Hasta el momento he tenido el gusto de acudir a dos conversaciones intergeneracionales de foro de foros:
La primera tuvo lugar el miércoles 22 de febrero, y su temática era: “Lo que nos espera con Trump y el Brexit”. Participó como moderador Joaquín Almunia y como debatientes estuvieron presentes Carlos Miranda, Carlos Alonso Zaldívar e Ignacio Molina. Cada uno tuvo un tiempo para exponer su posición ante el tema seguido de un tiempo para preguntas del moderador, los debatientes y los asistentes.
Carlos Miranda se mostró optimista ante la situación que está por venir con Trump y el Brexit. Expuso esta época como una oportunidad para la creación de una Unión Europea más fuerte y más unidad ante la presencia de un ambiente más hostil. Auguró también una mejora en la comunicación entre Alemania y los países mediterráneos y una mayor participación y peso de estos en el futuro de la Unión.
Por otra parte, Carlos Alonso describió estos dos fenómenos (la subida de Trump y el Bexit) no como problemas del sistema sino como síntomas de que el sistema llevaba tiempo sin funcionar. Ante estas claras señales, el sistema reaccionará y evolucionará. Para Alonso este cambio provocará la división del planeta en diferentes áreas de influencia y un fin del dominio total de Estados Unidos.
Para Europa en particular, predecía tres escenarios diferentes, sin llegar a entrar en probabilidades. El primero y quizá más pesimista, prevé la desaparición de la Unión Europea, y la creación de una zona de influencia que tuviera como referente a Alemania. El segundo escenario muestra una situación similar, pero en este caso, la Unión Europea permanece y Alemania impone de forma estricta el ordoliberalismo a todos sus miembros. Por último, Alonso mostraba un escenario diferente a los otros dos en el que la U.E. permanece, pero Alemania abandona el ordoliberalismo más estricto y los países del sur de Europa toman más protagonismo. Este último caso se corresponde con una victoria de Martin Schulz en Alemania y la derrota de la ultraderecha en Europa.
En último lugar, Ignacio Molina exponía que, en su opinión, estos dos fenómenos eran previsibles. Mirando la historia de las elecciones americanas, la victoria de Trump se podía esperar, pues durante toda la historia de América republicanos y demócratas se han alternado cada dos legislaturas (una en algunas ocasiones).
El Brexit también era de esperar pues, mirando los registros de las encuestas en Reino Unido con la pregunta: “¿Es Reino Unido parte de Europa?”, se observa que siempre ha ganado el no. Es cierto que los últimos años el sí había conseguido ganar mucho terreno, pero el no siempre salía victorioso.
Molina argumenta que ahora es el momento para que España ocupe el lugar de Reino Unido en Europa y obtenga más peso dentro de la Unión. En este sentido Molina también ve este fenómeno como una oportunidad.
La conclusión que saco de esta conversación intergeneracional es que este momento de incertidumbre que vivimos debe ser un momento de oportunidad, para la Unión Europea, pero sobre todo para España. Es el momento idóneo para cobrar peso en Europa, y para poder tener más voz dentro de las decisiones importantes de la unión. Además, si Europa logra librarse de la amenaza de la ultraderecha, podemos volver a la situación de estabilidad y diálogo previa a la crisis, lo que sería un gran paso para la estabilidad global y daría a Europa de nuevo una importancia capital en el panorama internacional.
Segunda conversación intergeneracional.
Esta segunda conversación intergeneracional tuvo lugar el 29 de marzo. En ella participaron Andrés Ortega como conversador y José Ignacio Conde-Ruiz como moderador. El tema a tratar fue: “Tecnología y empleo: esta vez es diferente”. Andrés Ortega contó con un tiempo para exponer su opinión y predicciones sobre el tema, y Conde-Ruiz pudo realizar posteriormente una réplica. Finalmente se realizó un turno de preguntas y debate entre los asistentes y los ponentes.
Tanto Ortega como Conde-Ruiz seguían la misma idea: la incertidumbre de esta nueva revolución industrial, de la revolución tecnológica. Se trata pues de una época de cambio, y como todo cambio plantea problemas y preguntas que han de ser solucionados. Y es que estamos entrando en una época donde aparecen muchas realidades nuevas, inexistentes hasta ahora, que nos suscitan dudas sobre cómo manejarlas.
Por poner ejemplos concretos, ambos se refirieron al hecho de que la revolución tecnológica está provocando pérdidas de empleos, y de que se prevé que siga haciéndolo, pero es imposible saber cuántos empleos generará, pues no se sabe cuáles serán los nuevos servicios ofrecidos ni cuántos trabajadores se necesitarán.
Por otra parte, se discutió mucho en este encuentro, que contó con más tiempo de debate que el anterior, sobre el problema que la introducción de máquinas y autómatas genera en nuestra economía. La conversación en este punto giró en torno a una gráfica que mostraba como la productividad y el salario iban de la mano hasta el año 1973. Una vez ahí, la productividad mantuvo su ritmo constante de crecimiento, pero lo salarios se mantuvieron más o menos al mismo nivel. Estaba claro, el capital tenía la culpa. Surgía por tanto una problemática para la financiación del estado: ¿cómo aumentar los impuestos al capital sin que este se marchase del país? El estado no podrá seguir financiándose únicamente de los impuestos a personas. ¿Cuál deberá ser entonces el tratamiento jurídico de los sintéticos? Todas estas preguntas se planteaban, y fueron motivo de largos debates, pero no se consiguió llegar a una respuesta clara.
Otro tema que también suscitó grandes preguntas fue que reformas tenían que producirse en el sistema educativo para poder satisfacer la demanda de este nuevo mercado tecnológico. Sin duda se debe de hacer más énfasis desde fases tempranas de la educación en competencias como la solución de problemas, la creatividad, el manejo y comprensión de la tecnología, así como de internet y de la programación.
En esta conversación intergeneracional me vi especialmente involucrado como futuro ingeniero electrónico y automático. Pues ahora soy consciente de que aquello a lo que quiero dedicar mi vida, el progreso tecnológico, cambia la sociedad de una manera tan rápida que esta a veces es incapaz de reaccionar. Por ello este problema no es solo cosa de economistas, sociólogos y juristas , los tecnólogos, quizá por primera vez en la historia, tengamos algo que decir en el campo de las ciencias sociales y el derecho.
Fernando Rivas