¿Sabéis qué día es hoy? Bueno, además de ser martes, y de ser 8 de noviembre, es el Día Mundial de la Radiología. Si os habéis hecho una radiografía alguna vez, ¡tenéis mucho que celebrar! El mundo del arte también estuvo de enhorabuena al descubrirse los rayos X: en 1897, dos años después de que Wilhelm Röntgen los detectara, se realizó la primera radiografía a una obra de arte. Actualmente, es un procedimiento muy común en museos de todo el mundo.
Prueba de su relevancia son dos casos que os presentamos hoy:
Las hilanderas, de Diego Velázquez. El hecho de que esta obra apareciese en un inventario en 1664 con unas medidas, y un siglo más tarde, con unas mayores, hizo sospechar a los historiadores del arte que se había realizado un añadido posterior. Esta hipótesis se pudo comprobar al realizar una radiografía al cuadro: la pintura original absorbe más los rayos X, lo que delimita bien el añadido (se cree que se pintó para poder exponer la obra en el nuevo Palacio Real). Gracias a estos límites exactos, el Museo del Prado pudo diseñar en 2021 un marco que devuelve el cuadro a sus dimensiones originales.
El Jardín de las Delicias, de El Bosco. Ya hablamos de esta inagotable obra en la tercera entrega de nuestra sección Favoritos, que os recomendamos. Pero no dijimos todo… Inspirado por el uso de rayos X, al holandés van Asperen de Boer se le ocurrió aplicar la radiación infrarroja a cuadros. El carboncillo utilizado por los artistas para dibujar absorbe más estos rayos que la pintura; por tanto, esta técnica (reflectografía infrarroja) permite ver el dibujo inicial y su proceso creativo. Como un fantasma, sobre el rostro de Dios Padre en la escena del Paraíso aparece un rostro con barba completamente distinto, revelándonos el cambio de idea de El Bosco.
¡Qué privilegio poder continuar nuestro proyecto! Hoy, nos sentimos afortunados de contar con las palabras de Rosa Leal, estudiante de primero de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid (y de tercer curso de la ELU). Verdaderamente, se ha sumergido en la obra que nos trae, deteniéndose en cada detalle y lo que significa para ella. Una reflexión genial sobre la mirada en el Arte:
«Clive Smith es un artista inglés nacido en 1967. Esta obra pertenece a la colección ‘Interiors’, la cual es iniciática en cuanto a la producción artística de Clive Smith, situándose en los años cercanos al 2000. La colección inmediatamente posterior se centra en la figura humana de nuevo; sin embargo, el resto de sus colecciones contienen estudios de aves, nidos y plantas. El carácter aséptico de las obras, la falta de interacción entre las figuras y la soledad que irradian sus composiciones caracterizan la colección.
En Interior el protagonista masculino se encuentra sedente, entre dos puertas aparentemente iguales, aunque incapaz de abrir ninguna de las dos. Sus manos se entrelazan sobre su regazo, ambos brazos quedan ocultos bajo la camiseta blanca que lleva puesta, por lo que las mangas esta?n vaci?as, dando una apariencia inicial de no tener brazos. Incluso podría recordar a una camisa de fuerza, aunque claramente no lo es. Este vestuario estándar, compuesto por una camiseta blanca y unos pantalones caquis, es utilizado a lo largo de numerosas obras pertenecientes a ‘Interiors’, despojando a las personas de rasgos distintivos entre ellas. La mirada se dirige hacia abajo, la expresión es neutra. Es difícil hablar de inexpresividad cuando la pesadumbre y el cansancio acompañan al rostro.
La incapacidad de decisión es clara. A pesar de haber dos caminos por los que discurrir, la figura decide quedarse en elcentro de esta ambivalencia, completamente incapaz de tomar una decisión. La libertad ilusoria ante la abundancia de posibilidades le abruma, conteniendo sus brazos en su camisa de fuerza particular, dejándole indefenso, despojado de vitalidad y de cualquier iniciativa. Se limita a reclinarse sobre ambas puertas, siendo consciente de que es uno más, que solamente es un hombre con una camiseta blanca y unos pantalones caquis, como muchos otros. Su identidad es desconocida, el espectador no sabe nada de él y, aun así?, es familiar su angustia, su silencio, su indiferencia. No pronuncia palabra porque no tiene a quién llamar, no hay ninguna ventana, únicamente dos paredes y dos puertas cerradas. Ni siquiera hay cerradura, sería absurdamente fácil abrir una de ellas, pero la opresión de la ambivalencia se lo impide.
Lo verdaderamente tétrico de Interior es la frontalidad, relacionada por los griegos con la otredad. El encuentro con el Otro cara a cara, donde realmente el espectador no descubre diferencias, sino similitudes con aquel que parece tan lejano. Clive Smith muestra un espejo donde dos personas, en un intento de mirarse, bajan unos ojos inundados por la culpa o la vergüenza».
¡Esperemos que estéis descansando en este martes festivo! Nosotros, desde luego, estamos agradecidos de contar con vuestra atención otra semana más. Esta vez, el generoso amigo que ha compartido obra y texto es Ignacio Cascón, estudiante de tercer año de Veterinaria en la Universidad Complutense de Madrid y también de tercero de la ELU. Su elección ha sido Brigitte Bardot, obra del artista oscense del siglo XX Antonio Saura, fundador de una escuela abstracta de posguerra muy prolífica. Su producción se caracteriza por el uso de una escala prácticamente monocromática, a partir de blancos, negros y grises. Sus formas son siempre cortantes, realizadas de un solo brochazo, pero a menudo no se abstraen completamente de su objeto.
¿Le habéis dado una oportunidad al arte abstracto? Ignacio reflexiona sobre ello:
«He elegido esta obra para compartir aquí porque siempre me hace pensar y no puedo decir cuándo la vi por primera vez. Recuerdo cuando con el colegio nos llevaban de excursión al Museo de Arte Abstracto Español, en las Casas Colgadas de Cuenca y nos la enseñaban.
Nos decían que la actriz retratada era una de las personas más guapas de su época, todo un mito del erotismo y la sensualidad. Y éramos muchos los que no lo podíamos entender. ¿Cómo iba a ser eso un retrato de una actriz guapa?
Con el tiempo, he ido dándome cuenta de lo que el autor propone, un juego posmoderno sobre teorizar el arte. ¿Por qué no le damos una oportunidad a Saura y al arte abstracto y nos replanteamos qué es la belleza o para qué está el arte? Párate a pensar cómo plasmarías tú la sensación que te despierta una persona».
Subimos esta publicación a nuestra cuenta de Instagram un miércoles, no un martes. ¿Nos hemos equivocado? Podríais pensar que sí, no os culparíamos… El caso es que la obra de hoy tiene mucho que decir sobre el error y la frustración.
Leonid Pasternak fue un pintor ruso que, como muchos otros jóvenes artistas europeos, experimentó una transición estilística desde la Academia, con sus formas bien delimitadas, a las manchas de colores del impresionismo. Su camino creativo, seguramente plagado de muchos dolores de cabeza, ha encontrado ecos en las reflexiones de nuestra compañera Marta Morcillo, con la que sin duda os sentiréis identificados:
«Puedo verme tan reflejada en ese cuadro. Es de noche, no te ha dado tiempo a hacer todas las cosas que querías hacer, le das un beso a tus padres de buenas noches tras una brevísima cena y te sientas en tu escritorio. Ese momento de decir: ¿en qué momento decidí yo todo esto? Cuando todo te sale mal o sientes que no puedes y te replanteas toda tu existencia y tus decisiones hasta el momento. Pero este cuadro no se llama la desesperanza o la frustración. Se llama la pasión de la creación. Porque muchas veces te preguntas qué estás haciendo, y aunque no tengas respuesta, sigues haciéndolo porque intuyes que hay algo bueno en ello. Algo más allá te dice que ese es el lugar donde tienes que estar. Y parece una contradicción, pero a mí me parece apasionante cómo podemos seguir diciendo que sí cuando todo lo de alrededor parece decirnos que no. Los pintores más famosos del mundo tiraron cuadros suyos porque no les parecían lo suficientemente buenos. Ellos no estaban seguros de que su obra fuese a ser “la obra”. Y estoy convencida de que más de una vez se quedaban sin pintura a mitad o tenían que entregar un cuadro al día siguiente y les estaba quedando mal. Pero existe esa pasión por la creación que todos llevamos dentro. Somos seres creativos y necesitamos transformar nuestro entorno para el bien de los demás. Por eso, aunque estés superado, y aun así al día siguiente sigues diciendo que sí (aunque sea tímidamente), enhorabuena, sientes pasión por la creación».
El año pasado, un grupo de elus nos embarcamos en este proyecto, que pretende ser un espacio de divulgación del arte donde favorecer el flujo natural de ideas entre personas que contemplan una misma obra.
En el núcleo de la propuesta se encuentra la publicación de una obra en Instagram (@martes_de_arte) todos los martes, que después se recoge en nuestro espacio del Módulo de Acompañamiento y, cada dos semanas, en esta Newsletter de la ELU.
Además, realizaremos otras actividades que tuvieron muy buena acogida el curso pasado, como visitas a museos. Una novedad es que este año incluiremos en mARTEs visitas al teatro, organizadas por el elu de tercero Ignacio Cascón.
¿Qué debo hacer para participar?
1. Disfruta del arte y escoge una obra (de artes plásticas: pintura, dibujo, escultura, arquitectura o fotografía) que te guste particularmente. Si te interesa contribuir pero aún no has escrito nada, puedes rellenar este formulario para estar en contacto: https://forms.office.com/r/tUZzPXDVUs.
2. Escribe un breve texto en el que nos cuentes por qué la has elegido, qué te transmite, la forma personal en la que la interpretas…
3. Si además te interesa, busca información que te permita elaborar un apunte histórico de la obra: una pequeñísima nota biográfica del autor, el movimiento artístico al que pertenece, el museo en el que se encuentra… Si esto te resulta más pesado, estaremos encantados de hacerlo por ti.
4. Finalmente, envíanos la obra y el texto, junto a tu nombre, apellidos y ocupación, a Instagram (@martes_de_arte / @davidroma12) o por correo (deartemartes@gmail.com).
¿Quién puede participar?
mARTEs está totalmente abierto: no solo los alumnos de la ELU pueden participar, sino que, si algún amigo o familiar tuyo está interesado, también recibiremos con gusto sus contribuciones a través de nuestro correo (deartemartes@gmail.com) y la cuenta de Instagram. Este criterio se suele aplicar también a las visitas a museos o teatros.
Verás que al final del cuestionario anterior te preguntamos si quieres ser parte del equipo. El año que viene nos renovaremos, ya que la mayoría de organizadores de mARTEs estamos en cuarto de la ELU. Es una oportunidad de convertir el proyecto en una tradición con continuidad en la Escuela, aprendiendo mucho sobre arte y gestión de actividades y, sobre todo, disfrutando juntos. Estaremos encantados de enseñarte cómo funcionamos… ¡solo tienes que hablar con nosotros! ¡Te necesitamos!
¿Qué tal empezáis el mes de mayo? Nosotros, con tantas ganas como siempre de compartir arte y palabras. El dibujo que contempláis se llama El Empíreo y es obra del ilustrador francés del siglo XIX Gustave Doré, que es recordado por otras ilustraciones del mismo libro al que pertenece ésta, La Divina Comedia, y, sobre todo, por su detallista edición de Don Quijote de La Mancha.
Tenemos el privilegio de acompañar el cuadro con un texto, divulgativo, delicado y personal a partes iguales, escrito por Íñigo Juaristi, estudiante de tercer curso de Medicina en la Universidad Autónoma de Madrid. Leedlo y contadnos: ¿de la mano de quién queréis “fascinaros al contemplar el universo”? ¿Con quién os gustaría compartir el arte?
«“Cuanto aparece en aquel cielo inmenso,/ que bien se ve, sus giros escrutando,/ un punto vi de resplandor intenso,/ y deslumbrado, me dejó suspenso./ […]/ Al mirar mi sorpresa, con dulzura/ me dijo así Beatriz: ‘De ese alto punto/ depende el cielo y toda la natura./ Mira el cerco, que más le está conjunto,/ y sabe, que si gira velozmente,/ es que el Amor se afoca en ese punto’” (Paraíso, canto XXVIII) son los versos que quedan plasmados en uno de los pocos grabados románticos de Gustave Doré que abandonan los aires lúgubres: Dante y Beatriz observando desde el Empíreo una visión mística de Dios tras abandonar el mundo material, cual pareja de caminantes sobre un mar de nubes.
Según la teología medieval, el orbe se compondría de nueve esferas rodeando la Tierra: ocho primeras de planetas y estrellas, y una última nombrada el Primer Móvil (o el Primo Amor). Las nueve estarían en un eterno giro sincronizado por una melodía universal tocada por Dios. Cada esfera imitaría en este movimiento a la que es más perfecta que ella (por la que está inmediatamente rodeada), es decir, por amor. Sin embargo, Dante y Beatriz, al estar en el Empíreo (trascendido el mundo material), no ven este cosmos, sino las nueve jerarquías angelicales en corros al son de esa armonía divina, los llamados coros celestiales impregnados por esa luz central, Dios. Algo así como una versión platónica del universo frente a sus ojos.
Es curioso, pero todas las veces que he leído la Divina comedia lo he hecho acompañado, al igual que Dante al recorrer los tres confines del mundo. Lo importante del pasaje citado no es tanto lo que ve el poeta, sino que su visión también la experimenta un otro, y es precisamente por eso por lo que la pueden reconocer ambos (Dios se manifiesta a través del amor en el cristianismo). Y es que solo se me ocurre una cosa mejor que fascinarse al contemplar el universo, y es hacerlo de la mano. Como me dijo una vez alguien querido: “ese lugar que es todos los lugares, porque lo es contigo”. Esa es la razón por la que Dante consigue redimirse de “la selva oscura” en la que se hallaba, la perspectiva que gana al tomar distancia de la existencia, la que le da Beatriz. Esa es, quizás, la única forma de poder contemplarse a uno mismo».
¡Último mARTEs de abril! Y seguro que también el primero de la fase de exámenes finales de muchos de vosotros. El cuadro de hoy, Autorretrato con la muerte tocando el violín, fue pintado por el pintor suizo Arnold Böcklin y se enmarca en una corriente a veces olvidada y difícil de definir: el simbolismo. Los artistas simbolistas buscaban representar el ideal de las cosas, lo que transmiten los grandes conceptos: la muerte, el amor, la pasión, la melancolía… En el siglo XX, muchos surrealistas se inspiraron en sus trabajos, ambientados en mundos extraños y misteriosos.
Contamos el placer de leer las palabras de Joaquín Delgado, estudiante de segundo curso de Física en la Universidad Autónoma de Madrid y segundo año de la Escuela de Liderazgo Universitario. Su contribución es un recordatorio al que agarrarse cuando estéis estresados por los estudios: ¡la vida es mucho más que eso: es arte!
«Llevaba mucho tiempo pensando en escribir algo que fuera capaz de unir la pintura y la música, y creo que esta, sin duda, es la obra perfecta.
¿No es curioso que la música aparezca representada a través de la muerte? La postura de Böcklin es realmente intrigante, como si mientras pintara hubiera tenido la necesidad de parar un momento para escuchar esa melodía que sale del violín. Qué pasada, ¿no? Da la sensación de que Böcklin trata de enfrentarse a la muerte a través del arte, inmortalizándolo. Como si quisiera decirnos que, a pesar de la fugacidad de la vida humana, el arte va a permanecer, tocando los corazones de todos aquellos que se abran a él. Qué os voy a contar… ¡Yo soy el primero que hoy en día se emociona con una sinfonía de Brahms o con una sonata de Beethoven! La idea del arte como concepto inmortal me incita a descubrirlo cada día más y más, me anima a exprimir los sentimientos y el mensaje que el autor ha querido plasmar en un lienzo o en un papel.
Además, también hace referencia a la fugacidad de la vida, ¿no? Está claro que Böcklin no pasa de puntillas, le ha metido un hat-trick a la muerte. Es como si le estuviera susurrando al oído que recuerde que en algún momento todo se acabará. Pero no lo dice sin más, ¡por supuesto que no! La propia muerte, a través de la música, le está recordando que el arte es un placer de esta corta vida. El arte es el medio más trascendental de expresar sentimientos y de contar una historia, capaz de llegar allí donde las palabras no son suficientes. Muchas veces cuando me preguntan: “Joaquín, ¿cómo estás?” casi me sale contestar: “Pues, ¡no lo sé! Pero escucha esta canción a ver si sientes lo mismo que yo”.
Este cuadro tiene tanta relevancia que incluso el segundo movimiento de la cuarta sinfonía de Mahler está inspirado en él (os animo a escucharla porque es una pasada). No me sorprende que me haga reflexionar tanto. Al fin y al cabo, ¿qué es el arte para nosotros? ¿Cómo nos mueve? ¿De qué forma está presente en nuestra vida? Böcklin no tiene dudas».
¡Volvemos después de Semana Santa! Y lo hacemos con un cuadro, La Vocación de San Mateo, que se enlaza de lleno con esta celebración. Los claroscuros tremendamente acentuados, que rodean a los personajes de la más absoluta oscuridad para dejar que la luz hable por ellos, llevan la firma indiscutible de Caravaggio (1571-1610), pintor italiano del Renacimiento.
Nos comparte la obra Natalia Pacheco, estudiante de 3º de Medicina en la Universidad Autónoma de Madrid y alumna de tercer año de la Escuela de Liderazgo Universitario. Os proponemos que, seáis creyentes o no, os sumerjáis por completo en sus bellas palabras y averigüéis qué significan para vosotros:
«Deivid es testigo de que llevo un tiempo queriendo escribir aquí, pero entre mis pobres conocimientos de arte y mi dificultad para tomar decisiones, no encontraba un cuadro que me convenciera. Por fin hoy os puedo compartir un poco de lo que pasa por mi corazón.
Este óleo sobre lienzo cuenta la historia de una llamada. Tanto la mano de Jesús como la luz que entra por la ventana señalan a Mateo. Alguien, por alguna razón, quiere que otro interrumpa su labor de recaudador de impuestos. Que lo deje todo y que le siga. ¡Cuántas veces una llamada interrumpe nuestra rutina sin permiso! Y es que uno no comienza a ser cristiano por decisión propia, sino por un encuentro. En mi experiencia, de repente aparece Alguien que me quiere con todos mis fallos y entonces me doy cuenta de que ya estoy salvada.
Este cuadro también habla de la libertad, pues muestra el momento en que Mateo tiene que tomar una decisión: seguir con lo que está haciendo (como uno de los personajes que sigue contando monedas) o responder a la llamada. ¡Cuántas decisiones vitales tenemos que tomar a lo largo del día! Y es que solo somos libres cuando encontramos un tú al que responder. Esto no solo se aplica a la Fe, pues en cada momento nos sentimos llamados por un Amor o una amistad que nos piden la entrega total.
Esta obra de arte narra la historia de un sí, porque finalmente Mateo decide dejarlo todo y seguir a Jesús. Este sí ha cambiado la historia. También nuestro sí es decisivo para cambiar el mundo y para que Él puede actuar. Y da vértigo, porque nos jugamos la vida en ello. Pero basta fiarse para descubrir que responder seriamente y ser fiel a la llamada, corresponde con un anhelo profundo, con eso que resuena dentro de nosotros. En definitiva: que colma de sentido e ilumina nuestra vida».
Sabíamos que todos ansiabais este momento. Y es que por fin, después de mil propuestas, planes fallidos e incompatibilidad de horarios, (casi) todos los ELUs de Barcelona (y alrededores) hicimos un hueco en nuestra apretada agenda para recibir, el pasado 29 de marzo, a nuestra queridísima mentora María Longás.
Nos reunimos a eso de las siete de la tarde en el CaixaForum, un edificio de estilo modernista reconvertido en centro cultural a los pies de la montaña de Montjuïc, y que desde hace años alberga una gran variedad de exposiciones y actividades educativas dirigidas a todos los públicos.
En esta ocasión, la exposición elegida fue La Máquina Magritte, trasladada desde el Museo Nacional Thyssen, y que recoge la vida y obra del artista belga René Magritte. En 1950, el artista, junto con otros amigos surrealistas, escribió La Manufacture de Poésie, un catálogo de productos imaginarios cuyo objetivo era automatizar el pensamiento y la creación. Entre dichos artefactos se encontraba una “máquina universal para hacer cuadros con un manejo muy simple, al alcance de todos, para componer un número prácticamente ilimitado de cuadros pensantes”.
Pese a que a priori la exposición nos causó a todos, cuanto menos, confusión, poco a poco fuimos abriendo nuestras mentes y nos dejamos deslumbrar por la obra de Magritte que, si bien puede parecer enrevesada, encontramos mucho más enriquecedor abordarla desde ningún ángulo en concreto más que el de dejarse asombrar por el misterio de sus cuadros. Compartiendo nuestras diversas reflexiones e interpretaciones, fuimos capaces de arrojar un poco de luz y, como mencionó nuestra compañera Belén Gundín en la última publicación de Martes (que casualmente corresponde a El principio del placer, una de las obras más importantes de la colección), iluminar el sendero, oculto para nosotros hasta ahora.
Tras contemplar y reflexionar sobre los cuadros más emblemáticos, como Figura y fondo, Rostro y máscara, La firma en blanco, Megalomanía, El hijo del hombre o El arte de la conversación, el equipo, con un gran apetito, cenamos en la cúpula de Las Arenas, una antigua plaza de toros, ahora centro comercial. Entre croquetas, bravas, tortilla y calamares, los ELUs barceloneses compartimos las inquietudes que la exposición nos había suscitado, además de futuros proyectos y debates sobre cuestiones tanto triviales como trascendentales.
A decir verdad, la velada no podría haber ido mejor, y todos esperamos con muchas ganas que más pronto que tarde se vuelva a repetir. Y por supuesto, si alguien se anima a visitar tanto la exposición como a sus compañeros barceloneses, que sepa que le recibiremos con los brazos abiertos.
Hoy os presentamos, de la mano de Rocío Franco, esta obra barroca del pintor Juan de Valdés Leal. Dentro de la rica expresividad de la obra merece la pena prestar especial atención al título: In ictu oculi: en un abrir y cerrar de ojos, que nos recuerda el inminente paso del tiempo y es prueba del gran carácter moralizante del cuadro. Rocío Franco se ha graduado de Comunicación en la Universidad de Loyola y actualmente estudia Enfermería en la Universidad Alfonso X el Sabio. Sin más, os dejamos con sus palabras:
«Esta obra tenebrista del Barroco sevillano es para mí un recordatorio de la vanidad de la vida y de los placeres mundanos. La reflexión que hago de esta obra de Valdés Leal es que la muerte nos iguala a todos en cuanto a riqueza, sabiduría o belleza. Por ello, lo importante para mí es ser buena persona, ya que perdura a través del tiempo».
¿Qué tal ha ido el mARTEs? ¡Esperamos que muy bien y, si no es así, esperamos poder ayudar a mejorarlo! Esta vez contamos con algo distinto: ¡arquitectura! Jaime Parra es estudiante de segundo del Grado de Arquitectura de la Universidad Francisco de Vitoria y también cursa segundo de la Escuela de Liderazgo Universitario. Ha decidido compartirnos un edificio con el que ha vivido una historia personal, el Palacio de Congresos y Auditorio de Plasencia.
Como él os lo va a explicar mucho mejor que nosotros, os dejamos con su texto:
«Selgas-Cano es un estudio asentado en Madrid formado por José Selgas y Lucía Cano, hija del reputado arquitecto Julio Cano Lasso. Su estilo se basa en sorprender y provocar o rotundo rechazo o admiración y entrega en todo aquel que entra a sus obras. Su forma de pensar está marcada por la esperanza en una arquitectura cada vez más dominada por la construcción y la producción en serie, lo cual la ahoga y limita.
Desde que era pequeño fui un defensor a ultranza de una arquitectura sobria, que, prácticamente, fuera lo mismo en blanco y negro que a color. Por ello, cuando vi por primera vez, en foto, el Palacio de Congresos de Plasencia pensé, sin ir más lejos, que era una innecesaria contaminación visual del terreno. Sin embargo, todo eso cambió el día que pude entrar en ella. En mi opinión, no se puede conocer la arquitectura del todo hasta que no has estado dentro de ella; y eso fue lo que hice ese día, conocer un ejemplo de arquitectura. Desde el mismo momento en que entras, te hace sentir algo. No sabría describir ese algo, pero sí sé que era una invitación a explorar el edificio. Las salas de esta obra, llenas de color y ninguna igual que la anterior, son el vivo ejemplo de lo que debe hacer la arquitectura, sorprender y hacerte sentir. Este sentir se ve reforzado por el vano detrás del escenario, iluminándolo con luz natural de día y, de noche, dejando que los que brillen sean los artistas. Selgas Cano demuestran que, aunque el blanco y negro sea la opción más segura, cuando te dan un proyecto te dan un lienzo en blanco y la potestad para pintarlo e inundarlo de vida… Y, ¿es deseable continuar con la arquitectura en serie, carente de sentimientos? ¿O deseamos, por el contrario, poder entrar a un edificio y poder salir siendo distinto? Yo lo tengo claro».
El pasado jueves 3 de marzo, un grupo de ELUs de Valencia visitamos la Fundación Bancaja, en el centro de la ciudad, para ver las cuatro exposiciones que estaban abiertas al público. La actividad fue organizada por el grupo de mARTEs y por la delegación de Valencia: ¡la segunda visita a un museo por parte de mARTEs, y la primera quedada del año en la ciudad del Turia!
Vimos las exposiciones de “Pinazo, Sorolla y Mongrell: pintura en torno a 1900”, “Jorge Oteiza y Eduardo Chillida. Diálogo en los años 50 y 60” y “Sanleón. Retrospectiva 1990 – 2021” únicamente, ya que entre cuadros y esculturas la hora de cerrar se nos echó encima.
La primera, a pesar de que era la más corta, fue una inmersión instantánea en la época y en los momentos que capturaban cada cuadro. Las personas retratadas, vestidas con trajes que recuerdan a los que se pasearán estos días de Fallas por las calles de los pueblos y ciudades de la Comunitat, mostraban una perfección de pinceladas, de colores, de juegos de luces y sombras, de estos tres maestros valencianos. En palabras de María Castillo, de 2º de la ELU, sobre tres pequeños óleos de Sorolla que había en la exposición: “Considero que la magia que presentan estos cuadros reside en que, a pesar de sus dimensiones, pueden transportarte a ese día de playa un poco ventoso pero ideal para compartir con aquellos que quieres”.
De Oteiza y Chillida, dos figuras con renombre internacional en el mundo de la escultura, me impresionaron las formas y movimientos mínimos que utilizaban para representar las facciones humanas, y también los juegos con el vacío en las esculturas abstractas, el diálogo entre el espacio exterior e interior de estas.
La última exposición que visitamos, ya acelerados por la hora de cierre, no la pudimos saborear como tocaba, pero aún con poco tiempo impactaron sus obras abstractas, los laberintos, las composiciones y los colores que utiliza.
Después de la visita nos sentamos a comentar impresiones en una terraza y aún se alargó más hasta la noche.
Si queréis seguir al tanto de las actividades y publicaciones que estamos preparando desde mARTEs, estad atentos a la Newsletter, nuestra sección del Módulo de Acompañamiento y nuestra cuenta de Instagram, @martes_de_arte. Y si queréis participar, estáis todos invitados: con elegir una obra de arte que os llame u os marque y un pequeño texto que la acompañe es suficiente.
Es el último mARTEs de febrero… ¡Cómo pasa el tiempo! No podemos detenerlo, pero sí ofreceros un descanso mediante la apreciación de esta obra, La Visitación, que fue pintada por el artista italiano del Renacimiento Mariotto Albertinelli. Albertinelli alcanzó un grado notable de fama en su época, pero siempre se vio presionado por las deudas; esto le obligó a regentar una taberna como trabajo adicional. Luisa Urquía, estudiante de Medicina , nos comparte su historia personal con el cuadro y lo que supone para su fe.
«La Visitación de Mariotto Albertinelli me emociona. Mi corazón se colma como se colmó la primera vez que lo vio. Estaba con mi madre, mi hermana y mi amiga Ana en la galería de los Uffizi y deseaba profundamente ver este cuadro, comprobar si la luz de las telas (que se aprecia en las fotos) era la realidad. Tenía que verlo.
Estábamos cansadas, llevábamos 4 horas en la galería cuando me dijeron que esa obra no estaba. Me entristeció. En realidad, no podía quejarme: “La Virgen con El Niño y los dos Ángeles” de Fra Filippo Lippi me había enamorado y “Lamentación sobre Cristo muerto” de Giovanni Bellini había llenado mi corazón de Fe y esperanza. Pero tenía que ver este cuadro. Tenía.
Bajamos a la planta de abajo y oí mi nombre, me giré, y Ana me decía con los ojos iluminados “ven”. Entré en la sala y ahí, tras la esquina, se encontraba La Visitación de Albertinelli. Me recibieron unas telas cuyo movimiento se percibía en la sala; una luz que se reflejaba e iluminaba el rostro de los que lo contemplábamos. O a lo mejor nos iluminaba la emoción de creernos dichosas por ver aquella obra de arte.
Para mí, la Virgen María e Isabel, además de ser primas, eran amigas. Dios se sirvió de ese vínculo tan increíble que es la amistad para llevar la alegría de Su Noticia a Isabel: el niño saltó de gozo en mi seno (Lucas 1:44).
Es imposible mirar este cuadro y no fijarse en esas manos y esa mirada. Unas manos que se sujetan, se sostienen. María e Isabel, primas y amigas, se sostienen. Me pregunto qué debían de sentir ellas. En medio de la incertidumbre, Dios las llena del Espíritu Santo. Y colmadas de alegría, eligen compartir su Fe.
La mirada. No puedo describirla. Solo puedo contemplarla una y otra vez. No la puedo entender. Y, sin embargo, se oye a Isabel: Dichosa tú por haber creído… (Lucas 1:45) Una mezcla de agradecimiento, admiración, entendimiento… ¿Acaso tanto puede comunicar una mirada?
Isabel mira a María, sonríe. María se lleva la mano al corazón. Se abrazan, se sostienen, se entienden. Y yo me pierdo en su sonrisa, sus manos y su mirada».
¡Feliz mARTEs! Hoy os traemos las palabras de Iván Gundín, graduado en Veterinaria y estudiante de Odontología en la Universidad Alfonso X el Sabio. Iván reflexiona acerca de esta sugerente escultura, que actualmente se encuentra en la capilla de Sansevero (Nápoles):
«La maestría técnica y estética que emana esta obra es lo que en primera instancia hace que mis ojos se posen sobre los pliegues de mármol. En su velo la piedra adquiere la densidad de la pluma, su transparencia nos permite ver una imagen femenina, pero bajo el tejido quedan recluidos los sentimientos que ella profesa. El espectador solo puede intuir, pero nunca ver.
Bajo mi punto de vista esta obra labrada cuatro siglos atrás adquiere hoy en día más significado que nunca, sacamos conjeturas viendo gasas de roca, privados de conocer lo que se esconde bajo la superficie».
¡Seguimos descubriendo más arte en este corto (pero intenso) mes de febrero! Hoy contamos con las bellas palabras de Paloma Gutiérrez, médico apasionada por la pintura y la poesía. Conoció mARTEs a través de una amistad común en el grupo de poesía que inició un antiguo profesor de su facultad, con el objetivo de aportarles una formación humanística adicional. Así, Paloma dice: «me refugio mucho y me reencuentro conmigo y con los demás a través del arte; es lo más valioso para mí del arte, que los hombres se muestran honestamente a través de él».
Agradecemos su colaboración a través de este comentario de Mar con cielo rojo, del pintor alemán Emil Nolde.
«Desde pequeña me he sentido atraída por el arte, sobre todo por la pintura. No sé si he contemplado cada obra con la curiosidad con la que escudriño el mundo a mi alrededor o si observo la vida como si fuese una sucesión de cuadros. He querido traer a mARTEs a Emil Nolde, con su Mar con cielo rojo. Nolde, supuso un descubrimiento personal durante el confinamiento. Se sitúa a este pintor, que toma apellido artístico de su ciudad natal, dentro del expresionismo alemán, habiendo formado parte del Die Brucke y la Neue Sezession.
Entender el arte es fascinante, pero resulta a mi parecer una entelequia. Podemos bucear en la bibliografía de artistas y modelos, podemos leer sobre los movimientos artísticos y cómo se concibieron, e igualmente, podemos investigar acerca del marco de cada obra, desentrañar esas historias y anécdotas que dan vida a cada pintura. Sin embargo, el significado final siempre lo completa el espectador. Con todo lo que hay detrás de un cuadro, me parece valiosísimo que lo fundamental sea aquello que transmite la obra, lo que nos hace sentir a cada uno. Dicho esto, las acuarelas de Nolde me conquistaron en el acto. No es fácil sentirse atraído por determinadas corrientes artísticas, exceptuando movimientos como el realismo, en los que admiramos directamente la destreza del pintor. Sin embargo, las acuarelas de Nolde, fueron mi puerta al expresionismo y me enseñaron a apreciar formas de arte muy distintas, pero igualmente apasionantes.
Invito a investigar sobre el expresionismo que bebe de los precedentes impresionistas. En él, el color es protagonista indiscutible. No importa transmitir una fiel fotografía de la realidad, sino expresar las emociones del artista. Así, en un momento de enfado el mar podrá incendiarse en magenta bajo el sol, o la piel de una modelo será verde y sus formas no seguirán proporción ninguna.
A pesar de que, según se ha descubierto recientemente, el artista fue simpatizante del partido Nazi, la censura artística del Régimen Nacionalsocialista incluyó 48 de los trabajos de Nolde en su exposición de “Arte degenerado”, una muestra del arte confiscable e inaceptable en el Tercer Reich. En palabras de Hitler: “Si alguien pinta la hierba azul y el cielo verde, debería ser castrado”. En este contexto, se prohibió la venta de las obras de Nolde y al pintor, se le ordenó dejar de pintar. Pero en palabras de Nolde, aún vigilado por la Gestapo: “Tenía que pintar”. Y hasta que se lo impidió una fractura a los 84 años, pintó. No usó óleo para no ser descubierto por el olor, en su lugar realizó 1032 acuarelas en pequeño formato, que fueron base para óleos posteriores de mayor tamaño».
¿Nos echabais de menos? Esperamos que estéis satisfechos con vuestro esfuerzo durante el periodo de exámenes y podáis al fin descansar (u os falte poco para hacerlo). Esta semana, Violeta Gallego, estudiante de Bioquímica en la Universidad Autónoma de Madrid, nos descubre Crepúsculo en la naturaleza salvaje, un paisaje de Frederic Edwin Church.
Esperamos que disfrutéis de sus palabras, cargadas de poesía, tanto como nosotros.
«Frederic Edwin Church (1826-1900) fue un pintor paisajista estadounidense, alumno de Thomas Cole, padre de la Escuela del río Hudson. Desde el principio, Church basó su creación en maravillas de la naturaleza, como las cataratas del Niagara, volcanes en erupción, los trópicos o icebergs. Siempre mantuvo un fuerte compromiso con las ciencias naturales, de ahí que una de sus mayores influencias fuera el naturalista alemán Alexander von Humboldt, aunque siempre se preocupó por incluir una dimensión espiritual en sus obras.
No me considero una persona versada en el arte, más bien al contrario, no tengo “el ojo” entrenado a su admiración ni una sensibilidad especial a la hora de enfrentarme a una obra. Sin embargo, tenía claro que cuando fuera mi turno de contribuir en mARTEs, quería que fuese con la imagen de un bosque. No estoy segura de la razón, creo que puede deberse a que siento cómo mi relación con la montaña, así como con la vida que allí habita, ha ido evolucionando con los años, marcada por el ritmo de mi madurez. Tal vez, los que hayan tenido la suerte de haber pasado tiempo en un pueblo en la sierra desde la infancia me comprendan en cierta forma.
Una vez llegado el momento de comentar una pintura, emprendí una búsqueda de un paisaje que consiguiera reflejar esa fascinación que siento por la naturaleza y que fuese capaz de transmitirla a aquel que lo contemplase. Entre obras de C. Monet, Van Gogh, J. Constable y otros muchos artistas, descubrí a Frederic Edwin Church. Desde el principio hubo algo en este cuadro que atrajo mi atención, pudo ser el inmaculado horizonte que acaricia las alejadas montañas, el cielo color carmesí que torna cobrizas las imperturbables aguas que parecen sostener el peso de cuanto alcanza la vista o el pequeño pájaro que, situado en las más altas de las ramas, presencia el dorado espectáculo propio del final del día. Todo ello representado de tal forma que un simple vistazo basta para sentir la armonía que reina en este paraje y despertar un deseo en el observador: el de poder, aunque sea una única vez, entrar en una comunión tan profunda con el mundo natural como la que establece este pintor.
Son este tipo de visiones las que más me conmueven, pues me hacen ser partícipe de la grandeza y complejidad de la vida que me rodea. No puedo sino sentirme afortunada de poder ser testigo de cómo toda esa exuberancia cobra sentido a los sensibles ojos del artista».
El pasado día 21 de diciembre (¡todavía era 2021!) un nutrido grupo formado por nueve ELUs de los cuatro cursos, una ELUMNI y ocho acompañantes que no se pudieron resistir a compartir nuestro plan visitamos la exposición temporal La máquina Magritte en el Museo Thyssen de Madrid. La idea fue organizada por nuestro grupo de mARTEs (con la contribución destacada de Luisa Urquijo) y ya estamos preparando nuevas actividades para este 2022, ¡así que estad atentos a la Newsletter, nuestra sección del Módulo de Acompañamiento y nuestra cuenta de Instagram, @martes_de_arte!
Antes de entrar al museo, hice de guía improvisado con una brevísima introducción a la figura del surrealista René Magritte y lo que podíamos esperar de la exposición, de forma que tuviéramos un hilo conductor al que agarrarnos. Seguro que muchos tenéis ganas de participar en un plan similar, pero os preocupa no saber nada de arte; pues bien, ¡no tenéis de qué preocuparos! No hace falta saber historia del arte para disfrutar y hablar de él y, además, siempre habrá alguien que se haya hecho una chuleta en casa y pueda daros unas pinceladas, nunca mejor dicho, de la vida y obra del artista.
La visita en sí fue bastante libre, pues la idea era que cada uno apreciara los cuadros a su ritmo, deteniéndose en aquellos que les transmitían más. Por ejemplo: a Íñigo le sorprendió la contradicción de una luz que esconde la verdad en lugar de revelarla, en la obra El principio del placer; a Claudia le gustó la puerta de La perspectiva amorosa, paradójicamente abierta y cerrada a la vez; mientras que Bea se maravilló con la perspectiva antinatural del caballo de La firma en blanco.
Fue muy enriquecedor compartir nuestras impresiones, ¡y luego la charla continuó en una terraza! Así que, ya sabéis, ¡estáis todos invitados a la próxima!
Otro mARTEs… ¡Y solo quedan dos para terminar 2021! Para la mayoría de estudiantes, estos días son más bien raros, ya sea porque comienzan a prepararse para sus exámenes o porque, de hecho, están ya haciéndolos. Precisamente este tema ha sido tratado por Jaime Acosta, nuestro comentarista de hoy, que estudia el doble grado de Derecho y ADE en la Universidad de Deusto. La obra que ha elegido es El estudiante (1874) de Francisco Oller, un pintor puertorriqueño.
¡Os dejamos con él!
«Francisco Oller nació en Puerto Rico en 1833, cuando todavía era una colonia, hijo de una familia de aristócratas españoles. Gran parte de sus estudios los hizo en Madrid y su profesor fue Federico de Madrazo, otro pintor que fue director del Museo del Prado y que tuvo mucha influencia en el estilo realista de Oller.
Yo no sabía estos detalles, porque en general no sé casi nada de arte, aunque sí que me gustan mucho los cuadros que todos hemos visto alguna vez, como Las meninas. En una clase de primer curso, un profesor tenía esta obra en una de sus diapositivas y me llamó mucho la atención, especialmente sus detalles, así que me lo guardé en el ordenador.
He seguido vuestra cuenta desde que la creasteis pero nunca me había planteado escribiros, porque leía esos comentarios espectaculares que os mandan y me intimidaba un montón. Pero el otro día volví a mirar este cuadro, cosa que hago cada cierto tiempo, y pensé que tenía que explicaros qué significa para mí, aunque no sea tan bonito.
Siempre que llegan mis finales me estreso bastante, porque siento que prácticamente solo tengo tiempo para dedicárselo al estudio y paso horas y horas en la habitación. Esta obra tan tonta se ha convertido para mí en un recordatorio de que muchos otros jóvenes de otras épocas pasaban por lo mismo que yo y que, si ellos pudieron, yo también puedo. Aunque la habitación no tiene nada que ver con la mía y las ropas parecen sacadas de Downton Abbey, yo me veo muy identificado (ese gesto de sueño del estudiante lo habré puesto mil veces). Especialmente me gusta la atmósfera de silencio y un detalle, el de la silla con una taza de café encima, porque para mí el café es mi salvador en estos momentos.
¡Mucho ánimo a todos los que estéis en mi situación, que podemos!»
De parte de mARTEs, también queremos desearos mucha suerte en vuestros exámenes y animaros a participar cuando estéis más aliviados. ¡Un abrazo!
Por lo visto no somos los únicos que encontramos paz en los puentes. ¿Quizás Monet también pinto este puente japonés en un 7 de diciembre? No lo sabemos; lo que sí sabemos es la serenidad que transmite este autor. ¡Disfrutad del puente!
¡Feliz mARTEs! Hoy contamos con la aportación de David Rodríguez, estudiante de Medicina en la Universidad Autónoma de Madrid y ELU de tercero, que nos descubre Niños en un rastrojo, obra del pintor manchego Antonio López Torres.
Os invitamos a leer las palabras de David, marcadas por la sensibilidad y la reflexión que despierta en él esta pieza:
«Antonio López Torres fue un pintor español nacido en Tomelloso, Ciudad Real en el 1902. No se debe confundir con su sobrino, el también pintor Antonio López García, que ha alcanzado una fama mucho mayor por sus pinturas hiperrealistas. El Antonio que nos interesa en esta ocasión es más misterioso y cultivó un peculiar estilo realista-impresionista con el que retrató su tierra, La Mancha.
Debo reconocer que descubrí a este artista por error, mientras buscaba cuadros de su sobrino. De inmediato, noté algo distinto en su pincel, un tacto que no aspiraba a recoger el detalle de forma fotográfica, sino a captar los matices emocionales del paisaje. Las formas y colores mezclándose en la lejanía y, a la vez, expresando con precisión aquello que representan. Y las figuras, por el contrario, más claras, como recortándose contra la nube polvorienta del fondo.
¿Qué parte de “mí” viene dada por el “dónde”? Me he hecho esta pregunta muchas veces, a menudo en conversaciones con mi madre, que es una excelente filósofa. Seguramente ella tiene razón, y es mucha la influencia del lugar donde nací y viví: ese punto en el que los Montes de Toledo se convierten en la llanura manchega. Mi relación con el pueblo se sustenta en el difícil equilibrio de llevarlo allá donde voy, como su máximo embajador, y tratar de no convertirme en una caricatura de sus costumbres.
Pero sí: David es en gran medida Los Yébenes. Y esto me queda aún más claro al presenciar esta obra. Porque los pantalones remendados de los niños son idénticos a los que mis abuelos llevan en sus fotos de la infancia. Porque los cardos que se alzan a su lado siguen intentando hoy, sin fruto, tocar el cielo. Porque conozco la sensación de andar sobre la tierra arada, como hundiéndose en unas humildes arenas movedizas. También porque las manchas ligeramente verdes de la izquierda son viñas, y entre viñas se conocieron mis padres. Porque veo el fondo, con la sutil silueta de la sierra, como desdibujada y ondulante por efecto del julio toledano, y veo mi hogar. Al final, si me preguntan de dónde soy, lo tengo claro: del calor de ese horizonte».
En este primer mARTEs, tenemos la suerte de contar con la participación de Martín Tami, que reside en Madrid y es profesor de la Escuela de Liderazgo Universitario de la UFV. Nos envía esta sensacional obra: Clotilde con traje gris, de Joaquín Sorolla. Este pintor valenciano, nacido en 1863, fue el iniciador y máximo exponente de toda una escuela pictórica: el luminismo, una forma de impresionismo que pone un acento especial en los efectos de la luz sobre los cuerpos. En muchos de sus cuadros representó la playa valenciana de la que se enamoró en su infancia y juventud.
Martín nos escribe lo que le suscita la obra:
«Esta pintura me transmite el amor y la ternura de la que fueron partícipes Joaquín y Clotilde durante sus vidas.
Hija del también pintor valenciano Antonio García Peris, Clotilde conoció a Joaquín porque éste trabajaba para su padre en el estudio de fotografía que aquel tenía en la ciudad. Clotilde y Joaquín se casaron en la Iglesia de San Martín Obispo y San Antonio Abad (para los valencianos, es la que está en la Calle San Vicente Mártir, 11) el 8 de septiembre de 1888. De inmediato viajaron a Asís, Italia, donde vivieron un año. Luego se radicaron en Madrid. Tuvieron tres hijos: Joaquín, Elena y María.
Mirando el cuadro, me llaman la atención fundamentalmente dos cosas: por un lado, el rostro de Clotilde, su mirada limpia, sus labios cerrados en un gesto de paciencia y compenetración con la labor, detrás del caballete, de su marido. La miro y me imagino viéndolo con esa mirada que solamente son capaces de ofrecerse los que se aman. Por otro lado, me llama también la atención la delicadeza del gesto de su mano derecha, flexionada sobre el apoyabrazos de la silla. Clotilde pareciera estar levemente inclinada, como si en ese gesto pudiese sostenerse más cómodamente en la dulce espera del cuadro que está creando su esposo. Me fijo en los dedos de Clotilde y pienso en aquella canción de Peteco Carabajal –tan hermosamente interpretada también por Mercedes Sosa– que se llama “Como pájaros en el aire”y dice así:
Las manos de mi madre Parecen pájaros en el aire. Historias de cocina Entre sus alas heridas de hambre Las manos de mi madre Saben qué ocurre por las mañanas Cuando amasan la vida Horno de barro, pan de esperanza.
Las manos de mi madre Me representan un cielo abierto Y un recuerdo añorado Trapos calientes en los inviernos. Ellas se brindan cálidas Nobles, sinceras, limpias de todo. Cómo serán las manos Del que las mueve gracias al odio.
Las manos de mi madre Llegan al patio desde temprano Todo se vuelve fiesta Cuando ellas vuelan junto a otros pájaros. Junto a otros pájaros que aman la vida Y la construyen con el trabajo. Arde la leña, harina y barro. Lo cotidiano se vuelve mágico.
Este cuadro está expuesto en el Museo Sorolla, instalado en su residencia familiar en Madrid, una extraordinaria casa con tres patios de distintos estilos situada en el número 37 del Paseo del General Martínez Campos. Si queréis visitarlo (algo muy recomendable), estáis de enhorabuena: ¡la entrada es gratuita durante lo que queda de año! (No, Martín, no sabemos guardar secretos…)
¿Qué es mARTEs?
Con mARTEs, pretendemos crear un espacio de divulgación del arte y de discusión en torno a él, promoviendo el flujo natural de ideas entre personas que contemplan una misma obra. La estructura básica de la propuesta consiste en la publicación de una obra en Instagram todos los martes, que después es recogida cada dos semanas en la Newsletter de la ELU. Finalmente, todas las publicaciones son recogidas en la sección de Nuevas Iniciativas del Módulo de Acompañamiento en Canvas, donde además se habilita un foro.
¿Quién puede participar?
mARTEs está totalmente abierto al público. No solo los alumnos de la ELU pueden participar, sino que, si algún amigo o familiar tuyo está interesado, también recibiremos con gusto sus contribuciones.
¿Qué debo hacer para participar?
El primer paso es sencillo: disfruta del arte y escoge una obra que te guste particularmente. Después, escribe un breve texto en el que nos cuentes por qué la has elegido, qué te transmite, la forma personal en la que la interpretas… En tercer lugar, si te interesa, busca información que te permita elaborar un apunte histórico de la obra: una pequeñísima nota biográfica del autor, el movimiento artístico al que pertenece, el museo en el que se encuentra… Si este paso te resulta más pesado, estaremos encantados de hacerlo por ti. Finalmente, envíanos la obra y el texto, junto a tu nombre, apellidos y ocupación, a las redes sociales que te incluimos al final.
Pero el arte es muy amplio… ¿Qué tipo de obras puedo mandar?
En mARTEs hemos decidido poner el foco en las artes plásticas; es decir, cualquier obra de pintura, escultura, arquitectura y fotografía está bienvenida. No incluimos otras artes como la música, la literatura, el cine, el teatro o la danza porque consideramos que éste no es su medio más adecuado y que podrían abarcarse en otras iniciativas de la ELU.
El pasado viernes 30 de abril nos juntamos un grupo de alumnos de Madrid con María García y Laura Llamas para pasar la tarde en el museo. Pensábamos ir a la exposición temporal del Prado, pero el aforo estaba lleno, así que decidimos a última hora dejarlo para otro día y acercarnos a la exposición ‘Jawlensky: el paisaje del rostro’, en la Fundación Mapfre.
En ella se exponía en una serie de cuadros la trayectoria del pintor ruso Alexéi von Jawlensky (1864-1941). Dicho camino podía dividirse perfectamente en etapas, en las que a partir de un motivo recurrente iba avanzando en su búsqueda personal de sentido. Desde rostros de técnica limpísima a rostros geométricos que esconden la cruz cristiana, pasando por retratos expresionistas. Desde los paisajes de Murnau, influenciados claramente por los de su amigo Kandinsky (cuadros que pueden visitarse en la colección permanente del Thyssen-Bornemisza), hasta la representación obsesiva y desfigurada de la vista desde su ventana cuando estuvo convaleciente.
Después nos tomamos unas cañas en el café Gijón, y decidimos que utilizaríamos el grupo de WhatsApp que habíamos creado para seguir disfrutando de exposiciones juntos, este es el link por si os queréis unir. A continuación os dejo algunos testimonios sobre la experiencia:
Pablo de Anta – alumno de 4º
La experiencia del pasado viernes no es más que otra evidencia en mi vida que sirve para reforzar dos ideas clave: el arte da vida, empuja a ser mejor y a profundizar en quiénes somos; y las experiencias ganan valor cuando las compartimos con otros.
Debido a un pequeño fallo de organización, tuvimos que sacar a relucir nuestra improvisación. Pasamos de pensar que íbamos a ver cuadros renacentistas mitológicos a enfrentarnos a los rostros de Jawlensky. Dos exposiciones totalmente distintas pero capaces de hacernos mirar hacia dentro. Y aunque no pudo ser el día de Tiziano y Rubens, tenemos claro que es cuestión de tiempo.
Gracias a que pudimos seguir la vida del artista mientras veíamos sus obras, fuimos capaces de irnos metiendo en su cabeza y poco a poco comprender el misterio de lo humano y el misterio de lo divino. En definitiva: el misterio de Jawlensky. Quien diría que unos cuadros tan aparentemente simples encapsulan la inmensidad de nuestra identidad y sirven de espejo hacia uno mismo mientras que te hacen levantar la mirada y preguntarte por qué hay más allá.
Fue una exposición que aparte de enseñar cuadros memorables, trajo consigo conversaciones memorables. Y es esta la razón por la que el arte, cuando es compartido, es mejor. Y por ello mismo, era imperativo quedarnos a tomar una caña y entre profesores y alumnos poner en coloquio aquello que había sucedido entre lienzo y lienzo. ¿De qué hablamos? Espiritualidad, arte contemporáneo, percepción social del arte, el Pompidou y sobre todo, qué significa ser partícipe de este arte. Pero si buscáis los detalles, tendréis que encontrarlos en la próxima caña que nos tomemos.
Carmen Leguina – alumna de 3º
Desde el primer paso que dimos en la vida de Jawlensky nos capturó la capacidad de transmisión del alma en aquel primer retrato. Y desde entonces nos fuimos adentrando en la exhaustiva búsqueda de la esencia que tanto obsesionaba al autor. Sin lugar a duda esta frustrante y constante búsqueda es el motor de la extensa obra de Jawlensky la cual concluye con la máxima expresividad reducida a la esencia. ¿Consideró Jawlensky haber alcanzado la esencia más pura del retrato del alma? Así parecen transmitirlo sus cuadros, sin embargo, nunca sabremos si al final de su vida logró saciar su sed.
Laura Llamas – profesora de la ELU
¿Qué buscaba Jawlensky? Tras ver este espectáculo de exposición, no cabe duda de que buscaba obsesivamente lo mismo que nosotros: la Verdad con mayúscula.
¿La encontró? Estoy segura. Encontró una Verdad misteriosa, imposible de decir con palabras, pero que le permitió mirar toda la realidad con un amor insólito. ¿Cómo, si no, se explica el colorido de sus últimas obras? ¿Cómo un moribundo puede celebrar así la existencia de las botellas que hay en la repisa de su ventana?
Al decidir visitar el CAC, sabíamos desde el principio que se trataba de una actividad llena de dificultades. ¿Qué tienen dos estudiantes de ingeniería que decir sobre el arte contemporáneo? ¿Cómo podemos despertar el interés a otros universitarios que seguramente estén tan poco educados en apreciar estas obras como nosotros?
Inspirados por el último Fin de Semana ELU, nos dimos cuenta de que antes de comenzar la visita era necesario entrenarnos un poco, sensibilizarnos para ser capaces de entablar el exigente diálogo que requiere contemplar arte. De esta forma elegimos dos obras en exposición (ambas sin título, una de Miguel Núñez y otra de Ángel Alén), con el nexo común de que representaban habitaciones o partes de la casa, poniendo como deberes a los participantes que fotografiaran los rincones favoritos y menos favoritos de la suya.
Llegado el día de la visita, antes de entrar al centro, procedimos a ver las diferencias entre lo que estamos acostumbrados a apreciar en un museo y el arte contemporáneo, además de mirar en el móvil obras conocidas pertinentes a nuestro nexo como El dormitorio en Arlés de Vincent van Gogh o Lavabo y espejo de Antonio López. Por último, revisionamos las fotos que cada uno había hecho, intentando reflexionar sobre lo que nos transmitía y por qué el autor podría haber elegido ese rincón. Después, procedimos a visitar el CAC en sí y a hacernos las mismas preguntas en esas dos obras seleccionadas.
Para nosotros, organizar esta primera Experiencia ELU en Málaga no ha sido solo una oportunidad para aprender sobre el arte, sino también nos ha permitido crear cierto sentimiento de comunidad. Acercar la Escuela de Liderazgo a personas externas, ver cómo se enriquecen de la experiencia como nosotros lo llevamos haciendo un tiempo es realmente gratificante.
Os invitamos a la primera exposición que aúna el conjunto de relatos creados por Ignacio Valle, una personalidad compleja y fascinante que, como esa naturaleza que pretendía explicar, solamente puede entenderse a través de la simplicidad creadora del cuadrado y la curva. Un grupo de alumnos de nuestra Escuela ha tenido la oportunidad de organizar las Expo-Jornadas: ‘Ignacio Valle: La curva y el cuadrado‘ exposición del artista Ignacio Valle Garagorri (1948-2014) que se celebrará en Espacio Ronda (c/ Ronda de Segovia 50, Madrid) del 2 al 17 de junio.
Esta exposición tiene como objetivo celebrar el arte en sus distintas esferas a través de la figura de un artista multidisciplinar que trabajó la pintura, la escultura y la poesía desde una mirada humanista.
Ignacio Valle es curva y es cuadrado: a través de ellos vio y explicó el mundo. Incansable artista, Ignacio Valle Garagorri emprendió una búsqueda en vida que no cesó jamás. Ni siquiera el culmen de su obra, el curvismo, lo sació en su ansia de comprensión. Quiso dar respuesta a su enigmática existencia y sus pasos le llevaron a recorrer África y encontrar al amor de su vida, a aprender de los maestros de la pintura, a ver la realidad a través de los ojos de El Bosco a Mondrian (pasando por Lorraine, Cézanne, Braque) a maravillarse con pensamientos lejanos al suyo. A pesar de su intenso miedo al fracaso, Ignacio Valle vivió apasionadamente, descubrió sagazmente y comprendió hasta el último de sus días.
Las actividades programadas durante la exposición se desarrollarán los días 2, 8 y 16:
Viernes 2 de junio de 2017: APROXIMACIONES A IGNACIO VALLE
19:30 h – 19:45 h
Bienvenida –a cargo de Diana Michelow
19:45 h – 20:00 h
¿Por qué Ignacio Valle? ¿Por qué la Escuela de Liderazgo Universitario? –a cargo de José Luis Parada y Laura Llamas.
20:00 h – 20:45 h
Viajando al mundo de Ignacio Valle Garagorri –a cargo de María Barral y Rubén J. Almendros.
20:45 h – 21:30 h
Cóctel de bienvenida y concierto de jazz –a cargo del grupo Sona’tin.
Jueves 8 de junio de 2017: EL PROCESO CREATIVO: LA UNIÓN ENTRE TEORÍA Y OBRA
19:30 h – 20:00 h
Adentrándose en la teoría curvista –a cargo de Juan Granero.
20:00 h – 21h00
Conversaciones sobre el curvismo –a cargo de Carolina Dolado y Fernando Ron. Con la participación de los artistas Rafa Macarrón y Manolo Oyonarte.
Viernes 16 de junio de 2017: EXPERIENCIAS DE UN COMISARIADO
19:30 h – 20:00 h
Ignacio Valle: aprendizajes de un comisariado –a cargo de Javier Jiménez y Diego Cerrillo.
20:00 h – 20:30 h
Clausura –a cargo de Diana Michelow y acompañantes.
20:30 h – 21:00 h
Lectura de poemas y escritos de Ignacio Valle –a cargo de los alumnos de la ELU.
La exposición se podrá visitar de 10-14 horas y de 17-21 horas del 2 al 17 de junio.
Es importante confirmación de la asistencia a través de este formulario: