Hola a todos, soy Paula Hortas Grandal, de 4º de la ELU y ahora mismo me encuentro en una burbuja de la que no quiero salir. Esta burbuja se llama Reims, una ciudad que está casi a dos horas de París, al noreste de la ciudad, en plena Champagne, en la que estoy haciendo mi año de Erasmus.
La burbuja comenzó el pasado mes de agosto cuando empaqué (casi) toda mi ropa (pido perdón desde aquí a mi hermana por haberme traído “accidentalmente” alguna cosa suya), un par de carpetas y me tuve que dejar mi guitarra en casa porque ya no había más hueco en el coche. Llegué a una ciudad tranquila en la que para saciar la sed y el calor del verano no bebían agua, sino Champagne. Y no es que exagere, al contrario; Reims es considerada una de las dos ciudades del Champagne, un vino de fiesta para todos, un vino de aperitivo para los champenoises (dícese de los verdaderos habitantes de la comarca del Champagne), y ahora casi para mí. Empezaba una aventura en la que estoy aprendiendo mucho y descubriendo más.
Reims me ha descubierto y reafirmado que he encontrado mi vocación. Sí, cada día estoy más segura de que estoy llamada al mundo del vino… En serio, sin bromas… Cada día disfruto más descubriendo todo lo que hay detrás de una copa: desde la tierra de cultivo, hasta la cultura que lleva consigo, la ciencia y sobre todo, la pasión. He tenido la suerte de encontrarme con personas que aman su carrera tanto como yo, lo que hace que nuestra curiosidad se multiplique. Catas improvisadas, sesiones de estudio tras las clases, curiosidades sobre las diferentes regiones vitivinícolas, aspiraciones comunes, concursos y visitas a congresos… Digamos, que mi clase de este año es como una pequeña ELU monotemática que gira en torno al vino y la viticultura.
Reims, como podéis ver, me está enseñando otro tipo de modelo universitario. Como ya decían otros ELUS, la universidad francesa es mucho más magistral. De hecho, es así como llaman a las clases: “Cursos Magistrales”. Sin embargo, ellos mismos aceptan que allí estamos para aprender los aspectos teóricos. Es nuestra responsabilidad ser curiosos, profundizar fuera de las clases, investigar… A la vez, saben que hay que darle importancia a las prácticas de empresa (aquí llamados Stage). El Stage es el momento en el que todo el conocimiento teórico se pone al servicio de la sociedad, donde realmente se aprende y se está en contacto con el mundo laboral. Están tan seguros de ello que la relación universidad-empresa es muy fuerte; colaboraciones, visitas, salidas de campo y ponentes están en mi agenda prácticamente todas las semanas. Como ya nos dicen en la ELU, la Universidad no se da sin servicio a la sociedad, y para ello, es necesario estar en contacto con esa sociedad.
Reims se cruzó en mi camino de forma inesperada, es el primer año que mi universidad ofrecía este destino, así que el proceso fue todo algo a ciegas. Sin embargo, parecía que estaba predestinado. Sí, empecé con incertidumbre, pero que poco a poco todo se fue resolviendo solo: un Learning Agreement listo en una semana (sí, parece fantasía pero fue real) o las prácticas de empresa en Domaine Vranken Pommery durante la vendimia que surgieron de la noche a la mañana eran solo algunas de las señales que me anticipaban lo que a día de hoy puedo afirmar: Reims estaba esperándome, o mejor dicho, yo estaba esperando a que Reims llamara a mi puerta. Y es que, cada día me siento más agradecida, más feliz de estar aquí…
Reims también tiene sus cosas, eso no lo puedo negar: la familia lejos y los días grises y cortos son de las cosas más complicadas de llevar, pero también me hacen apreciar las tardes con mi hermana en el jardín, las puestas de sol en la playa, o las tardes por Jerez de tabanquitos. Reims me hace sentir más cerca de casa que incluso estando allí.
Reims me está enseñando el “savoir faire” de los franceses de convertir en modo de vida el placer. Y es que no podemos negar que saben vivir muy bien; son unos disfrutones. Consiguen rendir culto a la gastronomía, el vino, la moda… Pero sobre todo a los pequeños momentos compartidos en los que nadie espera nada, pero de los que todos sacamos algo: ya sea aprender a bailar rock and roll como aprender una nueva palabra que en un idioma que no es el tuyo.
Reims me ha presentado a gente que no hubiera podido conocer de ninguna otra forma: Francia, Bélgica, Alemania, Italia, Turquía, EEUU, Taiwán… e incluso España, son ahora caras de personas, formas de vivir, conversaciones, viajes, risas… Son horas en coche, autobús e incluso en clase. Son comidas compartidas, son preguntas con (y a veces) sin respuestas, son canciones cantadas… Son parte de mí.
Reims, me ha atrapado en su burbuja, que crece, y crece, y crece… Reims se vuelve cada día más hogar que el anterior, más cómodo y cercano. Y el día que explote quiero recordar, al menos, una décima parte de su maravillosa magia chispeante. En definitiva, no os vayáis de Erasmus, no vaya a ser que os pase como a mí…