni nadie de mi universidad. Y más que eso, ningún Erasmus hacía mis asignaturas, por lo que todos los días iba a clase con nativos alemanes a quienes es difícil acceder. El ambiente en clase no era lo que solemos ver en España, grupos de amigos que quedan antes y después de clase. En mi universidad la gente iba a clase sola y cuando acababa, se levantaban y se iban. No había apenas interacción entre ellos, ¡ni mucho menos conmigo!

Para futuros Erasmus, ¡valoradlo todo! El clima, el ambiente, la dificultad de adaptación, la calidad de los alojamientos… Todo cuenta para la salud mental y felicidad durante la estancia. De hecho, al haber elegido una universidad tan buena (30ª mejor universidad en economía del mundo), la exigencia era muy alta. Eso no me permitió tener un Erasmus relajado y lleno de fiesta, que es como suelen pintarlo quienes vuelven de sus ciudades.

Hasta ahora os podéis hacer a la idea de la situación: estaba en una residencia donde no había nadie de Erasmus, iba a la universidad sola y tenía mucha carga lectiva y de trabajo en casa. El clima no acompañaba y en general, la sociedad alemana (muy a mi pesar porque quería quitarme el estereotipo) sí es fría y seria. Alguien podría preguntarse, ¿cómo aguantaste entonces? Intentando sacar algo positivo cada día.

Cuando llegué un mes antes de que empezaran las clases y no conocía literalmente a nadie me fui a pasear muchas veces sola por la ciudad. Iba con mi música, pensando en mis cosas, disfrutando de los rayos de sol de la ciudad antes de que empezara el otoño (que es casi un invierno para los que estamos acostumbrados al clima mediterráneo). Me esforcé por visitar museos y encontrar cada día algo que me animara a salir de casa.

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Por fin la segunda semana de septiembre comencé a conocer a gente. Hicimos un grupo grande y salimos de fiesta el primer mes cada viernes y sábados. Fuimos a karaokes y conocí a mucha gente. Este mes sería lo más parecido a lo que suele ser el mes de Erasmus para la mayoría de la gente. A estas alturas no había empezado el curso todavía y decidí sumergirme en la vida social al completo.

Algo que marcó también mi experiencia fue el trabajar en el Oktoberfest. Durante dos semanas y tres fines de semana trabajé de 11h a 23h en la carpa Marstall sacando fotos a los turistas y vendiéndoselas posteriormente. Necesité mucha resiliencia y fuerza porque era la primera vez que trabajaba en un entorno de fiesta donde todo el mundo va ebrio menos quienes trabajamos. En estas semanas me apoyé muchísimo en el grupo de chicas de todo el mundo que trabajaban como yo en la carpa. Aquí tuve la oportunidad de ver que cuando una carga se comparte, el sentimiento de desolación desaparece. Porque cuando eran las 22h30 y acababa el día, todo lo que necesitábamos era la mirada cómplice de “yo también me he cruzado hoy en la carpa con personas ebrias desagradables”. Tuve momentos duros, pero valió la pena ya que la remuneración era alta y yo quería el dinero para ir a ver a mi novio a China, donde estaba él de Erasmus.

Esto me lleva al siguiente punto: ¡relaciones a distancia! Si tomáis la decisión de iros al extranjero y vais a mantener una relación, armaos de paciencia. Todo es posible si le echáis ganas, pero al mismo tiempo, hay que estar preparado para ser flexible, transformar la relación en lo que cada uno pueda dar durante su periodo de adaptación y también saber perdonar el no recibir lo que se vive en una relación cara a cara.

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Ya en el mes de octubre comenzaron las clases y mi curso de alemán (aquí venía yo a por mí C1 que tanto quería). La universidad como tal era increíble, los profesores buenísimos y las clases se disfrutaban. Es una universidad del siglo XIV por lo que caminar por los pasillos de esta transmitía esa ansia de “búsqueda de la verdad”. Uno podía imaginarse a eruditos subiendo las escaleras y a sabios enseñando su conocimiento en las aulas hace siglos. Fue sin duda lo que más disfruté de mi estancia: el haber adquirido unos conocimientos tan bien enseñados de la mano de profesores muy bien preparados a nivel pedagógico.

Esto fue de la mano con un rebajar la fiesta y los planes para poder llevar al día toda la materia. Sí que antes de los exámenes tuve tiempo de viajar a Salzburgo, Praga, Innsbruck, Ammersee, Liubliana… Descubrí mucho de la historia de Europa y de las gentes que viven en estas ciudades.

Pero también aprendí algo: el con quién es tan importante como el cómo y el qué. Porque unido al con quién está el para qué, y algo con lo que yo he sufrido bastante es con el sentir que toda la gente que iba conociendo era efímera, pasajera. Pensaba ¿por qué debería estar dedicando mi tiempo a personas a quienes solo les importa salir? ¿por qué no hay un interés por conocer a las personas realmente? Sentía que a mi alrededor todos sabían que en un año no sabríamos los unos de los otros y eso me vaciaba. Porque me costó encontrar a esas 3-4 personas en quienes me podía apoyar en mi día a día y con quienes podía compartir mis alegrías y preocupaciones. Personas que sí querían ser amigos, con todas las letras.

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Creo que la búsqueda de autenticidad en todo lo que hacemos nos asegura rodearnos de personas sinceras y de confianza, a quienes nos abrimos y se abren. A la vez, este deseo nos lleva a tener decepciones, a llevar un camino más lento, a no conformarnos, ser exigentes. Porque yo soy el tipo de persona que se entrega, que no quiere estudios a medias, amigos a medias. Quizás por eso mi experiencia ha sido tan diferente, porque no he conseguido ver el valor de lo efímero, ¡y probablemente sea mi error! Así que eso es lo que me llevo. Un aprendizaje personal, un autoconocimiento… ¡y el tan ansiado C1 de alemán!

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Carlos Marín – Una gota de agua más

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No habría alcanzado aún la mayoría de edad, cuando ya comenzaba a plantearme su utilidad, el verdadero uso que yo podría darle. ¿Servirían esos 18 años para algo más que para pasear mi DNI cual exposición ambulante? Tras un breve período de búsqueda, hallé la respuesta, y es que a partir de entonces podría dedicar mi tiempo a personas más vulnerables, con sacos de ilusión en cada una de sus habitaciones y una lección de vida que aportar a cada instante.

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Fue así como comenzó mi voluntariado con ANDEX (Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Andalucía) en oncología infantil del hospital Virgen del Rocío. El miedo y los nervios formaban una dupla indivisible en mis primeros momentos, aún sin saber qué respuesta recibiría o si realmente podría servirles de ayuda. Sin embargo, tan abrumador fue lo que allí descubrí que no he vuelto a experimentar esa sensación desde el primer día, cuando ya comencé a considerar aquello como un hogar.

Desde entonces, cada fin de semana se ha convertido en un motivo perfecto para sonreír, dejar mis aparentes problemas a un lado y celebrar la vida junto a ellos: niños de no más de 12 años cuya mayor fantasía es que alguien les dedique su tiempo jugando, bailando o simplemente hablando. Desde futbolistas hasta moteros, pasando por Papá Noel y algún que otro payaso, han visitado ya la planta durante mi todavía corta experiencia, en la que he tenido la oportunidad de conocer a personas brillantes que tratan de aliviar con todo su esfuerzo su paso por esta frágil situación.

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Dada la tesitura actual, y teniendo en cuenta la especial debilidad de los chicos, hace ya tres meses que suspendimos la actividad, por lo que decidí buscar alternativas. Así, durante el mes de mayo he ayudado como realizador en la transmisión de eucaristías online que diariamente llegaban a más de 1000 hogares desde el que fue mi colegio. Después de tantos años correteando por aquellos patios y aprendiendo tanto en aquellas clases, ha sido un pequeño gesto que me ha permitido darles una mínima parte de todo lo que allí he recibido.

Ahora estoy nuevamente en búsqueda de proyectos, de formas de entregarme. Tratando de encontrar más personas con las que compartir la felicidad.

Carlos Marín

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TED: Tu empresa a domicilio

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TED, o Tu Empresa a Domicilio, es ahora una asociación que pretende ayudar al pequeño comercio local. Todos estamos acostumbrados a recurrir a Amazon si necesitamos algo rápido, y más durante la cuarentena. Pero después de la pandemia, los pequeños comercios de España van a sufrir con fuerza el impacto de la crisis económica. Y TED pretende hacer visibles y echar una mano en lo que se pueda precisamente a esas personas que llevan su pequeña tienda o local.

La idea es que TED sea una página-directorio. Un lugar donde puedas encontrar rápidamente a las empresas de tu barrio y saber cómo están, poder contactar con ellas o incluso indicar cómo comprar. ¿Han abierto con el COVID? ¿Tienen una tienda online? ¿Me pueden atender por teléfono? La idea es que sirva para todos, y que sea lo más intuitiva posible, atendiendo a las personas menos hábiles con la tecnología. La idea es ir creciendo, y añadir nuevas funcionalidades (descuentos, pedidos, catálogos, etc.), según nuestras posibilidades. Pero querría comentaros un poco más sobre nosotros, para que os hagáis una idea.

“La vocación universitaria es una vocación específica al bien común”. Empiezo con esta frase que nos dijo Rafa Monjo en Alcalá, cuando Becas XI aún no éramos ni universitarios, para resumir lo que ha sido para mí la experiencia de TED, y que estoy convencido de que todos los ELUs lo compartimos. TED nació a partir de esa inquietud que compartíamos unos amigos universitarios. “Todo el mundo está haciendo cosas contra el coronavirus, imprimiendo cosas en 3D, y nosotros nada. ¿Qué podemos hacer?”. Entonces, como providencia, llegó el aviso del Hackathon contra el COVID-19 que nos envió la Comunidad de Madrid. Y así empezó todo.

Cinco o seis amigos nos reunimos por conferencia. ¿Qué idea proponemos? ¿A quién podemos ayudar unos aspirantes a ingenieros, médicos y una recién graduada en Economía y Marketing? Como siempre, la experiencia da la solución. Uno de nuestros padres lleva un pequeño comercio, y de ahí surge la idea. Poco a poco la desarrollamos: una plataforma web para dar visibilidad al pequeño comercio, y facilitar lo máximo posible el proceso de compra para el público general. Parecía una idea tonta, pero rápidamente se fue uniendo gente. La verdad es que me ha hecho reflexionar que la vocación universitaria está más extendida de lo que creemos. Compañeros de mi carrera (industriales), a través de conocidos, viejos compañeros de colegio… Muchos se unieron al proyecto, incluyendo a Marta Navas, a la que muchos conocéis, y que también me da confianza en que los ELUs respondemos cuando se nos llama. Un equipo potente y multidisciplinar; un equipo universitario.

El Hackathon fue un fin de semana frenético. Con ayuda del tutor asignado, dimos forma al proyecto, terminamos un prototipo funcional y lo presentamos. Contactamos con algunas empresas del barrio de Chamberí, que se mostraron interesadas, aunque en fin de semana, poco se podía hacer. Pero cuando terminó, y no resultamos finalistas, llegó la temida pregunta… ¿y ahora qué?

Una vez más, la gente te sorprende. Nos pareció que el fin era tan bonito que, a pesar de estudios, exámenes, TFGs y demás locuras, merecía la pena seguir adelante. Nos hemos organizado, ahora somos asociación y la UCM nos ha reconocido el proyecto con un premio económico para ayudarnos a seguir adelante. Tenemos página web propia: www.tuempresaadomicilio.es, y a más de 10 empresas que están colaborando. Poco a poco crecemos, y seguimos con la ilusión de sacar adelante un proyecto completamente altruista, y para ayudar al pequeño comercio, para aportar nuestro granito de arena.

Pero os pedimos ayuda. Apoyad al pequeño comercio. Los de Chamberí, podéis encontrar empresas en nuestra web. Pronto esperamos también que incluyamos otras zonas. Los demás, estad pendientes de vuestro barrio, y a lo mejor podéis acudir a otros negocios más tradicionales. Pero creemos que este es el espíritu universitario, aportar donde podemos y donde se nos necesite. Os pedimos también que nos sigáis, deis difusión y que participéis. En RRSS (Facebook e Instagram: Tuempresaadomicilio, Twitter: @TED_domicilio, Linkedin: TuEmpresaaDomicilio). Dadnos feedback, cualquier comentario o sugerencia será bienvenida. ¡Y si alguno quiere saber más, por favor, no lo dudéis!

A vuestra entera disposición:
Diego Cerrillo, Proyectos Finales (Becas XI)

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¡Nueva sección! – Cuaderno de bitácora

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Este es nuestro cuaderno de bitácora, escrito por y para todos los ELUs. Queremos que sirva para dejar constancia de nuestro viaje por la ELU. Como todo viaje, está lleno de vientos y cambios de rumbo, pero también de coordenadas geográficas que nos orientan. En este cuaderno, plasmaremos aquello que nos marca en nuestro camino. Por eso, ¿qué mejor que los libros? Los libros pueden ser nuestra Estrella Polar. “To travel far, there is no better ship than a book”, decía la poeta Emily Dickinson. Con esta divisa, empezamos la nueva sección.

Queremos que exista un espacio donde puedas compartir esa novela que tanto te gustó, ese libro de cuentos que te habló de ti o esa historia que tanto te llenó. Pensamos que los grandes libros son una manera única de conectar entre todos nosotros, porque nos hablan justo de eso, de los problemas fundamentales del ser humano a través de todas las épocas. Y por eso surge esta sección, para que todas las personas podamos conectar a través de los libros.

Tenemos muchas ganas de empezar este proyecto y de compartir con todos vosotros las obras literarias que nos han ido marcando en nuestra vida.

Berta Coll y Marta Morcillo.

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Silvia Tévar – Una gota de agua más

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ESCUCHA Y AMA

Todavía recuerdo el olor del salón, aquella mezcla de antigüedad, limpieza y tranquilidad que me saludaba cada vez que llegaba. Hace ya nueve meses desde que tuve la oportunidad de ir, durante dos semanas, al convento de Santa Mónica. Hace ya nueve meses que, acompañando y sirviendo a los ancianos que allí residen, descubrí la importancia del escuchar y el acompañar.

Cada tarde, las monjitas del convento me recibían con una sonrisa nueva, con un brillo en la mirada que removía mi corazón. El primer día estaba un tanto nerviosa: había llamado esa misma mañana preguntando en qué podía ayudar y me habían respondido que necesitaban a gente para dar de cenar a los mayores y hablar un poco con ellos. “Nada complicado”, me dijeron. Sin embargo, recorriendo aquellos pasillos de piedra fría, caminando por primera vez hacia la salita de estar, una pejiguera inquietud bailaba en mi interior: ¿me verían con buenos ojos? ¿Y cómo empezar a hablar con ellos? ¿Me aceptarían?

Apenas hicieron falta unos segundos para que mis dudas iniciales se disiparan: tan pronto como entré en la estancia, un hombre que más tarde se presentaría como Luis me sonrió con sorpresa y curiosidad. Su mirada, una maraña de cariño, paciencia y energía. “¡Caramba!” Fue lo primero que dijo. Y así, a partir de aquel instante, comencé un camino que todavía hoy trato de explorar: el de aprender a escuchar, a acoger con asombro y respeto las historias de aquellas personas que, cada tarde, antes de cenar, me contaban un poquito más de sus vidas, de sus anhelos, de las pequeñas actividades diarias que podían llevar a cabo día a día. Me di cuenta de que la vida se vive y se ama en los pequeños gestos diarios; de que, a veces, lo importante es simplemente estar ahí. Con ellos exploré esa Valencia que tan solo conocía a través de los libros de historia. De su mano descubrí qué significa trabajar en el campo, día tras día, con infinita paciencia y tesón; aguantar las heridas del esfuerzo para darles un futuro a las personas amadas. Conocí qué se siente cuando algunos días las fuerzas son escasas, cuando la debilidad impide incluso jugar a las cartas. Gracias a Pedro, Carlos, Luis y Alfonso comprendí qué significa querer a un hijo a pesar de sus idas y venidas; la importancia del perdón, de la gratitud y la responsabilidad de la paternidad.

Por otro lado, dándole la papilla a Amadeo, un anciano de la segunda planta, comprobé qué esencial es la fuerza de voluntad. Para mi compañero, cada cucharada era una lucha por hacer que aquella pasta descendiera por su garganta. Sin embargo, él allí estaba, sorbiendo y resistiendo, pidiendo más con la cabeza. Las monjitas y voluntarios del convento también fueron una clara muestra de ello: su pasión, dedicación y entrega atraparon mi corazón. Fregando, organizando, limpiando, moviendo a los mayores, curando a los enfermos, acostándolos… Nunca perdían ese brillo en la mirada, ese cuidado, ese cariño por todo lo que hacían.

Y es que, en esas dos semanas aprendí cómo el amor es el motor del ser humano, la fuente que se parte y se reparte. El amor, el sentido de la vida.

Silvia Tévar

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Jaime Redondo – ELUs por el Mundo

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Es una noche de invierno en las Highlands. En el horizonte asoma el océano entre enormes montañas. A mis pies, un lago cristalino refleja la luna llena en un cielo escocés sorprendentemente despejado. En mi mano un palo afilado a punta de navaja sostiene una salchicha precocinada que se calienta en un dulce fuego que sabe a verano y a verbena. Y a mi lado, en los rostros de Danny, Mascha e Iván, me siento europeo, me siento amigo, pero sobre todo, me siento humano.

No puedo sino maravillarme por todas las formas en las que este año de siete meses me ha transformado. Por eso, siempre que pienso en ello siento la necesidad de recalcar un agradecimiento y decir que he tenido la tremenda suerte de vivir desde septiembre en la ciudad de Mánchester, en un Erasmus que ha sido más fructífero que lo que pudiera haber imaginado.

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Tras tres años de Matemáticas y Física en Madrid, la rutina cada vez se acercaba más al tedio. Yo era incapaz de conformarme con eso, la Universidad tenía que suponer algo más, así que en un alarde de rebeldía, que no en vano dijo Marañón que es la virtud fundamental de la juventud, decidí dar la vuelta a mi propia vida, a los propios planes que yo había tejido en busca de aquello que añoraba aun antes de saber lo que era.

Me recibió una ciudad que me enamoró antes de la primera noche. Aunque en términos demográficos es grande, el centro de Mánchester es pequeño, al menos, en comparación con Madrid. Y mi residencia, la que sería mi hogar, no podía estar mejor situada. De verdad. Un día, teniendo clase a las 9, me desperté a las 8:55 y aun así llegué puntual. Para mí, acostumbrado a pasar más de dos horas diarias en los subsuelos de Madrid, eso abría un mundo de posibilidades que no pensaba dejar de aprovechar.

Pero vayamos por partes y no adelantemos acontecimientos. Estamos en septiembre y las posibilidades para un recién llegado a Mánchester eran infinitas. Había llegado allí solo, pero la propia Universidad, acostumbrada a recibir varios miles de nuevos estudiantes de todas las partes del mundo cada año, había previsto esa circunstancia. Así que por delante tenía dos semanas de la llamada “Freshers Week”. Valga pues decir brevemente que disfruté como nunca esos días, que pude conocer a cientos de personas, muchas más de los nombres que puedo recordar, y que después de eso, nunca más me sentí solo.

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Pero llegó el primer día de clase y había que ponerse las pilas. He olvidado decir por qué elegí Mánchester en particular. Pues bien, con dos premios Nobel en el cuerpo docente y una gran inversión es sin lugar a dudas la mejor Universidad para estudiar Física de Europa (sí, incluso por delante de Oxbridge), y una de las mejores del mundo. Y esto se hizo patente: una facultad repleta de recursos, unos profesores realmente preocupados de que su enseñanza sea lo mejor posible, siete plantas de laboratorios e investigación de alto nivel, y prácticamente todas las semanas sándwiches y café gratis para los estudiantes. ¿Qué más se puede pedir?

Es cierto que el sistema británico difiere mucho del español. La mayoría de los profesores se conforman con ser “Lecturers”, es decir, llegan al aula, imparten su lección y la abandonan, sin mayor preocupación por el alumno. No obstante, la organización de las materias es algo que como alumno se agradece mucho. Todas las lecciones estaban planeadas desde el primer día, todos los apuntes, hojas de problemas y soluciones eran recursos accesibles, y si aún querías más, todas las clases eran grabadas y publicadas para poder verlas todas las veces que hicieran falta. Allí han sabido integrar la tecnología en la educación universitaria de una forma extraordinariamente eficaz, y esto, por ejemplo, ha resultado en que su adaptación a los tiempos de pandemia haya sido ejemplar.

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Pero hay un último elemento que es la guinda del pastel que ya es la propia Universidad. Un profesor mío decía que todo lo se ha inventado en Inglaterra, en realidad se inventó en Mánchester, y lleva buena parte de razón: pude dar clase en el edificio donde Rutherford descubrió el átomo, la facultad de Matemáticas llevaba el nombre de Alan Turing y su orgullo por bandera, y cada edificio, incluso muchas aulas, llevaban nombres de grandes profesores, ingenieros, empresarios de tiempos de la Revolución Industrial, sociólogos o filósofos que pasaron por Mánchester y dejaron su huella.

Suficiente en cuanto a la parte académica, y es que no solo de pan vive el hombre, ni de ecuaciones un servidor. Viviendo tan cerca de la Universidad se me ofrecía la posibilidad de participar en un montón de asociaciones y sociedades, y así lo hice. Los que me conocen ya saben de mi pasión por el teatro, y era algo a lo que no estaba dispuesto a renunciar. Encontré mi hogar y una bonita familia en algo que me sumergió de lleno en la cultura inglesa: la pantomima.

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Preparamos durante todo el semestre de invierno una pantomima de Blanca Nieves, ensayamos divertidísimos monólogos, desternillantes bailes y horrorosas canciones con las que llenamos un auditorio dos noches consecutivas y recaudamos más de 1000 libras para la Sociedad por la Esclerosis Múltiple. Entre ensayo y ensayo, yo aprendía los chistes que solo a un británico le podían hacer reír, y es que… ¡era el único no inglés allí! Eso es lo que se llama inmersión cultural. Y es que interpretar en un idioma que no es el tuyo es notablemente complicado, pero tuve la suerte de encontrar en Alyx y Will unos directores maravillosos. Bueno, quizá no tanto. Minutos antes del estreno me dijeron que en un monólogo pronunciaba mal una palabra, pero no me lo habían dicho antes porque les hacía gracia como lo decía. Ingleses…

Además del teatro y de la natación, que se puede decir que eran continuación de cosas que ya formaban parte de mi vida, decidí incorporar elementos nuevos. El primero de ellos fue la magia: en una pequeña asociación recién nacida nos juntábamos unos cuantos estudiantes para aprender trucos nuevos juntos. Y aunque no aprendí mucho, me lo pasé muy bien, e incluso llegué a actuar delante de una audiencia en el sótano de un bar sórdido de las afueras de Mánchester. Creo que esto último lo debería poner en el currículum.

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La segunda de las novedades en mi vida fue el cine. Aunque se vio frustrado por la cuarentena y no pude terminar todos los proyectos en los que quería participar, sí hubo tiempo para rodar un pequeño corto hitchcockiano. Pero la tercera novedad y la más valiosa fue el baile. Los martes: clases de Forró, que es un baile del noreste de Brasil súper relajante. Los miércoles: clases de Tango. Los viernes: clases de Bachata. Y ocasionalmente alguna clase de Swing o de Charleston. No me siento orgulloso de haber aprendido tango argentino de manos de un inglés, pero sí extremadamente feliz de haber encontrado en mi profesor, Joe, así como en mis compañeros Diana, Cerys, Alex, Ollie, Bola, Su, Gustavo, Letizia y muchos otros una pequeña familia donde disfrutar del baile, ser consciente de mi propio cuerpo y alejar por unas horas toda preocupación de mi cabeza. Recuerdo con especial cariño un día que pasamos en el piso de Joe, cocinando pizzas, tomando cócteles y bailando desde la una del mediodía hasta la una de la madrugada. Eso también es familia y eso también es felicidad.

Hay un último elemento sin el cual mi Erasmus no hubiera sido igual. Como si de los protagonistas de Cómo conocí a vuestra madre se tratara, encontramos también en el Grove nuestro propio bar. Allí, donde pasé fácilmente más de la mitad de las noches era tremendamente feliz. Bien fuera echando un Fifa con Jose, jugando al billar con mis gallegas favoritas, cantando operetas con Alessio o simplemente disfrutando de la buena compañía de Miguel, Iván, Mar, Silvia, Pedro, Alicia, Isa y el resto de mi querido grupo de españoles que no puede faltar en ningún Erasmus, las horas pasadas en el Grove son algunas de las más felices de mi vida.

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Cada una de estas cosas ha ido calando en mí de una forma distinta, asentándose en mi forma de ser. No sólo he aprendido a gestionar el estar solo, que no es lo mismo que la soledad, sino que me he encontrado a mí mismo: encima de un escenario, o bailando, o sentado en un sillón con una pinta en la mano. No hay que olvidar pequeños viajes a Escocia, Liverpool, York, Londres o Sicilia que también son parte de esta experiencia. Al final, todo se trata de lo mismo: viajar hacia fuera y hacia dentro a la vez. En el viaje uno se puede encontrar consigo mismo, y eso ya lo dijo Machado cuando escribió caminante no hay camino/se hace camino al andar.

Y repentinamente mi Erasmus tuvo que acabar, pero esto solo quiere decir que una nueva etapa espera. Como dice Bilbo al final de El Señor de los Anillos, “creo que estoy listo para una nueva aventura”. Pues bien, ahora llevo en mi saco muchos nuevos aprendizajes. Desde cómo hacer una tortilla de patata (con cebolla, por supuesto), hasta monólogos shakesperianos pasando por bailes nuevos, ideas nuevas y sobre todo, amigos y compañeros de viaje nuevos. Gracias a todos ellos, puedo decir que mi objetivo de Erasmus se ha cumplido, que la Universidad ha sido algo más, y que hoy soy algo más de lo que era en septiembre. Soy más maduro, soy más feliz, soy más humano.

Y tú, ¿a qué esperas para irte de Erasmus?

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Gloria Rodríguez – Una gota de agua más

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¡Hola familia! Soy Gloria y os quería hablar sobre UN INICIO, un proyecto de catering social que en la situación que estamos viviendo ahora, ha comenzado a ayudar a las familias más necesitadas.

UN INICIO es una entidad que conozco bien porque surgió impulsada por mi madre, mi hermana y otros amigos. Se dedican a acompañar, formar, educar y emplear a jóvenes pertenecientes a ciertos colectivos en desigualdad de condiciones a través de la gastronomía. Sin embargo, dada la situación, como muchas otras empresas, se han visto obligados a reinventarse. Entre otras cosas, han decidido acompañar a las familias vulnerables que sufren los efectos de esta crisis, preparando cajas de alimentos y llevándolas a sus casas. Comenzaron este proyecto gracias a las donaciones de terceros y han llegado a ayudar a más de 6000 personas. Debido a la cercanía con estas familias, han visto que hay muchas que están pasando por situaciones complicadas, y este número no hace sino crecer. Es por esto que, gracias a los voluntarios que se están ofreciendo, se está pudiendo ayudar a casi 1000 familias a las que se visita de forma recurrente con la intención de acompañarles y ofrecerles cajas solidarias.

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A lo largo de la cuarentena, mi madre y mi hermana llegaban a casa todos los días impactadas por la situación tan difícil que se está viviendo. Ellas nos contaban con detalle lo que iban haciendo, lo que iban viendo, la gente con la que se han ido encontrando, y cuanto más nos contaban, más ganas nos entraban de ir a echar una mano. Sin embargo, dada mi situación en la universidad, veía que lo que se me ponía ahora delante era asistir a mis clases y enfrentarme con el estudio. Y esto ha sido difícil, porque no entendía por qué me encontraba un sábado por la tarde estudiando mientras toda mi familia estaba repartiendo cajas de alimentos.

Mi tía, a la que le pasa algo parecido, porque está también trabajando y se muere de ganas de ayudar, me decía que para ella fue clave recordar la frase de Santa Teresa de Calcuta “No es tanto qué hagas, sino en qué pongas el corazón”. Y es verdad, porque igual que marca la diferencia la ayuda que están dando desde UN INICIO, marca la diferencia cómo me ponga yo delante del estudio, por qué estudio. Pero como soy un poco cabezota, aun así insistí en que si podía hacer algo para ayudar desde casa, que contaran conmigo. Y así fue, me propusieron llamar a las familias para ver cómo ayudar, a quienes llevar la caja y qué necesidades había. Y eso he estado haciendo en estas últimas semanas. Ha sido algo realmente impactante. Al final estamos encerrados en casa, sin saber bien qué sucede fuera, y de repente te chocas con una realidad que, aunque supieras que está, yo al menos no era del todo consciente. Durante la cuarentena, en mi cuarto, me era muy fácil caer en mis problemas y mis quejas, y sin embargo estas llamadas me han hecho mirar esta situación con una perspectiva más amplia.

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Me ha sorprendido también darme cuenta de que estas familias sí, necesitan ayudas y alimentos, pero más que eso necesitan estar acompañados. Me ha pasado ya con varias personas que me cuentan que están solas y se echan a llorar, agradeciendo infinitamente el poder hablar con alguien.

A raíz de esto, he empezado a llamar a algunas personas que están solas simplemente para hablar. El pasado viernes llamé a Verónica, que anteriormente me contaba que estaba sola y pasándolo muy mal, y cuando colgué no daba crédito a lo que acababa de pasar. Yo la llamaba con la intención de charlar un rato, de acompañarla un poco, y cuando colgué, esta mujer me había dado mil vueltas. Verónica me contaba que durante este tiempo había empezado a leer libros de la carrera que dejó en el pasado, simplemente por amor al arte, por enriquecerse, y me decía “Si es que yo soy muy curiosa, a mí me gusta leer de todo, y ahora que tengo más tiempo, no pierdo oportunidad. Algunos compañeros me dicen que por qué leo eso si no me va a servir para el trabajo, sin embargo yo creo que esto es una riqueza que no tiene precio.” Y yo me veía estudiando con pereza, y sin ilusión, y de repente Verónica me recuerda que no es tanto para qué estudies, sino porqué, qué tiene de atractivo ahora aquello que he decidido estudiar.

También me contaba la situación de falta de compañía que estaba viviendo, no solo a nivel físico sino que veía cómo muchos de sus amigos le habían dado la espalda en esta situación, que se sentía sola. Y esto me hacía ver lo afortunada que soy, que tantas veces, y en estos días, miro más lo que me falta, lo que me gustaría que sucediera, y no lo que ya hay, empezando por tener una familia. Verónica me había ayudado mucho más que yo a ella, y como dice un amigo, vi cómo efectivamente la vida está para darla, ya sea repartiendo cajas de alimentos, estudiando o con una simple llamada.

Por último, quería hacer un llamamiento para animaros a colaborar como voluntarios. Desde UN INICIO cada vez reparten a más familias y necesitan ayuda para ello, por eso os animo a, si tenéis un hueco y ganas, apuntaros y echarnos una mano. Podéis repartir cajas de alimentos con vuestro padre, vuestra hermana, o algún amigo; o venir a ayudarnos a montarlas. ¡Gracias familia!

Uninicio

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ELU#talks en YouTube

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En cuarentena es fácil perder la noción del tiempo. Todos los días saben igual. Caemos en la monotonía y, de no ser por nuestra agenda llena de cosas por tachar, no sabríamos si es lunes o miércoles. Pero los sábados son diferentes. Tienen un gustillo especial. No cuesta tanto levantarse de la cama porque sabemos que nos espera un rato en familia: las ELU talks.

Ya son ocho los nombres que hemos sumado a la lista. Ocho personas brillantes que han querido compartir con nosotros sus reflexiones y experiencias para darnos un poquito de luz en este túnel que cada vez está más cerca del final. Libertad, belleza, Dios, sufrimiento, amor. Los grandes interrogantes de la condición humana que nos permiten entender y entendernos.

Ocho charlas que nos han ayudado a redescubrir el gusanillo que sentimos en cada fin de semana que nos volvemos a juntar. Y a recordar lo bien que se está en familia.

Para que podáis ver de nuevo las ponencias que hemos tenido el lujo de escuchar, hemos decidido subirlas a Youtube. Aquí os dejamos el enlace. No están todas disponibles aún, pero poco a poco se irán subiendo.

Sois un verdadero regalo. Nos vemos este sábado, familia.

Un abrazo,