DECONSTRUCTIVISMO: APRENDIENDO A COMPRENDER UNA PIEZA DE ARTE (por Marga Rodríguez, historiadora)

06 MAY

Las preguntas sobre qué es el arte y qué una obra maestra suelen generar un gran debate en el que aspectos subjetivos y objetivos se confunden y, a medida que se avanza en la discusión, parece que la respuesta se va haciendo más confusa en lugar de aclararse. Esto sin duda sucede con el arte contemporáneo hasta el punto de que tanto en viajes de Becas Europa como en Experiencias ELU hemos mantenido más de una viva discusión.

Cuando afronto estas cuestiones, suelo explicar lo que viví allá por 2002 cuando, con un grupo de alumnos iberoamericanos de la primera promoción del programa Becas Líder-Fundación Carolina, visitamos en un mismo día el Chillida Leku y el Guggenheim de Bilbao.

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Por la mañana tuvimos la suerte de ser acompañados en el magistral escenario que es el Chillida Leku por Luis Chillida, hijo del difunto artista, quien nos explicó la maestría que reflejan las obras de su padre. Yo, que siempre había desdeñado las formas pétreas de Chillida (pongamos “La sirena varada” bajo el Puente de Eduardo Dato en Madrid), descubrí su grandeza y reconocí mi ignorancia. ¡Cuánta belleza, cuanto sentido y qué atrevida mi ignorancia!

Con mi nueva mirada enfilé el museo de arte moderno de Bilbao, donde el director del mismo nos introdujo a la obra y a la arquitectura del edificio. Cuando observé unas grandes planchas de un color rojizo en la entrada estuve a punto de emitir un juicio de valor, pero recordé lo que había aprendido aquella mañana. Necesitaba otra mirada, tenía que reconocer mi ignorancia y dar una oportunidad a aquella obra que desconocía.

Pues bien, hace pocos días la historiadora del Arte, Marga Rodríguez, compartió conmigo un texto sobre el Deconstructivismo en el que hacía un análisis de aquella obra. No pude dejar de recordar la anécdota que acabo de relatar y por eso le pedí permiso para hacer uso de su texto en este blog. Con su permio concedido, he aquí la primera de futuras entradas sobre Arte. Gracias, Marga.

EL DECONSTRUCTIVISMO NOS RECIBE EN EL GUGGENHEIM.

Deconstrucción significa rechazar la visión tradicional que a lo largo de la historia se ha tenido de la filosofía y el arte. Se impone la fragmentación, la parte individual y la fractura del todo para llegar a la esencia misma del ser, un concepto filosófico postmodernista que se traslada al resto de las disciplinas de la cultura, desde el urbanismo al lenguaje, desde la escultura al mundo de la comunicación. Según Libeskind, “el impulso modernista hacia el futuro se ha agotado, las bases de la modernidad: revolución, laicismo y vanguardia, se abandonan por el hedonismo y el personalismo, el individualismo y el denominado neo-narcisismo.”

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El termino Deconstrucción fue creado por el filósofo francés Jaques Derrida introducido en su libro “De la gramatología” en 1967. Pero esto no fue más que la definición lingüística de un hecho que se venía pergeñando desde inicios del siglo XX y que a partir de la segunda mitad del siglo se hace notar sensiblemente como un acto de renovación de los conceptos. Lo que Ihab Hassan denomina “Unmaking”, podríamos definirlo como descentralidad, desmitificación o dispersión entre otros términos.

Es a partir de los años 80 cuando en el mundo de la arquitectura se define el Deconstructivismo como un movimiento con un inusitado interés por la fragmentación en los proyectos arquitectónicos, que se proyecta en concursos y premios internacionales, siendo la exposición del Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1988 “Deconstrutivist Architecture” uno de los más significativos, donde se exhibieron obras de Frank Gehry, Daniel Libeskind o Zaha Hadid, recientemente desaparecida, entre otros. Pero ese movimiento ya se había ido introduciendo en el mundo del arte, según algunos autores incluso desde los momentos iniciales del siglo XX, y tras el final de la II Guerra Mundial se deja notar con mucha más intensidad en un momento en el que el arte parece que necesita redefinirse, reinventarse y crear nuevos conceptos tanto del significado del arte en sí mismo como de la manera de representarlo. La gran mayoría de pintores, escultores, escritores, arquitectos recogen este concepto y en él desarrollan sus creaciones. De entre ellos, hoy presentamos “La materia del tiempo” de Richard Serra.

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Richard Serra La Materia del Tiempo. (The Matter of Time) 1994-2005 Siete esculturas que unidas a otra anterior ya instalada en el museo (Serpiente-Snake) hacen un conjunto escultórico de ocho piezas. Acero COR-TEN Las dimensiones varían entre los 3,46 y los 4.27 metros de altura Museo Guggenheim Bilbao Colección Permanente-

Cada una de las esculturas esta realizada por una o varias planchas de acero, de diferente longitud. Ocupan la sala más grande del museo y se denominan según se inicia el recorrido desde la entrada a la sala: Torsión espiral-cerrada abierta cerrada abierta cerrada-/ / Torsión Elíptica/ Torsión elíptica doble/ Serpiente/ Torsión espiral derecha-izquierda// Torsión espiral izquierda abierta derecha cerrada// Entre el toro y la esfera //Punto ciego invertido. La pieza más ligera pesa 44 toneladas y la más pesada compuesta por ocho planchas de acero, 276 toneladas. Las esculturas se introducen unas en otras quedando conectadas en forma elíptica, para que el visitante se introduzca en este laberinto de acero y pueda percibir el espacio de forma singular, no hay un recorrido ni itinerario prefijado, éste debe realizarse por elección personal para percibir el espacio íntimamente y a la vez de forma pública pues puede ser observado desde el piso superior por otros espectadores que percibirán el espacio al completo a la vez que el recorrido elegido.

Richard Serra (San Francisco 1936) de padre español y madre rusa, en la actualidad está considerado como uno de los mejores escultores vivos. Según el propio artista, ésta es su obra más importante y el título hace referencia a la idea de temporalidad, de la distinta duración del tiempo en que cada uno permanece en cada una de las piezas.

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Se formó en los altos hornos de las fábricas de acero de Pittsburgh, donde trabajó para pagarse los estudios universitarios en Yale donde coincide con Jasper Johns y Frank Stella. Sus primeros trabajos fueron abstractos y se introdujo en el movimiento conocido como process art (arte en proceso) donde lo importante es el proceso de realización de la obra no su resultado final. La mayor parte de su obra podemos incluirla dentro del arte minimalista, que a partir de los 70 se convierte en su etapa más prolífica, aunque como experimenta con desechos industriales también se le podría relacionar con el arte póvera y con el land art por sus grandes esculturas urbanas.

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El minimalismo es una tendencia artística surgida en Estados Unidos en los años 60 y desarrollado en la década de 1970, posiblemente como reacción contra el expresionismo abstracto. Hace referencia a la concepción del arte simplificado al máximo, despojado de cualquier elemento sobrante. Fue Richard Wollheim quien introdujo el término en un artículo de la revista Art Magazine, en 1965 refiriéndose a obras que utilizan las formas geométricas simples– como poliedros regulares- y, en pintura, ausencia de las tres dimensiones. Si el expresionismo utiliza la subjetividad y la improvisación, el minimalismo busca un arte totalmente preconcebido-estudiando incluso la ubicación exacta de la obra, el lugar donde debe ser exhibido- colores puros, superficies perfectas, y el uso de toda clase de materiales trabajados de la forma más natural posible para no alterar su calidad visual. Podemos incluir en esta tendencia a Robert Morris, Donald Judd, Carl André y a pintores como Keneth Nolan, Frank Stella o Barnet Newma entre muchos otros, pero de ellos hablaremos en otra ocasión.