mARTEs – Visita a los Teatros del Canal
Por:
Marcos Andollo, 2º ELU
“El honor es patrimonio del alma y el alma solo es de Dios”. Con esta frase nos marcaba la obra de Calderón de la Barca “El alcalde de Zalamea”. El jueves 10 de octubre los alumnos de mARTEs nos reunimos en Madrid con la idea de dar respuesta a una pregunta: ¿Hasta dónde puede llegar nuestra búsqueda de igualdad? Es por ello que decidimos buscarla en los Teatros del Canal, donde ese jueves se representaba una de las más famosas obras de Calderón en su conocida Sala Verde.
“El alcalde de Zalamea”, una obra sobre la honra y el deseo de justicia, narra la historia de Pedro Crespo, un villano cuya hija fue mancillada por el capitán don Álvaro de Ataide. En aras de encontrar una respuesta a su mancillado honor, le pide al capitán que se case con su hija Isabel. Sin embargo, su rechazo a pesar de la súplica de Crespo, le lleva a tomarse la justicia por su mano.
Recién nombrado alcalde de Zalamea, Crespo se opone al Consejo de Guerra que iba a juzgar a don Álvaro, pues reclama ver restaurada su honra tras ser pisoteada por el pedante capitán. No será hasta la llegada del rey Felipe II a esas tierras, mientras que emprendía su campaña hacia Portugal, que el conflicto terminaría con la muerte de don Álvaro y Pedro Crespo siendo nombrado alcalde vitalicio de Zalamea.
Esta versión adaptada del director José Luis Alonso Santos, no deja indiferente a ningún espectador esta vez. No solo sus actores hicieron una actuación impecable cargada de emoción (dicho por el mismísimo público), sino que lograron ensalzar uno de los temas que incluso a día de hoy compromete a nuestra sociedad: la defensa de los derechos de la mujer.
Tras la representación, tuvimos la oportunidad de hacer un encuentro con sus actores, quienes estuvieron encantados de compartir sus experiencias sobre el teatro y hablar del estado actual del mismo. Durante este coloquio, el público dio sus agradecimientos y se estuvo debatiendo sobre el mantenimiento del teatro en nuestros días. ¿Cómo puede ser que un elemento tan inherente al ser humano esté desapareciendo entre los más jóvenes?
Esta y muchas otras preguntas se les presentaron al elenco de actores. Uno de ellos, Daniel Albaladejo, nos dejó con una intrigante respuesta: “El teatro se vende solo. Es imposible que algo que nos emociona tanto como que nos cuenten historias acabe desapareciendo. Siempre habrá personas que inspiradas por el amor hacia los clásicos vengan a ver las más grandes obras de la historia”.
Y es con esta idea con la que concluíamos la tarde. Los mismos pensamientos que nos vienen ahora a nuestra mente, los mismos deseos de igualdad, de justicia y de libertad, llevan siglos siendo una pregunta constante para el ser humano.
Decía Arthur Miller: “El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma”. Es precisamente por ello que recurrimos al teatro, porque sus versos nos enamoran, porque sus gestos nos trasladan a otro tiempo, porque sus historias nos hacen ser quienes somos: humanos.