Italia

Vida ELU

Elus por el Mundo – Daniel Abellán

Por: ELU Admin

¡Hola a todos!

Soy Daniel Abellán, estudiante de Economía en la Universidad de Zaragoza y elu de 4o curso. Tengo la inmensa suerte de poder cursar mi último año de Erasmus en Italia. Me encuentro en Turín, capital de la región del Piamonte (al noroeste del país) y primera capital del Reino de Italia. Los motivos por los que me decanté por este destino Erasmus son varios, pero no puedo negar que una de las razones principales fue que Carmen, también elu de 4o, que estuvo aquí de Erasmus el año pasado, supo transmitirme toda su ilusión por esta ciudad. Y no era para menos (podéis leer su crónica aquí).

A diferencia de otros erasmus, yo no me había planteado cursar un año de mi carrera en el extranjero hasta muy tarde, tras realizar en el verano de segundo a tercero un curso de un mes en Londres. Me supo a poco y el gusanito por hacer un Erasmus empezó a despertar. Esto, unido a que quería aprender italiano, fue lo que hizo que “me tirase a la piscina”.

Voy a empezar a contaros unos cuantos datos curiosos de Turín y luego un poco de mi experiencia estudiando aquí, errores y aciertos que he visto y/o cometido durante mi Erasmus y alguna recomendación final.

Datos curiosos de Turín

– Aquí viven casi un millón de personas.

– El monumento más emblemático de la ciudad es la Mole Antonelliana, que es un edificio con una cúpula cuadrada muy alta y un pincho que destaca por encima del resto de la ciudad. Se inauguró el mismo año que la Torre Eiffel. Nietzsche dijo sobre ella que posiblemente era la obra arquitectónica más ingeniosa jamás realizada. Empezó siendo un templo y escuela judía, pero pronto se dieron cuenta de que no sabían qué hacer con ella y ahora es un museo del cine. Por cierto, la leyenda cuenta que si subes a la Mole no te gradúas (y por supuesto, estoy esperando a julio para subir).

– Turín y Milán tienen pique (y Turín mola más).

– El Martini, el café Lavazza, la FIAT y la Nutella (grazie Piemonte) son de aquí.

– El chocolate típico es la gianduia.

– Hay dos equipos de fútbol importantes: la Juventus y el Torino. Los turineses de verdad son del Torino, que es un poco como ser del Espanyol, nunca ganas nada, pero al menos, no eres culé. Por cierto, el derby se llama Derby della Mole.

– Tienen uno de los museos egipcios más grandes e importantes de Europa. He estado una vez, se organizan fiestas ahí. También hay otro de arte oriental.

– La ciudad está rodeada por montañas y tiene dos vistas principales que no te puedes perder si vienes aquí: desde el Monte de los Capuchinos, accesible con un pequeño paseíto a pie, y Superga, muy mal conectado, pero se llega fácilmente haciendo autoestop (que no de corte, los propios locales se ofrecen sin tenerlo que pedir).

– Hay una leyenda que asocia su fundación al Antiguo Egipto y a Faetón, que encontró el río Po (el Erídano en la mitología griega) parecido al Nilo, al huir del Mediterráneo.

– Creen que tienen el Santo Sudario, pero todos sabemos que el real está en Oviedo.

Estudiar en Italia y en italiano: mitos y verdades

Italia tiene fama de ser un destino fácil pero, tras hablar con compañeros que estudian en otras facultades y en otras ciudades, la conclusión a la que llegamos es que no. Para nada. El nivel de exigencia nos parece más o menos el que hay en España y la dificultad depende del profesor que imparte la asignatura. Tampoco creo que haya un favor genérico a los Erasmus. Y, aunque es cierto que tengo compañeros a los que les han “facilitado” alguna asignatura, a la mayoría se les exige lo mismo que a los demás compañeros italianos. Hay que tener en cuenta que Italia es un destino que se presta a venir sin conocer el idioma y a estudiar en él. No hay que obviarlo. Evidentemente es más fácil que el alemán o el francés, pero hay que estudiarlo. Ir a clase, aunque cueste porque siempre vas a tener planes que te distraigan, es, en mi opinión, la forma más rápida de aprenderlo.

Es importante tener en cuenta que aquí los grados no funcionan como en España. Su grado tiene dos partes. La formación de grado principal dura tres años (lo que llaman Laurea Triennale) y, si vienes en cuarto, probablemente tengas que coger asignaturas de Laurea Magistrale, que es parecido a lo que nosotros entendemos por Máster, aunque en realidad es una extensión de dos años y profundización del grado, que no todo el mundo hace, previa a los estudios de posgrado. En Italia no es tan típico hacer un posgrado en sentido estricto. Explico esto porque al principio puede ser lioso entenderlo.

La fiesta no es tan buena como en España, aunque no va a faltar, y hay muchísimas oportunidades para viajar barato y a muchos lugares. No hay que olvidar que hay un curso que sacarse.

Por último, decir que son muy amigos de los exámenes orales y tipo test, aunque también hay escritos.

Errores y aciertos

Vine con dos amigos de la Universidad a Turín y buscamos piso juntos. De cara a aprender italiano y conocer gente no me parece un gran impedimento si tienes voluntad suficiente para salir de tu zona de confort, y es un gran apoyo cuando más negras te las ves. Nuestro principal acierto fue ponernos a buscar piso en abril. Lo encontramos a finales de julio tras decenas de llamadas y correos electrónicos a inmobiliarias. Es muy complicado encontrar piso al principio, aunque cuanto más te acercas al inicio de curso más fácil se hace. No tiréis la toalla, algo encontraréis tarde o temprano. Y no esperéis a estar aquí para buscar piso, probablemente encontraréis, pero con mucho agobio, dinero en Airbnb y estrés. Los principales motivos para colgarnos el teléfono eran: que fuésemos estudiantes, que nos conociéramos antes de llegar, que fuésemos todos chicos y que éramos españoles. Pero a pesar de esta discriminación inicial más o menos justificada, debo decir que, una vez aquí, uno ve que la gente es muy agradable, acogedora y gentile en general.

El error principal que veo es no hacer amigos italianos. Son un poco como los españoles: no se van a acercar a ti en clase, pero si lo haces tú, verás que son muy abiertos y estarán encantados de ayudarte e integrarte. Acércate en el pasillo después o antes de clase con cualquier excusa e introdúcete. La conversación a partir de ahí es muy fácil con ellos. Si intentas hablar en italiano, te los ganas seguro.

Recomendaciones

– Haz un curso de italiano antes de venir. Yo estudié un A1 (para tener unas nociones básicas) en la escuela de idiomas de la universidad el año antes de llegar y sin duda fue un acierto para desenvolverme los primeros meses.

– Haz un free tour al llegar el primer mes. Es muy fácil posponerlo, pero conocer la ciudad en la que vives te ayuda a saborearla más y orientarte mejor al principio.

– Viaja y exprime el tiempo libre. Es una experiencia que recordarás toda la vida.

– Si puedes, quédate el curso entero.

– Si estás pensando si solicitarlo o no, tómate esto como una señal para no darle más vueltas. 🙂

Llevo vivido la mitad de mi Erasmus y no puedo estar más contento con lo que me llevo: amigos, experiencias y un aprendizaje en la mochila que no tiene precio. Habrá momentos en los que se pueda hacer un poco duro, pero no dudéis en que el sabor que deja es dulce. Por supuesto, si tenéis cualquier duda, estoy a vuestra disposición. Por teléfono o el finde en la Paquito.

Ci vediamo presto!

D

Vida ELU

La ELU recibe el Premio Razón Abierta

Por: ELU Admin

El proyecto de la Escuela de Liderazgo Universitario liderado por los profesores de la UFV Juan Serrano y Carola Díaz de Lope-Díaz recibieron el pasado martes 17 de octubre el premio Razón Abierta. Es la primera vez que un proyecto de la UFV recibe este galardón que organiza la universidad a través del Instituto Razón Abierta y en colaboración con la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger/Benedicto XVI.

Fue una ceremonia presidida por el cardenal Luis Francisco Ladaria, S.J. junto con el presidente de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, el padre Federico Lombardi, S.J., que destacó los “resultados brillantes” de las investigaciones galardonadas con estos premios.

“Este premio tiene como objetivo promover el diálogo entre disciplinas y en particular con aquellas que pueden dar respuesta a las preguntas antropológica, epistemológica, ética y de sentido, ahí en donde la ciencia no puede responder por sí misma”, ha explicado el rector de la UFV, Daniel Sada, quien afirma que se busca “generar un espacio para favorecer la investigación y la docencia y el intercambio de proyectos de los profesores e investigadores cuyas contribuciones han marcado la diferencia en sus respectivas áreas de estudio”.

También han sido galardonados: Anna Rowlands, de la Universidad de Durham, Simon Maria Kopf, profesor de Teología Fundamental en la Universidad Católica ITI e investigador en Blackfriars Hall, Oxford, Giuseppe Tanzella Nitti y Stefano Oliva, director y coordinador, respectivamente, de la plataforma digital DISF Educational, activa en el “Centro de Documentación Interdisciplinar de Ciencia y Fe” de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz. Asimismo, habrá una mención honorífica para Elizabeth Newman, profesora de Teología en el Union Presbyterian Seminary Baptist House of Studies and Duke Divinity School.

Al día siguiente, el miércoles, el papa Francisco recibió a los galardonados en la Audiencia. Juan Serrano nos cuenta cómo ha vivido estas jornadas: “Tras el seminario de trabajo, en el que entablamos conversación con el resto de ganadores y los profesores de la universidad y la entrega de premios, que fue una emocionante culminación a todo el recorrido, la Audiencia con el Papa supuso el broche de oro a nuestros días de “razón abierta” en Roma. Experimentamos una acogida y una unidad grande, la conciencia de ser parte de algo mucho más grande”.

Puedes ver cómo transcurrieron esos días en este vídeo.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Mariana Pulgar

Por: ELU Admin

Hola, elus!

Hace algunos años jamás habría imaginado que estaría escribiendo estas líneas desde Milán, Italia. Sigo sin creer que Italia es el país que ahora me acoge como mi hogar temporal.

Milán representa un sueño hecho realidad para mí. Italia es el tercer país en el que vivo, segunda mudanza que hago en mi vida. Por circunstancias del destino, tuve que salir de mi país natal, Venezuela, pero tuve la suerte de encontrar mi segundo hogar en España.

Sin embargo, esta vez, la experiencia es más desafiante y emocionante que nunca, porque por primera vez me aventuro sola en este viaje.

Italia, un país que respira historia y cultura en cada rincón. En el poco tiempo que llevo aquí he tenido el privilegio de explorar la región de Lombardía y maravillarme con su belleza y autenticidad. Desde los icónicos monumentos hasta las calles adoquinadas, cada día es una nueva oportunidad de descubrir la riqueza cultural que este país tiene para ofrecer. Y, por supuesto, no puedo dejar de mencionar la deliciosa gastronomía italiana que ha deleitado mis sentidos. Ahora, viviendo esta nueva etapa sigo estando dispuesta a sacar al máximo de mi experiencia Erasmus, ya que tengo muy presente que es un privilegio que no muchos pueden disfrutar.

Salir de la comodidad de lo conocido es una experiencia transformadora. Y aunque no es la primera vez que me mudo, cada cambio es diferente. Cada día, enfrento nuevos desafíos y me sumerjo en situaciones que me empujan a crecer y evolucionar como persona. Milán, con su ritmo vibrante y su mezcla cultural, me ha brindado la oportunidad de expandir mis horizontes de una manera que nunca imaginé.

Sin duda uno de los aspectos más enriquecedores de esta experiencia es la diversidad de personas que tengo el privilegio de conocer. Cada día, interactúo con personas de distintas nacionalidades y culturas. Milán, con su encanto único, nos ha brindado un espacio donde convergen nuestras historias y aspiraciones.

Si me preguntan por qué escogí Milán como mi ciudad de Erasmus, os diría que la principal razón fue la universidad en la que estoy actualmente cursando. Este semestre me encuentro en la Libera Università di Lingue e Comunicazione (IULM).

Desde mi formación en Comunicación Audiovisual en Madrid, he tenido una fascinación por los medios y la industria del entretenimiento. Ahora, en la IULM, estoy inmersa en nuevos entornos académicos, estudiando asignaturas de grado y máster de Comunicación Estratégica y Relaciones Públicas. Este semestre estudiando nuevas asignaturas no solo me emociona sino que sé que será muy útil para profundizar mi interés en el mundo empresarial dentro de la comunicación, y también servirá para enriquecer mi bagaje académico con una perspectiva más global y estratégica.

La IULM me brinda la oportunidad de expandir mis horizontes y adentrarme en nuevos campos del conocimiento. Cada día, me sumerjo en asignaturas que despiertan mi curiosidad y me desafían a pensar de manera innovadora.

Mi tiempo en la Universidad IULM, y en Milán es más que una experiencia académica; es una aventura que me desafía, me inspira y me conecta con el mundo de formas inesperadas. Cada día, sigo maravillándome ante la belleza de esta país y la diversidad de personas que cruzan mi camino. Esta travesía, vivida en soledad pero enriquecida por las conexiones que he forjado, es un capítulo inolvidable en mi camino educativo y personal.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Carmen Suárez

Por: ELU Admin

¡Hola a todos! Soy Carmen Suárez. Estudio Derecho en la Universidad de Córdoba, pero este curso estoy de Erasmus en Turín, en la región del Piamonte, al norte de Italia. Hacer Erasmus era algo que siempre había estado entre mis planes, así que, ¡aquí estoy! He de decir que el principio no fue nada dulce, muchos ya lo sabéis o incluso lo habéis experimentado. Hablo de la búsqueda de alojamiento, lo que supuso una auténtica gymkana. En mi caso tuve suerte,
pues a pesar de meses de búsqueda online y de aterrizar aquí sin nada, acabé encontrando a finales de septiembre una habitación. ¡Menos mal! Ahora sí, podía empezar a disfrutar de la experiencia.

¿Por qué Turín? Lo que me impulsó a elegir esta ciudad fueron tres razones. Vi que tenía un tamaño grande pero manejable, que el aeropuerto tenía buena comunicación con España y con el resto de Europa y, por último, que el acuerdo de estudios con mi Universidad de origen era muy completo y me permitía cursar las asignaturas que yo quería. No me lo pensé más y me dejé sorprender por esta ciudad, de la que a día de hoy sigo descubriendo curiosidades. En la cultura piamontesa tienen muy presente un principio que dice: “esageruma nem!”, cuya traducción quiere decir: “¡no exageramos!” Y os puedo decir que es verdad. Turín es una ciudad que tiene mucho para presumir: fue la primera capital de la Italia unificada, la presencia de los Saboya se respira aún en cada fachada y en la gran cantidad de palacios, tiene unas reglas de urbanismo muy cuidadas, plazas llenas de historia, es la ciudad del cine, custodia el Santo Sudario y a su vez es la cuna de grandes empresas como FIAT, Lavazza o Martini. ¿Lo sabíais? Seguro que no… ¡Quizá sea por la prudencia y discreción de los piamonteses! Así que esto que os cuento es un secreto, shhhh :).

Cambiando de tema, la universidad me parece alucinante en cuanto a instalaciones. Para mí ha sido un gran contraste, pues acostumbrada a pasear por el claustro del siglo XVI de la Facultad de Derecho de Córdoba aquí me he encontrado con un campus increíble que no conjuga para nada con el estilo barroco del resto de la ciudad. El método de las clases es similar al de España, lecciones frontales. En mi caso sin contenidos prácticos, por lo que nos jugamos
toda la nota en el examen. Exámenes no solo orales, también escritos, para romper uno de los mitos de los erasmus en Italia. Y por supuesto, en italiano. El idioma era algo a lo que le temía bastante, sin embargo, me ha resultado bastante fácil aprenderlo. Desde aquí os recomiendo ir a clase. Sí, de verdad. Se aprende un montón integrándote con el resto de estudiantes, es como mejor puedes poner en práctica lo aprendido y os aseguro que es totalmente compatible con viajar y salir de fiesta.

Hablando de ocio, Turín es una ciudad con mucho ambiente universitario, por lo que no faltan planes para hacer cada día. Y si no, ¡nos los montamos nosotros! En estos meses he podido tachar muchos deseos de la bucket list, pues no todos los días se esquía en los Alpes o se visitan cuatro países en una semana. Pero, sobre todo, me quedo con lo que me ha aportado el Erasmus a nivel personal. Aprendes a gestionarte, desarrollas habilidades que no sabías que
tenías, te sumerges en otra cultura, descubres nuevos lugares y a veces incluso te olvidas de que estás lejos de casa porque te sientes en casa. En ello influyen las personas que conoces durante este tiempo, pues se convierten en tu apoyo diario. Me gustaría darles las gracias por haberme enseñado a compartir, a convivir y a saber elegir.

Me quedan solo dos meses aquí, pero os aseguro que me voy inmensamente feliz por haber podido disfrutar de este regalo. Si estáis dudando entre iros o no, yo os lo digo muy claro: ¡coged las maletas y adelante!

Ci sentiamo!

Cultura

Elus por el mundo – José Rama

Por: ELU Admin

No vengo a ser yo agorero. En verdad, pueden creerme, no quiero serlo. Tampoco yo desearía ni mentirles, ni mentirme, por eso a lo mejor caigo en un vicio horrible: moralismo, didactismo y otros “-ismos” de dudosa reputación. Quedan así, pues, avisados, avisados quedan. Ténganmelo en cuenta y no me tengan en cuenta mis fallas.

Algunos me conocen, otros tienen la suerte de no hacerlo. Sea como sea, me presento: José Rama Domínguez, para servirles. Soy un elu de tercero. Nací en Coruña, estudio Filología Hispánica en Santiago de Compostela y actualmente realizo mi Erasmus en Verona. Lo sé, sé lo que están pensando: qué bajada de categoría venirse a Italia pudiendo vivir en Galicia. Pero entiéndanme: viviendo siempre en el paraíso, uno de vez en cuando quiere conocer el purgatorio.

Y de esto quisiera hablarles —procuraré no sonar tal y como me sueno cada vez que me escucho—: del purgatorio. Han pasado por aquí elus estudiando en todo el mundo: Escocia, Escandinavia, América, el Este… Y cada uno de estos estudiantes tenía que intentar contar algo original. El rollito clásico ya lo habían soltado los primeros. Así que innovaron. Sin embargo, todos, repito, todos tenían una cosa en común: todos estaban taaan felices. No podían evitarlo, estaban viviendo un sueño: el Erasmus. Tierra prometida de libertad, de fiesta rachada, de estudiar poco y aprobar mucho. Todos conocemos el mito. Lo peor es que todos lo compramos.

No se confundan, queridísimos lectores, nada más lejos de mi intención despreciar a los que vinieron antes de mí y a los que me sucederán. No viven engañados ni están alienados. En este caso el Erasmus no es mito sino leyenda, pues tiene parte de verdad. También aquí en Verona hay idiomas y viajes, no tanta fiesta, pero mucha música. Y, sin embargo, me veo en mi obligación moral de no permitir que esta retórica Mr. Wonderful campe a sus anchas, no aquí, por lo menos, donde nos preciamos de ser un templo del saber. Esta retórica es ajena a la Verdad, y como tal ha de ser expuesta. Contándoles mi caso —quise hacer el juego con “mi verdad”, aunque me pareció impertinente— tal vez les esté contando algo interesante.

Verán, yo ya vivía fuera de casa, pero vivía a una hora de mi casa. Es, pues, para mí, la primera vez tan lejos tanto tiempo. Y ya no solo eso. Sabrán ustedes que Santiago es una de las ciudades universitarias por excelencia. Así pues, cuando me fui de casa para irme allá, no me iba solo, sino con tantos buenos amigos. Esta vez, no obstante, me fui solo a Italia. Verdaderamente solo.

Solo y desolado, perdido, sin rumbo y en el lodo, que decía una canción o que se inventó mi padre. En una tierra extranjera, dominando a duras penas el idioma. Sin amigos ni nadie en quién caer. Solo, al fin y al cabo, pero glosado.

No les cuento todo esto para que se apiaden de mí, en absoluto. Sino para que entiendan que el Erasmus no es un camino de rosas. ¿Quién de todos estos que ahora viven fuera, a mil, a dos mil, a tres mil kilómetros de casa, quién de todos estos osa decir que no ha llorado? O, por lo menos, deseado hacerlo. Ahimè, es dura la soledad.
Yo lloré el primero de noviembre del año de gracia de 2022. Es una fecha en la que hay que llorar por los muertos en sus tumbas, no por los vivos en sus camas. Pero, ¿qué quieren que le haga? Hasta entonces había estado ocupado: yendo a más horas de clase que en España, viajando como no había viajado, ¡yendo de fiesta como jamás volveré a hacer! (perdonen, se lo ruego, esta incongruencia en mi carácter, estaba muy necesitado de conocer gente y hacer amigos). Y de repente llega un puente y el mundo y tu vida se paran, y piensas, y estás solo. Y lloras, claro está. Por eso creo que el Erasmus medio nunca para, siempre tiene algo que hacer. Es demasiado duro enfrentarse a uno de los verdaderos valores del Erasmus: la soledad, remediada con viajes sin freno y fiestas sin fin, y la incomunicabilidad, solucionada con un sectarismo hispánico, por no decir meramente español, que ya es famoso en el circuito Erasmus.
Insisto, esto no es una crítica a ningún compañero ni elu ni erasmus, sino simplemente mi vida. A lo mejor puede ayudar a alguien.

Y el valor que tiene esa tristeza es que sales de ella. Y te das cuenta de que ni estás solo ni incomunicado. A mí me “salvaron” (perdón por el lenguaje catastrofista, pero ya saben que es que soy un dramático) la música y la Iglesia. Vine, de hecho, por la música a Verona. Y aquí entré al coro de la universidad. Y ahora canto, canto con gente maravillosa que “ignora estas dos palabras de tuyo y mío”. Canto Bach y Beethoven, sacro y profano, en alemán, italiano, latín e incluso español. Y todos estos coristas me acogieron el primer día sin reservas, cuando antes de haberme escuchado cantar siquiera ya me habían invitado a cantar a una boda con ellos. Una experiencia sublime, sin duda, esta de ser un español cantando en inglés en una boda italiana con un cura francés en un territorio germanófono. No podría haberlo hecho de no ser por el Erasmus. Como no podría haber escuchado tantas óperas y conciertos. He de dar gracias.

Y me acogió también la Iglesia, ya no solo la fe. Me invitaron a sus grupos los de Comunione e Liberazione cuando apenas siquiera podía participar, cuando no les entendía de lo rápido que hablaban y de las palabras en dialecto que metían en su discurso (tranquilos, acabé perfeccionando mi italiano, ahora ya puedo comunicarme sin problemas). Me acogieron también en la comunidad pastoral universitaria no como uno más, sino como alguien único. He bailado incluso con una anciana de mi iglesia en una fiesta con risotto para celebrar la apertura religiosa del año académico. ¿Quién me lo iba a decir, a mí, que tengo dos pies izquierdos y, aunque no me crean, un acusadísimo sentido del ridículo?

Y me temo que era esto lo que les quería contar. Que viesen que no es oro todo lo que reluce. Pero que también tiene cosas bellas, sobre todo bellísimas personas (uy, debería cambiar esta colocación, que solo se escucha en funerales y velorios). Por eso me niego a animar a nadie a que haga un Erasmus. Eso es una decisión mucho más seria de lo que parece y radicalmente personal. Es una apuesta, al fin y al cabo. Cualquiera diría que a todo el mundo le sale bien, pero puedo asegurarles que no. Al final la vida también es dolor.

Da Italia ancora, con gioia, davvero,
Giuseppe Rama

Vida ELU

Elus por el Mundo – Natalia Aldaba

Por: ELU Admin

Hacía ya dos años que, en secreto, miraba las opciones que me brindaba la universidad para irme un año a estudiar fuera. No exageraría si dijera que la voluntad de hacer un Erasmus suponía una certeza mucho anterior a la decisión propia de estudiar Medicina: lo consideraba un elemento clave en mi experiencia universitaria. Recuerdo cómo, con mucho nerviosismo y habiéndome cerciorado más de cinco veces de haber adjuntado toda la documentación, enviaba aquel formulario del que luego intentaría olvidarme- inútilmente, por cierto,- hasta no saber de sus resultados. Por eso mismo recuerdo también aquella tarde del 4 de febrero en la que, al ver mi nombre en la lista de admitidos, no fui capaz de prestar más atención. Pocos días más tarde, no sin llenarme de algo de valentía, aceptaba la plaza. Qué gran oportunidad, me decía. Y no andaba corta. Estos ya siete meses vividos aquí han sido y siguen siendo para mí una experiencia inolvidable.

Los que hayáis estado, sabréis que en Roma el encuentro con la belleza es constante. Aunque que suene cursi, quizás lo sea, todos los días tengo la gran suerte de maravillarme con los edificios de esta ciudad: por supuesto, con los monumentos y lugares más emblemáticos, pero también con todas sus calles y pequeñas y recónditas esquinas. Cada día descubro un nuevo tesoro. Y es que estoy convencida de que cualquier iglesia “menor” romana sería un conocidísimo lugar en alguna otra ciudad del mundo, pero aquí queda perdida pues, citando a mi abuela, “en Roma das una patada a una piedra y descubres un monumento”. Tengo la gran suerte de, por ello, vivir en constante encuentro con la belleza y asombro. Es también, como bien se sabe, una ciudad increíblemente conectada con el pasado, sensación que se vive con el mero admirar y preguntarse al pasear por sus calles; lo cual le hace a una consciente de la importancia y el papel de la cultura en nuestra vida diaria. Además, como es bien sabido, la gastronomía siempre acompaña: es muchísimo más agradable disfrutar de Roma con un buen gelato o un buen tiramisù.

Alabanzas aparte, no podemos olvidar que Roma es capital italiana y por tanto todas sus virtudes y defectos se ven reflejados en ella, de manera que no solo buena comida, buen gusto, música, vino y apreciación de la cultura están presentes, sino que también caos, desorganización y despreocupación exagerada impregnan sus calles. En las largas esperas a los medios de transporte públicos, una aprende a acabar por sobreponerse a la desesperación del tiempo perdido por el autobús que no llega y acaba por intentar aprovecharlo con un buen libro, escuchando algún que otro pódcast, respondiendo a mensajes perdidos o descubriendo más música local. Esta ciudad me ha hecho también aprender a gestionar muchos aspectos por mí misma y a sacarme las castañas del fuego con fechas de exámenes desconocidas y luego aplazadas, asignaturas cursadas en las que resulté no estar matriculada, profesores que no contestan correos, médicos que no aceptan estudiantes de prácticas pese a ser su obligación, situaciones de convivencia en un piso de estudiantes y en el salir a la aventura para hacer nuevos amigos hasta encajar en un grupo.

Desde luego, mi experiencia Erasmus no sería lo mismo sin los grandes amigos que he encontrado aquí. Tengo la gran suerte de poder contar con la compañía de gente maravillosa a la que sé que me voy a llevar hasta mucho después de que este año pase. Roma es increíble, pero es infinitamente mejor cuando tienes con quién compartirla. ¡Y de qué manera! Todos ellos han contribuido a que esta ciudad haya pasado a ser mi casa, pues estas calles anaranjadas con luces y estos bares con música ya son parte de mi historia y a ellos asocio anécdotas, personas y risas vividas- y por qué no, algún llanto también-.

Este año completo de aprendizaje, risas y dificultades me ha formado como persona mucho más de lo que hubiera imaginado. Ha sido una oportunidad enorme de crecimiento que desde luego hace que merezcan la pena las dificultades. Tengo la grandísima suerte de estar acostumbrada a diarios abrazos de mis padres, risas con mis hermanos, comidas con mis abuelos, clases con mis amigos y carcajadas en entrenamientos; por lo que a veces las llamadas telefónicas encajadas entre idas y venidas en las que la cobertura no siempre funciona pueden saber a poco. Ha sido para mí muy importante el propósito de, en el estar lejos, seguir cuidando de mi familia y de mis amigos que sé que me esperan a mi vuelta en mi querida Pamplona, y por ello los he sentido muy cerca durante todo el año. Pues, junto a otras cosas, el Erasmus me ha hecho consciente también de lo inmensamente dependiente que soy y de mi gran necesidad de cariño.

Espero disfrutar increíblemente de estos pocos meses que me quedan en esta ciudad de la que estoy enamorada, pues no volveré hasta ver las calles de mi otra casa vestidas de blanco y rojo. Solo me queda animar a todo aquel que se plantee vivir una experiencia similar y por supuesto ofrecerme para cualquiera que tenga algo que preguntarme. Mientras tanto, seguiré exprimiendo el tiempo al máximo en esta ciudad acompañada de mis amigos, dado que en este lugar y con esta compañía la belleza nunca se acaba.

Un abbraccio fortissimo,

Natalia

Vida ELU

Elus por el Mundo – Carlos Marín

Por: ELU Admin

¡Hola a todos! Soy Carlos Marín, estudiante de 4° de Medicina y de 4° de la ELU. Este año, tras una larga preparación y una intensa “lucha”, estoy de Erasmus en Bolonia, Italia, ciudad que para muchos, es la meca de la experiencia Erasmus. Ahora que ya llevo unos meses de recorrido -y un par de mudanzas de por medio- voy a contaros qué tal es vivir, estudiar y disfrutar en un lugar que es cuna de la universidad de Occidente -y del ragù a la boloñesa, cómo no-.

Así pues, tras un estupendo verano, un montón de recuerdos de toda índole y un nivel de italiano algo oxidado, sin comerlo ni beberlo llegó septiembre, hice la maleta y me monté en un avión dispuesto a vivir unos meses transformadores, un tiempo que iba a terminar de forjar mi idea de universidad y, en cierto modo, un viaje iniciático de esos que tanto nos gustan.

Cómo no podía ser de otra forma, Bolonia no defrauda. Aunque aparentemente pueda parecer una ciudad del norte de Italia, los propios locales reconocen que esto no es así. Estamos ante un lugar histórico, pero también alocado. Bolonia es el lugar de la excelente formación académica, pero también el de la discutible burocracia; haces de ella tu casa y vives tus mejores experiencias cualquier día de la semana, pero también hay muchos que buscan otro tipo de experiencia Erasmus.

En definitiva, diría que Bolonia es la ciudad de la lucha continua entre lo que es y lo que debería ser -o eso que te dijeron-, es un lugar que pide a gritos claridad, sensatez y una clara definición de objetivos -entre ellos, pasarlo muy bien- para que, de algún modo, seas tú el que pase por la experiencia Erasmus y no al revés.

Entrando en el terreno académico, puedo decir que, por muy raro que suene, estoy muy orgulloso de ser uno más. Nadie me ha dado ningún tipo de facilidad ni me ha regalado nada, sino que mis exigencias han sido las mismas que las de mis compañeros que estudian todo el grado aquí. Gracias a ello, la satisfacción con los resultados se multiplica, como también lo ha hecho mi nivel de italiano a lo largo de este tiempo -recordemos que los exámenes son orales-. Puede que haya sido el Erasmus “raro” que iba a clase, pero esto me ha permitido enriquecerme mucho y conocer a gente maravillosa que no podía perderme.

Como es de esperar, aquí hay tiempo para todo, y lógicamente tú decides en qué invertirlo. A lo largo de estos meses, el camino hasta alcanzar cierta estabilidad no ha sido fácil -mamá, estoy bien-, pero ha merecido la pena. La independencia te muestra todas sus caras y, aunque no todas sean preciosas, son mucho mejores cuando sabes con quién vivirlas. Han sido meses de comprobar nuevamente ese con quién tanto, de viajar -la ciudad está muy bien comunicada-, de reír, de equivocarme, de disfrutar, de saber gestionar y de aprender, aprender muchísimo. Puedo decir que, tras esta primera mitad de la experiencia, el Carlos que llegó aquí hace ya 5 meses no es ni de lejos el mismo de ahora -y qué bien-.

Antes de despedirme, me gustaría animar a todo aquel indeciso a que, como yo hice hace algo más de un año, se lance a vivir esta experiencia que puede ser única, transformadora e irrepetible -todo dependerá de cómo la mires-. Podéis contar conmigo para cualquier cosa que necesitéis.

Finalmente, quiero agradecer de corazón a todos los que están haciendo estos meses tan especiales, a quienes han sabido tender la mano y crear puentes, a quienes han sido y son luz y, cómo no, a aquellos que un día me llevaron de la mano para que hoy pueda ser yo quien vaya por sí mismo.

A presto,

Carlos.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Nacho Artero

Por: ELU Admin

Querida comunidad ELU, soy Nacho Artero, alumno de 4º de la Escuela de Liderazgo y de Derecho y Business Analytics en la Universidad Pontificia de Comillas, ICADE. Hasta diciembre estoy viviendo una experiencia hasta ahora inolvidable: poder realizar mi Erasmus en Roma.

Visto que el anterior Elus por el Mundo versa también sobre la Ciudad Eterna, y que Alberto hace de la experiencia de vivir en ella una descripción magnífica, en esta columna me centraré en lo práctico.

En primer lugar, conviene destacar que el Erasmus, antes que nada, es una experiencia académica. Este dato de no menor importancia parece perderse entre tantas otras vivencias, pero conviene no olvidarlo del todo. Mi universidad aquí es la LUISS Guido Carli, una prestigiosa institución privada de muy difícil acceso para los romanos y con tres campuses repartidos por la ciudad y que consisten en amplios palacetes con jardines. Durante mi estancia en Roma estoy cursando Derecho, y debo confesar que estoy fascinado con el plan de estudios de esta universidad: los profesores son excelentes y las asignaturas que he podido elegir, muy interesantes.

Además de la LUISS, que no es de las universidades más concurridas, los Erasmus estudian en otros muchos centros. De entre ellos destaca la Universidad de La Sapienza, una macro universidad pública situada cerca de la estación de trenes de Termini y muy prestigiosa también a nivel internacional. Si tienes la oportunidad de ir a Roma de Erasmus, lo más probable es que te toque esta institución.

En segundo lugar, me gustaría advertiros acerca de la odisea que es conseguir piso de estudiantes aquí. Mi consejo es que una vez sepáis vuestro destino, os pongáis a buscar piso inmediatamente y no confiéis en el “llego allí sin piso y busco inmobiliarias”. Eso pensaban también cientos de estudiantes españoles y muchos han tenido que volverse por falta de oferta. Los mejores portales son Spotahome y similares, y recomiendo no reservar por webs poco conocidas, ya que la cantidad de estafa de las que he oído hablar es sorprendente. Por otro lado, el alojamiento en Roma deja mucho que desear casi siempre: las casas, por mucho que puedan tener todo lo necesario para vivir en ellas, suelen ser cutres. Olvídate de tener salón, por cierto.

Por último, no puedo despedirme sin aportar un par de consejos acerca de la gastronomía romana. Os pediré un favor, no vayáis a Fortunata ni a Tonnarello. Sí, lo sé, Instagram y Tik Tok babean con estos restaurantes, pero si vais a Roma de Erasmus debéis comportaros como romanos y no como turistas. Por lo general, si escucháis hablar inglés entre los clientes del local, suele ser un “tourist trap”. Con una excepción: el magnífico Da Enzo al 29, custodio de la mejor carbonara de Roma según dicen. Tendrás que hacer un poco de cola en la calle pero merece la pena. Asimismo, te recomiendo que vayas a Baffeto para probar una auténtica pizza romana.

Roma es inagotable y de ahí su encanto. Si vienes, déjate llevar por sus calles y ¡deja el reloj en casa!

Vida ELU

Elus por el Mundo – Alberto Pradas

Por: ELU Admin

¡Hola a todos! Soy Alberto Pradas, alumno de 4º curso de la ELU y de 5º en Derecho y Relaciones Internacionales en la UFV. Durante estos meses estoy viviendo una experiencia increíble en mi último año académico, tanto de universidad como de la ELU, disfrutando un Erasmus en Roma, Italia.

Mucho se ha escrito sobre la Ciudad Eterna, y no voy a ser el primero que lo haga en esta newsletter, pero como un gran historiador alemán del siglo XIX dijo, “en Roma se encuentra lo que uno lleva consigo”. Y eso hace que cada una de las personas que pasen por ella se sientan interpeladas de una manera única y especial. ¿Qué significa Roma para mí? Roma es hermosa y descuidada, ilustrada y disoluta, de los césares y de los papas, milenaria y cosmopolita. Como decía antes, cada uno de nosotros llevamos una Roma singular en nuestro corazón.

Pero vivir una experiencia plenamente internacional no siempre puede ser fácil en esta ciudad. A cada pocos pasos que des en la calle escucharás a alguien hablando español, y si algo tenemos en común italianos y españoles es que, allá a donde vamos, tendemos a ser conformistas y cerrarnos en nuestro grupo hispanohablante. Esto se hace particularmente evidente en lo que al ocio nocturno se refiere: se sale a las fiestas de los españoles donde suena reggaeton o a las internacionales con música comercial. Cuál de las dos es mejor ni se discute.

Un día bromeaba con un amigo diciendo que una “iglesia de barrio” de las docenas que tiene Roma sería considerada catedral en cualquier otra ciudad. En estos meses he aprendido a disfrutar las tardes de visitar Caravaggios, los atardeceres en el Giardino degli Aranci, deambular por los Museos Capitolinos, fantasear con la historia que se vivió en los foros imperiales, a perderme entre las calles estrechas y desembocar en un monumento impresionante.

Viajar dentro de Italia en tren o autobús tiene un coste muy económico, lo que sumado al precio reducido en museos públicos que disfrutan los menores de 25 años, anima a que los estudiantes de Erasmus puedan moverse y conocer la inmensa riqueza cultural del país. Por ello, es común que los estudiantes que se encuentran en Italia prioricen desplazarse dentro de ésta en lugar de viajar a otros países europeos, porque Italia es mucho más que Roma o Milán: es también el sueño renacentista de Florencia, el patrimonio cultural árabo-bizantino de Palermo, las ruinas silenciosas de Pompeya, el viaje al medievo en Siena, los pueblos blancos de pescadores en la región de Apulia.

El Erasmus me ha permitido revivir lo que en los siglos XVIII y XIX se conocía como el Grand Tour. El “viaje continental” atraía a jóvenes aristócratas e intelectuales europeos a recorrer Europa y llegar hasta Italia, movidos por conocer la cultura grecorromana y las obras de arte renacentistas y barrocas. Para los “grandtouristas” que emprendieron este viaje se consideraba una especie de iniciación fundamental para acceder a la vida adulta y descubrir los orígenes de la civilización europea. ¿No os recuerda un poco a Becas Europa?

Ahora que escribo habiendo superado el ecuador del Erasmus me siento profundamente agradecido porque Roma sea mi hogar durante estos meses. Roma ha reanimado en mí el sentido del asombro, y lo ha hecho de la mano de unos amigos junto a los que he podido descubrir y compartir la alegría de esta aventura. Más allá de haber despertado la sensibilidad para sorprenderse y preguntarse, este viaje compartido me ha permitido descubrir lo valioso y bello que late en cada uno de nosotros, pero que muchas veces no somos pacientes ni estamos interesados en descubrirlo. Me gusta llamar a estas experiencias “recordatorios”, porque creo que existen en todas las personas, pero que hasta que alguien o algo no los desadormece, permanecen pasivos e indiferentes en nuestro interior. Y conviene que nos recuerden las cosas a diario.

Hay una sensación extraña que me acompaña desde el primer día que llegué a la ciudad. Me siento turista a la vez que nativo de Roma. Camino embelesado entre sus maravillas, como si fuera la primera vez que las contemplo, a la par que con orgullo las aprecio como propias, como si me sintiera en casa. Quizá de esta sensación nazca el adagio que reza que todos los caminos llevan a Roma.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Cristina Laprea

Por: ELU Admin

Se me ha hecho muy difícil escribir estas palabras en mayo, cuando estoy tan solo a un mes vista de volver a casa y despedir este año y esta ciudad que, como bien dicen, es eterna, y tira siempre para ella. Sin embargo, me hace mucha ilusión poder contaros la experiencia tan bonita e inesperada que he vivido este año, y aunque me cueste, creo que es una forma bonita de agradecer y despedir este año que ha sido nada más (y nada menos) que un regalo, y animaros, si está en vuestros planes, a emprender viajes, de cualquier tipo, que de primeras puedan resultar algo aterradores pero que, sin duda, son siempre el comienzo de algo importante (como bien hemos escuchado tantas veces).

La verdad es que ya había estado en Roma un par de veces, y siempre me había dado la impresión de que era una ciudad con aroma de cielo. Es difícil explicarlo, pero siempre había pensado que, si se me presentaba la oportunidad, viviría un tiempo en Roma antes que en ninguna otra ciudad. Me llamó bastante las veces que vine. No entendía mucho de la belleza que había, y sigo sin entender mucho, pero aún sin entenderla, me llamaba poderosamente.

Venirme en un principio fue una odisea; me faltaban todos los requisitos que pedían y no sabía cómo iba a apañármelas para conseguirlo. El Cielo se puso de mi parte y se resolvieron asuntos muy difíciles (como sacarme el first en una semana, y algunos más complicados) milagrosamente. Me vine aquí a la Universidad de la Sapienza, que es una de las más antiguas de Italia (y la más antigua de Roma, si no me equivoco), que está cerca de Piazza Bologna. Es una Universidad inmensa con gente de muchos sitios diferentes (de hecho, en algunas clases somos sólo internacionales).

Cuando llegué, me sorprendió mucho que Roma no era la Roma que yo había conocido como turista; era una Roma mucho más sucia, donde el camión de la basura pasa cada cambio de estación, ocurren algunos sucesos que pueden dar un poco de miedo, conducen, como sabéis, a su manera, los pasos de peatones son sólo sugerencias, te dicen cosas raras por la calle, te intentan timar por muchos medios, no hablaba nada de italiano, no entendía a nadie y hacía por hacerme entender, pero en sitios menos turísticos (como donde vivo), resultaba complicado, los autobuses siempre te dan platón, y, por consiguiente, tú a todo el mundo… Bueno, ya os podéis imaginar. Realmente son problemas de primer mundo, pero cuando llegas sola a una ciudad esas cosas te hacen estar en cierto estado de alarma.

Al principio, como en todos lados, hablas con mucha gente, personas de muchísimas procedencias, y conoces a una media de 20 personas nuevas cada día. Es emocionante ver como todo el mundo, cada persona, es esa persona y nada más. Yo en Madrid estaba bastante acostumbrada a etiquetar a las personas según distintos criterios. Sin embargo, por cómodo que hubiera sido, no puedo hacerlo. El “mundillo” de cada persona es tan nuevo y desconocido, que no hay forma. Ha sido un regalo. Es algo muy interesante poder descubrir a las personas según lo que son, sin ser de donde vienen, o su pueblo, o su opinión, o su rollo, o mis suposiciones. Esto ha sido para mí, muy enriquecedor.

También es un golpe de realidad muy potente verte tan pequeña en una ciudad tan grande. Irte de erasmus a una ciudad grande es muy diferente que irte a una pequeña. Aquí no hay residencias (o muy pocas), con lo cual, estar aquí se parece más a vivir aquí que a estar de Erasmus. Sentirte tan pequeña en una ciudad tan grande, como decía, te hace sentir que tienes mucho que aprender y que exprimir de lo que estás viviendo. Cada día las cosas son distintas, tienes planes nuevos y diferentes, aprendes alguna palabra nueva, alguna calle nueva, de repente te ubicas andando por calles que al principio parecían todas iguales… Vives todo con mucha novedad, con gran curiosidad y con ojos de piñón.

Es curioso, porque, en una ciudad con tanta historia, donde en cada esquina hay un secreto escondido, tienes que ir poco a poco averiguándolo. Empiezas a tirar de free tours; hay muchos datos turísticos que son muy famosos aquí y que te repiten por todos lados. Poco a poco vas contrastando fuentes y vas queriendo saber más y más.

Es brutal ir paseando con un gelato y sin quererlo encontrarte en el lugar donde Rómulo se debatió la división del territorio de las siete colinas con Remo, después donde Julio Cesar pronunció su “Et tu, Brute?”, ruinas a consecuencia del incendio de Nerón, la calle donde San Pedro se encontró a Cristo saliendo de Roma y ocurrió el famoso “Domine, quo vadis?”, la primera iglesia dedicada a la Virgen, supuestos piques entre Borromini y Bernini, un templo católico barroco construido sobre un antiguo templo romano, una estatua intencionadamente orientada hacia el Vaticano por Miguel Ángel, un piano en el que Mozart toco su réquiem, obras hechas por Mussolini para la exaltación de la Patria, placas de judíos capturados y extraditados bajo los portales de sus casas… Empiezas a moverte, a meterte más en la historia infinita de sus calles, y te das cuenta de que muchos datos son leyendas, muchas historias inciertas, y que cada vez hay más y más datos, rincones y secretos … Descubres la dificultad que supuso construir ciertas iglesias, como destruyen y reconstruyen, la búsqueda de soluciones de diferentes arquitectos y artistas durante años hasta que algún genio, un Bernini o un Miguel Ángel, dan con ella… Parece que la Historia de la Civilización te persigue en cualquier plan, y da la impresión de que, estés donde estés, muchas cosas han ocurrido allí mismo que han significado algo para la Humanidad. A veces tanta proporción, tanto poder, tanto conflicto, tanta historia, y tanta belleza, abruma; pero no cansa nunca.

Sigo sin saber mucho de arte y arquitectura, aunque me encantaría saber más; pero algo que me llevo de Roma es que es una ciudad que, poco a poco, despierta en ti una sensibilidad hacia la belleza. Al principio todas las iglesias son iguales, las recorres en 5 minutos, y poco a poco, cada Iglesia te va pareciendo diferente, vas buscando Rafaellos y Caravaggios por todas a ver si hay suerte, aprendes a contemplar la inmensidad y belleza de una cúpula, las proporciones de una Iglesia, la belleza de fachadas que antes ni mirabas, te interesa la historia de cada una, buscas atardeceres bonitos y los enumeras según número de cúpulas que se ven, orientación con respecto a la puesta, músicos callejeros que acompañan y cantidad de turistas presentes… Es una pasada.

He tenido la suerte de poder conocer otras ciudades de Italia, pero creo que vale la pena solo hablar de Roma; cada vez que tenía que dejarla, me daba lástima perder un fin de semana en la ciudad que siempre me está llamando. Claro que vale la pena conocer otras ciudades, y disfrutas muchísimo. Pero, que queréis que os diga… No soy muy imparcial :).

Y como no, las personas que conoces son increíbles. Conoces a un montón de gente, hablas con bastantes personas (además aquí hay muchísimos erasmus). Pero las amistades verdaderas que puedes llegar a forjar son una pasada. Convivís tanto que no puedes ocultar ni tus defectos; aprendes a querer a las personas con todo lo que son, te conoces en facetas nuevas, disfrutas muchísimo, y es curioso ver como juntos, los que estamos aquí, venimos con nuestra historia y nuestra “vida real” de origen y nos vamos, poco a poco, metiendo en esas vidas, que parecen tan lejanas, para que al volver podamos llevar muchos asuntos “mejor zanjados”. No se si es así para todo el mundo que realiza un intercambio; pero el crecimiento personal que haces, y que hacéis, de la mano de otros es una pasada. Esta distancia de España ayuda mucho en la forma de compartir y convivir con los demás. No os puedo explicar muy bien la sensación, pero supongo que los que os habéis ido lo entendéis.

No sé tampoco expresar lo agradecida que me siento por esta experiencia. La pena que me da irme no os la puedo explicar, pero el agradecimiento es aún mayor. Os animo a iros si tenéis la posibilidad: para los que volvemos a la “vida real”, o permanecemos en ella, creo que es posible vivir con esta actitud de apertura, de asombro, de novedad y de curiosidad sana hacia el mundo y todo lo que nos rodea. Creo que he aprendido a estar mucho más despierta.

Si alguno os vais a Roma, aunque sea de viaje, quedo a vuestra disposición para cualquier cosa. Y si alguien se está pensando el Erasmus aquí, le diría que se lo piense bien, porque es un Erasmus muy independiente… Pero en mi opinión, esta ciudad eterna no tiene desperdicio, ni comparación con ninguna otra. Da igual cuanto tiempo estés: es inagotable. Y, por último, pero no menos importante…

¡No os imagináis cómo se come!

Ci vediamo!

Vida ELU

Elus por el Mundo – Teresa Calatayud

Por: ELU Admin

Teresa Calatayud, 3º ELU

¡Hola a todos!

Antes que nada, me presento: mi nombre es Teresa Calatayud y estudio 3º de Filosofía en la Universidad de Granada, aunque este año, quizá por decisiones no muy sopesadas y casualidades de la vida, estoy viviendo mi experiencia Erasmus en Nápoles, capital de la región de Campania.

La verdad es que no indagué mucho sobre la ciudad antes de venir y tampoco la elegí motivada por alguna razón en concreto, simplemente era uno de los pocos destinos a los que podía optar por la falta de convenios en mi grado y tenía claro que quería vivir la experiencia de estudiar un año fuera de España. Tampoco quise prestar excesiva atención a las reacciones de aquellos a los que les comentaba cual era mi destino Erasmus, pues todos eran conocedores de los estigmas y estereotipos que en ocasiones condenan a una de las ciudades más anárquicas y canallas del sur de Italia.  

No os voy a engañar, la mayoría de estos prejuicios no son infundados (sí papá, reconozco que los programas de Callejeros Viajeros saben de lo que hablan) pero no son toda la verdad. Y no me arrepiento para nada de haber descubierto la que ahora es mi hogar sin un ápice de aprensión, pues ha hecho que me encuentre de frente con la parte más genuina de esta original, viva y contradictoria ciudad. Digo contradictoria porque en este espacio situado a los pies del Vesubio conviven la belleza y el peligro, lo profano y lo sagrado, el turismo y la cultura popular. El estrepitoso ruido de las motos que circulan sin ton ni son se entremezcla con la envolvente música napolitana que suena en cada rincón, y en medio de la decadencia que caracteriza la mayoría de las fachadas de esta ciudad, te encuentras con el inmenso patrimonio histórico de una capital que alberga más de cuatrocientas iglesias. Nápoles es una ciudad plagada de simbolismos, tradiciones, mitos y supersticiones y los napolitanos, devotos de San Gennaro y Maradona a partes iguales, llenan sus calles con una infinidad de altares.

Durante estos siete meses que llevo viviendo en Nápoles he tenido la oportunidad de disfrutar de su amplia gastronomía -pues está plagada de puestos de comida callejera- desde la auténtica pizza margarita que representa la sencillez de la ciudad hasta la sfogliattela, uno de los dulces más típicos. He podido disfrutar de la costa amalfitana montada en moto y recorrer a pie el famoso sendero de los Dioses, situado entre el mar y los grandes acantilados. Me he perdido por las ruinas de Pompeya y Herculano, he dado largos paseos por lungomare y he visto atardeceres preciosos desde los tres castillos con los que cuenta Nápoles. He visitado Prócida, la isla de la cultura, y me he dejado seducir por sus casitas de colores. He viajado por muchas ciudades europeas y sobre todo por Italia, viviendo el contraste entre el norte y el sur de este país, lo cual me ha permitido entender mejor por qué los napolitanos, en su mayoría, no se consideran italianos. He aprendido a seguir el ritmo que la propia ciudad te marca y a seguir las leyes internas que rigen la misma.

Por supuesto también he tenido tiempo de salir de fiesta (muuucha fiesta) pues es imposible no unirse a la vida nocturna de la que goza esta ciudad tan universitaria y probar el famoso Spritz en barrios como el Español o en cualquiera de sus plazas pues, aprovechando el buen tiempo de la costa y siguiendo las costumbres de los habitantes partenopeos, todo se hace en la calle. Puedes ver la colada de la gente tendida en la misma vía en la que se sitúa el Duomo y a mujeres tomando el sol en sus sillas de playa en las cercanías de la mismísima Piazza Plebiscito. Porque, aunque es cierto que es una ciudad frenética con cerca de un millón de habitantes, es acogedora como si de un pueblecito se tratase.

Me ha encantado experimentar el modo enérgico y pasional que caracteriza el modo de vivir de los napolitanos quienes dicen que, con el Vesubio activo, cualquier día puede ser el último. Personalmente no creo que este sea el único motivo por el que viven como lo hacen, pero comparto con ellos que el presente solo puede agarrarse con presencia… ¡y qué presencia! No obstante, el retrato vital de esta ciudad en movimiento también es vertiginoso, y la miseria y pobreza son fácilmente perceptibles en muchos de sus barrios pues, como dice uno de los numerosos murales que decoran las paredes de la ciudad: “Nápoles no esconde su sufrimiento, Nápoles no esconde sus cicatrices”.

En cuanto al ámbito académico… Bueno, entiendo que cada caso es un mundo y no tengo intención de dictar sentencia, pero, de acuerdo con mi experiencia y a pesar de estudiar en la principal universidad napolitana y una de las más importantes de Italia por ser la primera universidad secular del mundo, la Federico II deja mucho que desear en lo que a la atención a los estudiantes Erasmus se refiere. Pero siendo sincera, no estoy tan disgustada como quizá debiera, ya que he aprendido a gestionar situaciones que meses atrás me hubiesen hecho perder el juicio y tal vez la falta de exigencia de esta universidad me ha permitido tener tiempo suficiente…porque, aunque en septiembre pensaba que 10 meses eran muchos meses, desde luego no lo son.

Por último, no puedo dejar de hablar de todas las personas con las que me he encontrado este año, con quienes he tenido y sigo teniendo la suerte de compartir esta experiencia. No me cabe ninguna duda de que he podido adaptarme al caos de esta indomable ciudad porque tenía al lado a gente que lo apaciguaba, que lo hacía fácil, amable, tranquilo. Y he podido aprender a apreciar el arte de Nápoles -a veces escondido entre tanta dejadez- porque tenía al lado a gente que me prestaba sus ojos, que me compartía sus pensamientos y que me recordaba qué es lo verdaderamente importante de esta experiencia. Gracias a esta ciudad y a su gente, he aprendido que el amor, como otras muchas cosas, es una actividad. Me he dado cuenta de que no depende únicamente de lo que tenemos delante. El descaro y desenfreno de Nápoles me lo puso difícil al principio, pero ahora me sale solo.

Una de las primeras cosas que me dijeron cuando llegué a Nápoles, y de acuerdo con el carácter extremista de esta temperamental ciudad, fue que o la amas o la odias, no existe punto medio. Desde luego puedo garantizaros que, si alguna vez venís a esta ciudad, no os dejará indiferentes.

Llegados a este punto me despido y, aunque no soy mucho de citas, os dejo la famosa frase que Goethe dedicó a la ciudad de Pulcinella: “Vedi Napoli e poi muori”

Vida ELU

Daniel Sada – ELUs por el Mundo

Por:

“Mi experiencia en Roma está siendo una auténtica pasada. Al principio no me convencía mucho Roma como destino: estaba muy cerca de casa, es una ciudad que ya conocía, iban varios amigos míos de la universidad… Pero cuando finalmente escogí Roma, decidí ir a la aventura. Me busqué compañeros de piso que no conocía de nada, una zona de Roma también desconocida para mí, y una universidad que nada tenía que ver con la UFV. Y ahora que estoy ya acabando mi periodo de Erasmus, puedo decir que fue la decisión correcta.

Uno puede pensar que Italia y España son bastante parecidas con todo esto de la cultura mediterránea, pero para nada. Desde el principio me sorprendió el estilo de vida italiano. Comen a la 13:00 horas, cenan a las 18:00-19:00 horas, y esa costumbre española de cervecitas con tapas en una terraza es inexistente aquí.

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Sin embargo, Roma te ofrece a cambio miles de oportunidades distintas. No solo todo el turismo evidente (Coliseo, Vaticano, Capilla Sixtina, las cuatro grandes basílicas…) sino que cada calle, cada casa, cada edificio tiene su historia. Y eso es algo que se nota. En Roma, parece que todo se hace a lo grande. Y pasear, y más aun vivir en Roma, te hace sentir parte de algo más grande. La gente que se piense que conoce Roma, en realidad no tiene ni idea. Es una ciudad que tiene cada día una cosa nueva por descubrir, y después de cuatro meses viviendo aquí, me he enamorado de ella. Y sé que todavía me falta tanto por conocer…

Mi primer día en Roma, he de decir que llegué un poco preocupado. ¿Conocería a gente guay? ¿Me costaría mucho hacer amigos? ¿Me llevaré bien con mis compañeros de piso?… y todas esas preocupaciones se me fueron esa misma noche. Había una fiesta organizada para los alumnos erasmus, y nada más llegar ya conocí a lo que pasaría a ser mi cuadrilla (la llaman así porque son casi todos vascos jajaja). Me encontré metido en un grupo de gente totalmente distinta a mí, con ideas completamente diferentes, y más fuera de mi burbuja de lo que nunca había estado, y sin embargo me sentía como en casa.

A partir de ahí, todo fue a mejor. Una cosa muy buena del Erasmus en general, y de Roma en específico, es que te permite viajar mucho y muy barato. En la segunda semana ya habíamos organizado un viaje, y nos fuimos a Nápoles (la mejor pizza del mundo sin duda), Pompeya y a la costa amalfitana. Una maravilla de viaje. Después hemos hecho muchos viajes más: Florencia, Milán, Venezia, Marsella, Holanda… No hemos parado.

Otra cosa que me ha encantado de Roma es la universidad. Se llama la LUISS, y la verdad, no había oído hablar de ella en mi vida. Pero es la leche. Nunca había visto una uni con tanto ambiente en el campus, con tanta actividad. Para que os hagáis una idea, en cada pasillo hay una guitarra colgada, para que si a alguien le apetece se la pueda llevar a los jardines a tocarla un rato. Tienen una zona de radio y música por si quieres relajarte un rato; una sala donde solo se puede hablar inglés con pianos, guitarras, café y galletas gratis, sofás para relajarse… En definitiva, una locura de universidad que me ha permitido conocer a muchísima gente de todas partes.

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Una diferencia un poco molesta de Roma comparado con Madrid es el transporte público. No es que vaya mal, es que es un auténtico caos. En realidad, toda la ciudad lo es, por eso me gusta tanto. Mis amigos y yo decimos que en Roma o le echas un par, o no cruzas un paso de cebra en tu vida. Porque aquí todo el tema de respetar semáforos no lo llevan. Con el transporte público igual, todo eso de seguir el horario como que no les apetece. Y un bus puede pasar cada 5 minutos, y luego no pasar durante 2 horas. Así que siempre tienes que estar preparado para todo.

Y esa fama que tienen los romanos de conducir mal: totalmente cierta. Pero yo no diría que conducen mal; más bien tienen sus propias reglas. Es un caos organizado, en el cual la gente hace lo que quiere, mientras sea más rápido que el otro. Si ves que el otro es más rápido, o hace el giro antes, o llega a un stop antes… le dejas pasar. Así funciona. Y una vez te acostumbras es una maravilla, porque en vez de preocuparte por seguir las normas, tienes que preocuparte por adelantarte al otro, lo que hace que conducir en Roma sea bastante divertido.

Por último, pero no por ello menos importante, quería hablaros de la fiesta romana. He de decir que no me ha decepcionado. Aquí la gente sabe cómo se sale. No tanto como en Madrid, pero saben lo que hacen. El hecho de que se pueda beber en la calle, con música, hielitos… te hace la vida mucho más fácil. Y ya si le sumas que el clima aquí es una maravilla (no he tenido que ponerme el abrigo todavía) hace que salir de fiesta sea muy fácil y económico. Hemos tenido la suerte de tener discotecas donde ponen música muy buena, con descuentos para erasmus… por lo que diversión no ha faltado. Pero mi plan favorito de Roma, sin duda, era ir a Trastevere a nuestro restaurante predilecto: pizza margarita a 3€ (tamaño familiar) y el litro de vino blanco a 8€. No había manera de no salir contento de ese sitio.

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Así como idea final, os recomiendo a todos los que no lo hayáis hecho que os vayáis de intercambio, y que no tengáis miedo a iros solos, a la aventura. Creo que esa es una manera única de conocerte mejor a ti mismo, salir realmente de tu burbuja, y ponerte al límite. Y ya si podéis hacer deporte si estáis de intercambio hacedlo, que a mí eso me ha faltado y se nota un poco jajaja.”