María Parra, 2º ELU
¡Hola a todos! Soy María Parra, de segundo de la ELU, y vengo a compartiros una experiencia que hemos tenido la suerte de vivir este verano tres alumnos de segundo: Marisa Rico, Ramón Rodríguez y yo. En marzo nos enteramos de que, con el fin de conmemorar el quinto centenario de la Expedición Magallanes-Elcano, se había puesto en marcha un programa de aventura, solidaridad, sostenibilidad y cultura llamado Proyecto Vuelta al Mundo.
El programa consistía en un viaje de tres semanas con una mochila en la espalda, una esterilla y un saco de dormir como únicas pertenencias, recorriendo España y Portugal. Iba dirigido a estudiantes de entre 18 y 19 años de países iberoamericanos. Entre los organizadores se encontraba Jesús Luna Torres, excoordinador de la conocida Ruta Quetzal (dirigida por Miguel de la Quadra-Salcedo), y durante el viaje predominó en todo momento el espíritu de esta.
El proceso de selección consistía en la redacción de un proyecto que tratara de impulsar alguno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en nuestro entorno cercano, y en la realización de un vídeo respondiendo una serie de preguntas sobre la Primera Vuelta al Mundo. Si tras haberlo completado resultabas seleccionado, se te brindaba la oportunidad de participar en el viaje, con todos los gastos sufragados gracias a patrocinadores como Renfe, la Universidad Autónoma de Madrid o Panama Jack, entre otros.
La expedición recorrió múltiplos destinos de España, entre ellos Madrid, Valladolid, Navarra, País Vasco, tres tramos del Camino de Santiago, Oporto, Cáceres, Andalucía y Ceuta. En cada lugar asistíamos a conferencias muy interesantes sobre cómo podíamos ser más sostenibles y cómo se podía contribuir actualmente a la sociedad. Descubrimos otras formas de vida alternativas respetuosas con el medio ambiente en un lugar llamado Cachilandia, hablamos cara a cara con el actual presidente del Senado, escalamos la cima del Mulhacén, visitamos la Alhambra, bailamos sevillanas en Córdoba, realizamos una convivencia con menores no acompañados y visitamos una mezquita y un templo hindú en Ceuta.
Fueron tres semanas de vivir con lo mínimo, de dormir en el suelo de polideportivos, teatros e incluso de un monasterio. De desconexión total, pues dejábamos depositados los móviles para aprovechar al máximo la experiencia. De poner en cuestión todo lo que habíamos dado por sentado hasta entonces, de abrir nuestra mente y nuestros corazones a mil maneras diferentes de ver la vida. Si algo en especial nos marcó del viaje fue la convivencia con personas de nuestra edad de países latinoamericanos. Emprendimos el viaje con jóvenes de Bolivia, Colombia, El Salvador, Argentina, Chile, Cuba, México, Costa Rica, Paraguay y Ecuador. Para la mayoría de ellos era su primera vez visitando España, muchos no habían visto nunca el mar, algunos no habían tenido siquiera oportunidad de aprender a nadar. Tenían muchísimas historias que relatar sobre sus tradiciones y sus países, uno de los participantes hasta se había criado en una tribu indígena. Ver España por primera vez a través de sus ojos llenos de ilusión fue un auténtico regalo.
Ramón Rodríguez, 2ºELU:
Uno podría pensar que el verano, o al menos momentos de él, no tienen nada que ver con el resto de la vida que uno lleva. ¿Puede estar el verano (¡entero!) relacionado con la vida del día a día, con la vida en la universidad y con la familia? ¿Es acaso deseable? Sobre la segunda pregunta estoy convencido de que sí, en relación a la primera todavía no lo sé… Lo que sí sé es que este viaje y el tomármelo en serio me ha despertado multitud de inquietudes y preguntas, pero lo que es aún mejor, me ha dado unos buenos amigos con los que lanzarme a buscar respuestas. Las respuestas a las mismas preguntas que en el fondo se me despiertan en la universidad y que tantas veces el trajín del día a día acaba acallando.
Marisa Rico, 2º ELU:
Excepcional, L. Giusanni da palabras a aquello que yo no puedo verbalizar: “Algo excepcional es cuando corresponde adecuadamente a las expectativas originales del corazón (…) Lo excepcional es, paradójicamente, la aparición de lo que natural para nosotros, que suceda lo que deseamos” esto es el viaje que fue y sigue siendo. El viaje fue un SÍ constante, fue responder con un Sí por delante, dar un SÍ a conjugar el verbo desaprender, a cuestionar, a reordenar, a cambiar, a agradecer y sobre todo a conocer. Fue un SÍ a reeducar la mirada a través de aquellos que te miraban desde su cultura y su realidad, a abrazar el instante, a vivir profundo. Fue un SÍ encontrar descanso en el cansancio, a sorprenderse con la superación constante haciendo aquello que nunca te habías planteado hacer y sobre todo fue una revalorización de lo cotidiano, llevarse lo mínimo para exprimirlo al máximo, a hacer de aquello pequeño una gran celebración.
Ser los primeros en acontecer y ser parte del acontecimiento y a no poder sino compartirlo. Fuimos a dar la vuelta al mundo y nos encontramos dando a nuestro mundo la vuelta, con la certeza de saber que siempre hay alguien que te espera desde la cubierta de la Nao Victoria hasta la cima del Mulhacén.