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Cultura

Elus por el Mundo – Beatriz Fermina Baena

Por: ELU Admin

Soy Beatriz Fermina Baena Martín, y si tuviera que decir algo respecto a mi vida en este momento, estoy segura de que diría que estoy de Erasmus. Probablemente esto conlleve algunos pensamientos en el receptor, ideas preconcebidas sobre esta experiencia. Algunas de las cuales son ciertas, otras, a medias. Quizás la necesidad inmanente de comunicar y compartir lo que nos hace felices es lo que me hace escribir esto, así que espero hacer justicia a todo lo que me está dando esta oportunidad en este breve monólogo.

Estos dos años anteriores he cursado el grado de Filosofía en la Universidad de Granada, y ahora mismo estoy viviendo mi tercer año, tanto en la carrera como en la ELU, en Lublin (no Dublín, casi como Dublín pero con “L”), una ciudad, no muy grande y sí muy universitaria, al Este de Polonia. Para comenzar por el principio, he de decir que la decisión de venirme a Lublin fue casi totalmente aleatoria. Tenía claro que quería moverme a un país radicalmente distinto aun estando dentro de Europa, y el Este me pareció una buena opción, teniendo también en cuenta que uno de mis más grandes intereses es la II Guerra Mundial. Esta ha sido una oportunidad única para profundizar en esta zona, donde la historia se vivió de una forma radicalmente distinta, cosa que se nota en el ambiente y en su gente. Por otro lado, mi universidad  aquí es la UMCS, la Uniwersytet Marii Curie-Sk?odowska, la cual me está brindando la oportunidad de aproximarme a la Filosofía desde un punto de visto más científico, ya que parte de mis asignaturas son de la carrera que aquí llaman Cognitive Science, de la cual nunca había oído hablar antes, pero que estoy disfrutando muchísimo, además de ser un reto más, intelectualmente hablando. Siempre me ha llamado más un modelo multidisciplinar de educación y considero que aquí lo estoy recibiendo. La accesibilidad con los profesores, el equilibrio entre el contenido práctico y el teórico y la novedad, que para mí es un incentivo, son razones por las que este año está siendo estimulante y beneficioso para mí a partes iguales académicamente hablando.

Sin embargo, este curso no estaría siendo tan importante sin otro sentido más allá del ya mencionado académico. Vivir en otro país requiere de una apertura maravillosa, si uno quiere empaparse de la realidad del mismo. Yo quise ir desde un inicio con esa mentalidad, con la intención de ampliar así mi empatía y enriquecer mi cosmovisión, además de hablar inglés lo máximo posible, al menos en el ambiente universitario (y quizás un poco de polaco). Estoy totalmente agradecida, porque aunque realmente vine con pocas expectativas, sólo para dejarme sorprender, ha superado, y está superando cualquier posibilidad que hubiera podido venirme a la mente.

Otro de los temas que merece la pena abordar es, por supuesto, el de las relaciones que se forman durante el Erasmus. Para mí suele ser sencillo hablar con la gente, pero aquí en un primer momento puede resultar desesperante, incluso un poco vacío, superficial, a veces hace aflorar la inseguridad, el estímulo es constante, al ser todo (todo) nuevo. Pero hay que seguir una intuición hacia lo Bello, y es que dando su tiempo se fraguan amistades muy profundas en muy poco tiempo, por las circunstancias. En concreto, es una oportunidad para conocer a gente internacional, cosa que en mi caso se ha hecho una realidad, y enriquece aún más la experiencia. Puedo afirmar con enorme alegría, que tanto de las personas que se quedarán todo el año como yo, como de los que ahora se van, ya que sólo estarán un cuatrimestre, me llevo gente muy especial, que está haciendo de mi Erasmus el mejor que podría haber resultado.

No puedo decir una cosa diferente a que recomiendo con creces a cualquier persona apostar por esto. A veces se hace un poco difícil, pero remueve por dentro, y la realidad está hecha de tal manera que, al menos para mí, algo que mueve es algo que merece la pena probar, y vivir con consciencia. Personalmente, me apasiona por diversas razones salir de mi zona de confort, y no podría haber tomado una decisión mejor que venir. He aquí mi alegato y experiencia personal en lo relativo a este año vertiginoso y a la vez reconfortante y precioso.

Vida ELU

Una gota de agua más – Misiones en Polonia

Por: ELU Admin

Alejandro Aragón, 4º ELU

Tras la cantidad de alumnos y profesores de la ELU que nos han estado preguntando por las misiones en Polonia de este verano y la falta de tiempo para contarles bien lo vivido, al fin escribo esto donde espero que pueda entenderse algo mejor lo sucedido.

Realmente, todo empezó el verano pasado cuando me fui de misiones con la ELU a Tanzania. Allí viví una experiencia que me marcó y me marcará para siempre, y parte de ello se debió a las misioneras con las que realizábamos el voluntariado, las Misioneras de la Caridad. Siempre recordaré que son las mujeres más felices con las que he estado, viviendo una vida de entrega y servicio absoluto. Esto me hizo darle muchas vueltas a dónde están las pistas para vivir una vida plenamente feliz como la de ellas y darme cuenta de que yo en mi vida cotidiana quería vivir algo parecido a esto.

Con todos estos pensamientos durante el curso, pensaba continuamente en volver a irme de voluntariado con ellas, pero solo tenía libre las dos últimas semanas de julio y era poco tiempo para irme tan lejos como a Tanzania o Calcuta. Fue entonces cuando decidí irme con ellas por Europa y llamándolas me dijeron que en Varsovia había mucho necesitado y pocos voluntarios y que estaría bien si íbamos un grupo de 10/12 personas.  

A partir de este momento, gracias a mis amigos de la ELU y a los de mi hermano, conseguí darle forma a esto y reunir a 14 personas y 10 de ellas de la ELU; Sergio Küppers, Sofía Sánchez-Bleda, Luis Muñoz, Santiago Aragón, Luis Gato, Santiago Díez, Margarita Gutiérrez, Anna Font, Jimmy López y yo, Alejandro Aragón. Además, se unieron Javier Díez, hermano de Santi Díez; Isabel Llaquet, prima de Marga; Sara Muñoz, hermana de Luis y ¡ELU de 1º!; y mi otro hermano, Miguel Aragón.

Una vez reunido el equipo y cogidos los vuelos no nos quedó más que esperar con mucha ilusión e incertidumbre al 17 de julio para irnos hasta allí.

Realmente para Luis, Sofía, Sergio y yo la misión empezó unos días antes cuando al volver del Camino de Santiago, quisimos preparar todo aquello que veíamos fundamental en una experiencia de voluntariado después de lo que habíamos vivido el verano anterior. Nos parecía muy importante sobre todo dar algún tipo de formación mediante grupos de trabajo para ir encaminando la experiencia e ir profundizando en lo que uno iba viviendo, pues no queríamos que se quedase en una experiencia aislada del resto de tu vida.

Y tras esto, llegó el día, el 17 de julio sin darnos cuenta estábamos en la casa de las Misioneras. En ella, alimentan y dan refugio a mendigos que encuentran en muy malas condiciones en la calle. Y este mismo centro iba a ser el sitio donde también nosotros dormiríamos y comeríamos durante dos semanas mientras las ayudábamos. Realmente, la acogida por su parte desde el primer día fue espectacular.

En un día normal con ellas, íbamos a misa antes de desayunar, y después de hacer la oración de la mañana nos dividíamos para ayudarlas con las tareas que tenían allí. Cocinar para los internos, limpiar sus habitaciones y el centro, llevar neveras a familias que las necesitaban, ir a ver a niños a sus casas y sacarlos a jugar, ir a ver a ancianos sin familiares o traer a gente de la calle al centro para asearlos. Durante las tardes cambiábamos de tarea e íbamos a la adoración que ellas hacían. Por las noches solíamos estar más libres para hablar entre nosotros, hacer algún grupo de trabajo y algunos jugar mucho al mus… Hubo algunos días excepcionales donde organizamos un campamento de verano durante todo el día para niños en situaciones familiares complicadas y nos íbamos con ellos y las misioneras al zoo o al parque de atracciones.

Excepto alguna experiencia puntual, a medida que avanzaban los días me daba cuenta de que todas estas actividades en las que les ayudábamos no me hacían tener grandes sentimientos como en Tanzania, que es quizás lo que uno busca yéndose de voluntariado. Al final eran actividades que uno puede hacer también en España y no había tampoco ningún impacto cultural. Es entonces cuando confirmas que no hay que sentir para ponerse a hacer, que hay que esperar algo más allá que el simple sentimiento de apetencia o no apetencia. Levantarse a las 7 de la mañana para estar todo el día fregando, si te tocaba esto, no te va a hacer sentir nada nuevo, pero cuando acabas el día sabes, sin sentir, que algo has hecho bien en ese servicio y que te encuentras en paz contigo mismo. Realmente profundizar y poner en práctica esto ha sido de mis mayores aprendizajes de Polonia.

Esto intenté que nos ayudase también a enfocar la vuelta, pues una parte importante de una misión es al volver ser capaz de vivir en clave se servicio como lo hacías allí. Cuando te vas a sitios muy lejanos y sientes cosas muy fuertes por todo lo que ves, es muy fácil al volver no ayudar en tu metro cuadrado porque no sientes cosas tan fuertes como las de allí. Pero cuando vienes de una experiencia donde el sentimiento no ha sido lo principal sino justamente el servir sin sentir por el simple hecho de saber que servir es bueno, es mucho más fácil ayudar en tu día a día sin verte recompensado por un buen sentimiento.

“Los sentimientos que uno siente no dicen la verdad sobre sí mismo”; Sister Jonafa, Superiora de la Casa.

Creo que sin duda otra gran parte de lo que nos llevamos todos fue el hecho de todo lo que íbamos haciendo durante el día, hacerlo con una misionera al lado con la que hablar, a la que preguntar, pero, sobre todo, a la que escuchar. Una vez más, viviendo 15 días con ellas puedo decir que vi a unas mujeres más felices que toda la gente de mi entorno a través de una vida de entrega y de renuncia completa. Y esto te hace pensar una vez más dónde está la felicidad y cómo alcanzarla desde mi realidad. Sigo y seguiré en este camino, pero si algo de respuesta me he llevado de Polonia es que el olvidarse de uno mismo y sus sentimientos y entregarse completamente al otro tiene mucho que ver.

Me gustaría destacar además el equipo que hemos ido, sin el cual habría sido todo mucho más diferente y difícil. Irte de misiones con gente que al terminar el día quiera comentar lo que ha pasado, lo que ha vivido, lo que se ha preguntado; con gente que después de un día sin para quiera sentarse a hacer un grupo de trabajo para seguir preguntándose y escuchando, es fascinante. Creo que ha sido una buena experiencia para buscar y valorar la amistad y las experiencias de verdad.

Me quedan muchas cosas para contar todo lo que ha supuesto esta experiencia, pero espero al menos haber resumido lo más importante de ella; la importancia de no parar de buscar aquello que nos da pistas para vivir de una manera plena, para vivir de verdad.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Inma Arrebola

Por: ELU Admin

¡Hola a mis queridísimos elus!

Soy Inmaculada, de 4º curso, y estudio Medicina en Córdoba. Este año he tenido la inmensa suerte de haber pasado el mes de agosto haciendo prácticas hospitalarias en Polonia con IFMSA, la Federación Internacional de Asociaciones de Estudiantes de Medicina. Allí estuve en Lublin, una ciudad de tamaño medio situada al sureste y cercana a Ucrania. 

Cuando a finales de junio me adjudicaron la ciudad me sorprendió mucho, pues ni siquiera estaba entre mis prioridades, pero al final donde realmente puedes impregnarte de la cultura y vivirla más en profundidad es en una ciudad no tan grande ni tan cosmopolita como una capital. Así que me puse en marcha repleta de ilusión y el 2 de agosto llegué a Lublin. Era la primera vez que estaba fuera de mi casa tanto tiempo y sin ser un viaje organizado como tal, así que me invadía la incertidumbre, tanto por cómo sería vivir la cultura polaca como por ver cómo me desenvolvería.

Una vez allí, mi contact person, Julia, me enseñó la residencia de estudiantes donde me alojaría, y me presentó al resto de estudiantes que venían de otras partes del mundo también con IFMSA. Estábamos 14 estudiantes de diferentes nacionalidades: tenía compañeros de Indonesia, Pakistán, Marruecos, Croacia, Rumanía, Portugal, Italia, Egipto, Turquía, Albania y la India. Yo era la única española, y compartía habitación con Goesfen, de Egipto, y Aleksandra y Alicja, otras dos chicas polacas que estaban de apoyo parte de la asociación. Desde el primer día la convivencia fue muy curiosa, y en ocasiones todo un reto, pero ha sido una de las mejores cosas que me han pasado en esta experiencia. Cada día conversábamos acerca de nuestras culturas, tradiciones y religiones, y nos maravillábamos al discutir las similitudes inesperadamente encontradas entre tantas diferencias. Ha sido precioso experimentar el entendimiento, el apoyo, el respeto y la amistad que hemos cultivado a pesar de tener orígenes y circunstancias vitales diferentes. Vivir el significado de la palabra tolerancia ha hecho que adquiera sentido nuevo en mi vida y que me sienta increíblemente afortunada por ello.

En cuanto a mis prácticas, yo roté en el Hospital Clínico nº4, donde pasé dos semanas en Cirugía Torácica y otras dos en Neumología. Mis tutores fueron muy amables, y en todo momento me explicaban y traducían todo, además de dejarme hacer exploraciones a los pacientes. Tuve la oportunidad de rotar por Oncología, consultas externas de asma y pruebas diagnósticas, por lo que he podido adquirir competencias de numerosos ámbitos relacionados con la salud del pulmón, y ha sido muy enriquecedor. A veces sentía cierta impotencia por no poder comunicarme con los pacientes, pero he aprendido que una sonrisa con un dzi?kuj? bardzo también pueden ser sanadores.

Por otra parte, tengo que hablaros del choque cultural que me he llevado con el sistema sanitario. No creí que la sanidad fuera a variar mucho de la española, pero en cuanto llegué comprobé que tienen muchos menos medios que aquí, las infraestructuras son más antiguas, hay poco personal disponible y la atención al paciente ingresado es más escasa. Los estudiantes de ciencias de la salud solemos ser más conscientes de las carencias de nuestro sistema, pero en Polonia realmente he podido constatar lo afortunada que soy de poder estudiar en el sistema sanitario español, la gran cantidad de medios que tenemos y lo bien tratados y atendidos que están nuestros pacientes.

Tras salir de las prácticas y almorzar teníamos el resto del día libre, y los polacos de la asociación siempre nos hacían actividades para sumergirnos en la cultura, como excursiones, visitas gastronómicas, talleres de educación médica, clases de idioma… Se portaron fenomenal con nosotros, fueron muy acogedores y atentos, y han sido la pieza clave para que haya disfrutado tanto de la vida polaca. Una de las cosas que más he disfrutado ha sido la comida, a pesar de los horarios tan extraños por los que se rigen. En la región de Lubelskie no se suele comer pescado por su lejanía al mar y a los lagos (al contrario que otras partes de Polonia), entonces comían cerdo y pollo prácticamente todas las comidas. Lo suelen acompañar con ensalada de apio, pepino o remolacha (es la verdura que más comen), además de añadir gran cantidad de salsas muy cremosas y de sabor intenso. Otros platos muy típicos eran las sopas de, por ejemplo, remolacha o fermentos de pan, así como tortitas de patata, las tortitas dulces o nalesniki y los famosos pierogi.

Un aspecto que me resultó curioso y bastante coherente es que allí los cristianos no comen carne ningún viernes del año, así que en todas las cafeterías ponen menú vegetariano. En el aspecto religioso me he sentido muy acompañada y acogida, y he experimentado la Fe de una forma distinta y muy bonita.

Y sobre el polaco… ¡qué os puedo decir! Uno de los idiomas más complicados del mundo, con numerosos sonidos que no tenemos en castellano, 8 formas de pronunciar la S y letras que no tenemos en nuestro abecedario. Como curiosidad, os contaré que cuando llegué allí, pronunciaba la ciudad ?ód? como la leeríamos nosotros, y resultaba que en polaco se dice “wuch”. Yo hice lo que pude y aprendí las palabras, aunque por respeto casi siempre pedía en polaco en restaurantes y bares gracias a las frases que me chivaban nuestros amigos locales.

Una de las cosas más impactantes ha sido visitar museos de la II Guerra Mundial y saber que eso que nos contaban había ocurrido sobre el suelo que pisábamos. Me resultó bastante duro salir a pasear y caminar sobre las entradas de los guetos, y de hecho uno de los más grandes se encontraba en Lublin, junto con Majdanek, el primer campo de concentración en ser liberado por los rusos. Tuvimos la gran suerte de que uno de los chicos polacos que nos acompañaba fuera judío y siempre estuviera abierto a explicarnos sobre su religión; ¡incluso nos llevó a visitar su sinagoga! Para que os hagáis una idea de la situación, en Lublin antes de la guerra el 39% de la población era judía, y ahora solo quedan 40 judíos. También nos explicaron que debido a todo lo que habían tenido que soportar, los polacos y especialmente los judíos polacos se identificaban con el pueblo ucraniano y estaban acogiéndolos en sus casas y sus templos. Igualmente, era sorprendente que en cada lugar del país encontrabas carteles ofreciendo ayuda, y había un constante flujo de gente que llegaba a estaciones y puestos de ayuda, además de todas las familias ya asentadas. Todo el mundo se desvivía por las personas que huían de la guerra, y me ha conmocionado aprender la historia de un continente y ver tan de cerca cómo se está repitiendo.

Para mí todo el mes en Polonia ha sido un descubrimiento constante y un choque con la realidad. Ha sido, en todos los sentidos, una experiencia real. Digo esta palabra porque mientras estaba allí vi este post de RC que describía perfectamente el modo en que estaba viviendo mi experiencia, aprovechando lo que se me presentaba sin un ápice de idealización (algo ocurre frecuentemente cuando se habla de este tipo de experiencias). He exprimido al máximo una realidad nueva y emocionante, pero que en ocasiones se hacía complicada, en la que encontraba dificultades y aspectos que quizá no me gustaban tanto. Y he sido feliz viviendo eso, disfrutando la experiencia no a pesar de lo menos bueno, sino con ello. Este ha sido quizá el mayor de los numerosos aprendizajes que he podido reflexionar y que realmente me ha dado una paz indescriptible y ha hecho que mi mes allí sea maravilloso.

Muchas gracias a todos por haber leído hasta aquí y por haberme permitido compartir con vosotros esta parte tan especial de mi verano. ¡Nos vemos muy pronto! 

Vida ELU

Una gota de agua más – Sofía Regojo

Por: ELU Admin

El pasado 25 de marzo recibimos una llamada de un amigo que nos preguntaba, totalmente fuera de contexto: “tienes algo importante que hacer del 2 al 11 de abril…”, cada uno dio la respuesta que se le ocurrió esperando que David contase el plan: irnos a la frontera ucraniana. Una semana más tarde, 13 jóvenes salimos desde Pamplona en tres furgonetas cargadas de material dispuestos a cruzarnos Europa. No somos los primeros, ni seremos los últimos en ir a los pies de la guerra a echar una mano, pero cada historia es única y esta es la nuestra.

Los cinco días de preparación fueron intensos, pues el tiempo se nos venía encima. Mientras Pablo y Luis organizaban subir una furgoneta desde Sevilla, David, Gratacós, Isa, Anita y Manu se pasaban los días en un almacén que nos cedieron como punto logístico para dejar todo el material que se nos donaba. Simultáneamente organizamos unas recogidas ”express” de alimentos en los supermercados del barrio (en las que se implicaron más de 50 alumnos de la universidad) y unas rutas por farmacias pidiendo medicamentos. A la vez, Folch, Sangra y Benzo negociaban con Sixt para que nos alquilaran dos furgonetas de carga para semejante plan. Cada uno fue poniendo a disposición del grupo sus dotes: contactando con empresas, pidiendo donaciones, grabando videos y haciendo difusión, organizando material… perdimos la vergüenza de pedir; “todo por el proyecto”, pensábamos… y a alguno se le fue de las manos, todos nos reímos cuando a Ro se le ocurrió contarle el proyecto al dependiente del estanco pidiéndole que nos donara o hiciese una rebaja…

En una semana el proyecto estaba materializado y a las 7:00 de la mañana del día 2 de abril salimos con las furgonetas cargadas y Pamplona nevado. El viaje fue una auténtica odisea. Nuestro primer enemigo fue el tiempo, nos esperaban el 4 de abril en Medyka (pues les hacíamos el relevo a unos voluntarios que se habían vuelto a casa) y nos dimos cuenta que los tiempos estimados de Google Maps están bien para un viajecito de 5 horas, pero cuando te cruzas Europa, se van sumando horas. Lo que pensábamos hacer en dos días, con 12 horas de conducción cada uno y durmiendo en Múnich (en casa de unas consagradas que nos acogían) se convirtió en 27 horas el primer día, parar a desayunar y a celebrar misa en Múnich y continuar el viaje, seguido de otras 17 horas hasta llegar a lo que fue nuestro hogar una semana. Era una especie de granja, Airbnb con 14 camas que hacía perfectamente su función.

Descansamos unas horas y nos fuimos directos a Medyka que es un pueblo fronterizo entre Polonia y Ucrania. El primer día nos dimos cuenta de que no íbamos a salvar el mundo, que no éramos imprescindibles y que los periodistas exageran bastante sus historias. Pero también, según fueron pasando los días, nos dimos cuenta que aunque hubiese 100 voluntarios ahí cada uno encontraba su función, que un abrazo, una sonrisa, ayudar con unas maletas, ofrecer mantas, dar una chuche a un niño, servir un café caliente o repetir algo de comer es suficiente. A esto nos dedicamos.

Lo que hay montado en Medyka, para situaros, es básicamente un pasillo de 500 metros de puestos a ambos lados ofreciendo todo lo necesario para los refugiados que salen del país. Es una especie de supermercado gratis, en el que cada puesto ofrece diferentes cosas: un puesto tenía fruta, otro tarjetas sim que funcionan en Polonia, otro cuidaba de niños pequeños, había unos cuantos puestos de comida… Ahí cada uno coge lo que materialmente necesite (principalmente a corto plazo) para poder continuar su vida en un país diferente. Sobre todo las mujeres pedían champú, pañales, productos de higiene personal, porque claro, no éramos conscientes pero tal vez esas mujeres llevaban más de dos semanas fuera de casa, avanzando hacia la frontera o escondiéndose en bunkers para protegerse hasta poder escapar. Medyka es un punto transitorio, cada día pasan cientos de ucranianos (en ambas direcciones, pues muchos vuelven a entrar) que pasaban una media hora reponiéndose, organizándose y cogiendo lo necesario para subirse a uno de los buses que salía hacia Premysl (una ciudad cercana, más grande y con un gran campo de refugiados) Varsovia (pues muchos tenían planes de salir de Polonia hacia Alemania, Francia, España…) y otras ciudades.

Así pasamos los días, y según las cola que hubiese en el otro lado de la frontera nos quedábamos hasta una hora u otra, cogíamos nuestras furgos y conducíamos a casa, donde charlábamos, comentábamos lo que nos iba pasando, poníamos en común nuestras opiniones hasta quedarnos dormidos en el salón. Ese grupo se fue convirtiendo poco a poco en una familia.

Mirándolo ahora desde fuera y escribiendo acerca del proyecto estoy segura que repetiría la experiencia. Muchos fueron los argumentos para quedarnos: no vais a servir de nada, no tiene sentido que vayáis, ayudad desde casa, no os perdáis una semana de clase… Y tal vez tuviesen razón en algunos aspectos, pero nosotros estábamos dispuestos a entregar nuestro tiempo y dedicación y así hicimos; no sabes si servirás de ayuda hasta que la ofreces, no comprendes cual es tu labor hasta que la encuentras y lo que aporta cada uno, de manera individual es único. Esto es lo que nos llevamos los 13 a casa. 

Vida ELU

ELUS POR EL MUNDO – JUAN Y ÁLVARO PRADOS

Por:

¡Hola a todos! Para los que no nos conozcan, somos Juan y Álvaro Prados, elus cordobeses de cuarto año, y ambos estudiamos Medicina. Por casualidades del destino, y rutina de nuestra vida ambos hermanos hemos acabado realizando este curso en la Akademia Medyczna We Wroclawiu (Wroclaw Medical University) en Wroclaw, Polonia… y contestando a la eterna pregunta, aunque aún no haya sucedido, sí, algún día nos separaremos, pero eso lo dejamos para otra newsletter 😉

Nuestra experiencia de Erasmus no ha podido resultar más satisfactoria y completa desde el primer momento, y Polonia, como veréis, el lugar perfecto para englobarla.

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No es una ciudad a priori muy conocida, pero sin embargo es la cuarta ciudad más grande de Polonia (tras Cracovia, Varsovia y Lodt), tiene unos 800.000 habitantes, y la tildan de ser la más “cálida” del país, algo que los “sureños” agradecemos bastante; aunque no deja de ser irónico hablar de calidez cuando te mueves en temperaturas negativas. Además, para bien, es una ciudad que gira en torno a la universidad; pues por aquí han pasado grandes personajes de la historia (muchos de ellos relacionados directamente con la Medicina) como Albert Neisser, Alzheimer, artistas como Silvius Leopold Weiss, y premios Nobel de distintos campos como son Paul Ehrlich, Erwin Schrödinger, Reinhard Selten, Friedrich Bergius, Max Born, Eduard Buchner, Philipp Lenard, Theodor Mommsen…, y este legado pesa mucho hoy en día. Además no solo cuenta con peso institucional, sino que la propia comunidad estudiantil universitaria es un componente grandísimo de la población, por ejemplo Wroclaw puede compararse en número de universitarios con Berlín, pero siendo una ciudad con 5 veces menos población, lo que te deja un ambiente juvenil, emprendedor, y entusiasmante de lo más contagioso.

Son muchas las facetas que hacen de esta experiencia que estamos viviendo algo valioso, entre ellas por ejemplo poder conocer de primera mano lo que para nosotros queda como países de Europa del este, entrar en lo más íntimo de su cultura y vivirlos más allá de la perspectiva turística; también destacaría poder practicar y mejorar el inglés (idioma en el que se desarrollan todas las clases y actividades, dicho sea de paso aprender polaco queda para la mayoría de los estudiantes internacionales descartado sabiendo su limitada proyección y que se trata de uno de los idiomas reconocidos como más difíciles del mundo), concretamente también nos importaba el inglés médico que en nuestra disciplina profesional resulta indispensable en la sociedad en la que vivimos y a la que tendemos.

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En cuanto al ámbito académico, tristemente con respecto al Erasmus solemos tener una concepción preformada de que no vaya precisamente a enriquecerte mucho, al menos no como lo haría el estar en España, y más en medicina que a veces se ve incluso como una pérdida de un tiempo valioso que luego habrás de recuperar de cara al MIR. Pero nada más lejos de la realidad, si bien la exigencia es menor que en España, eso no significa que el aprovechamiento también lo tenga que ser, al contrario, estando aquí hemos podido formarnos de una manera diferente, por ejemplo más práctica y autónoma, más enfocada en el paciente, y menos en los libros, dándonos un enfoque tan diferente como necesario, así como te permite conocer otros ámbitos universitarios, sistema educativo y sanitario; algo de por sí genial, a lo que también añadimos el hecho de convivir con gente de muy diversas procedencias (Europa, América, Asia, África) y estilos, aunque el ambiente más cercano a nosotros sea internacional de tintes mediterráneos, lo que hace fácil la adaptación y que te sientas casi como en casa.

Además, esta “menor exigencia del curso médico” (igual que pasará en otras carreras) te deja un hasta ahora desconocido tiempo libre, que como buen elu acabarás llenando hasta que te vuelva a faltar, y por ello que numerosas actividades de toda clase se cruzarán en tu camino y te permitirán desarrollarte en otros sentidos más allá del académico. Una de las posibilidades que este Erasmus ha traído y de las que más nos han gustado han sido los viajes, en lo que también tiene gran parte de culpa la ideal localización de nuestra ciudad, en pleno centro del viejo continente, que tan propio y conocido pensábamos y en el que al sumergirte te das cuenta de lo muchísimo que tienes por descubrir; entre ellos Polonia, Noruega, Lituania, Islandia, Hungría, Irlanda, Alemania, Rumanía, Grecia, Bulgaria, Israel, Turquía, Austria, Eslovaquia, República Checa…¡Y los que quedan!

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Por otro lado, en el terreno más del día a día, vivir en una residencia es algo que no puedo recomendar más, si bien el salir fuera de casa ya es totalmente transformador para aquellos que estudiábamos la carrera aún en el hogar familiar, encontrarte de repente inmerso en un gran bloque de dormitorios repletos de universitarios como tú y con tantas ganas de aprovechar la experiencia como tú, ¡el resultado no puede ser más positivo! También el nivel de vida en la ciudad es ideal para estudiantes, no es que por serlo tengamos especiales descuentos como ocurre en otras ciudades europeas, pero sí es cierto que los precios van a ser mucho menores que en cualquier economía europea occidental, (para que os hagáis una idea, las residencias de mi ciudad cuestan unos 80-130€ mensuales, evidentemente no serán las mejores, ¡pero con esos precios es imposible competir!) lo cual te desahoga enormemente y te da posibilidad de vivir de forma más dinámica, no decir que no a nada, y costearte también escapadas como las ya mencionadas.

Termino siguiendo los pasos de los anteriores elus entrevistados este año, aunque les repita pero porque tienen toda la razón al recomendaros encarecidamente a todos el viajar y disfrutar de una experiencia académica internacional, que a decir verdad es de lo más fácil siendo europeos comparado con mucha otra gente que no llega a tener nuestras oportunidades; lo que creces, lo que aprendes, lo que te maravilla, y lo que vives queda para siempre contigo y te enriquece mucho más de lo que te hubieras podido imaginar, ¡ojalá podáis disfrutar de una oportunidad así!

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¡Y faltaría más!, si alguien quiere saber algo más por favor que no dude en hablarnos que estaremos encantados de poder ayudar, ¡un abrazo a todos!

Juan José y Álvaro Prados Carmona.

Vida ELU

ELUs por El Mundo – Brais Armiño

Por:

Mi aventura en Polonia – cómo entender una cultura, cómo vivir Europa

¡Dzie? dobry!!

Hace ya un par de meses que he vuelto de mi estancia Erasmus en Gliwice, una pequeña ciudad polaca cercana a Cracovia y creo que la inevitable perspectiva que me da este tiempo me permitirá hablar de una forma más precisa acerca de Polonia, un país recomendable para cualquier estudiante pero que se nos hace necesario conocer a fondo. Los motivos de escoger Polonia como destino son muy claros, precios por los suelos, opciones de viajar por todo Europa… Vamos, lo soñado para un chico de 21 años, las posibilidades son enormes y se puede hacer prácticamente lo que se desee.

Pero al mismo tiempo, nos encontraremos con un país gris, cerrado y con mucha gente atemorizada ante los cambios y, sobre todo, ante la gente diferente. El hecho de vivir en una ciudad menos multicultural a lo que puede ser Cracovia o Varsovia me ha permitido ver la Polonia profunda y el entender como el sufrimiento de este país a lo largo de los últimos siglos ha quedado reflejado en la personalidad de su gente, incluso los más jóvenes dicen eso de Polonia para los polacos, cuando por otra parte y, curiosamente, dicen por lo bajo que desean vivir en otros países. Os invito a echar un vistazo a la historia de Polonia y creo que comprenderéis a lo que me refiero, ya que éste es un país que ha llegado a DESAPARECER por más de 100 años. Creo que toda cultura se volvería un poco más recelosa de sus vecinos si fuese atacada constantemente por ellos.

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¡Parece que os quiero meter miedo con esto y para nada! Este país ofrece lugares maravillosos, como por ejemplo Gdansk, Cracovia y mi favorito, Zakopane, un espacio que bien podríamos ver en el fondo de escritorio de Windows.

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Además, las conexiones con el resto de Europa son inmejorables, Budapest, Praga, Bruselas, Ámsterdam, Milán, Copenhague, y todo el territorio polaco. Éstos son algunos de los sitios que he podido visitar en tan solo 5 meses! Y sin gastar más de 500 euros al mes haciendo un balance total, vamos, un regalo. Me gustaría contaros mucho más sobre este país. ¡Si alguien tiene alguna pregunta aquí estoy!

Brais Armiño