Cuaderno de Bitácora – Emma

17 JUN

Marta Morcillo, 2º ELU

A Emma Woodhouse, ‘’hermosa, lista y rica’’, o la adoras o no puedes con ella, no hay término medio. Esta señorita de la alta sociedad de la Inglaterra del S.XIX es la encargada de los diversos tejemanejes que se dan en su pueblo. Así, tras el fructífero matrimonio (no hay spoiler) de su institutriz, orquestado por ella misma, se ve en la tesitura de urdir nuevos planes de casamiento para su amiga Harriet Smith.

Puede parecer una mera comedia romántica con la que pasar el rato en la playa, pero no es así. Jane Austen (1775-1817) nos presenta una heroína egoísta y vanidosa, que, lejos de ser un personaje plano, tendrá que aprender y evolucionar como persona a lo largo de la obra. No se trata, pues, de una simple niña mimada (como al principio puede parecer) que no sabe qué hacer con su tiempo libre. Austen siempre ha destacado por su maestría a la hora de definir los personajes de sus historias que comparten el autorreconocimiento, la debilidad, las vanidades

Emma sufre y disimula, vive en un mundo de vanidades falso para no enfrentarse a su verdad: está sola. La obra es un baile de personajes, cada cual digno de analizar por separado, que irán mostrando las diversas partes de la personalidad de Emma y sacando sus peores y mejores aspectos. Ella siempre busca lo superfluo, la diversión con pasiones vacías para entretener a su mente sin importarle a quien tenga que utilizar para ello. Le gusta compararse con los demás y sentirse superior, mirar por encima del hombro y después mostrar condescendencia. No obstante, aprenderá a vivir en verdad y descubrir la vida a través del amor. Un amor que crea y que hace dar tu mejor versión.

Para mí, fue una obra reveladora. Me la esperaba, pues eso, como la típica comedia para echar el rato. Pero se encargó de darme una lección de humildad muy grande. Yo, personalmente, llegué a identificarme con Emma y comprar su discurso como si fuera mío. No podía con Jane Fairfax y quería que siguiera divirtiéndose sin pensar en nada más. Quería que todo el mundo la adorara porque lo hacía todo bien. ¿Para qué? Es joven, guapa y muy rica, no necesita más.

Esa es la magia de los clásicos: hablan de ti y de mí y de toda la humanidad sin importar la época en la que se escriban. Por eso hay que leerlo dejándose llevar por la magia narrativa del libro y la maestría de Jane Austen a la vez que leer entre líneas. Espero que cuando lo leas tengas la sensación de estar leyéndolo en la playa con el calor de verano y el ruido del mar de fondo porque no se merece menos.