El pasado martes 19 de noviembre, ELU Sevilla tuvo el lujo de sumergirse en las profundidades del Archivo de Indias, el cual recoge la documentación referente a la administración de los territorios ultramarinos españoles. Esta ingente cantidad de información se aunó en 1785 por deseo de Carlos III y fue nombrado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1987.
A través de papiros, maquetas, armas antiguas y representaciones simuladas, nos fuimos enfundando, casi sin querer, el traje de marinero. Pudimos sentir el miedo de embarcarse en un viaje sin precedentes en la historia, la pena de dejar a sus familias atrás, sin saber si las volverán a ver, la piel de gallina del frío de la proa y el enfado del grumete castigado en el carajo del navío.
Sin embargo, nos vimos incapaces de esquivar el sentimiento de gratitud que nos produjeron estos “exploradores de lo desconocido”. Su sacrificio, tesón y generosidad, transcendían mucho más allá del puñado de maravedíes que tenían como salario. Sabían que iban a cambiar el rumbo de la historia y a eso había que contestar con un SÍ rotundo. Magallanes, Elcano, Armstrong, Hillary, cuerdos tan locos con agallas suficientes para tener encuentros furtivos con la peligrosa adrenalina y la adictiva curiosidad.
Por último, ELU Sevilla se trasladó a una pequeña cantina situada en las cercanías de la Torre del Oro. Debates, experiencias, anécdotas y un sin fin de formas de entender lo que acabábamos de contemplar, aterrizaron sobre esa concatenación de mesas y cafés que cobraron vida al vislumbrar aquellos chavales reconvertidos, al menos por una tarde, en “exploradores del saber”.