Medicina

Vida ELU

Una gota de agua más – Carmen de la Iglesia

Por:

Carmen de la Iglesia 4º ELU

Por fin consigo sentarme a escribir esta breve reflexión, pero creo que merecía que le dedicara el tiempo y el cariño suficientes. Y es que no es fácil plasmar en un papel lo que siente el corazón, pero espero lograr transmitir en estas líneas lo que ha significado para mí formar parte del equipo de Cirugía en Turkana y vivir el proyecto en terreno, allá al Noroeste de Kenia, a orillas del lago Turkana.

Las primeras veces siempre son especiales. No lo voy a negar, viajar como cooperante a África por primera vez con tan solo 21 años da vértigo al principio. Sobre todo porque sabes que vas con la misión de llevar un poco más de salud donde hay tanta enfermedad, de darlo todo donde no tienen tanto y de abrazar a quienes más lo necesitan. Y luego te das cuenta de que eso supone largas y calurosas jornadas en quirófano, un sinfín de pacientes en consulta y muchas horas de intenso trabajo en el laboratorio. Y era inmensamente feliz mientras lo hacía, porque era consciente de la suerte, el privilegio y también de la responsabilidad que habían depositado en mí.

Empezaré por el principio. Creo que nunca antes había cogido tantos aviones en un periodo tan corto de tiempo. Era enero y acababa de terminar mis exámenes del primer cuatrimestre de cuarto de Medicina. Al día siguiente volaba a Londres para pasar unos días con mi hermana, y desde allí viajé hasta París para visitar a mi amiga Elena. Tras volver a Santander, tan solo disponía de un par de días para preparar un viaje totalmente diferente: África. Llegar hasta Turkana también implicaba enlazar varios aviones consecutivos, de modo que mi trayecto fue el siguiente: Santander-Madrid Doha-Nairobi-Turkana. Sin duda, el modo avión pasó a ser una forma de vida.

La buena compañía hace que te sientas en casa aunque estés en uno de los lugares más remotos del planeta. Nunca pensé que sería tan fácil encajar tan bien con cada uno de los miembros del equipo, a pesar de las diferentes edades y procedencias. Hasta tal punto que, aquel equipo de Cirugía en Turkana que despegaba desde Madrid, cuando aterrizamos en el aeropuerto de Nairobi ya empezaba a considerarlo “familia”. Sin duda, Cirugía en Turkana no solo es un proyecto quirúrgico, sino también una forma de entender la vida.

Y hablando de entender la vida, también he aprendido mucho de los turkana, el verdadero motivo de esta campaña. Me llama la atención su forma de afrontar la enfermedad: no sienten resignación por el pasado o por su falta de salud, ni tampoco excesivo temor por el futuro, simplemente viven el presente con la mayor serenidad posible, afrontando la vida tal y como viene. Se te encoge especialmente el corazón cuando ves a los niños, algunos corriendo de un lado a otro del hospital y otros sufriendo las consecuencias de la enfermedad. De cualquier modo, una piruleta y un abrazo es suficiente para que se sientan las personas más afortunadas del planeta. Es, simplemente, admirable y maravilloso. Por muy diferentes que seamos en cuanto a lenguaje, cultura o color de piel, cuando llegas a Turkana te das cuenta de que la necesidad de salud y de amor (y concretamente la necesidad de amar y sentirse amado) es lo único intrínseco a cualquier ser humano sobre la faz de la tierra.

Nunca pensé que cumpliría 22 años en África. Aquel día no solo cumplí años, sino también un sueño: ver por primera vez la llegada de una nueva vida al mundo. A un mundo mucho más inhóspito del que me tocó a mí hace 22 años y una vida por delante indudablemente más dura. No creo mucho en las casualidades pero sí creo profundamente en la Providencia y nunca olvidaré que, a partir de ahora, no solo comparto cumple con mi hermana melliza, sino también con aquel “peque” que nació ese día en Kenia, delante de mis ojos, y al que pude dar la bienvenida al mundo mientras le sostenía en mis brazos. Cada 7 de febrero me acordaré de rezar por él y por su vida, pero también de dar gracias a Dios por la mía y por el regalo de unos padres que no me han soltado de la mano desde entonces.

No puedo evitar sonreír (e incluso que se me caiga alguna lagrimilla) al recordar cada uno de estos momentos, cada una de estas personas y este lugar, Turkana, mientras escribo estas líneas desde mi habitación, después de un curso muy intenso a nivel personal y académico, pero también inolvidable por muchos motivos. La palabra recordar viene del latín re (volver a) y cordis (corazón); recordar: volver a pasar por el corazón. Y cada vez que recuerdo Turkana, mi corazón late un poco más fuerte. Y es que, ahora, de vuelta en Santander, cada vez que me preguntan por mi viaje a África, empiezo a contarles, sin saber por dónde empezar ni tampoco por dónde terminar, porque es complejo hablar de un sentimiento que va más allá de las palabras… pero, como está escrito en el Evangelio según San Lucas: “de lo que rebosa el corazón habla la boca”.

Turkana siempre permanecerá en mi corazón por ser ese lugar donde es fácil ser feliz intentando hacer un poco más felices a los demás. Turkana es ese lugar donde, como diría Madre Teresa de Calcuta, solo hacen falta “dos manos para servir y un corazón para amar”.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Luisa Urquía

Por: ELU Admin

Un mes para aterrizar, y volar para volver; un mes para caminar, perderse para parar y mirar. Mirar para encontrar, conocer. Conocer para agradecer y solo, solo, empezar a entender.

Con estas palabras acababa mi primer mes de Erasmus en París. Mi tan soñada París. Romántica, liberadora, bella, misteriosa y elegante París. Una ciudad que, como hablaba con María de Jorge, es tan grande que te deja un espacio amplísimo para perderte, buscar, redirigir, descubrir, y, sobre todo, crecer.

No, París no es la ciudad de los enamorados, es la ciudad que te invita a enamorarte y a amar. Amar aquello con lo que uno venía y amar aquello con lo que uno se va. Amar la novedad y la diversión, pero también lo pequeño, cotidiano e íntimo. Amar pasar de los grandes planes en el Hipódromo a la paz y felicidad de sentarte media hora con dos amigas en el parque de Luxemburgo a la vuelta del hospital. Amar salir de fiesta, pero también amar dejarse de azoteas y rincones recomendados para volver siempre al mismo bar, misma esquina, misma gente de confianza.

Amar un atardecer en el Sena con esa melodía de magentas, violetas y destellos de un sol anaranjado (que decide salir poco a menudo); sin dejar de amar el encanto de un día lluvioso que te lleva a la librería de la esquina y que te invita a quedarte, pedirle una recomendación al librero, y salir con un clásico que puede que empieces a poder descifrar al final del Erasmus. Amar conocer a gente nueva, nuevos nombres, países, sueños, ilusiones; pero también amar llamar a tu abuela en Madrid y que te actualice en las novedades de la familia y que te recuerde por encima de todo, de la suerte que tienes.

Cuando miro atrás a estos meses tan inmerecidos y regalados; solo puedo comprar un ramo lirios blancos y dar las gracias. Agradecer los nombres y rostros que empezaron siendo coincidencias y han acabado siendo fuente de amistad, diversión y verdad. Agradecer a los nombres que se quedaron en el encuentro y a los que dejo, y a los que me llevo tan inmerecidamente a España. Agradecerle tanto a esta ciudad que a tanto me invita y tanto me libera y a tanto me compromete. No puedo dejar de agradecerle a tantos artistas su obra y vida; porque de ellos nace y crece mi sensibilidad: al movimiento y delicadeza del cuerpo por Rodin; a los colores y como se mezclan y se entienden por Cézanne y Renoir; a la incomprensión y soledad por Van Gogh. Sensibilidad al asombro y la ternura y la vida por Monet.

Me gusta pensar en esta etapa como un entramado de lazos de colores. No, mi Erasmus no ha sido de desprenderme de la vida y perderme y girar entorno a esa libertad de maniobra que tantos a nuestra edad añoran. Mi Erasmus ha sido enlazarme. Tener la libertad de elegir vincularme. En Madrid tenemos ya tantos compromisos que se nos olvida revisar si verdaderamente los hemos elegido o nos pesan y atan. Porque el vínculo verdadero libera e invita a crecer.

Lazos de colores y nombres. Los nombres de mis amigos, de mi familia y como no, de mis pacientes. Parte de mis lazos en París se quedan y se van con mis pacientes; que todos los días me han recordado que sí, sí que se puede amar y servir en el quirófano, con el estetoscopio, y con la escucha.

Entre todos estos lazos de amistad, de verdad, de compromiso, de cansancio, de diversión, de estudio, de arte y de amor; me encuentro sobrepasada. Me encuentro sumisa en el sueño de algo que se acaba ya. Y he de despertar. ¿Debo?

No, creo que puedo vivir en el sueño que ha sido este año. Esta forma de vivir no es un punto y aparte. Mi estancia en París acaba para que el sueño continúe y tenga un sentido. Un sentido para mi vida. Si no fuese así, todos estos lazos los perdería, el crecimiento, la sensibilidad y la forma de mirar no serían una parte de mí ni de quien quiero ser. Este sueño, todo lo que he aprendido es una forma de mirar y de buscar y de entender.

Me voy a comprar unos lirios blancos. Para el Señor y Su madre. Por este sueño. Un sueño en el que he vivido despierta, acompañada, vinculada, amada y tan profundamente agradecida.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Carlos Marín

Por: ELU Admin

¡Hola a todos! Soy Carlos Marín, estudiante de 4° de Medicina y de 4° de la ELU. Este año, tras una larga preparación y una intensa “lucha”, estoy de Erasmus en Bolonia, Italia, ciudad que para muchos, es la meca de la experiencia Erasmus. Ahora que ya llevo unos meses de recorrido -y un par de mudanzas de por medio- voy a contaros qué tal es vivir, estudiar y disfrutar en un lugar que es cuna de la universidad de Occidente -y del ragù a la boloñesa, cómo no-.

Así pues, tras un estupendo verano, un montón de recuerdos de toda índole y un nivel de italiano algo oxidado, sin comerlo ni beberlo llegó septiembre, hice la maleta y me monté en un avión dispuesto a vivir unos meses transformadores, un tiempo que iba a terminar de forjar mi idea de universidad y, en cierto modo, un viaje iniciático de esos que tanto nos gustan.

Cómo no podía ser de otra forma, Bolonia no defrauda. Aunque aparentemente pueda parecer una ciudad del norte de Italia, los propios locales reconocen que esto no es así. Estamos ante un lugar histórico, pero también alocado. Bolonia es el lugar de la excelente formación académica, pero también el de la discutible burocracia; haces de ella tu casa y vives tus mejores experiencias cualquier día de la semana, pero también hay muchos que buscan otro tipo de experiencia Erasmus.

En definitiva, diría que Bolonia es la ciudad de la lucha continua entre lo que es y lo que debería ser -o eso que te dijeron-, es un lugar que pide a gritos claridad, sensatez y una clara definición de objetivos -entre ellos, pasarlo muy bien- para que, de algún modo, seas tú el que pase por la experiencia Erasmus y no al revés.

Entrando en el terreno académico, puedo decir que, por muy raro que suene, estoy muy orgulloso de ser uno más. Nadie me ha dado ningún tipo de facilidad ni me ha regalado nada, sino que mis exigencias han sido las mismas que las de mis compañeros que estudian todo el grado aquí. Gracias a ello, la satisfacción con los resultados se multiplica, como también lo ha hecho mi nivel de italiano a lo largo de este tiempo -recordemos que los exámenes son orales-. Puede que haya sido el Erasmus “raro” que iba a clase, pero esto me ha permitido enriquecerme mucho y conocer a gente maravillosa que no podía perderme.

Como es de esperar, aquí hay tiempo para todo, y lógicamente tú decides en qué invertirlo. A lo largo de estos meses, el camino hasta alcanzar cierta estabilidad no ha sido fácil -mamá, estoy bien-, pero ha merecido la pena. La independencia te muestra todas sus caras y, aunque no todas sean preciosas, son mucho mejores cuando sabes con quién vivirlas. Han sido meses de comprobar nuevamente ese con quién tanto, de viajar -la ciudad está muy bien comunicada-, de reír, de equivocarme, de disfrutar, de saber gestionar y de aprender, aprender muchísimo. Puedo decir que, tras esta primera mitad de la experiencia, el Carlos que llegó aquí hace ya 5 meses no es ni de lejos el mismo de ahora -y qué bien-.

Antes de despedirme, me gustaría animar a todo aquel indeciso a que, como yo hice hace algo más de un año, se lance a vivir esta experiencia que puede ser única, transformadora e irrepetible -todo dependerá de cómo la mires-. Podéis contar conmigo para cualquier cosa que necesitéis.

Finalmente, quiero agradecer de corazón a todos los que están haciendo estos meses tan especiales, a quienes han sabido tender la mano y crear puentes, a quienes han sido y son luz y, cómo no, a aquellos que un día me llevaron de la mano para que hoy pueda ser yo quien vaya por sí mismo.

A presto,

Carlos.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Inma Arrebola

Por: ELU Admin

¡Hola a mis queridísimos elus!

Soy Inmaculada, de 4º curso, y estudio Medicina en Córdoba. Este año he tenido la inmensa suerte de haber pasado el mes de agosto haciendo prácticas hospitalarias en Polonia con IFMSA, la Federación Internacional de Asociaciones de Estudiantes de Medicina. Allí estuve en Lublin, una ciudad de tamaño medio situada al sureste y cercana a Ucrania. 

Cuando a finales de junio me adjudicaron la ciudad me sorprendió mucho, pues ni siquiera estaba entre mis prioridades, pero al final donde realmente puedes impregnarte de la cultura y vivirla más en profundidad es en una ciudad no tan grande ni tan cosmopolita como una capital. Así que me puse en marcha repleta de ilusión y el 2 de agosto llegué a Lublin. Era la primera vez que estaba fuera de mi casa tanto tiempo y sin ser un viaje organizado como tal, así que me invadía la incertidumbre, tanto por cómo sería vivir la cultura polaca como por ver cómo me desenvolvería.

Una vez allí, mi contact person, Julia, me enseñó la residencia de estudiantes donde me alojaría, y me presentó al resto de estudiantes que venían de otras partes del mundo también con IFMSA. Estábamos 14 estudiantes de diferentes nacionalidades: tenía compañeros de Indonesia, Pakistán, Marruecos, Croacia, Rumanía, Portugal, Italia, Egipto, Turquía, Albania y la India. Yo era la única española, y compartía habitación con Goesfen, de Egipto, y Aleksandra y Alicja, otras dos chicas polacas que estaban de apoyo parte de la asociación. Desde el primer día la convivencia fue muy curiosa, y en ocasiones todo un reto, pero ha sido una de las mejores cosas que me han pasado en esta experiencia. Cada día conversábamos acerca de nuestras culturas, tradiciones y religiones, y nos maravillábamos al discutir las similitudes inesperadamente encontradas entre tantas diferencias. Ha sido precioso experimentar el entendimiento, el apoyo, el respeto y la amistad que hemos cultivado a pesar de tener orígenes y circunstancias vitales diferentes. Vivir el significado de la palabra tolerancia ha hecho que adquiera sentido nuevo en mi vida y que me sienta increíblemente afortunada por ello.

En cuanto a mis prácticas, yo roté en el Hospital Clínico nº4, donde pasé dos semanas en Cirugía Torácica y otras dos en Neumología. Mis tutores fueron muy amables, y en todo momento me explicaban y traducían todo, además de dejarme hacer exploraciones a los pacientes. Tuve la oportunidad de rotar por Oncología, consultas externas de asma y pruebas diagnósticas, por lo que he podido adquirir competencias de numerosos ámbitos relacionados con la salud del pulmón, y ha sido muy enriquecedor. A veces sentía cierta impotencia por no poder comunicarme con los pacientes, pero he aprendido que una sonrisa con un dzi?kuj? bardzo también pueden ser sanadores.

Por otra parte, tengo que hablaros del choque cultural que me he llevado con el sistema sanitario. No creí que la sanidad fuera a variar mucho de la española, pero en cuanto llegué comprobé que tienen muchos menos medios que aquí, las infraestructuras son más antiguas, hay poco personal disponible y la atención al paciente ingresado es más escasa. Los estudiantes de ciencias de la salud solemos ser más conscientes de las carencias de nuestro sistema, pero en Polonia realmente he podido constatar lo afortunada que soy de poder estudiar en el sistema sanitario español, la gran cantidad de medios que tenemos y lo bien tratados y atendidos que están nuestros pacientes.

Tras salir de las prácticas y almorzar teníamos el resto del día libre, y los polacos de la asociación siempre nos hacían actividades para sumergirnos en la cultura, como excursiones, visitas gastronómicas, talleres de educación médica, clases de idioma… Se portaron fenomenal con nosotros, fueron muy acogedores y atentos, y han sido la pieza clave para que haya disfrutado tanto de la vida polaca. Una de las cosas que más he disfrutado ha sido la comida, a pesar de los horarios tan extraños por los que se rigen. En la región de Lubelskie no se suele comer pescado por su lejanía al mar y a los lagos (al contrario que otras partes de Polonia), entonces comían cerdo y pollo prácticamente todas las comidas. Lo suelen acompañar con ensalada de apio, pepino o remolacha (es la verdura que más comen), además de añadir gran cantidad de salsas muy cremosas y de sabor intenso. Otros platos muy típicos eran las sopas de, por ejemplo, remolacha o fermentos de pan, así como tortitas de patata, las tortitas dulces o nalesniki y los famosos pierogi.

Un aspecto que me resultó curioso y bastante coherente es que allí los cristianos no comen carne ningún viernes del año, así que en todas las cafeterías ponen menú vegetariano. En el aspecto religioso me he sentido muy acompañada y acogida, y he experimentado la Fe de una forma distinta y muy bonita.

Y sobre el polaco… ¡qué os puedo decir! Uno de los idiomas más complicados del mundo, con numerosos sonidos que no tenemos en castellano, 8 formas de pronunciar la S y letras que no tenemos en nuestro abecedario. Como curiosidad, os contaré que cuando llegué allí, pronunciaba la ciudad ?ód? como la leeríamos nosotros, y resultaba que en polaco se dice “wuch”. Yo hice lo que pude y aprendí las palabras, aunque por respeto casi siempre pedía en polaco en restaurantes y bares gracias a las frases que me chivaban nuestros amigos locales.

Una de las cosas más impactantes ha sido visitar museos de la II Guerra Mundial y saber que eso que nos contaban había ocurrido sobre el suelo que pisábamos. Me resultó bastante duro salir a pasear y caminar sobre las entradas de los guetos, y de hecho uno de los más grandes se encontraba en Lublin, junto con Majdanek, el primer campo de concentración en ser liberado por los rusos. Tuvimos la gran suerte de que uno de los chicos polacos que nos acompañaba fuera judío y siempre estuviera abierto a explicarnos sobre su religión; ¡incluso nos llevó a visitar su sinagoga! Para que os hagáis una idea de la situación, en Lublin antes de la guerra el 39% de la población era judía, y ahora solo quedan 40 judíos. También nos explicaron que debido a todo lo que habían tenido que soportar, los polacos y especialmente los judíos polacos se identificaban con el pueblo ucraniano y estaban acogiéndolos en sus casas y sus templos. Igualmente, era sorprendente que en cada lugar del país encontrabas carteles ofreciendo ayuda, y había un constante flujo de gente que llegaba a estaciones y puestos de ayuda, además de todas las familias ya asentadas. Todo el mundo se desvivía por las personas que huían de la guerra, y me ha conmocionado aprender la historia de un continente y ver tan de cerca cómo se está repitiendo.

Para mí todo el mes en Polonia ha sido un descubrimiento constante y un choque con la realidad. Ha sido, en todos los sentidos, una experiencia real. Digo esta palabra porque mientras estaba allí vi este post de RC que describía perfectamente el modo en que estaba viviendo mi experiencia, aprovechando lo que se me presentaba sin un ápice de idealización (algo ocurre frecuentemente cuando se habla de este tipo de experiencias). He exprimido al máximo una realidad nueva y emocionante, pero que en ocasiones se hacía complicada, en la que encontraba dificultades y aspectos que quizá no me gustaban tanto. Y he sido feliz viviendo eso, disfrutando la experiencia no a pesar de lo menos bueno, sino con ello. Este ha sido quizá el mayor de los numerosos aprendizajes que he podido reflexionar y que realmente me ha dado una paz indescriptible y ha hecho que mi mes allí sea maravilloso.

Muchas gracias a todos por haber leído hasta aquí y por haberme permitido compartir con vosotros esta parte tan especial de mi verano. ¡Nos vemos muy pronto! 

Vida ELU

Cuaderno de Bitácora – Un antropólogo en Marte

Por: ELU Admin

David Rodríguez, 3º ELU

Un antropólogo en Marte, de Oliver Sacks (1933-2015), es una obra perfecta para desterrar prejuicios y plantearnos la existencia desde posiciones que nunca antes habíamos ocupado. Sacks fue un neurólogo británico que dedicó su vida a un tipo especial de divulgación médica, basada en el contacto personal con el paciente para aprender más de su condición y poder así reflexionar sobre sus implicaciones. Es un estilo personal y cercano, que a menudo destierra el rigor científico en favor del lenguaje familiar y las verdades que solo puede revelar la compañía de la persona “enferma”.

Y digo “enferma”, entre comillas, porque si a algo ayuda este libro, a través de sus siete casos clínicos, es a reflexionar sobre qué es la enfermedad y qué papel tiene el propio paciente a la hora de definirla. Las personas descritas por Sacks, más allá de sus variados signos y síntomas, tienen algo en común: sus cuadros clínicos neurológicos han condicionado el desarrollo de unos circuitos nerviosos especiales, que les permiten vivir de formas únicas. Así, se alejan de la concepción clásica de “discapacidad” y se acercan más a una especie de “para-capacidad”, un conjunto de habilidades distintas de las comunes y no necesariamente inferiores. Porque, al final, ¿qué es la discapacidad si no, en cierta forma, un concepto abstracto construido a partir de lo que la mayoría puede hacer?

El texto es muy asequible y divulgativo, por lo que se puede leer sin necesidad de tener conocimientos previos en la materia. No os quiero desvelar muchos detalles para que podáis descubrirlos por vosotros mismos, pero sí lanzaros dos preguntas atractivas que son tratadas en el libro: ¿Cómo cambia la vida de un pintor que pierde súbitamente la visión del color? Y, ¿cómo es posible que los espasmos musculares de un cirujano con síndrome de Tourette desaparezcan automáticamente al entrar en quirófano?

Vida ELU Elus por el Mundo – Diego Galindo

Elus por el Mundo – Diego Galindo

Por: ELU Admin

Diego Galindo, 3º ELU

Hola a tod@s! Para los que no me conozcáis soy Diego Atanasio Galindo Détré y estoy en el 3º año de la ELU. Hoy me paso por aquí para contaros una de mis grandes experiencias que viví hace mes y medio. Tuve la oportunidad de ir a Sudamérica por primera vez en mi vida, pero esta vez no consistía en hacer una visita turística, sino vivir la realidad de la Medicina, carrera que empecé hace ya 2 años, desde otro punto de vista.

Siempre he querido visitar algún país sudamericano, no solo por toda la belleza que ofrece y los increíbles paisajes que tiene, sino por la cercanía en la tradición y la cultura con España. Durante un mes pude empaparme del clima tan acogedor de Perú y vivir como uno más de ellos.

Unos meses antes irme me concedieron una beca de intercambio de investigación, pero el futuro era un poco incierto. En un país donde el Covid-19 seguía acechando gravemente a la población y donde las restricciones eran bastante duras, la estancia en él suponía grandes riesgos. Además, debido a que procedía de un país extranjero era necesario que pasara una semana en cuarentena y siguiera un protocolo estricto, añadiendo el hecho de que estaría en un hospital con pacientes COVID, donde el contagio era una posibilidad bastante cercana. Todo ello me hizo dudar bastante, pero hay algo que finalmente me pregunté a mí mismo: ¿si no me han cancelado ellos mismos el intercambio, por qué debería hacerlo yo? ¿de verdad iba a dejar pasar una oportunidad de oro como esta? Y así es chavales, me tiré a la piscina de cabeza y qué a gustito me sentí.

Un mes antes de irme me cambiaron de destino, ya que Arequipa, la ciudad blanca donde en un inicio estaba destinado, se encontraba gravemente afectada por la variante delta del virus, por lo que fui destinado a Trujillo, la ciudad de la eterna primavera.

Así fue como un 26 de julio con la pechá de levante de Cai y to er caló de Sevilla, me planté en el aeropuerto. Tras casi 35 horas de viaje, entre vuelos, escalas y pequeñas cabezaditas en el aeropuerto, llegué. Y es que queridos amigos y amigas, eso fue increíble. Todo era como os podéis imaginar según se ve en las películas. Era como si entraras en un nuevo mundo. Para empezar me sentía bastante observado, un rubio alto rodeado de personas morenas y bajitas, ya os podéis imaginar cómo llamé la atención jajajajaja. Afortunadamente, al llegar, pude librarme de ese calor sofocante y disfrutar de un poco de frío (que nunca viene mal) y algún que otro chubasco. Por aquel mes eran las vacaciones de invierno y eso hizo posible que pasáramos más tiempo con los estudiantes de allí (digo pasáramos porque como os contaré en esta aventura no estoy solo jejejejeje). El invierno allí era bastante raro a decir verdad. Por la mañana me levantaba con un frío horrible, pero durante el día pegaba un buen sol. La temperatura media era de unos 25ºC.

Lo primero que me sorprendió al llegar fueron los medios de transporte. Para coger el taxi lo curioso era que no había taxímetro, sino que tu tenías que calcular cuanto podía costar según la distancia y aquí viene lo importante: que no os la cuelen por ser de fuera y os peguen un sablazo jajajaja. Otro medio de transporte no tan recomendado eran los microbuses, o microbios como le decían allí (que cada uno saque sus conclusiones). No eran tan cómodos, pero eran mucho más baratos. Poseían los mismos recursos e instalaciones que nosotros, pero la diferencia estaba en que el nivel de desarrollo era mucho menor. Las carreteras estaban peor cuidadas y los coches eran sorprendentes.

Tras una semana de cuarentena, conocí a la familia que me acogería durante toda mi estancia: eran increíblemente cariñosos y siempre se preocupaban por mí. El hecho de poder convivir con una familia te permitía adentrarte aún más en el hábito de vida y en su rutina. Te contaban anécdotas y tradiciones familiares y muchas veces hacíamos actividades juntos cada noche.

Empecé las prácticas en el hospital al día siguiente, donde tendría que ir 6 horas, 4 veces a la semana y para lo que necesitaría coger una van a las 6:30 de la mañana. Este se encontraba en la ciudad de Chocope, a una hora de Trujillo. El resto de días serían seminarios online.

Los hospitales allí funcionan por tres niveles, donde el nivel uno es el más bajo, con los recursos mínimos de atención primaria y el tres era el más alto, donde se hacían todas las cirugías necesarias y de mayor complicación. Nosotros estuvimos destinados a un hospital de ssegundo nivel en el área de Medicina Interna, en la ciudad de Chocope. Nuestra tutora clínica, Joana Magallanes, nos explicaba cómo funcionaba cada área y qué procedimientos se seguían según el paciente. Nos guió durante nuestra estancia y nos ayudó con nuestro proyecto.

Durante el mes que duraría el intercambio tendríamos que hacer un proyecto de investigación que consistía en analizar, a través de las historias clínicas de los pacientes y de los datos que se poseían, por qué la estancia de los pacientes era superior a lo que debía (en nuestro hospital, por ser de segundo nivel, tenía que ser de seis días como máximo). Así, cada día íbamos rotando por el hospital de Chocope, en las distintas especialidades, y en casos concretos íbamos a Casa Grande, un pueblo situado a 10km donde algunos pacientes eran trasladados. Hay días en los que realizábamos actividades para conocer más acerca del sistema de salud peruano. Por ejemplo, dos días estuvimos en una cámara de Gesell, a través de la cual era posible observar cómo discurría una consulta médica y el trato con el paciente; un día estuvimos en la planta de Medicina Interna, donde nosotros mismos debíamos realizar la Historia Clínica del paciente.

Así fue cómo conocimos algunas cosas peculiares del sistema sanitario. Al final de cada mañana acabábamos reventados y al llegar a casa teníamos que preparar las memorias de los trabajos que después expondríamos, pero sin duda alguna merecía la pena, hacedme caso.

El tío de la chica que me acogía tenía una clínica en la ciudad de Chocope y un día me invitó a asistir a una colecistectomía. Era mi primera operación e incluso participé en ella jejeje. Estaba previsto que hiciéramos varias actividades sociales durante nuestra estancia pero debido a la situación COVID se tuvieron que cancelar por el riesgo que suponía para la población (muchas eran tribus y, debido al poco contacto con las ciudades, nos contaban que el acceso a los bienes sanitarios eran muy escasos. Totalmente reacios a la idea del coronavirus, muchos no estaban vacunados o se negaban a ello).

A menudo preguntábamos a médicos o a personas sobre la situación del país y cómo veían el futuro. La mayoría nos contaba tristemente que el problema reside especialmente en la elevada corrupción. Era raro encontrar a un miembro del gobierno que no tuviera antecedentes de extorsión o que hubiera sido acusado por algún cargo mayor de corrupción. Incluso el propio presidente del hospital realizaba tratos o acuerdos que resultaban desconcertantes o en el que indicaba que los precios de los materiales comprados era superior al real (así una gran parte iba destinado a su propio bolsillo). Los jóvenes nos contaban esto con cierta tristeza, ya que muchos de ellos buscaban que el futuro del país fuera a mejor. La situación se veía empeorada por las recientes olas de inmigración procedentes sobre todo de Venezuela, que hacía que la economía del país decayera de forma importante.

Como os estaréis preguntando no todo fue ir al hospital. Pudimos hacer viajes a distintos sitios del país y, claro, con lo grande que era y todo lo que había por ver, era necesario seleccionar. Fui a Chimbote, una ciudad pesquera al sur de Trujillo, donde disfruté del magnífico ceviche y el olor a mar. Una semana después hicimos nuestra pequeña rutita, visitando ciudades como Ica (muy conocida por el Pisco y la leyenda de brujas), Puno (la ciudad más alta a nivel del mar habitable) y Cuzco.

Para mí sin duda la más bonita fue Puno. No solo porque soy un gran amante de la montaña, sino por las preciosas vistas que ofrecía del lago Titicaca y de cómo vivían las poblaciones a esas grandes alturas: la trucha al horno era el plato principal y para hacer frente al mal de montañas tomaban mates, de manzanilla o de coca habitualmente, y podías ver como muchos mascaban la hoja de coca, que te ayudaba para combatir el dolor de cabeza. En esta ciudad puedes ver el prototipo cuando se piensa en un peruano: todos eran bajitos, de cuerpo ancho y veías sus mejillas rojas y vestidos con los trajes típicos de colores muy vivos. Era sorprendente ver cómo eran capaces de subir esas enormes cuestas cargados de cestas de mimbre y bolsas.

Algunos lugares que tuvimos la oportunidad de visitar fueron el desierto de Huacachina (lugar ideal para ver la puesta de Sol); el lago Titicaca, donde todavía habitan tribus, como las islas flotantes de los Uros o la isla Taquile, cuya población no posee nada de electricidad y todo funciona por la mera actividad humana (pero lo mas curioso es cómo su cultura está basada en una sociedad matriarcal y donde los diferentes cargos de la sociedad se distinguen por los trajes que llevan); o la montaña de los siete colores, pero sobre todo, como no podía ser de otra forma, me quedo con Machu Pichu (ojito con la pronunciación). Es ahora cuando entiendo el por qué es una de las siete maravillas del mundo: no diría tanto por el paisaje, sino por la sensación que transmite y cómo te sientes una vez has llegado arriba: es algo increíble, difícil de explicar. Es como si de repente sintieras una energía que te recorre por dentro, tantos años de cultura Inca, esas piedras madres, llevadas desde las grandes montañas de los alrededores, haciendo uso simplemente de la mecánica y de la fuerza humana, con más de 500 años necesarios para su construcción hacen de este sitio algo único. Por un momento sentía que había viajado a otro mundo, que había ascendido hasta lo más alto. Cuando llegas arriba y ves esa inmensidad en lo alto del valle, rodeado del río de Aguas Calientes y de grandes montañas, piensas que eso no ha podido ser un acto humano: debe haber algo más. No es posible tanta perfección al mismo tiempo. Tanto, que por un momento se te corta la respiración y se te pone la piel de gallina.

Como no podía ser de otra forma, las alpacas y las llamas estaban por todos lados. Os diré solo que la llama es más alta y tiene menos pelo, mientras que la alpaca es más bajita y tiene un pelaje increíble. Ya os digo yo que eso es lo más suave que hay, te pones una manta o un poncho hecho de alpaca en invierno y además de no pasar nada de frío estás super a gusto.

Como gran amante de la montaña, para finalizar mi estancia hice una ruta por la ciudad de Huaraz, a la Laguna 69. Son unas tres horas de subida, a 4.604 metros sobre el nivel del mar, rodeado de cascadas preciosas. Aunque el frío y el viento se te mete por los huesos ni siquiera piensas en eso (porque creedme, es para olvidarse con todo lo que hay a tu alrededor).

Perú es bien conocido por su comida, tanto que este año fue el 5º consecutivo en llevarse el premio al país con la mejor gastronomía del mundo. Cada día probaba un plato distinto, y por si fuera poco, la cantidad no se quedaba corta. Os prometo que en mi vida había comido tanto (y con lo que me gusta a mi comer…). Me gusto tanto que hasta yo mismo acababa cocinando para llevarme las recetas a casa jajaja. Todavía hoy echo de menos la papa a la huancaína, el lomito saltado, las mollejitas, el arroz verde, el Shámbar, cabrito, ají de gallina, anticuchos o los riquísimos picarones.

Hay sabores únicos y uno de ellos es el del Maracuyá, ¡madre mía qué bueno está eso illo! No había comida en la que no pidiera una jarra de maracuyá para beber. ¿Habéis oído hablar del maíz morado? Sí, habéis entendido bien: maíz, morado. Y es que la bebida que se prepara con eso, la chica morada, ¡¡¡¡está riquísima!!! ¿Sabíais que en Perú hay más de 6.000 variedades distintas de patatas? Pero me quedo con el camote, la verdad, una patata dulce que con cualquier plato pegaba.

Aunque hay algo que sinceramente no me gusto nada: el café. Os juro que jamás he probado algo tan malo. Allí no le echan ni leche. Tu le pides un café y lo que te sirven es el café echo en cafetera y luego le añades agua caliente. Imaginaos cómo os ponía eso, estabais como una moto todo el día.

Hablando un poco de la cultura y las tradiciones, el país se ha forjado por las influencias que procedían de fuera a lo largo de los años. Cuando preguntaba a los peruanos sobre algunas jergas o el acento característico, me decían: “Perú ha adoptado influencias desde otros países. Muchas palabras provienen de personas que llegaron aquí hace años. Mas allá del “ah ya!” o del “pues” al final de cada frase no hay nada que nos caracterice. Puedes imitar el acento argentino, colombiano o mexicano, pero no el peruano, porque directamente no lo tenemos” ¿Es algo curioso verdad? Como un país se ha forjado a partir de la influencia de otros países y resulta ser un todo.

Aprendí también cómo con el paso de los años, han transformado la cultura española y la han incluido como parte de ellos mismos. Tienen un gran amor por España y cualquier turista español era considerado como uno más de ellos. El caballo andaluz forma parte de muchos de los bailes típicos, así como la guitarra flamenca o la caja. Muchos de los vestidos y de la música te hacen recordar al flamenco.

El baile típico que aprendí de Trujillo, la Marinera, era tan bonito como su significado: el cortejo del hombre hacia la mujer y en el que muchas veces, el hombre se subía a caballo para impresionarla. La danza criolla es propia de las tribus del Amazonas, pero presenta variaciones según la región de Perú. La música era conmovedora. Los instrumentos, como la quena o la zampoña, que caracterizan a Perú tenían un sonido muy relajante. Recuerdo cómo cada noche no podía irme a la cama sin antes oír un fragmento del “Condor Pasa”. Para mí era como la nana que cantas a un bebé y que inmediatamente se queda dormido.

Pero por supuesto todo esto no habría sido lo mismo sin dos grandes personas: Ario y Trifon. ¿Quién imaginaría que se podría forjar una gran amistad entre un italiano, un búlgaro y un español a kilómetros de distancia de sus casas? Un deseo común nos unía: descubrir el mundo, y es que nunca el idioma resulta ser una barrera, sino más bien un reto. Nos aventurábamos solos en un país que no conocíamos, pero que era como si hubiéramos nacido allí. Juntos organizamos e hicimos nuestros viajes y compartimos grandes momentos. Nos sentíamos libres y especiales, y es que la gente que nos rodeaba lo hacía posible. No me acuerdo de cuantas veces en los restaurantes nos ofrecían un aperitivo o nos pidieron que nos echáramos una foto con ellos, e incluso nos invitaban a comer con ellos. Recuerdo que hasta un día acabamos jugando un partido de fútbol en uno de los campos de la ciudad.

En el hospital fue aún más increíble. Cuando vas a un país subdesarrollado puedes pensar que las condiciones allí son ínfimas o que los profesionales no están lo suficientemente preparados pero ¿sabéis que? Allí la carrera de Medicina dura siete años y empiezan dos años antes que nosotros. Nada más que en Trujillo había tres facultades de Medicina y en cada clase cerca de 600 alumnos. Cuando veías a los profesionales estos trabajaban con una dedicación increíble, eran las personas más honestas y con una pasión que jamás había conocido, cada uno con una historia de superación distinta. Es en ese momento donde te das cuenta de lo agradecido que debes estar y de la suerte que tienes de estar rodeado de ellos.

Pero todo tiene un final y así fue como nuestra estancia ponía fin el 31 de julio. Sin embargo, debido a la situación de la pandemia nos retrasaron el vuelo de vuelta y volvimos una semana más tarde (cosa de la que no me puedo quejar). Aún recuerdo aquella despedida en el aeropuerto y cómo acabé con 9 kilos de más en la maleta por querer traerme de vuelta tanta comida y recuerdos jajajajaja, lo que resultó en llevar tres bolsas de mas. De ahí me fui con una sonrisa y una alegría increíble, muchísimos números de teléfonos para llamarnos cada semana (o al menos esa era la idea) y con la esperanza de volver en un futuro cercano.

Sin duda alguna ese mes fue único. A pesar de las circunstancias por las que pasaba el país, con la pandemia y la elección de un nuevo presidente unos días atrás, disfruté al máximo. Descubrí qué es lo que se esconde “al otro lado del charco” y, sin duda alguna, lo más importante para mí fue romper con muchos de los prejuicios o con la imagen que muchas veces se vende desde fuera. Allí la realidad era bastante diferente. La gente se sentía muy agradecida por tenernos allí y compartir con ellos grandes momentos. Nos sentíamos más seguros de lo que creíamos. De todo esto saqué dos conclusiones: lo primero es que viajar es la mayor fuente de conocimiento. No hay mejor forma de conocer el mundo en el que vives y descubrir qué es lo que hay más allá de tu día a día que saliendo de tu entorno. No importa cuán lejos esté o cómo de loco pueda sonar, lánzate. Afortunadamente vivimos en un mundo donde la conexión resulta muy fácil y sencilla. Hay mucho por descubrir y no dejéis que el tiempo lo llegue a consumir. Lo segundo es que los mejores momentos se viven con los demás. No me imagino haber vivido tan al máximo, estando tan feliz y a gusto si no hubiera sido por todas las personas que me acompañaron durante este viaje.

Bueno, después de haberos soltado toda esta historia creo que ya es hora de que me despida. Para todas aquellas personas inquietas y con ganas de descubrir el mundo (que sé que hay muchos entre vosotros), deciros que no tengáis miedo (ojito con que yo os esté diciendo esto). Detrás de cada frontera se esconden personas que merecen mucho la pena, grandes maravillas al ojo humano y con una riqueza más valiosa que cualquier libro que podáis encontrar en una biblioteca. Lo único que necesitáis es una mochila y ¡manos a la obra! que el resto quien sabe lo que será.

Saludos y un fuerte abrazo.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Ignacio Pueyo

Por:

¡Hola de nuevo a todos!, aunque muchos ya nos conocemos, soy Ignacio Pueyo. Casi ya exalumno ELU, ¡qué vértigo pensar que esto se termina en nada!

Estudio 4º de Medicina en la Universidad de Zaragoza, y desde septiembre estoy de Erasmus en Bruselas, en la ULB (Université Libre de Bruxelles) para realizar este extraño curso académico afectado por la pandemia.

La verdad que podría contaros que está siendo un curso muy bueno, o muy malo depende desde qué perspectiva lo mires, pero voy a intentar ser plenamente objetivo contándoos mi experiencia.

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Todo empezó por el ya lejano mes de septiembre, donde después de escuchar las mil anécdotas de mi querido amigo Enrique Mochales (también 4º ELU) que estuvo en este mismo destino el curso anterior, uno se piensa que va a poder visitar todos los destinos lejanos y cercanos que ofrece este interesante destino de Erasmus. Pero cuando apenas llevábamos un mes disfrutando de buen tiempo y terrazas, nos cierran todo por la nueva ola de la pandemia. Ya todos sabéis de sobras lo que conlleva. Y así llevamos hasta la fecha en la que os escribo a mediados del mes de abril. Bares, restaurantes y clases llevan cerrados a los estudiantes universitarios durante todos estos meses. Así pintado puede parecer un Erasmus muy desolador respecto a lo que la mayoría de nosotros podríamos tener en mente a un año normal.

Pero lo cierto es que también está teniendo muchísimas cosas buenas. Estoy viviendo en una residencia de estudiantes internacionales en pleno centro de Bruselas y he podido disfrutar de todos los alrededores para hacer planes con ellos. Vivimos a ocho minutos andando de la Gare Central, y al no haber impuesto confinamientos perimetrales entre regiones, hemos viajado por todo el país muchos fines de semana. Entre ellos, Brujas, Gante, Amberes, Dinant, Namur, Spa…. y seguro que me olvido algún sitio más. Y, al tener frontera cerca con otros países, también hemos podido visitar Luxemburgo, Amsterdam y espero que dentro de poco París y Colonia. La verdad que ha sido una oportunidad muy buena para conocer el país a fondo.

Y lo mismo ha pasado con la gente de la residencia. Las personas con las que he compartido todos estos meses hemos convivido más intensamente que en un Erasmus normal, y ha sido una buena oportunidad para conocerlas de verdad, y creo que la amistad con ellas perdurará por esto mismo. De hecho, he convivido todos estos meses casualmente con una persona del Fin de Semana de Selección de mi promoción Becas XII.

Respecto a la parte académica la verdad que no he podido tener más suerte. Bélgica ha sido de los pocos países europeos que no ha interrumpido las prácticas clínicas para sus estudiantes de medicina. Y la verdad que esto ha sido sin duda lo mejor de mi Erasmus. Para los que estudiéis medicina no sé cómo serán las prácticas en vuestras facultades durante los primeros cursos, pero en Zaragoza no tenemos prácticamente ni una práctica clínica hasta el segundo semestre de 5º. Aquí en Bélgica nos dan mil vueltas. Los estudiantes desde 2º de carrera hacen “stages” = prácticas clínicas en hospitales como enfermeros. Al llegar a 4º la mayoría saben perfectamente hacer extracciones de sangre, suturar heridas, realizar gasometrías, completar dosieres con anamnesis completas… Es una enseñanza mucho más práctica, de hecho en la ULB para graduarse deben completar 40 guardias nocturnas en urgencias, por las cuales te pagan entre 30-50 euros cada una.

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Yo en principio me apunté a dos meses completos de prácticas de 8:30 a 16:00, que hay que compaginar con exámenes si estás en 4º. Pero visto al final la situación de la pandemia, y que no se podían hacer muchos planes de ocio, he acabado realizando cuatro meses enteros de prácticas en radiología, neurología, gastroenterología médica y oftalmología. Estas, si eres erasmus, se pueden solicitar aleatoriamente por una lista de preferencias y siempre son de cuatro semanas de duración.

La verdad que el primer mes de prácticas en noviembre-diciembre se hizo duro. En septiembre yo aterricé en Bélgica con un B1/B2 de Francés bastante oxidado, y para colmo algunos pacientes más ancianos hablaban en Neerlandés durante las consultas. Aquí en Bélgica son los dos idiomas oficiales y hay que hablarlos para poder trabajar en hospitales, aunque como estudiante solo te exigen el francés. Lo bueno es que antes de empezar las prácticas la propia universidad te ofrece clases de francés médico. Y la verdad que, a día de hoy, después trabajar a diario 4 meses en francés he podido mejorarlo muchísimo.

Sobre todo lo mejor ha sido renovar verdaderamente mi vocación por la medicina. Durante el mes de marzo en las prácticas de gastroenterología la mayoría de pacientes estaban muy enfermos, y tenían las visitas de familiares muy restringidas por el Covid-19. Poder pasar un rato con pacientes, hablar con ellos tranquilamente y que incluso algunos te digan que les has alegrado el día es verdaderamente muy reconfortarte. Y te das cuenta de la suerte que tendremos el día de mañana en poder trabajar en una profesión tan humana y agradecida. En el mismo mes, tuve la mala suerte de aprender también a gestionar la muerte de un paciente, pudiendo comprobar y certificar a los pocos minutos su fallecimiento con el médico.

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Por todo lo contado hasta el momento, el balance a nivel personal de esta experiencia ha sido muy positivo. De hecho, me daba tanta pena que se terminase que apliqué hace poco a otro Erasmus. Y tengo la suerte de haber sido aceptado el año que viene a realizar otro con prácticas clínicas muy interesantes en LMU (Ludwig-Maximilians Universität de Munich).

Espero que no me guste tanto, y que me aleje de España temporalmente. Ya que a nivel de investigación y docencia estos países realmente ofrecen muy buenas e interesantes oportunidades.

Espero que todos os encontréis muy bien, y que podamos vernos dentro de poco.

Un abrazo grande,

Ignacio

ELUMNI

ELUMNI por el Mundo – Cristián Grillo en Miami

Por:

Buenos días a todos!

Os quería contar un poco mi experiencia internacional del pasado agosto en Miami donde estuve rotando en Holy Cross Hospital, un pequeño hospital situado en Fort Lauderdale, al norte de Miami.

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Lo primero de todo es recomendaros a todos la experiencia internacional ya que supone una oportunidad genial para conocer gente nueva, culturas diferentes y definitivamente salir de casa para ver mundo.

Mi experiencia en Miami, bueno Fort Lauderdale, ha sido genial. Holy Cross Hospital (HCH) es un “pequeño” hospital. Cuando me adjudicaron la plaza mi idea de hospital pequeño era el de un hospital pequeño en Madrid, es decir, un hospital de unas 100-150 camas. Cuando llegué allí me di cuenta que el concepto de tamaño es muy diferente; Holy Cross tenía 600 camas.

Holy Cross es un hospital universitario perteneciente a la red de hospitales de la University of Miami donde los alumnos de últimos años realizan prácticas junto a los residentes del Programa de Residencia en Medicina Interna.

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Fue justamente con los residentes con los que realice mis prácticas. Desde el primer día me di cuenta de la diferencia que hay con respecto a los estudiantes de medicina en los hospitales españoles. Allí los estudiantes importamos y se les capacita para el futuro. De todo esto me di cuenta cuando el tercer día me pidieron que llevara el caso de una señora con patología compleja. Por supuesto todo era supervisado por el residente de tercer año. Y así fueron pasando los días, cuatro semanas en total, llevando pacientes, buscando alternativas a pacientes complejos y sobre todo ayudando y aprendiendo de la mano de residentes y adjuntos en un hospital bastante lejos de casa.

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Pero no todo es trabajo en la vida (y menos en agosto). Todo el sur de Florida es una zona del mundo que ofrece muchas actividades para todos los gustos. Desde Miami Beach a los Everglades pasando por la pretemporada de fútbol americano así como una gastronomía muy internacional, especialmente latina.

¡Sin duda os recomiendo mucho ir al sur de Florida alguna vez en la vida que merece la pena!

Vida ELU

ELUS POR EL MUNDO – JUAN Y ÁLVARO PRADOS

Por:

¡Hola a todos! Para los que no nos conozcan, somos Juan y Álvaro Prados, elus cordobeses de cuarto año, y ambos estudiamos Medicina. Por casualidades del destino, y rutina de nuestra vida ambos hermanos hemos acabado realizando este curso en la Akademia Medyczna We Wroclawiu (Wroclaw Medical University) en Wroclaw, Polonia… y contestando a la eterna pregunta, aunque aún no haya sucedido, sí, algún día nos separaremos, pero eso lo dejamos para otra newsletter 😉

Nuestra experiencia de Erasmus no ha podido resultar más satisfactoria y completa desde el primer momento, y Polonia, como veréis, el lugar perfecto para englobarla.

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No es una ciudad a priori muy conocida, pero sin embargo es la cuarta ciudad más grande de Polonia (tras Cracovia, Varsovia y Lodt), tiene unos 800.000 habitantes, y la tildan de ser la más “cálida” del país, algo que los “sureños” agradecemos bastante; aunque no deja de ser irónico hablar de calidez cuando te mueves en temperaturas negativas. Además, para bien, es una ciudad que gira en torno a la universidad; pues por aquí han pasado grandes personajes de la historia (muchos de ellos relacionados directamente con la Medicina) como Albert Neisser, Alzheimer, artistas como Silvius Leopold Weiss, y premios Nobel de distintos campos como son Paul Ehrlich, Erwin Schrödinger, Reinhard Selten, Friedrich Bergius, Max Born, Eduard Buchner, Philipp Lenard, Theodor Mommsen…, y este legado pesa mucho hoy en día. Además no solo cuenta con peso institucional, sino que la propia comunidad estudiantil universitaria es un componente grandísimo de la población, por ejemplo Wroclaw puede compararse en número de universitarios con Berlín, pero siendo una ciudad con 5 veces menos población, lo que te deja un ambiente juvenil, emprendedor, y entusiasmante de lo más contagioso.

Son muchas las facetas que hacen de esta experiencia que estamos viviendo algo valioso, entre ellas por ejemplo poder conocer de primera mano lo que para nosotros queda como países de Europa del este, entrar en lo más íntimo de su cultura y vivirlos más allá de la perspectiva turística; también destacaría poder practicar y mejorar el inglés (idioma en el que se desarrollan todas las clases y actividades, dicho sea de paso aprender polaco queda para la mayoría de los estudiantes internacionales descartado sabiendo su limitada proyección y que se trata de uno de los idiomas reconocidos como más difíciles del mundo), concretamente también nos importaba el inglés médico que en nuestra disciplina profesional resulta indispensable en la sociedad en la que vivimos y a la que tendemos.

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En cuanto al ámbito académico, tristemente con respecto al Erasmus solemos tener una concepción preformada de que no vaya precisamente a enriquecerte mucho, al menos no como lo haría el estar en España, y más en medicina que a veces se ve incluso como una pérdida de un tiempo valioso que luego habrás de recuperar de cara al MIR. Pero nada más lejos de la realidad, si bien la exigencia es menor que en España, eso no significa que el aprovechamiento también lo tenga que ser, al contrario, estando aquí hemos podido formarnos de una manera diferente, por ejemplo más práctica y autónoma, más enfocada en el paciente, y menos en los libros, dándonos un enfoque tan diferente como necesario, así como te permite conocer otros ámbitos universitarios, sistema educativo y sanitario; algo de por sí genial, a lo que también añadimos el hecho de convivir con gente de muy diversas procedencias (Europa, América, Asia, África) y estilos, aunque el ambiente más cercano a nosotros sea internacional de tintes mediterráneos, lo que hace fácil la adaptación y que te sientas casi como en casa.

Además, esta “menor exigencia del curso médico” (igual que pasará en otras carreras) te deja un hasta ahora desconocido tiempo libre, que como buen elu acabarás llenando hasta que te vuelva a faltar, y por ello que numerosas actividades de toda clase se cruzarán en tu camino y te permitirán desarrollarte en otros sentidos más allá del académico. Una de las posibilidades que este Erasmus ha traído y de las que más nos han gustado han sido los viajes, en lo que también tiene gran parte de culpa la ideal localización de nuestra ciudad, en pleno centro del viejo continente, que tan propio y conocido pensábamos y en el que al sumergirte te das cuenta de lo muchísimo que tienes por descubrir; entre ellos Polonia, Noruega, Lituania, Islandia, Hungría, Irlanda, Alemania, Rumanía, Grecia, Bulgaria, Israel, Turquía, Austria, Eslovaquia, República Checa…¡Y los que quedan!

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Por otro lado, en el terreno más del día a día, vivir en una residencia es algo que no puedo recomendar más, si bien el salir fuera de casa ya es totalmente transformador para aquellos que estudiábamos la carrera aún en el hogar familiar, encontrarte de repente inmerso en un gran bloque de dormitorios repletos de universitarios como tú y con tantas ganas de aprovechar la experiencia como tú, ¡el resultado no puede ser más positivo! También el nivel de vida en la ciudad es ideal para estudiantes, no es que por serlo tengamos especiales descuentos como ocurre en otras ciudades europeas, pero sí es cierto que los precios van a ser mucho menores que en cualquier economía europea occidental, (para que os hagáis una idea, las residencias de mi ciudad cuestan unos 80-130€ mensuales, evidentemente no serán las mejores, ¡pero con esos precios es imposible competir!) lo cual te desahoga enormemente y te da posibilidad de vivir de forma más dinámica, no decir que no a nada, y costearte también escapadas como las ya mencionadas.

Termino siguiendo los pasos de los anteriores elus entrevistados este año, aunque les repita pero porque tienen toda la razón al recomendaros encarecidamente a todos el viajar y disfrutar de una experiencia académica internacional, que a decir verdad es de lo más fácil siendo europeos comparado con mucha otra gente que no llega a tener nuestras oportunidades; lo que creces, lo que aprendes, lo que te maravilla, y lo que vives queda para siempre contigo y te enriquece mucho más de lo que te hubieras podido imaginar, ¡ojalá podáis disfrutar de una oportunidad así!

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¡Y faltaría más!, si alguien quiere saber algo más por favor que no dude en hablarnos que estaremos encantados de poder ayudar, ¡un abrazo a todos!

Juan José y Álvaro Prados Carmona.

Vida ELU

Congreso de Medicina – USC: “Minds that change the world”

Por:

Todo el mundo se imagina a los estudiantes de Medicina como universitarios constantemente rodeados de libros y apuntes, siempre de camino a la biblioteca o al hospital, invirtiendo su poco tiempo libre a descubrir su vocación… y no se equivocan del todo. Pero es curioso cómo, de forma muy especial, se planta la semilla en algunos de ellos y nace el espíritu de la creatividad, la ambición y las ganas de “cambiar el mundo”.

Así fue como nació USCience. Trece estudiantes de cuarto y quinto de Medicina, reunidos alrededor de una mesa, se embarcan en un proyecto que pretende aportar a sus compañeros de profesión la oportunidad de relacionarse con algunas de las mentes más influyentes en sus campos.

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(Reunión del comité organizativo, septiembre 2016. De izq.-der: Cristiana, Marina, Carmen, Rubén, Valentín, Cristina, Xavier, Tatiana, Luis)

Siete meses después, el mismo grupo, ahora un equipo, nos sentamos en la misma mesa para contaros cómo tanto tiempo de esfuerzo y trabajo se han visto recompensados:

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Un Congreso Internacional Médico-Quirúrgico celebrado los días 13, 14 y 15 de marzo en Santiago de Compostela y enfocado a estudiantes de Medicina y ciencias de la salud de todo el mundo. Tras la exitosa primera edición, “CIMQ16: Nuevos avances en la Medicina”, celebrado en marzo del pasado año, cobra vida esta segunda edición persiguiendo nuevos objetivos como son:

– Informar de los nuevos hallazgos y técnicas en el campo de la Salud.

– Promover el diálogo e el intercambio académico y recreativo de ideas entre estudiantes y profesionales de salud.

– Fomentar la investigación y la curiosidad en las distintas áreas de la salud.

– Ofrecer entendimiento de primera mano y conocimiento sobre la medicina actual.

– Hacer la diferencia en la comunidad estudiantil, mejorando la formación práctica del

Estudiante.

– Promover el saber multidisciplinar en las distintas áreas de las ciencias de la salud.

– Informar sobre la Medicina en distintas partes del mundo y de las principales oportunidades en el extranjero.

– Proyectar internacionalmente a nuestra facultad de Medicina, nuestra Universidad y al proyecto USCIENCE.

– Posibilitar la presentación de trabajos de investigación de estudiantes ante a un público interesado e informado.

La internacionalidad fue uno de los principios que más destacaron de este evento. Estudiantes de diversas ciudades españolas como Santiago de Compostela, Córdoba, Zaragoza, Castellón o Madrid e internacionales como Varsovia, Nápoles, Sao Paulo o Estocolmo ejercieron el papel de embajadores del congreso, conectándonos en forma de red de estudiantes con el resto de universidades y haciendo posible la difusión del proyecto a todas ellas. Entre estos embajadores se encuentran Lorena Franco, Álvaro Prados y Juan Prados, alumnos de la Escuela de Liderazgo.

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(Acto de clausura: Juan, Lorena, Álvaro, Marina)

Juan Prados: “Recuerdo los intensos días del CIMQ y no puedo más que resaltar aspectos positivos: sus charlas formativas, los talleres interactivos, y cómo no, las aventuras imprevistas por las calles de Santiago; todo endulzado con su rica gastronomía local, y el broche de una insuperable compañía (elus y estudiantes de medicina con ganas de implicarse y aprender, ¿qué más se puede pedir?) Sin duda una experiencia para recomendarla, y por qué no, repetirla..”

Álvaro Prados: “El CIMQ ha sido una auténtica experiencia universitaria me ha enriquecido en todos los sentidos: académico, porque nos ha acercado los últimos avances en medicina; profesional, porque nos ha puesto en contacto con clínicos e investigadores de primer nivel nacional e internacional; y por supuesto personal, al permitirme conocer la maravillosa ciudad de Santiago y su Universidad de manos de gente increíble.”

Lorena: “Experiencias como el CIMQ17 nos recuerdan que la universidad se vive más allá de las aulas. Conversando con médicos de distintas áreas sobre los temas más punteros en investigación y tomando contacto con la realidad clínica en los diversos talleres he tenido la oportunidad de redescubrir, entre otras cosas, por qué elegí esta carrera. Indudablemente, unos días intensos en un ambiente inmejorable que han dejado huella.”

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(Comité Organizativo y autoridades en la recepción en el ayuntamiento de Santiago de Compostela)

Otros de los pilares estrella que nos impulsaron a organizar el CIMQ17 fue proyectar la necesidad de un sistema sanitario y atención al paciente de carácter multidisciplinar y formativo. Así pues, las diferentes ponencias estuvieron estructuradas en forma de mesas redondas, donde no sólo contamos con la intervención de doctores expertos en sus áreas, sino con biólogos, ingenieros e investigadores que aportaron su punto de vista a modo de debate.

Sin embargo, si tuviéramos que destacar un aspecto que nos motivó a organizar el CIMQ17, sería la voluntad de crear un evento actual y moderno donde el estudiante pudiese sentirse protagonista y miembro activo del mismo.

Esto se consiguió integrando talleres prácticos las tres jornadas y dedicando el tercer día plenamente al estudiante con el Premio científico y a las tecnologías aplicadas a la salud:

– 12 talleres interactivos, en los que participaron diferentes entidades colaboradoras: Manejo del paciente agitado en psiquiatría (SEDUP Sociedad española de urgencias psiquiátricas), Casos clínicos con simulador sofware (Body interact), suturas y habilidades quirúrgicas, RCP, Comunicación de malas noticias, Auscultación cardiaca y pulmonar (IS4Health), simulación de ECOE, Design Thinking…

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(Taller de simulación de casos clínicos)

– Presentación de trabajos de las disciplinas médica y disciplina quirúrgica y entrega del Premio científico CIMQ17 a los ganadores.

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(Ricardo Guilherme de Porto presentando su trabajo “CORRELATION BETWEEN ADC VALUES IN DIFFUSION MRI AND PROGNOSTIC FACTORS OF BREAST INVASIVE DUCTAL CARCINOMA” ganador del premio de disciplina médica)

En total, 300 estudiantes, más de 25 embajadores y más de 50 ponentes participaron en el CIMQ17 y pudieron disfrutar del programa; dividido en un primer día de disciplinas quirúrgicas, segundo día de disciplinas médicas, y tercer día dedicado al estudiante y la tecnología. Las tres jornadas fueron animadas con el plan social diseñado para disfrutar de la ciudad y su gastronomía, con actividades como una cata de vinos DO Rías Baixas, una visita nocturna guiada por el casco antiguo, una cena de gala o una degustación de pinchos y música galleta en directo tras el acto de clausura.

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(Cata de vinos: Albariño DO Rías Baixas) Grandes nombres de la Medicina llenaron de prestigio internacional un evento organizado por estudiantes, como el Dr. Gentil Martins, cirujano plástico y pediatra portugues, líder en la separación de siameses; Dr. Fernando de la Portilla, coloproctólogo sevillano, dedicado a la creación de tejidos; Dr. Stephane Lehericy, director del CENIR de París, Dr. Serafín Málaga, presidente de la asociación española de pediatría AEP; Tal Golesworthy, ingeniero conocido por diseñar su propio dispositivo aórtico para tratar su síndrome de Marfan… podríamos mencionarles a todos y cada uno de ellos.

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(Comité Organizativo con Tal Golesworthy)

Pero aquí estamos, como os decía, haciendo balance de nuestro trabajo, después de cientos de reuniones, llamadas telefónicas y correos electrónicos y miles de horas de dedicación.

Las felicitaciones por parte de la comunidad universitaria, las valoraciones de nuestros asistentes y la enhorabuena de nuestros ponentes han sido el fruto que hoy recogemos. Solo nos queda agradecer el apoyo a la red de contactos creada que ha caminado con nosotros desde septiembre hasta la celebración del congreso en marzo. Esperamos haber plantado esa semilla de cambio en todos los estudiantes que han asistidos e inspirarles a ser futuras mentes que cambien el mundo.

Marina Da Silva Torres