¡Ey! ¿Qué tal?
Yo por aquí tratando de dar el callo. Que, por cierto, no nos hemos presentado, me llamo Esteban Villegas Domínguez, y estudiante de 1o de medicina y de la ELU.
Mis primeros pasos por la universidad han sido un tanto caóticos, tratando de “sobrevivir”. Pero algo que tenía claro era lo que no podía faltar una vez regresara de Madrid. La Navidad es un tiempo de alegría en mí, pero ver que no todos pueden decir lo mismo me sobrecoge. Poder pasar estas fiestas en mi pueblo y con mi gente era un regalo, pero no hay mejor regalo que el que uno está dispuesto a hacer a los demás.
Uno muchas veces no se da cuenta de lo afortunado que es, de lo que tiene y lo que otros dejan de tener. También diría que uno debe escuchar qué necesita el mundo de ti, qué aportar o cómo hacer de esto algo feliz. Muchas veces nos ponemos objetivos y expectativas altos y a largo plazo en la vida, y dejamos de considerar los pequeños detalles que la avivan.
Y así se lo hice llegar a Carmen Rocío y Ana Báñez, por quienes ya pude en otros momentos participar en Puerto Esperanza, una asociación de voluntarios de San Juan del Puerto que realizan una labor social admirable. Poder organizar una llegada de los reyes fue para mí tan o mas ilusionante como para todos aquellos niños que recibimos aquel día. Personas que quizás no se han criado en tanta abundancia como otros, pero que te enseñan lecciones de vida en minutos que pasas con ellos.
¡Fueron muchos nervios! ¡Gaspar no viene a verte todos los días! Deseos de navidad que al escucharlos hacían querer darles a ellos la corona. Ojalá hubiera sido yo un poco mas así cuando de pequeño decidía escribir mis cartas. Ilusionarse con el corazón y pedir con el alma.
Estoy muy orgulloso de un pueblo que acoge sin igual y quiere al prójimo como a uno mismo. Y aunque no es Navidad ahora mismo, ¡ojalá una visita de Gaspar para pedirle un poco de ayuda con los exámenes!