ELUS POR EL MUNDO – MARISA RICO

14 MAR

LA ALEMANIA QUE NADIE TE CUENTA QUE EXISTE


“Siempre acabamos llegando a los lugares donde nos esperan“.

Cierro los ojos y respiro profundo. Estoy aquí, en Münster, en lo que alguna vez fue un destino incierto y que ahora es mi hogar. Un hogar que no está hecho de calles ni edificios, sino de rostros, de voces y de pequeños gestos que han cambiado mi vida. Porque, al final, no es el destino que has elegido, tranquilo… es la gente la que hace el destino. “Nos ilusiona lo que va a llegar, lo que va a venir, lo que va a acontecer; bien porque algo se acerque hasta mí, o porque yo salga a su encuentro.” Y así es el Erasmus: un encuentro continuo, con todo lo inesperado y todo lo imprevisible que conlleva.

Como bien me dijo una vez una gran amiga: “Lo que importa no se busca, sino que irrumpe”. Y no os engaño si os digo que cada día me siento un poco como cuando La Bien Querida canta: “Y es que siento como si toda mi vida me hubiera estado conduciendo a este preciso momento”, en cada conversación, en cada clase y en cada persona.

Me llamo Marisa Rico, soy estudiante de 4º en la ELU y curso el doble grado en Farmacia y Nutrición en la Universidad de Valencia. Ahora, habito en la pequeña ciudad de Münster, en el norte de Alemania, y si algo me ha enseñado este Erasmus es que la vida no se construye con planes, sino con vínculos.

Por mucho que no os lo creáis, en Alemania existe el cariño, el amor, la buena cocina y la cercanía. Donde no creíais que podríais ver el sol, soportar el frío o encontrar amistad verdadera… la vida siempre te sorprende superando todas las expectativas. Quizás la necesidad inmanente de comunicar y compartir lo que me hace feliz es lo que me impulsa a escribir esto. Espero hacer justicia a todo lo que estoy viviendo, pero perdonadme si me dejo algo… Creo que aún no soy consciente de todo lo que estoy viviendo.

Si leéis esto pensando en iros, dejadme deciros que el Erasmus empieza mucho antes de marcharse. Porque “en la medida en que soy yo mismo, estoy lleno de todo aquello que me ha precedido.” Irse te hace consciente de la importancia de todo lo construido anteriormente, de la base, de las personas hogar, aquellas que son la estancia más segura donde habitan las pequeñas cosas más grandes de tu vida. Son orza y no ancla, son motor de tus inicios y te esperan a la vuelta con los brazos abiertos, recordándote que siempre hay un lugar donde volver.

Si pensáis que el Erasmus es un paréntesis en vuestra carrera, una pausa para aplazar el tomarse en serio la vida, estáis
equivocados. Al contrario, es una oportunidad para ir aún más al fondo de lo que realmente deseáis. No es solo un cambio de idioma, casa, rutina o círculo, sino una ocasión para descubrir quién eres, donde cada decisión, encuentro y paso reflejan lo que más valoras. Ojalá que, allá donde lleguéis, aprendáis a mirar la ciudad con profundidad, a sumergiros en la cultura, a construir relaciones auténticas, a asumir sacrificios con alegría y renuncias con certeza. Ojalá que, desde la libertad, elijáis vincularos. Ojalá podáis responder a preguntas de la mano de Guardini ¿Hacia dónde quiero perder mi vida? ¿Quién soy sin la rutina, sin el peso de la costumbre? ¿Cómo me presento a los otros? ¿Qué características potencio y de cuáles intento desprenderme? ¿Qué dones he recibido?¿Qué espero de mí que quiero que recuerden?.

Porque si algo me ha enseñado el Erasmus es que la vida se comprende en virtud de lo que puede ser, que el presente siempre incluye una zona de pretérito y otra de futuro, y que los encuentros cambian la vida. Déjate sorprender por lo nuevo, sin tratar de replicar lo que ya conocías, porque el Erasmus en sí es “cambiar el tesoro a cambio del mapa” una y otra vez.

Una vez leí que “hacer que dos vidas se encuentren es prometerles a ambas una vida nueva.” Y es por ello que no puedo dejar de mencionar todas las vidas nuevas que se han cruzado en la mía: Ukasha, que siempre me espera con un té caliente, como si con cada taza me recordara que no estoy sola. Becca, que ha hecho del yogurt con mango un ritual sagrado y que me enseñó que las pequeñas cosas pueden ser las más valiosas. Amelie, con quien hasta lavarme los dientes a las 8 de la mañana se convierte en una fiesta. Kinan, que me entiende cuando nadie más lo hace y que ha sido mi espejo en los días de dudas. Lorenz, que me cuida en los detalles, en los pequeños gestos que me recuerdan que hay alguien que piensa en mí. Aylin, que llena cada espacio de la casa para que nunca nadie se sienta solo. Julius, Veronica, Lara y todos aquellos que siempre tienen un “sí” esperándome.. Alisa, Wael, Laura y Amelie, que guardan un sitio para mí en el sofá y un abrazo en los días en que más lo necesito. Angela, Sandra, María y Marina, con quienes viajar no es solo moverse, sino abrirse al mundo. Hannah, Luis, Carla y todas las personas que Dios ha puesto en mi vida, gracias a las cuales canto un poco mejor. Linnus, Christin, Florian, Kimi y todos los que han hecho que aprobar Farma sea un poco más fácil y que las tardes de laboratorio se conviertan en una auténtica aventura. Nataly, Paula, Amelie y Kim que hacen gimnasio un refugio en las tardes frías y lluviosas de invierno. Cada persona que me sonríe mientras corro, que me ofrece un saludo cuando estoy perdida o que simplemente me regala un “Hallo” al llegar a cualquier lugar.

“Más allá de lo que es, la vida del hombre se comprende en virtud de lo que puede ser. Si el ser del hombre es posibilidad, la trayectoria que siga su vida estará muy influida por la amplitud del horizonte que sea capaz de vislumbrar”.

Y hoy, mi horizonte es más amplio que nunca.

Ojalá leer esto os suscite más preguntas que respuestas, las cuales solo fuera de casa podréis responder. Nos vemos en alguna esquina del mundo.