Elus por el Mundo – Jaime Osorio

02 DIC

¡Hola a todos! Aquí Jaime Osorio, desde La Haya, Países Bajos. Este es mi último año de uni, pues estoy en 5º de Derecho y Relaciones Internacionales en la UFV y 4º de ELU. Si ya de por sí iba a ser un año “divertido” con prácticas, dos TFGs y el TFELU, ¿por qué no meter un Erasmus entre medias? Por supuesto que esta no era la idea que tenía al principio (pretendía haber venido aquí hace dos años), pero sinceramente creo que está siendo un buen momento para vivir esta experiencia.

Han pasado ya más de tres meses desde que aterricé en esta ciudad. Venía con miedos, dudas e inseguridades, pero también con ganas de cambiar de aires y demostrarme que podía desenvolverme perfectamente alejado de las comodidades de Madrid. Afortunadamente, ya a estas alturas puedo comprobar las numerosas ocasiones en las que me he puesto en juego y las mejoras que he conseguido a nivel personal.

¿Cómo es la vida aquí? Pues resido en un edificio de estudiantes, tengo mi propia habitación y comparto cocina y baño con David (República Checa), Ángel (Barcelona) y Klaudius (Alemania). Es una suerte tener unos compañeros con los que sentirte cómodo y considerarles amigos, pues la convivencia es mucho más fácil. Por no hablar de lo increíble que es tener a tus mejores amigos de aquí dos/tres pisos arriba o abajo; nos podemos ver tanto que parecemos una familia.

Por continuar escribiendo sobre los habitantes de La Haya, me sorprendió la enorme cantidad de españoles (e hispanohablantes) que han venido aquí. No me avergüenza reconocer que mi grupo más cercano está compuesto mayoritariamente por madrileños, pero son personas que la vida pone por delante y a las que probablemente no habría conocido si no hubiera venido aquí.

Sin embargo, quiero destacar que La Haya es una ciudad increíblemente internacional (yendo a misa, por ejemplo, me percaté de que habría más de veinte nacionalidades distintas allí presentes), y gracias a ello he ganado soltura tanto para hablar en inglés como para cambiar rápidamente de este idioma al español y viceversa en una misma conversación. No pocas veces nos hemos juntado con nuestros amigos alemanes para visitar algún lugar, montar una fiesta, jugar a las cartas o al póker… y también me vienen a la cabeza todas las personas que he conocido por compartir clase, facultad, deportes o amistades.

Respecto de la uni (The Hague University of Applied Sciences), esta es un ejemplo más de la multiculturalidad de la ciudad. Hay un sinfín de asignaturas (la mayoría de 15 créditos, por tanto, como dos o tres de España) en inglés y están enseñadas de una manera mucho más práctica que en España, algo que se agradece como estudiante de Derecho. Destaco especialmente la asignatura que he cursado de Unión Europea, donde he realizado desde un podcast simulado hasta una infografía, haciendo también las veces de abogado en cuestiones de ciudadanía europea. Esto, junto con dos trabajos más académicos y sin necesidad de un examen, me ha permitido comprender por fin cómo colaboran entre sí la Comisión, el Parlamento y el Consejo.

Además, la universidad tiene actividades prácticamente todos los días, y a los estudiantes de Erasmus nos trataron muy bien desde el principio. Por ejemplo, la asociación de estudiantes de Derecho nos explicó cómo hay que redactar y citar los trabajos aquí, lo cual fue de gran utilidad. También nos llevaron a conocer la ciudad de Delft, y gracias al departamento de deportes he podido jugar al bádminton o al ultimate frisbee (juego por equipos en el que hay que pasarse el frisbee sin que lo intercepten). Tampoco me olvido de la feria de prácticas, el torneo de FIFA y otros videojuegos o la proyección de películas como Grease. En definitiva, estudio en una universidad enorme y dinámica, y encima vivo a cinco minutos de ella.

Erasmus es, asimismo, tiempo de viajar y conocer (a poder ser como peregrino y no como turista, según las palabras de Juan Serrano). Si dentro de La Haya visité el Mauritshuis con el archiconocido conocido cuadro de La joven de la perla, por un precio reducido me he podido acercar a otras ciudades como Ámsterdam, Leiden o Róterdam, tierra de Erasmo. Y fuera de Países Bajos, disfruté muchísimo caminando por Budapest (donde me encontré con Clara, de 4º de ELU) y estaré disfrutando cuando se publiquen estas líneas (saludos desde Cracovia, Polonia). Precisamente volviendo de Budapest, me sorprendí experimentando la sensación de que estaba retornando a mi “casa”, una habitación de un edificio gigante de La Haya. Si esto me lo dicen hace no tanto tiempo… vamos, ni me lo imaginaba.

Pero sí, La Haya es mi casa. Una ciudad tranquila de un país más acogedor de lo que pensaba, con sus molinos, canales, bicicletas y habitantes en su mayoría angloparlantes (asignatura todavía un poco pendiente en España). En ella sigo viviendo una experiencia que supone un cierto alto en el camino, en la que me sorprendo exponiéndome en situaciones en las que antes no me atrevía y que por supuesto me hace valorar con cariño todo lo bueno que tiene mi país de origen. Animo a todo aquel que pueda a sumergirse en esta experiencia pero, como ya hemos aprendido, se puede admirar y buscar bien, verdad y belleza en los rincones más insospechados.
Un abrazo, ¡y a seguir viviendo!