Ciao a tutti!
Soy María Muñoz, aunque muchos me conocéis como Merimu. Hace seis meses, cogí un avión con destino Roma para el que, por primera vez en mi vida, no había comprado billete de vuelta. No sé si fue eso, o verme sola en el aeropuerto cargada de cosas, o la pena que me había dado despedirme de mi amiga Manuela unos minutos antes, o pensar que no pisaría España en algo más de tres meses, o el miedo mezclado con ilusión (y demasiados sentimientos más), lo que me hizo, también por primera vez, llorar antes de iniciar un viaje; con lo mucho que me gusta recorrer mundo. Ahora mismo, no puedo estar más contenta por la decisión que tome.
A estas alturas, me da la sensación de que el mes de septiembre fue hace mucho. Al final, eso pasa siempre cuando te sientes en casa; y es que Roma se ha convertido en otro de mis hogares. Y precisamente mi casa (ahora os hablo de la física) me ha dado dos de mis mayores regalos de todo el curso: Andrea y Esther, con las que, al final, comparto mi día a día aquí. Creo que hacemos un gran equipo, porque somos capaces de sacar lo mejor de cada una de nosotras (aunque a veces nos queramos matar).
La uni con la que hago el intercambio es la Università Europea di Roma (que es como la UFV de aquí). Lo único malo que puedo decir de la universidad, aparte del caos característico romano, es que me pilla lejos de casa. Es una universidad muy pequeñita y éramos pocos internacionales el primer cuatri, por lo que al final, nos conocíamos todos. Además, como tenía una asignatura en la que era la única internacional, hice algún amigo italiano. Me fue genial el primer cuatrimestre, aunque tuve que cursar asignaturas a distancia, que eso no es siempre muy fácil, ya que algunos profesores no prestan mucha atención a los que estamos fuera. Este segundo cuatri estoy haciendo prácticas y estoy más desconectada de la uni, pero tengo ganas de volver y de conocer a los nuevos internacionales que han llegado, porque somos más y ha llegado gente de más lejos.
En cuarto de carrera, debo hacer unas prácticas curriculares; por lo que tuve que buscarlas aquí. Estoy en RCI Bank and Services, que, explicado con simpleza, es la banca de Renault. Trabajo dentro de la dirección de MK, en la parte de seguros, y en mi equipo somos 6 chicas. Resulta ser un equipo un poco internacional, pues somos cuatro italianas, una francesa con la que puedo hablar español, Pascale, y yo, la pequeña del equipo. Está siendo una experiencia maravillosa por muchas razones. En primer lugar, y desde el primer momento, porque me he sentido muy acogida y ayudada por todos. En segundo lugar, porque he podido hablar italiano como no había podido hablar hasta ahora. Y en último lugar, más académicamente hablando, he podido observar el funcionamiento de una gran empresa, asistir a reuniones bastante internacionales, mejorar mis conocimientos y habilidades en diferentes cuestiones, así como ver aplicado a la práctica muchas cuestiones que había visto de manera teórica.
Roma es una ciudad tan maravillosa… Y es maravillosa porque es capaz de reunir en cada uno de sus rincones la belleza con el caos absoluto: ¡me fascina! Y tiene otra cosa que también la convierte en un lugar tan especial, y es que siempre te sorprende; pues nunca sabes lo que te puedes encontrar dando un simple paseo. ¡Y cómo me gusta eso! Estoy intentando conocer cada uno de sus lugares (los más conocidos pero sobre todo los que no lo son tanto), pero es tan grande que es muy complicado. Eso sí, tampoco pueden faltar los viajes, y he podido viajar bastante: Cinqueterre y las maravillas escondidas en sus cinco pueblos, la playa de Ostia, Tivoli, Milán, Pavía, Verona, Florencia, Pisa, San Gimignano, Siena, Budapest, Londres, Perugia… Y solo tengo ganas de moverme más y más!!!
Estoy feliz porque Roma, se ha convertido, sin ninguna duda en otro de mis hogares, y siempre lo será. Creo que nunca olvidaré sentarme en la Fontana de Trevi y después en la Piazza Navona y que no hubiera nadie a mi alrededor, excepto mis amigos, en plena noche. Ni visitar la capilla de los guardias suizos que está dentro del Vaticano y encontrarme allí a un antiguo guardia (de hace 50 años). Ni perder tres trenes para visitar Tivoli. Ni aquel cartogo con Esther en Milán para no perder nuestro tren. Ni las conversaciones con Andrea hasta las tantas escuchando toda la música que nos encanta a las dos. Ni las noches de fiesta con Luis y Carlos (y las recenas de después, por supuesto). Ni los trenes de camino a la uni con Lucía. Ni Cinqueterre. Ni el viaje a Budapest con Lu, Nago, Gema y Geleles para visitar a Terete. Ni sentirme aún más en casa con las visitas que recibíamos de España. Ni las cervezas en el Gianicolo con Roma a nuestros pies. Ni algún que otro atardecer desde el Pincio o il Giardino degli Aranci. Ni los paseos por el bohemio Trastevere. Ni los platos de pasta carbonara (o cualquier otra). Ni tantas otras muchas cosas y personas con las que he coincidido aquí.
Gracias Roma, por ser tan especial y maravillosa como eres. Y gracias mamá y papá por creer en mí y permitir que esté viviendo de esta experiencia que tanto me está ayudando a conocerme mejor y a crecer como persona.