¿Qué tal ha ido el mARTEs? ¡Esperamos que muy bien y, si no es así, esperamos poder ayudar a mejorarlo! Esta vez contamos con algo distinto: ¡arquitectura! Jaime Parra es estudiante de segundo del Grado de Arquitectura de la Universidad Francisco de Vitoria y también cursa segundo de la Escuela de Liderazgo Universitario. Ha decidido compartirnos un edificio con el que ha vivido una historia personal, el Palacio de Congresos y Auditorio de Plasencia.
Como él os lo va a explicar mucho mejor que nosotros, os dejamos con su texto:
«Selgas-Cano es un estudio asentado en Madrid formado por José Selgas y Lucía Cano, hija del reputado arquitecto Julio Cano Lasso. Su estilo se basa en sorprender y provocar o rotundo rechazo o admiración y entrega en todo aquel que entra a sus obras. Su forma de pensar está marcada por la esperanza en una arquitectura cada vez más dominada por la construcción y la producción en serie, lo cual la ahoga y limita.
Desde que era pequeño fui un defensor a ultranza de una arquitectura sobria, que, prácticamente, fuera lo mismo en blanco y negro que a color. Por ello, cuando vi por primera vez, en foto, el Palacio de Congresos de Plasencia pensé, sin ir más lejos, que era una innecesaria contaminación visual del terreno. Sin embargo, todo eso cambió el día que pude entrar en ella. En mi opinión, no se puede conocer la arquitectura del todo hasta que no has estado dentro de ella; y eso fue lo que hice ese día, conocer un ejemplo de arquitectura. Desde el mismo momento en que entras, te hace sentir algo. No sabría describir ese algo, pero sí sé que era una invitación a explorar el edificio. Las salas de esta obra, llenas de color y ninguna igual que la anterior, son el vivo ejemplo de lo que debe hacer la arquitectura, sorprender y hacerte sentir. Este sentir se ve reforzado por el vano detrás del escenario, iluminándolo con luz natural de día y, de noche, dejando que los que brillen sean los artistas. Selgas Cano demuestran que, aunque el blanco y negro sea la opción más segura, cuando te dan un proyecto te dan un lienzo en blanco y la potestad para pintarlo e inundarlo de vida… Y, ¿es deseable continuar con la arquitectura en serie, carente de sentimientos? ¿O deseamos, por el contrario, poder entrar a un edificio y poder salir siendo distinto? Yo lo tengo claro».