Visita al centro de Madrid de las Misioneras de la Caridad

17 NOV

Luis Muñoz García, 2º ELU

El pasado 31 de octubre Alejandro Aragón, Inés Calvo y yo, Luis Muñoz, estuvimos reviviendo viejos tiempos realizando un voluntariado en el centro de la Hermanas de la Caridad, ubicado en la zona de Puerta del Ángel.

Inés, Alejandro y yo ya habíamos tenido una experiencia de voluntariado con las Misioneras de la Caridad este verano en Tanzania, y ciertamente nos cambió la vida. Entonces, ya pasados dos meses de vida universitaria y con una especie de vacío en el corazón después de nuestro intenso verano, decidimos lanzarnos, movidos por esa vocación de servicio que tanto se trata en la ELU, a hacerles una visita a las “sisters” de Madrid. Después de que Inés diese más de una vuelta con el coche en busca del centro, por fin llegamos sobre las 9:45 AM y nos encontramos con un recibimiento que nos llenó de nostalgia, a la hermana Ángela vistiendo ese atuendo tan icónico que estilan las herederas del legado de Santa Teresa de Calcuta. Ya dentro de las instalaciones nos explicaron la dinámica del voluntariado, nosotros íbamos a ayudar con internos que tenían alguna discapacidad, física o psíquica, habían contraído el SIDA y la mayoría habían vivido en las calles o habían sido abandonados. Las tareas a realizar eran básicas, tender la ropa, barrer el patio, fregar platos, acostarlos en sus camas, darles de comer y demás tareas domésticas.

Más allá del aspecto material de la experiencia, lo realmente impresionante es el impacto humano, que, al igual que en Tanzania, fue mayor el que nos llevamos a nuestras casas que el que pudimos dejar allí, a pesar de haber puesto todo nuestro ser en cada minuto que pasamos en aquel intrigante, desgarrador e inspirador lugar. En contraste con el devenir que puede seguir la vida universitaria de un estudiante común, el valor que te aporta este tipo de experiencia es ciertamente rompedor; tomas conciencia de ti mismo, entregas todo corazón al otro, indagas en las contradicciones de la realidad, observas el poder de las relaciones humanas y, sumergido en un constante ejercicio de introspección, comienzas a analizar y tratar de depurar todo aquel rastro de superficialidad que puebla tu vida. Te aventuras en
un viaje hacia una existencia más genuina y reconoces que este viaje no debe hacerse solo, sino que solo llegarás a tu destino si aceptas tu responsabilidad con el prójimo a la par que te dejas cuidar por él. En definitiva, la mejor definición de algo que merece la pena.

Además, para finalizar, nuestra querida elu de segundo, Inés Calvo, también le ha puesto palabras a esta vivencia:

“Después de todo lo que hemos vivido este verano en Tanzania, era una visita más que obligatoria. Fue volver a pasar por el corazón todo lo que vivimos y todo lo que se nos dio. Y sin embargo, a pesar de que todo es diferente, aquí en pleno centro de nuestra ciudad, encontramos ese “remanso de paz” que tanto caracteriza a las “sisters”. La comunidad aquí también es muy pequeña, con una dinámica muy similar y su misión se centra en ayudar a refugiados, enfermos de sida y discapacitados. Reciben la ayuda de voluntarios que van cuando pueden, sin compromiso, y aún así la sensación de familiaridad es inmensa.

Es un verdadero hogar, en el que se juntan personas con historias de vida tan diferentes y a la vez es increíble ver que todos comparten esa sed de compartir, ayudar y servir.

¡Nos quedamos con ganas de más, así que repetiremos seguro con los que os animéis!”