Rusia desde fuera, por José Luis Parada
Nos aproximamos a Rusia como un turista al mismo tiempo emocionado e intranquilo ante semejante destino. Rusia aún tiene un halo de misterio, de extrañeza y de estalinismo que a uno sobrecoge. Y a pesar de eso, parece que atrae con su marchamo de gran potencia universal de las artes y la geopolítica.
Atraídos, pues, nosotros, decidimos que las cosas se temen menos cuando se conocen, y de ahí que planificáramos un programa de formación que se desarrollaría a lo largo del viaje, y que pasara por la historia, la política, la espiritualidad, las bellas artes y el urbanismo, en lo que podríamos definir como una mirada desde fuera.
El interés de la ELU por Rusia reside en su cuádruple condición de: a) frontera oriental de Europa; b) escenario de la Revolución Rusa, que es la manifestación política de la cosmovisión marxista (del mismo modo que la Revolución Francesa es la manifestación política de las ideas ilustradas); c) epicentro de uno de los dos bloques en que se dividió el mundo durante gran parte del siglo XX; d) reconstrucción como gran potencia, bajo el modelo de un capitalismo autoritario, que demuestra que aquel fin de la historia que proclamó Fukuyama está lejos de ser real.
Para comprender todo esto a fondo, los alumnos han realizado una notable labor de investigación, de manera que han ido desvelando el ser de Rusia (como puede comprobarse en los Anexos) a partir de algunos de sus más importantes acontecimientos históricos y de sus personalidades más destacadas. Así, en el ámbito de la historia y la política, hemos conocido la transición del europeísmo de zares como Pedro I o Catalina la Grande, hasta la eslavofilia de los últimos cuatro zares, de Nicolas I a Nicolás II, y su carácter imperialista y autoritario. También el “fracaso” de la Revolución de 1905, que pondría las bases para la Revolución de 1917 y, de ahí, la relevancia de Lenin, el totalitarismo de Stalin, la incertidumbre de Breznev y Kruschev durante la Guerra Fría, el liderazgo de Gorbachov durante la Perestroika, la adaptación de Yeltsin y el renacer ruso a cargo de Putin, elecciones presidenciales por medio incluidas.
El ámbito cultural tampoco podía faltar, y de este modo, hemos vivido y reflexionado sobre la espiritualidad ortodoxa (visitando iglesias, oliendo incienso y participando en su rito dominical), sobre la universalidad de las letras rusas (representadas por Dostoievski, Totlstoi, Pushkin, Gogol, Chéjov y Tsvetayeva-Ajmatova y donde se observa la tensión entre europeísmo y eslavofilia, tradición y revolución, formas clásicas y modernas), el dinamismo de unas vanguardias artísticas honestas y rebeldes, la experimentación cinematográfica entre el expresionismo y el realismo, la música a un tiempo sosegada y brutal y la manifiesta diferencia entre dos formas de organizar una ciudad, Moscú y San Petesburgo.
Por ello, es de agradecer a los alumnos su dedicación y trabajo, pues de esta manera hemos conocido un poco más el país… desde fuera, es decir, como advenedizos. Sin embargo, este viaje ha traído consigo algo más: una serie de visitas institucionales que relatarán los alumnos en esta crónica, y que nos han permitido conocer un poco mejor el país, desde dentro.
Instituto Cervantes en Moscú, por Juan José Prados
Nuestra primera parada del viaje reflejaría la propia esencia del mismo como estación perfectamente balanceada entre lo cultural y lo institucional; preludio de nuestra inmersión completa en el país de destino.
De la mano de Abel (Director), Tatiana (Gestora cultural), y Manuel (Jefe de estudios), pudimos conocer la labor de las sedes internacionales de nuestra cultura patria, así como entrevimos las profusas relaciones entre dos países, tan lejanos pero tan “de cuento”, como Rusia y España; “Igual que a España le regalamos Pushkin, España nos regaló a Cervantes”.
Y es que ya adelantaba Unamuno “tengo la sensación de que Tolstoi es español”, pues algo parecido debieron pensar “ellos” tras leer a nuestros autores consagrados como Tirso de Molina en la Donación del Pueblo Español encuadernada para la URSS; o cuando las obras lorquianas emanaban mensajes de libertad frente al régimen comunista, al tiempo que los Niños de la Guerra consolidaban las bases de un cierto legado e interés por lo español en Rusia, que aún hoy perdura y se refleja en un Instituto Cervantes que es seña de calidad y de autenticidad; no podemos tener mejor representación, ni mejores referentes…
Cena con Vasily Pushkov (Sputnik), por Markus
El jueves por la noche tuvimos la oportunidad de hablar con un verdadero ruso por primera vez: Vasily Pushkov, el ‘Jefe del Centro de Proyectos Internacionales’ de la agencia de noticias estatal Rossija Sewodnja. Rossija Sewodnja opera Sputnik News, una agencia de noticias dirigida a audiencias extranjeras y que cubre noticias rusas e internacionales. La función de Vasily es establecer alianzas con agencias de noticias extranjeras y otros proveedores de noticias.
Invitamos a Vasily a unirse a nosotros en lo que pensamos que era un restaurante típico ruso. Sin embargo, Vasily se apresuró a aclarar que lo que estábamos a punto de comer no era ruso: el restaurante servía cocina uzbeka. La comida fue sin embargo excelente y abundante.
Vasily fue un anfitrión encantador, que se lanzó a hablar sobre la vida en Moscú, sus viajes, su familia, su trabajo e incluso sobre política (las elecciones presidenciales y la política exterior rusa) mientras evitaba hábilmente que los temas controvertidos ocuparan demasiado espacio.
La velada brindó una de las raras oportunidades de hablar abiertamente con un ruso y debatir sobre los temas que mueven a la Rusia actual.
Embajada de España en Moscú, por Ángela Ramos
Ante el objetivo que nos habíamos fijado de conocer más a fondo la política exterior rusa y sus relaciones con nuestro país, la Embajada española en Moscú constituía una parada obligatoria.
En la que fue una de las primeras visitas institucionales del viaje, recibimos algunas pinceladas acerca del papel de Rusia en conflictos como los de Crimea o Siria, o su posición con respecto a Estados Unidos o la Unión Europea. Si bien es cierto que desde 2014 ha existido una innegable incomprensión entre Occidente y Rusia, España ha sido siempre bien valorada, considerada un país importante dentro de la Unión Europea con el que hay interés de dialogar.
Esto ha permitido a los dos países fomentar los intercambios culturales, algo que ha sido crucial tras las etapas de franquismo y comunismo vividas en cada uno de ellos. De la mano de Don Ignacio Ybáñez Rubio, embajador español en Moscú, pudimos ratificar lo que ya nos habían contado en el Instituto Cervantes; que en Rusia la lengua y cultura españolas son verdaderamente apreciadas, hasta el punto de ser primer idioma en numerosos colegios, y ofertarse incluso la doble titulación en bachillerato español y ruso.
Sin embargo, esta relativa buena relación es difícil de extrapolar al marco internacional, ya sea por tratados que no se cumplen (acuerdos de Minsk para facilitar el diálogo y la resolución de la disputa en el este y el sur de Ucrania), o distintas formas de gobernar (mientras que en Rusia una idea se lleva a su ejecución por medio del presidente, en la UE debe ser sometida a una puesta en común en el consejo de ministros, lo que inevitablemente dificulta y ralentiza su aplicación).
En cuanto a otros conflictos armados como el de Siria, se concluyó que la intervención extranjera apoyando un bando u otro está suponiendo una prolongación de la guerra. Teniendo en cuenta que Estados Unidos y Rusia no tienen intención de comenzar un enfrentamiento directo, dadas las nefastas consecuencias que tendría para ambas potencias, una posible solución sería una discusión política en la que decidieran su propio fin las fuerzas armadas sirias, incluyendo su gobierno.
En definitiva, son numerosos frentes los que Rusia tiene abiertos actualmente, pero si algo ha quedado claro en este viaje, es que nada allí es en realidad como lo vemos desde fuera, siendo difícil de explicar esta realidad política y social desde la óptica europea y tampoco podemos tratar de aplicar un sistema de corte y funcionamiento de Rusia, siendo como es un país con una historia y un perfil tan diferente al nuestro.
Delegación de la Unión Europea en Rusia, por Ignacio Leonardo Pueyo
A orillas Del Río Moscú, rodeados por una atmósfera gélida e histórica con la plaza roja y el Kremlin perfectamente divisibles, procedemos a visitar la Delegación de la Comisión Europea en Moscú. Tras acomodarnos, Sanjin Soldatic procede a realizar una ronda de presentaciones para facilitar la interacción en el coloquio.
Mirko Kruppa (Head of Politics) nos explicó los intereses de la Unión Europea en Rusia, como potencia económica mundial debido a sus reservas energéticas. Abordó el conflicto de Crimea y las sanciones económicas que conllevó de forma mutua. Insistió en la necesidad de que Rusia cumpliera con los acuerdos de Misk. Y finalmente trato de describir la sociedad rusa, apostillando que el mayor desafío al que se enfrenta la UE es la confianza mutua.
Posteriormente, Luis Portero (Head of Economiscs) nos mostró también su largo recorrido y nos reveló la función clara de la Delegación de la UE, facilitando la política común y la política de cooperación. Nada extraño teniendo en cuenta que Rusia es el 4° socio comercial más importante para la UE, que cada año compra mercancías por valor de 226 mil millones. Del mismo modo la UE compra el 45% de mercancías que Rusia exporta mundialmente.
Como broche al coloquio, se abordaron temas como la contaminación y los intereses en energías renovables; movimiento LGTBI; y la promoción de “compras patrióticas” como instrumento para fomentar la marca Rusia en el país.
Indudablemente este Q & A, nos permitió ir conociendo las distintas realidades institucionales que eran uno de los claros objetivos de nuestro viaje académico.
Estudios de Russia Today, por Sara Álvaro
Cuando hablamos de medios de comunicación no podemos evitar mantenernos un poco escépticos. ¿De qué postura tratarán de convencerme esta vez? ¿A qué partido político quieren que vote? Extrapolando esta situación a un contexto más internacional, cuando tuvimos la oportunidad de visitar los estudios de Russia Today todos estábamos, como poco, emocionados. Por fin íbamos a conocer la perspectiva rusa (aquella que tanto se omite en libros de historia y en prensa) acerca de los acontecimientos pasados y actuales. Conoceremos como es Putin para los que están ahí dentro, qué significó para Rusia la Guerra Fría o La Segunda Guerra Mundial, y por qué siempre resultan ser los malos y marginados por la historia a costa de países que salen victoriosos y benévolos.
De la mano de Javier Rodríguez Carrasco, periodista español que trabaja como presentador en el programa El Zoom en el canal en español de RT, pudimos percibir con mayor nitidez cual es la versión de Rusia. Un programa que va muy enfocado a sacar a relucir aquellas verdades que muchas veces se obvian o tergiversan. En su desarrollo se entrevista a distintos profesionales relevantes en el contexto actual, sin importar su ideología, y se hace cuestionar al público si lo que hemos estado dando por evidente durante tanto tiempo es ciertamente la verdad o sólo una esquina de todo cuadro que conforma la realidad.
De esta visita nos quedamos con una gran reflexión acerca de los medios de comunicación y de la verdad y su relatividad. También con la gran magnitud de espectadores internacionales con los que cuenta RT (tienen canales en ruso, español, inglés, árabe, francés…). Pero nos vamos también algo reticentes ante la perspectiva de que su verdad sea la absoluta. Si nos han hecho plantearnos la veracidad de lo que nos cuentan, es de esperar que esto se aplique a todos los contextos. Y esa es la moraleja que sacamos de la visita, la de forjar espíritus críticos, resumible en su propio eslogan: “Question more”.
Metro de Moscú, por Blanca González Lavín
El Metro de Moscú, inaugurado en 1935, es conocido también como el «palacio subterráneo». Con una longitud de 360 kilómetros es el tercero del mundo tras los de Londres y Nueva York.
Consta de 14 líneas y 212 estaciones. Actualmente es el primero del mundo por pasajeros llegando a transportar 2.389 millones de pasajeros en 2011, y 9,27 millones en un sólo día. Como comparación, el metro de Madrid tiene 289 estaciones y 294 kilómetros. Transportó en 2016 585 millones de personas, es decir, la cuarta parte del metro de Moscú tiene un trazado radial. En la línea circular, la voz que anuncia las paradas es masculina si se viaja en sentido se las agujas del reloj y femenina en sentido opuesto. En las demás líneas, se usa la voz masculina cuando nos acercamos al centro de la ciudad y femenina si nos alejamos de él. Resulta curioso ver cómo han resuelto en este detalle el tema de la igualdad y paridad cuando en España es una cuestión de contínuo debate.
Una de las cosas que más choca es la gran profundidad de las estaciones, esto es debido a que la mayoría se construyeron durante la Guerra Fría y se hicieron así para que sirvieran de refugios nucleares en caso de estallar una nueva guerra. La estación más profunda es Park Pobedi (85 metros de profundidad) y tiene la escalera mecánica más larga, de 126 metros.
El Metro de Moscú es visita obligada, ya que está lleno de historia y de obras de arte. La decoración es suntuosa (“realismo social”), está lleno de: esculturas, lámparas de araña, vidrieras, estatuas de soldados y mosaicos y azulejos que representan escenas propias de la clase campesina trabajando. También está ampliamente representada la imagen de Lenin y diferentes obras sobre la guerra.
Antes de entrar en el metro, se tiene la curiosidad de estar ante un elemento casi propagandístico, y un exponente más de la guerra fría y de la competición entre EEUU y la Unión Soviética. La realidad no decepciona. Tecnológicamente, no es más avanzado que otros metros de Europa, pero impresionan sus volúmenes y la suntuosidad de los acabados: suelos, techos, iluminación y decoración. Parece algo anacrónico y más propio del tiempo de los zares que del periodo posterior a la revolución. Merece la pena visitarlo.
Mausoleo de Lenin, por Oscar I. Barracchini
Los -19º con que nos despertamos en esta soleada mañana de sábado auguraban un día memorable. No defraudó. Después de un poderoso desayuno emprendimos una caminata de casi una hora desde nuestro hotel hasta el corazón de Moscú por unas gélidas, pero bellísimas, avenidas hasta llegar al mausoleo de Lenin, en plena Plaza Roja.
El mausoleo se presentaba como símbolo de la historia de un país de contrastes, no en vano se erigen las Galerías GUM justo en frente de la tumba del gran ideólogo de la Revolución Socialista de Octubre de 1917. La solemnidad y el respeto rigen en una visita imponente e indescriptible en la que rezumaba una cierta veneración- más allá del respeto por la historia común- que el propio Lenin explica en El Estado y la Revolución (1918)-: “el marxismo educa a la vanguardia del proletariado, vanguardia capaz de tomar poder y conducir a todo el pueblo al socialismo, de dirigir y organizar el nuevo régimen, de ser el maestro, el dirigente, el jefe de todos los trabajadores y explotados en la obra de construir su propia vida social sin burguesía y contra la burguesía. Esa vanguardia; ese maestro; ese líder, en definitiva, era Vladímir Ilich Uliánov, Lenin. Y así se le reconoce en su lugar de descanso.
Kremlin de Moscú, por Álvaro Prados
Tras pasear por la Plaza Roja y sus anexos, no podíamos dejar de acercarnos al Kremlin antes de abandonar el centro histórico-geográfico de la ciudad de Moscú. Nuestra aproximación, de unas dos horas, a este entorno aunó dos aspectos imprescindibles como son la arquitectura (con influencias rusas y del renacimiento italiano, fundamentalmente) y la religión.
Particularmente, nos entretuvimos en la llamada Plaza de las Catedrales donde se ubican, entre otras, la Catedral de la Anunciación, la Catedral del Arcángel y la Catedral de la Asunción, que nos dieron pie a analizar la importancia de la iconografía en la religión ortodoxa, plantear dudas sobre nuestra cercanía o lejanía teológica, y divagar sobre el misticismo inherente a los ritos ortodoxos vinculado con la presencia del iconostasio a modo de velo entre la nave de los feligreses y el santuario. Por supuesto, esta introducción a la espiritualidad del país sería completada la tarde del domingo en San Petersburgo.
Para finalizar y poner rumbo al Jardín de la Victoria y al Museo de la Gran Guerra Patria, nos despediríamos de este enclave crítico para la vida terrenal y espiritual rusa paseando entre otros de sus atractivos, como el cañón del Zar.
Nuestro grupo andando por la ‘Plaza de las Catedrales’. De izquierda a derecha: El campanario de Iván el Grande, la Catedral del Arcángel, y la Catedral de la Anunciación.
Museo II Guerra Mundial, por Abraham Velarde
El viaje de la Escuela de Liderazgo no pretendía quedarse en la superficialidad de lo que observábamos o escuchábamos. Esto era una premisa que todos los alumnos teníamos muy clara incluso antes de despegar. Los elus teníamos muy presente el objetivo de ahondar en las raíces históricas del país ruso. No podemos pretender sumergirnos en la esencia y sentido de la actual Rusia sin echar la vista atrás. Debíamos volvernos hacia el pasado, para valorar y contrastar una realidad histórica a la que nuestra visita al Museo Nacional de Historia de la Segunda Guerra Mundial nos empujaría.
Tras habernos alejado del centro de la capital moscovita, salíamos del metro expectantes por lo que sería nuestro próximo descubrimiento. El Museo de la Segunda Guerra Mundial, hasta hacía un año conocido como “Museo de la Gran Guerra Patriótica” se alzaba al final de la “Plaza de la Victoria” que recorrimos mientras comprobábamos con detalle sus enormes dimensiones.
Antes de comenzar nuestro paseo por la historia, no pudimos evitar volver la mirada hacia el cielo para comprobar donde tenía fin el gigante obelisco que se levanta triunfante delante del Museo. 141’8 metros en honor de los 1418 días en los que la Segunda Guerra Mundial dejó su huella sobre el pueblo ruso. El monumento, se considera una representación del heroísmo ruso, no solo en la Segunda Guerra Mundial sino también en otros episodios de su historia, y así se encarna este mensaje en la escultura de la Diosa Griega de La Victoria que corona el monumento, en cuya base observábamos, no sin dificultad a causa de los montones de nieve, un San Jorge igualmente triunfante matando al dragón.
El Museo que nos disponíamos a visitar se inauguró el día del cincuenta aniversario del llamado “Día de la Victoria” (victoria de la Unión Soviética y los Aliados sobre la Alemana Nazi, el 9 de mayo de 1945). El edificio, que por sí solo sorprende por sus grandes dimensiones, su arquitectura y la disposición de sus grandes salas, parecía querer transmitir al visitante el sentimiento de nación imperial, de gran imperio. En él se albergaban numerosas exposiciones y dioramas, que junto a una impresionante proyección de sorprendentes efectos audiovisuales y sonoros nos acercaron a la II Guerra Mundial. Igualmente impresionante nos parecieron los salones de la Memoria y el Dolor.
Pocas veces habíamos tenido la oportunidad de contemplar la historia siendo tan partícipes de la exposición, y es que las logradas recreaciones de los escenarios bélicos más significativos invitaban al espectador a sumergirse en el conflicto como si de un combatiente o civil atónito se tratase.
Conocer la historia desde, la poco frecuente en el mundo occidental, perspectiva soviética fue sin duda una de las grandes experiencias didácticas del viaje. Aun así, lo inabarcable de la historia nos resulta una excusa perfecta para volver y seguir descubriendo todo lo que nos quedó por ver aquella fría y memorable mañana de marzo.
El Hemitage, por Francesco Davoli
Ir a San Petersburgo sin visitar el Hermitage es como ir a Roma sin pasar al lado del Coliseo. Este imponente museo, cuyo complejo arquitectónico está compuesto por cinco edificios que se asoman al Nevá, es uno de los más importantes del País y del mundo entero, un testimonio tangible del interés por Europa que Rusia poseía durante el período imperial: si San Petersburgo es la “Venecia del norte” con un toque parisino, el Hermitage es la “embajada” de la historia del arte europeo.
Parece una paradoja, pero andar por los pasillos del Hermitage ha sido como volver a casa antes de tiempo: cientos de metros cuadrados de galerías dedicadas al arte italiano, español, holandés, alemán, francés… baste recordar que la colección de pinturas impresionistas francesas es de las más extensas del mundo. El museo alberga también obras rusas y de otras culturas orientales, aunque no son en absoluto las que sobresalen.
Sobre el arte no se puede hablar mucho, hay más bien que contemplarlo. Eso es lo que hemos intentado hacer en el breve tiempo que hemos podido dedicar a este museo inmenso: andar por los pasillos en silencio, sobrecogidos por la belleza de lo que nos rodeaba, incluyendo los edificios imponentes (en gran parte proyectados por arquitectos europeos) en los que un tiempo vivían zares y emperadores.
Es cierto que el Hermitage, y San Petersburgo en general, son la prueba evidente de la peculiaridad de la cultura rusa: amplia, variopinta, diversa, dividida y contendida entre Oriente y Occidente.
Hemos salido de la visita rebosantes de belleza en los ojos y también con muchas cuestiones abiertas, como la pregunta sobre el sentido del arte fuera de su contexto y su cultura de origen. Además, para el próximo viaje a San Petersburgo queda pendiente el Museo Estatal Ruso, donde se puede hacer una inmersión en la parte de cultura más oriental de este maravilloso País.
Una tarde ortodoxa, en lo religioso…y en lo político, por Beatriz Álvarez
La tarde continuó con un espacio para el recogimiento personal en un escenario inusual: la celebración de una misa ortodoxa en la majestuosa Catedral de Nuestra Señora de Kazán. El omnipresente mármol y las paredes vestidas de pan de oro nos recibieron en un silencio solo roto por la profunda voz de barítono del sacerdote.
En el rito ortodoxo, al menos para ojos legos, el misterio se revela más claramente misterioso al quedar oculto tras el muro del iconostasio. Ello, unido a los cánticos griegos, las inscripciones cirílicas y el recitar eslavo, sumía el espíritu en un curioso estado de contemplación, propio de quien observa un fenómeno extraño y familiar a partes iguales.
La multitud de sacerdotes, el crepitar de las velas y el vaivén continuo de los incensarios no eran óbice para apreciar, en el titilar de los cuerpos que se mecían al ritmo de los salmos, e incluso en los santiguamientos inversos, la raíz de una misma experiencia religiosa; puente entre civilizaciones tan hermanas y tan desconocidas.
Pero poco sabíamos entonces de que aún abordaríamos la ortodoxia rusa desde otro ángulo. Como todas las buenas historias, ocurrió cuando menos lo esperábamos, fruto de tomar un camino que no era el correcto pero sí, finalmente, el más adecuado.
Después de perdernos intentando volver al hotel, y tras jugarnos la vida deslizándonos por una capa de hielo de un palmo de grosor que cubría el paseo junto al río Neva, llegamos a nuestro puente, iluminado por el fuego recién encendido de dos pebeteros colosales; y avistamos, a lo lejos, un difuso vaivén de banderas azules y blancas.
Intrépidos como nosotros solos, nos lanzamos a través de los controles de seguridad hasta mezclarnos con la multitud que celebraba, en un jolgorio de música y color, la nueva victoria del presidente eterno. Si en Moscú nos sobrecogió la quietud del sepulcro del padre de la patria rusa; en San Petersburgo vimos la ebullición de la ortodoxia política… Putin y la “politics as usual”.
Paseo por San Petesburgo, por Rubén Gayarre
El lunes por la mañana, decididos y con energías renovadas nos propusimos recorrer a pie el frente fluvial de la ciudad y sus numerosos símbolos. Bajo una copiosa nevada y con el reluciente Neva a nuestro lado, congelado, como no podría ser de otra manera.
Habiendo visitado ya el pasado dia la Perspectiva Nevsky, el Hermitage y las iglesias del Salvador y Kazán nos faltaba recorrer el arco norte de la ciudad. Nos dirigimos primero al Consulado de España en Furshtatskaya Ulitsa pasando por la Isla Vasilievsky, la Antigua Bolsa de San Petersburgo, el Puente del Palacio y siguiendo el Neva por el Muelle del Palacio y el Frente Kutuzov.
Nuestra siguiente parada era el Crucero Aurora, reliquia de la Guerra ruso-japonesa y la Revolución de octubre y hoy buque museo anclado en los muelles Petrogradskaya.
Continuamos la avenida hasta la que fue la mezquita más grande toda Europa, con capacidad para 5000 fieles con sus minaretes de 50 metros, fiel reflejo de la diversidad espiritual de Rusia.
Nuestro destino final era la fortaleza de Pedro y Pablo, origen de una ciudad capricho del zar Pedro I y su deseo de crear una nueva capital con salida al mar y puerta a Europa. En su construcción murieron 30.000 obreros rusos y fue posteriormente transformada en una prisión política, por la que pasaron Dostoievski y Bakunin entre otros.
La Ciudad Azul o la Venecia del Norte no oculta su artificialidad y planeamiento cuidado y desde cero. La antigua Leningrado y nuevamente bautizada como San Petersburgo se nos reveló más humana y menos fría que las inabarcables avenidas de Moscú, estéticamente más compacta y estilísticamente más europea. Aun así, la nieve y la distancia no nos dejaron ver su aspecto urbano desde su corazón, separado en dos por más de medio kilómetro de hielo, en verano, el río más ancho de Europa.
Consulado de España en San Petesburgo, por Beatriz de León
El lunes por la mañana fuimos recibidos por , Juan Antonio Martínez-Cattaneo y Hingston cónsul general de España en San Petersburgo.
Nuestras expectativas como estudiantes de la ELU era conocer cuál era el trabajo de un consulado así como la situación y los retos a los que se enfrenta la colonia española en Rusia, pero no solo nos contó eso, sino que durante las casi tres horas que nos recibió, nos compartió un testimonio de su experiencia y sabiduría vital (que acompaña sus casi 70 años).
Primero, nos habló de su trayectoria profesional de más de 40 años. Don Juan Antonio Martínez-Cattaneo y Hingston es un servidor público, diplomático de carrera que ha estado representando a España y a sus intereses y protegiendo a los españoles alrededor del mundo, desde Nador hasta Japón, pasando por Ecuador y hasta Iraq en tiempos de Sadam. Nos hablaba de dos palabras que van de la mano en esta profesión, vocación y sacrificio. Cuando encuentra uno la vocación va a tener que sacrificar su comodidad, la de su familia por la realización personal que supone esa profesión que te llama, eso por lo que merece la pena el sacrificio, en el caso de este cónsul, ese sacrificio consistía en mudarse cada 3 o 4 años a distintos destinos (calurosos como Iraq, fríos como Rusia) junto con su familia y a veces teniendo que estar separada de ella, por ser un servidor público. Encontrar testimonios como el suyo en un momento de la historia de España en la que la función pública está tan criticada es una auténtica inspiración.
Por otro lado, a parte de su biografía, nos compartió un análisis geopolítico no solo de Rusia sino del mundo entero y también de España y sus intereses en el mismo que evidentemente han cambiado desde que él comenzó su trayectoria porque han acontecido verdaderos momentos estelares de la humanidad como diría Zweig, desde la descolonización, hasta caída del muro de Berlín, incluyendo la revolución iraní y el 11S.
En resumen, la verdad es que su análisis de 3 horas incluyendo anécdotas de lo más variopintas nos dejó a todos con la sensación de que él no sólo conocía la realidad de su profesión, ni la de los países a los que estuvo destinando, sino que sobre todo, conocía profundamente a España, porque uno entiende su casa cuando vive fuera de ella, y aprende a valorarla de una manera distinta.
Iglesia del Salvador sobre la Sangre derramada y Catedral de San Pedro y San Pablo, por Jugatx Orti
La Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada o Iglesia de la Resurreción de Cristo, situada en la orilla del canal Griboyédova, fue construída sobre el lugar donde Alejandro II de Rusia fue herido de muerte en un atentado. Su exterior llama la atención desde la avenida Nesky Prospekt. El interior nos sumerge en un mundo de frescos y mosaicos -más de 7.000 metros cuadrados- que cubren sus paredes y techo sin dejar un espacio libre. Hasta 32 artistas tardaron más de 100 años en completar el conjunto de escenas bíblicas. La capilla de Alejandro II es otro de los puntos interiores más impresionantes,con sus cuatro columnas y baldosas de mármol, todas diferentes.
La Fortaleza de Pedro y Pablo es uno de los sitios emblemáticos de San Petersburgo, ya que fue la primera construcción de la nueva ciudad. Dentro de la Fortaleza se levanta la Catedral de San Pedro y San Pablo, que fue consagrada en 1733. El estilo barroco de la catedral se asemeja al de las catedrales protestantes del occidente europeo, y con su altísima aguja dorada rematada con un ángel sosteniendo una cruz, es el edificio más alto de San Petersburgo. Sus majestuosas columnas, la decoración pintada y el iconostasio pintado y sobredorado acoge las tumbas de los zares rusos de la dinastía de los Romanov. Pudimos, además, escuchar el “Padre Nuestro” cantado por un coro “a capella”, con su amplia variedad melódica propia de la música de la Liturgia Ortodoxa.
Rusia desde dentro, por José Luis Parada
¿Cómo es el pueblo ruso? En el primer encuentro institucional del viaje, Tatiana Pigariova, gestora cultural del Instituto Cervantes en Moscú, nos habló de la nostalgia imperial, de la combinación de lo trágico y lo humorístico, de cierta esencia barroca (“el orden producido por el desorden”, como decía Alejo Carpentier, y que nos asemeja a rusos y españoles). En el último encuentro, el cónsul español en San Petesburgo, Juan Antono Martínez-Cattáneo Hingston, se refirió a cómo el pueblo ruso es rudo, sabe sufrir y puede vivir con mucho menos de lo que nosotros podemos, de ahí que su resistencia sea mayor y cómo se crecen en la adversidad.
¿Por qué votan como votan? Tanto en la delegación de la UE en Moscú, como en los encuentros con periodistas de Sputnik o de RT, como en las visitas a embajada y consulado, e incluso en las conversaciones con nuestros guías rusos, hemos podido comprender un poco mejor en qué consiste la democracia imperfecta de Rusia y cómo Putin ha sabido presentarse como un nuevo padre, una nueva figura a un tiempo cercana pero implacable, en quien los rusos pueden confiar. La escasa oposición política, la aún mejorable libertad de expresión, cierta marginalización de las minorías, la agresividad diplomática y la presión militar sobre algunos territorios son elementos que hablan de una democracia todavía en estado gestante, pero no menos cierto es que un país de las dimensiones de Rusia, tan heterogéneo, que ha sufrido un duro golpe tras el fin de la Guerra Fría y que aún tiene en la memoria el ánimo insuflado por un Lenin omnipresente en la imaginería rusa, posiblemente sea este sistema lo que ahora necesite.
¿Cómo son las relaciones con Europa y el resto del mundo occidental? Delicadas. La geoeconomía no ha llegado a calar, y aún quedan décadas de geopolítica a la antigua usanza, a pesar de los cambios tecnológicos y sociales. Las relaciones son complejas por la calidad de la democracia rusa, pero son necesarios cuantos más esfuerzos diplomáticos (Ignacio Ibánez Rubio, embajador español en Moscú y Mirko Kruppa, Head of Politics, de la Delegación de la UE en Moscú), mejor, así como ampliar las relaciones comerciales (Luis Portero, Head of Economy de la Delegación de la UE en Moscú), culturales (Abel Murcia, director del Instituto Cervantes en Moscú) y educativas (José Aurelio Llaneza, agregado de educación en la embajada española en Moscú).
Conocernos a nosotros, por José Luis Parada
Sabemos que no es lo mismo hacer turismos que viajar, que viajar no es igual que peregrinar, y que más allá de peregrinar se puede estar en un destino. Nos acercamos como turistas pero regresamos como viajeros que han peregrinado poco (aunque la visita al mausoleo de Lenin bien podría comprenderse como una peregrinación) pero que sobre todo han disfrutado del encuentro con quienes están.
Conocer al otro significa conocernos mejor a nosotros mismos. A estas alturas ya sabemos que no se ama sino lo que se conoce y no se conoce sino lo que se ama, y en el proceso de conocer mejor Rusia creo que todos hemos aprendido a quererla más y mejor. Hay ciertas semejanzas entre los pueblos ruso y español que se refleja en el sincero amor que los rusos profesan por el Quijote. Él fue un héroe abnegado y alocado, el pueblo ruso sigue siendo sacrificado y laborioso, el español ha olvidado el valor del sacrificio y ha dejado de soñar.
Tal vez sea esta la mejor de las enseñanzas del viaje: juzgar menos al otro, salir a su encuentro, encontrarse en los valores universales. Si es así, esto habrá sido un viaje universitario, un viaje de la ELU.