Belén Gundín, 1º ELU
En 1843, el filósofo danés Søren Kierkegaard (1813-1855) publica Diario de un seductor. Podríamos pensar que el sugerente título nos desvela la totalidad de la obra. Sin embargo, ya en el prólogo se nos advierte de que lo que tenemos entre nuestras manos no es lo que típicamente nos esperaríamos encontrar asociado a un diario. Si bien es cierto que, en un plano más superficial, el libro recorre las estrategias de Juan para seducir a Cordelia, éste va mucho más allá y profundiza en cuestiones universales como el amor y el encuentro. Es la preocupación por estos temas la que verdaderamente impregna toda la obra y conforma el hilo conductor.
Diario de un seductor no es una novela que se reduzca a la mera acumulación de hechos en un eje de causalidad, articulados para apuntar hacia un final como único propósito posible. Se trata más bien de una ventana hacia el complejo mundo interior del protagonista, un ser que vive en un monólogo interior tan incesante que lo aleja de la realidad que lo rodea. Desde nuestra condición de lectores, asistimos a un escenario empapado de reflexiones y constantes debates morales del que, sin tener poder sobre la acción, somos partícipes. Kierkegaard ahonda, a través de la figura de Juan, en los sentimientos más íntimos del ser, exponiéndolos con una riqueza prodigiosa.
Por otra parte, esta obra nos adelanta el peligro del esteticismo y de poetizar la realidad hasta el extremo: tener una vida vacía de encuentros. Muestra cómo la utilización del mundo en búsqueda de una sensación de exaltación estética nos conduce hacia la vertiginosa pérdida de la alteridad. Además, otra característica que destacaría de Diario de un seductor es el cuidado con el que está escrito que queda reflejado en la gran variedad de vocabulario y referencias literarias. La destreza artística del autor lanza la obra hacia un espacio que se escapa del territorio propio del diario y que nos involucra. Así, a medida que avanzamos en la lectura, sentimos impotencia por no poder evitar un final anunciado, disputas internas acerca del significado del amor o, incluso en algún momento, miedo a vernos reflejados en el protagonista.
Personalmente, este libro que me regaló el Módulo 2 me ha ayudado a aterrizar las ideas que hemos ido descubriendo durante el curso. Realmente ha conseguido que me sienta parte de la Gran Conversación, y por ello, os invito a leerlo y a dejaros sorprender por todo lo que esta obra tiene que contar.
“¿De dónde procede todo esto?… ¿De la rica unidad de tu ser o de la pobre complejidad del mío?… ¿Amarte, no es tal vez amar un mundo?.”
Diario de un seductor, S. Kierkegaard