La ELU en América, por Helena Cobos

05 OCT

Cuando pusimos los pies en suelo americano, no éramos conscientes de la aventura que nos esperaba. Después de una genial bienvenida de Alberto Buscató (con fruta incluida) fuimos a explorar brevemente lo que sería nuestro “cosmos” durante la semana y nos pusimos en situación. El día siguiente sería el primero de esta intensa experiencia. Welcome to Boston, Elus!

La Universidad de Suffolk nos dejó con un sabor de boca bien dulce; colaboraciones, proyectos, ideas, clases y, también, una mágica tarde – acompañada de un exquisito chocolate caliente – con un sabio profesor; Magib. La semana prometía ser muy interesante. ¿Podría ser mejor? Aunque nuestras expectativas eran altas, sin duda la realidad superó con creces lo que nos imaginábamos. Día tras día las universidades nos recibían con los brazos abiertos y escuchaban con atención las ideas y los proyectos que teníamos en mente en referencia a la ELU y a cómo podíamos establecer relación con las instituciones y los alumnos.

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¿Me creeríais si os dijera que el martes en el MIT terminamos consolidando el proyecto iniciado el año pasado, recientemente planteado como “Apadrina un alumno del MIT”? Ah, y que en Brown University Allen y Allan – directores del TriLab – nos dieron unas cuantas directrices para aplicar en nuestro programa y aceptaron asesorarnos si lo necesitásemos. ¿Menuda pasada, verdad? Pero es que esto no es todo.

Cuando pensábamos que habíamos llegado al top en colaboraciones, durante un encuentro en Harvard, se nos presenta Thenessoya; una canaria encantadora, doctoranda y profesora en la universidad, dispuesta a ayudarnos en todo y más. Nos abre las puertas de los rincones más personales de la prestigiosa institución y se ofrece para asesorarnos en cuestiones académicas y organizativas. ¿Aún no creéis que en la ELU todo puede suceder?

Fue una increíble sensación de embriaguez que nos fue invadiendo a lo largo del viaje al evidenciar la cantidad de información, ideas e iniciativas que teníamos que guardar, organizar, aprovechar y potenciar. Todos nosotros exprimimos al máximo la intensidad de los días, hasta llegar a sentarnos en lo alto de una verde colina, frente a la ciudad que nos acababa de abrir nuevos caminos de futuro y a mirarnos unos a otros sabiendo que aquel momento protagonizaba el final del viaje, pero aventuraba el inicio de uno mucho más complejo y emocionante.

Helena Cobo Ruis