Visita a los elus de Sevilla

04 JUN

Carmen Gago Sosa y Mercedes Sierra Antolín, 1º ELU

La visita de nuestro mentor Diego junto con la compañía de la profesora Laura Llamas supuso una oportunidad perfecta para descubrir, con una mirada muy diferente, la ciudad de Sevilla. Tanto los sevillanos de nacimiento como los universitarios acogidos por esta ciudad, tuvimos la oportunidad de recorrer hasta los más recónditos rincones de la capital andaluza, desde la Catedral de Sevilla hasta las callejuelas del Barrio de Santa Cruz.

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Pero, sin duda, si tuviéramos que elegir alguno de estos sitios, nos quedamos con el Conjunto Monumental de San Luis de Los Franceses. Pese a haber pasado frente a este lugar cientos de veces, la rutina nos había impedido ver más allá que una simple fachada con una arquitectura similar a la que vestían otros monumentos de la ciudad. ¡Qué equivocados estábamos!

Al entrar, el blanco reinaba en la estancia, pero pocos pasos detrás encontramos un gran patio interior andaluz que recogía los olores característicos de Sevilla. Nuestra visita acababa de empezar. Como decía Saint-Exupéry en El Principito, lo esencial es invisible a los ojos: y allí estaba, tras una diminuta puerta de madera, una grandiosa cúpula que nada tenía que envidiarle a otros monumentos con mucha más reputación. Amplia, luminosa y con una gran historia detrás: construida por los jesuitas a principios del siglo XVIII, simbolizando el nexo de unión entre el nuevo y antiguo testamento. Aunque actualmente esta iglesia se encuentra desacralizada, sus paredes encierran muchas historias, fruto de un largo recorrido: inaugurada como Iglesia en 1731, abandonada posteriormente por la expulsión de los jesuitas y desde entonces, ha tenido diversos usos, entre ellos, hospital de venerables sacerdotes o fábrica en el S.XIX. Tras una restauración, abre sus puertas al público en 2016, permitiendo así sorprender a todos sus visitantes. Nosotros, por suerte, contábamos con la profesora Laura Llamas, quien, con sus sabias palabras, iluminó nuestro recorrido por el monumento.

Para terminar, disfrutamos todos de una agradable cena en el pintoresco barrio de La Alameda, que nos brindó la oportunidad de conocernos un poco más, poniendo fin a un día lleno de redescubrimientos.