Joel González, 1º de la ELU
«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo».
Con estas maravillosas líneas empieza Cien años de soledad (1967), la obra maestra de Gabriel García Márquez y de la literatura hispanoamericana. “El Quijote de nuestro tiempo” según Pablo Neruda. Es un comienzo característico del realismo mágico de Márquez, un movimiento literario caracterizado por mostrar lo irreal como común y donde el tiempo no es necesariamente lineal, entre otras cosas. Podemos observar algo parecido en Crónica de una muerte anunciada, otra obra del autor colombiano, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982.
La novela narra la historia de la familia Buendía durante siete generaciones. Una familia común en los inicios del libro, pero que cada vez se hace más peculiar y que está, sin saberlo, condenada. Está formada por José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, un matrimonio de primos que se ve obligado a abandonar, junto a otros vecinos que les acompañan, su antiguo pueblo debido al asesinato de un hombre a manos del marido. Algo peculiar de esta familia es la repetición de los nombres de José Arcadio y Aureliano durante todas las generaciones. Un ejemplo es el del coronel Aureliano Buendía, quien tiene diecisiete hijos con distintas mujeres y a todos los llama Aureliano.
Como bien se puede predecir por el título de la obra, la soledad es uno de los temas más recurrentes a lo largo de las páginas, tanto por el aislamiento del pueblo de Macondo del resto del mundo como por el destino de la familia a padecer soledad. Otros temas notables son el incesto, que conlleva que algunos familiares nazcan con una peculiar cola de puerco; la adopción e inclusión familiar, adoptando a una pequeña que aparece ante su puerta; la cotidianeidad; el amor y los efectos que produce, como los celos, la euforia y el deseo; los grandes inventos, presentados por el viajero Melquíades, de gran importancia en la novela; la vejez y la nostalgia que esta produce; el olvido por parte de los demás cuando uno envejece; y la muerte.
Se me ocurren innumerables razones por las que vale la pena leer este libro: la belleza de la escritura, el extraordinario desarrollo de los personajes o las reflexiones que plantea. Pero, sobre todo, la más destacable es que mientras lees este libro pasas a formar parte de él, convirtiéndote en un personaje más y, cuando lo terminas, es este quien pasa a formar parte de ti. Cuando leas Cien años de soledad, no vas a poder olvidarte de él.