El pasado 25 de abril, Diego aterrizaba en Santiago.
Aunque el plan inicial era organizar una visita a alguna exposición de pintura o fotos, las ganas de hacer las mentorías por fin presenciales ganó a la cultura esta vez. Aún así, y aunque el tiempo lluvioso como de costumbre no acompañó, pudimos irnos turnando entre clases para pasear más o menos toda la ciudad, empezando con un desayuno cerca de la catedral, siguiendo por un paseo por la alameda y plaza de abastos y, después de un descanso para comer en un clásico sitio de la ciudad, continuar la tarde de mentorías, cuando ya fue inevitable tener que comprar un paraguas.
Para terminar el día, nos reunimos todos para cenar entre conversaciones tanto banales como un poco más profundas, para acabarnos despidiendo ya con ganas de su próxima visita.
Al día siguiente, tras dar un último paseo por la zona vieja, al mediodía Jacobo despedía a Diego, esperamos que no hasta dentro de mucho tiempo.