Una gota de agua más – Laura Cuesta

22 NOV

¡Hola a todos!

Soy Laura Cuesta, de Valladolid y de 2° de la ELU y vengo a contaros mi experiencia de voluntariado en Portugal.

En agosto tuve la oportunidad de ir como voluntaria a un centro de acogida en Braga. “No os esperéis nada. Aquí os encontraréis con niños y adolescentes muy complicados”. Complicados. Ese fue el adjetivo que usaron los trabajadores sociales.

Llegué allí sin saber muy bien qué me iba a encontrar. Tenía dudas, miedo a no estar a la altura, a no saber reaccionar ante ciertas situaciones, la barrera del idioma estaba presente…

No sé si habéis leído “Los renglones torcidos de Dios” de Torcuato Luca de Tena o “La leyenda de la isla sin voz” de Vanessa Montfort. Pues bien, allí me encontré con situaciones que parecían sacadas de esos libros (como se suele decir, la realidad supera a la ficción). El centro de acogida estaba lleno de patologías físicas y psíquicas, adicciones, intentos de suicio, abandonos, violencia… Ves algo así y algo se rompe dentro de ti. Había tanto dolor, odio y sufrimiento concentrados, que costaba no querer salir corriendo.

Los primeros días fueron muy duros. El centro estaba dividido en 3 unidades: amanecer, brújula y horizonte. La distribución de estas unidades estaba muy pensada y teníamos prohibido mezclarnos. Los chicos nos veían como extraños que venían a invadir su espacio. Parecía imposible que se abrieran con nosotros. Y, sin embargo, con tiempo y esfuerzo, nos hicieron ese regalo.

El último día, después de todo lo vivido, vinieron corriendo a abrazarnos, no querían que nos fuésemos. El primer día ni nos dirigían la palabra, aquel día nos regalaron miradas llenas de cariño. Chicos que parecían “piedras” no pudieron evitar llorar, mostrándonos su vulnerabilidad, confiando en nosotros. Soy cuando soy con otros, y ahí fuimos todos juntos.

Esta experiencia me hizo darme cuenta de que eso que siempre decimos en la ELU es verdad: estamos hechos para darnos a los demás.