Estimados Elus y ELUMNIS,
Si todavía no nos hemos presentado, permitidme comenzar por ahí. Me llamo Gustavo Álvarez y actualmente curso mi cuarto año de Ingeniería Industrial y ADE en ICAI, Madrid. Soy un asturiano de 22 años disfrutando de un Erasmus en Holanda o, dicho con más rigor, en Delft, ciudad situada en la región holandesa de los Países Bajos. Llegué en agosto y aquí permaneceré hasta principios de junio, momento en que volveré a España para el acto de clausura de la ELU como graduando. Ha sido un año sin precedentes para mí, por lo que me gustaría compartir con vosotros mis impresiones al respecto.
¿Qué es un Erasmus? Esta pregunta puede tener una y mil respuestas más. Supongo que, para cada uno, esta experiencia significa algo distinto. Tal vez un horizonte por descubrir para algunos, tal vez un mero pasatiempo para otros. En mi caso, describiría la experiencia como una oportunidad de transformación. Oportunidad por estar supeditada a la voluntad individual de vivir al máximo el momento presente. Transformación por conllevar un cambio sobre la persona que decide aprovechar dicha oportunidad. Este cambio no se sitúa en ninguna dirección concreta, ni apunta en un sentido determinado. Para algunos significa su primera emancipación, aunque esto no haya sido así en mi caso.
Mi primera burbuja explotó a los 18 años, cuando abandoné Asturias y me desplacé a Madrid en busca de mejores expectativas académicas y laborales. Tras tres cursos en residencia, una nueva burbuja comenzaba a tomar forma. En mi opinión, esto, no necesariamente malo, sí conlleva el riesgo de abrazar cierto conformismo social. Como consecuencia de la fortuna de verse muy bien rodeado, uno puede relegar la idea de que, especialmente a nuestra edad, se debe estar en constante búsqueda y crecimiento. Creo que, a tal efecto, el Erasmus es una experiencia idónea.
TU Delft, Technische Universiteit Delft, es una universidad donde solo hay ingenieros. Esto implica que, en una acogedora ciudad de 100.000 habitantes, haya 25.000 estudiantes de ingeniería. Esto dota a la urbe de un dinamismo sin par, aunque obliga a uno a adentrarse en la cercana Róterdam para encontrar mayor diversidad de alumnado. La exigencia de la universidad no tiene nada que envidiar a las españolas; por lo que, exceptuando para aquellos que nos encontramos de intercambio, el resto de alumnos tiende a recluirse con asiduidad.
Con una de las carreras más prestigiosas de Europa en el campo aerospacial, TU Delft es una maravilla. Un campus muy cuidado, con instalaciones muy modernas y vanguardistas. Por tener, tiene hasta el Instituto de Investigación Nuclear, con un pequeño reactor. Las instalaciones deportivas parecen una ensoñación, de verdad. Como colofón, cabe mencionar que TU Delft es pública; lo cual, sumado a lo anterior, contribuye a que mucho talento internacional —también español— decida realizar aquí sus estudios.
Por todo lo dicho, Delft ofrece muchas posibilidades. Entre otras cosas, he tenido la suerte de apuntarme a la rama holandesa de 180 Degrees Consulting, que opera como una suerte de consultoría social donde colaboro con un proyecto de microfinanzas en Zambia. Además, con tanto estudiante, siempre hay planes que hacer. Cada época del año tiene lo suyo y, aunque enero y febrero fueron ciertamente fríos y lluviosos, en general no hace mal tiempo. La meteorología viene predominada por el viento y las nubes, pero diría sin ninguna duda que llueve más en Asturias que aquí. Aunque claro, comparado con Madrid…
Los neerlandeses tienen fama de cerrados entre los internacionales, pero esto no es del todo cierto. Por lo general, tienden a ser muy cercanos y amigables una vez superas la primera barrera social. Sin embargo, su gusto por el tecno es, en ocasiones, ciertamente abrumador. Hay una vasta cantidad de festivales en cuyos escenarios encontrarás tecno duro, acid, house… Aunque en diciembre todo estuvo cerrado por COVID19, desde hace un par de meses no hay ningún tipo de restricción. Y, aunque hay bastante fiesta, no es un país con mucho día festivo. Que yo sepa solo hay cuatro, exceptuando los propios de Navidad y Semana Santa: Koningsdag (“El día del Rey”), día en que se celebra el cumpleaños del monarca regente y donde todos han de vestir algo naranja; Bevrijdingsdag (“El día de la Liberación”), que conmemora la rendición nazi en Holanda; el Hemelvaartsdag (“El día de la Ascensión”); y Pinkersteren (“Pentecostés”), ambas de fundamento cristiano.
Los Países Bajos ofrecen una escasa cultura gastronómica, especialmente comparada con su variopinta gama de ciudades. Delft, mismamente, es una pequeña ciudad con la mayor densidad de canales por metro cuadrado, al estilo de Ámsterdam. Prácticamente no se ven coches, ya que aquí la bicicleta tiene prioridad absoluta. La Haya, a tan solo cinco minutos en tren de Delft, presenta un centro histórico muy bien cuidado y sirve como sede para muchas instituciones del país. En contraste, Róterdam es una ciudad muy dinámica y moderna. En Ámsterdam, se visita; en Róterdam, se trabaja; en Delft, se estudia; y en La Haya, se jubila.
Como conclusión, el Erasmus es una experiencia muy interesante. Te permite explorar, viajar y descubrir a muchos niveles. Como impacte en ti depende exclusivamente de cómo decidas encararlo. Soy de los que cree que no hay un destino mejor que otro, puesto que cada lugar ofrece un sinfín de oportunidades que debemos estar dispuestos a aprovechar. Está en tu mano hacer de ello una experiencia transformadora e inolvidable.