Marisa Rico

Vida ELU

Siete elus participan en el Programa Sputnik

Por: ELU Admin

Ana Santamaría, 3º ELU 

Sputnik es un programa compuesto por tres seminarios (Bootcamp, Tech camp y Start-up camp) que persigue el objetivo de formar a 5000 jóvenes andaluces en 10 años y despertar en ellos las ganas de hacer algo grande. Juan Martínez Barea, el director del proyecto, mientras realizaba un MBA (Máster of Bussiness Administration) en el MIT se dio cuenta de que era el único español del sur. Se preguntó: “¿dónde está el talento del Sur?”. De ahí surgió la idea de Sputnik. 

Este año ha tenido lugar la tercera edición del programa, a la cual hemos asistido varios elus: Rodrigo Pérez y Estela Chocano (Madrid), Marisa Rico (Valencia), Ramón Torres, Pepe Yáñez, Carlos Ferreiro y Ana Santamaría (Sevilla); además de otros amigos. 

En el Bootcamp, que tuvo lugar en septiembre, tuvimos la oportunidad de escuchar a varios ponentes que nos transmitieron valores como la curiosidad por explorar el mundo, de la mano del aventurero Nacho Dean, la valentía como hábito que requiere entrenamiento, gracias al filósofo David Cerdá, o el espíritu de superación que se palpaba en la vida de la atleta paralímpica Sara Andrés. 

En el Tech Camp de noviembre, nos presentaron las tecnologías que están en punta de lanza en el mundo actual. Hablamos de inteligencia artificial, realidad virtual, metaverso, biotecnología, blockchain y movilidad autónoma, entre otras. Era, más que un intento de profundizar en la parte técnica, un escaparate al que nos asomamos para ver con una nueva perspectiva cómo va a ser “el mundo que viene” (así se llama la fundación que da vida al programa Sputnik). Nos hablaron de una gran revolución tecnológica que va a tener lugar tarde o temprano y nos invitaron a ser nosotros quienes la lideremos.

Por último, en diciembre hemos asistido al Start-up Camp, en el que hemos podido entender mejor qué es una start-up y cuál es su potencial. Identificar un problema social, sobre todo si es algo que nos toca de cerca, planificar, buscar financiación, escalar, aprender a virar el proyecto o venderlo si es lo que la situación requiere. Estas son, de modo general, las etapas en el proceso de las start-ups en las que fuimos profundizando, acompañándolo de un intento de responder a la pregunta de ¿por qué emprender? y ¿por qué vale la pena lanzarse a montar una start-up?

Un cañonazo de optimismo. Eso pretende ser Sputnik. Creo que a todos nos ha calado de una manera u otra el mensaje que hemos recibido, que cada uno de nosotros ha acogido en la medida en que hemos sentido que algún ponente o alguna idea en especial nos removía por dentro. Si algo añadimos a nuestra mochila de aprendizajes después de esta experiencia es que, desde luego, no tenemos motivos para no aspirar a algo grande. 

Vida ELU

Proyecto Vuelta al Mundo

Por: ELU Admin

María Parra, 2º ELU

¡Hola a todos! Soy María Parra, de segundo de la ELU, y vengo a compartiros una experiencia que hemos tenido la suerte de vivir este verano tres alumnos de segundo: Marisa Rico, Ramón Rodríguez y yo. En marzo nos enteramos de que, con el fin de conmemorar el quinto centenario de la Expedición Magallanes-Elcano, se había puesto en marcha un programa de aventura, solidaridad, sostenibilidad y cultura llamado Proyecto Vuelta al Mundo.

El programa consistía en un viaje de tres semanas con una mochila en la espalda, una esterilla y un saco de dormir como únicas pertenencias, recorriendo España y Portugal. Iba dirigido a estudiantes de entre 18 y 19 años de países iberoamericanos. Entre los organizadores se encontraba Jesús Luna Torres, excoordinador de la conocida Ruta Quetzal (dirigida por Miguel de la Quadra-Salcedo), y durante el viaje predominó en todo momento el espíritu de esta.

El proceso de selección consistía en la redacción de un proyecto que tratara de impulsar alguno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en nuestro entorno cercano, y en la realización de un vídeo respondiendo una serie de preguntas sobre la Primera Vuelta al Mundo. Si tras haberlo completado resultabas seleccionado, se te brindaba la oportunidad de participar en el viaje, con todos los gastos sufragados gracias a patrocinadores como Renfe, la Universidad Autónoma de Madrid o Panama Jack, entre otros.

La expedición recorrió múltiplos destinos de España, entre ellos Madrid, Valladolid, Navarra, País Vasco, tres tramos del Camino de Santiago, Oporto, Cáceres, Andalucía y Ceuta. En cada lugar asistíamos a conferencias muy interesantes sobre cómo podíamos ser más sostenibles y cómo se podía contribuir actualmente a la sociedad. Descubrimos otras formas de vida alternativas respetuosas con el medio ambiente en un lugar llamado Cachilandia, hablamos cara a cara con el actual presidente del Senado, escalamos la cima del Mulhacén, visitamos la Alhambra, bailamos sevillanas en Córdoba, realizamos una convivencia con menores no acompañados y visitamos una mezquita y un templo hindú en Ceuta.

Fueron tres semanas de vivir con lo mínimo, de dormir en el suelo de polideportivos, teatros e incluso de un monasterio. De desconexión total, pues dejábamos depositados los móviles para aprovechar al máximo la experiencia. De poner en cuestión todo lo que habíamos dado por sentado hasta entonces, de abrir nuestra mente y nuestros corazones a mil maneras diferentes de ver la vida. Si algo en especial nos marcó del viaje fue la convivencia con personas de nuestra edad de países latinoamericanos. Emprendimos el viaje con jóvenes de Bolivia, Colombia, El Salvador, Argentina, Chile, Cuba, México, Costa Rica, Paraguay y Ecuador. Para la mayoría de ellos era su primera vez visitando España, muchos no habían visto nunca el mar, algunos no habían tenido siquiera oportunidad de aprender a nadar. Tenían muchísimas historias que relatar sobre sus tradiciones y sus países, uno de los participantes hasta se había criado en una tribu indígena. Ver España por primera vez a través de sus ojos llenos de ilusión fue un auténtico regalo.

Ramón Rodríguez, 2ºELU:

Uno podría pensar que el verano, o al menos momentos de él, no tienen nada que ver con el resto de la vida que uno lleva. ¿Puede estar el verano (¡entero!) relacionado con la vida del día a día, con la vida en la universidad y con la familia? ¿Es acaso deseable? Sobre la segunda pregunta estoy convencido de que sí, en relación a la primera todavía no lo sé… Lo que sí sé es que este viaje y el tomármelo en serio me ha despertado multitud de inquietudes y preguntas, pero lo que es aún mejor, me ha dado unos buenos amigos con los que lanzarme a buscar respuestas. Las respuestas a las mismas preguntas que en el fondo se me despiertan en la universidad y que tantas veces el trajín del día a día acaba acallando.

Marisa Rico, 2º ELU:

Excepcional, L. Giusanni da palabras a aquello que yo no puedo verbalizar: “Algo excepcional es cuando corresponde adecuadamente a las expectativas originales del corazón (…) Lo excepcional es, paradójicamente, la aparición de lo que natural para nosotros, que suceda lo que deseamos” esto es el viaje que fue y sigue siendo. El viaje fue un SÍ constante, fue responder con un Sí por delante, dar un SÍ a conjugar el verbo desaprender, a cuestionar, a reordenar, a cambiar, a agradecer y sobre todo a conocer. Fue un SÍ a reeducar la mirada a través de aquellos que te miraban desde su cultura y su realidad, a abrazar el instante, a vivir profundo. Fue un SÍ encontrar descanso en el cansancio, a sorprenderse con la superación constante haciendo aquello que nunca te habías planteado hacer y sobre todo fue una revalorización de lo cotidiano, llevarse lo mínimo para exprimirlo al máximo, a hacer de aquello pequeño una gran celebración.

Ser los primeros en acontecer y ser parte del acontecimiento y a no poder sino compartirlo. Fuimos a dar la vuelta al mundo y nos encontramos dando a nuestro mundo la vuelta, con la certeza de saber que siempre hay alguien que te espera desde la cubierta de la Nao Victoria hasta la cima del Mulhacén.