Tal vez recorra mil rutas y senderos
y puede, además que bautice autopistas;
navegaré por mares y riachuelos;
subiré montañas, bajaré colinas.
Recorreré ciudades con sus calles y avenidas
y me empaparé de culturas que no son la mía.
El mundo entero será entonces mi casa,
una noche tras otra, día tras día.
El tiempo pasará rápido,
haciendo que el recuerdo se desvanezca
de lo que un día fuera mi casa,
de lo que un día feliz me hiciera.
Más cuando pida mi cuerpo volver al hogar
y la noche fría me empuje a morir
el corazón y el alma rogarme querrán
siempre ver amanecer en Madrid.
Irene Cedenilla