Luisa Ripoll, 4o ELU
Mi recorrido lector, después de haber leído una gran cantidad de clásicos de la literatura ficcional, me ha llevado a leer últimamente literatura contemporánea. Es increíble como, en una horquilla de unos 50 años, se haya publicado literatura tan buena. Muchas de estas obras proceden además de círculos literarios y culturas que antes no llegaban a España. La edición poco a poco se está “descolonizando” (llegándonos obras africanas desconocidas hasta ahora, por ejemplo) y la industria editorial está cada vez más consolidada. Tenemos además mucha suerte de que en España se traduzca tanta literatura y tan bien (en otros países no se estila tanto la literatura internacional).
En resumidas cuentas he acabado buceando en la literatura rumana del momento: en la poesía de Mircea Cârtârescu, en El verano que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac y en los cuentos de Ana Blandiana, de los que voy a hablar a continuación.
Me leí Proyectos de pasado de Ana Blandiana (Timisoara, 1942), una de sus colecciones de relatos, editadas en español por Periférica. Al empezar a leer me resultó un poco extraño su estilo, de oraciones muy largas, muy envolvente, casi adormecedor. Sin embargo, después de haber leído veinte páginas, comprendí su profundidad: el estilo destaca el onirismo de sus cuentos.
La literatura rumana contemporánea es sensible, descriptiva, sensitiva. Su anclaje al mundo es el sueño y el recuerdo, que desaparecieron un tiempo en su país hace no tanto, con la dictadura de Ceausescu. Blandiana vivió la dictadura en primera persona: su padre era sacerdote ortodoxo y pasó un tiempo en un campo de trabajo. El relato mismo que da título a la colección, Proyectos de pasado, habla de la experiencia de su tío Emil cuando fue deportado con su mujer en la nada del Bârâgan. Narra en este cuento cómo fueron planificando su supervivencia y reflexiona sobre la fragilidad del testimonio oral transmitido y retransmitido.
A pesar de ser temas difíciles y crudos, los cuentos de Blandiana tienen un enfoque muy original: el onirismo de cada cuento siempre es genético. La crítica no es un testimonio violento y contra alguien, sino la consecuencia natural de narrar lo que se narra: la descripción cosmovisiva de una vida en el margen, que ha sido crítica (en la acepción de la palabra de “difícil, de mucha gravedad”) en el régimen comunista.
En ese sentido se nota que Blandiana es, ante todo, poeta (sus poemarios en español los ha editado PreTextos). Las imágenes de los cuentos son muy potentes. La metáfora más utilizada es la del ángel/el traje de ángel. En Aves voladoras para el consumo, nacen doce ángeles de unos huevos conseguidos de estraperlo.
Así, las dos claves filosóficas de Proyectos de pasado a destacar son: la importancia y el tratamiento de lo onírico (como ella misma admite en La iglesia fantasma, «la realidad no es más que una desviación secundaria, una proyección desdeñable del sueño») y el uso repetitivo de la metáfora (todos los cuentos son metáforas de lo mismo, su vida durante el régimen, de modo que sus cuentos en relación unos con otros son «metáforas dentro de metáforas, evocaciones de segundo grado, o incluso una especie de material didáctico a través del cual aprender la noción de la metáfora»).