Misioneras de la Caridad

Vida ELU

Una gota de agua más – Misiones en Polonia

Por: ELU Admin

Alejandro Aragón, 4º ELU

Tras la cantidad de alumnos y profesores de la ELU que nos han estado preguntando por las misiones en Polonia de este verano y la falta de tiempo para contarles bien lo vivido, al fin escribo esto donde espero que pueda entenderse algo mejor lo sucedido.

Realmente, todo empezó el verano pasado cuando me fui de misiones con la ELU a Tanzania. Allí viví una experiencia que me marcó y me marcará para siempre, y parte de ello se debió a las misioneras con las que realizábamos el voluntariado, las Misioneras de la Caridad. Siempre recordaré que son las mujeres más felices con las que he estado, viviendo una vida de entrega y servicio absoluto. Esto me hizo darle muchas vueltas a dónde están las pistas para vivir una vida plenamente feliz como la de ellas y darme cuenta de que yo en mi vida cotidiana quería vivir algo parecido a esto.

Con todos estos pensamientos durante el curso, pensaba continuamente en volver a irme de voluntariado con ellas, pero solo tenía libre las dos últimas semanas de julio y era poco tiempo para irme tan lejos como a Tanzania o Calcuta. Fue entonces cuando decidí irme con ellas por Europa y llamándolas me dijeron que en Varsovia había mucho necesitado y pocos voluntarios y que estaría bien si íbamos un grupo de 10/12 personas.  

A partir de este momento, gracias a mis amigos de la ELU y a los de mi hermano, conseguí darle forma a esto y reunir a 14 personas y 10 de ellas de la ELU; Sergio Küppers, Sofía Sánchez-Bleda, Luis Muñoz, Santiago Aragón, Luis Gato, Santiago Díez, Margarita Gutiérrez, Anna Font, Jimmy López y yo, Alejandro Aragón. Además, se unieron Javier Díez, hermano de Santi Díez; Isabel Llaquet, prima de Marga; Sara Muñoz, hermana de Luis y ¡ELU de 1º!; y mi otro hermano, Miguel Aragón.

Una vez reunido el equipo y cogidos los vuelos no nos quedó más que esperar con mucha ilusión e incertidumbre al 17 de julio para irnos hasta allí.

Realmente para Luis, Sofía, Sergio y yo la misión empezó unos días antes cuando al volver del Camino de Santiago, quisimos preparar todo aquello que veíamos fundamental en una experiencia de voluntariado después de lo que habíamos vivido el verano anterior. Nos parecía muy importante sobre todo dar algún tipo de formación mediante grupos de trabajo para ir encaminando la experiencia e ir profundizando en lo que uno iba viviendo, pues no queríamos que se quedase en una experiencia aislada del resto de tu vida.

Y tras esto, llegó el día, el 17 de julio sin darnos cuenta estábamos en la casa de las Misioneras. En ella, alimentan y dan refugio a mendigos que encuentran en muy malas condiciones en la calle. Y este mismo centro iba a ser el sitio donde también nosotros dormiríamos y comeríamos durante dos semanas mientras las ayudábamos. Realmente, la acogida por su parte desde el primer día fue espectacular.

En un día normal con ellas, íbamos a misa antes de desayunar, y después de hacer la oración de la mañana nos dividíamos para ayudarlas con las tareas que tenían allí. Cocinar para los internos, limpiar sus habitaciones y el centro, llevar neveras a familias que las necesitaban, ir a ver a niños a sus casas y sacarlos a jugar, ir a ver a ancianos sin familiares o traer a gente de la calle al centro para asearlos. Durante las tardes cambiábamos de tarea e íbamos a la adoración que ellas hacían. Por las noches solíamos estar más libres para hablar entre nosotros, hacer algún grupo de trabajo y algunos jugar mucho al mus… Hubo algunos días excepcionales donde organizamos un campamento de verano durante todo el día para niños en situaciones familiares complicadas y nos íbamos con ellos y las misioneras al zoo o al parque de atracciones.

Excepto alguna experiencia puntual, a medida que avanzaban los días me daba cuenta de que todas estas actividades en las que les ayudábamos no me hacían tener grandes sentimientos como en Tanzania, que es quizás lo que uno busca yéndose de voluntariado. Al final eran actividades que uno puede hacer también en España y no había tampoco ningún impacto cultural. Es entonces cuando confirmas que no hay que sentir para ponerse a hacer, que hay que esperar algo más allá que el simple sentimiento de apetencia o no apetencia. Levantarse a las 7 de la mañana para estar todo el día fregando, si te tocaba esto, no te va a hacer sentir nada nuevo, pero cuando acabas el día sabes, sin sentir, que algo has hecho bien en ese servicio y que te encuentras en paz contigo mismo. Realmente profundizar y poner en práctica esto ha sido de mis mayores aprendizajes de Polonia.

Esto intenté que nos ayudase también a enfocar la vuelta, pues una parte importante de una misión es al volver ser capaz de vivir en clave se servicio como lo hacías allí. Cuando te vas a sitios muy lejanos y sientes cosas muy fuertes por todo lo que ves, es muy fácil al volver no ayudar en tu metro cuadrado porque no sientes cosas tan fuertes como las de allí. Pero cuando vienes de una experiencia donde el sentimiento no ha sido lo principal sino justamente el servir sin sentir por el simple hecho de saber que servir es bueno, es mucho más fácil ayudar en tu día a día sin verte recompensado por un buen sentimiento.

“Los sentimientos que uno siente no dicen la verdad sobre sí mismo”; Sister Jonafa, Superiora de la Casa.

Creo que sin duda otra gran parte de lo que nos llevamos todos fue el hecho de todo lo que íbamos haciendo durante el día, hacerlo con una misionera al lado con la que hablar, a la que preguntar, pero, sobre todo, a la que escuchar. Una vez más, viviendo 15 días con ellas puedo decir que vi a unas mujeres más felices que toda la gente de mi entorno a través de una vida de entrega y de renuncia completa. Y esto te hace pensar una vez más dónde está la felicidad y cómo alcanzarla desde mi realidad. Sigo y seguiré en este camino, pero si algo de respuesta me he llevado de Polonia es que el olvidarse de uno mismo y sus sentimientos y entregarse completamente al otro tiene mucho que ver.

Me gustaría destacar además el equipo que hemos ido, sin el cual habría sido todo mucho más diferente y difícil. Irte de misiones con gente que al terminar el día quiera comentar lo que ha pasado, lo que ha vivido, lo que se ha preguntado; con gente que después de un día sin para quiera sentarse a hacer un grupo de trabajo para seguir preguntándose y escuchando, es fascinante. Creo que ha sido una buena experiencia para buscar y valorar la amistad y las experiencias de verdad.

Me quedan muchas cosas para contar todo lo que ha supuesto esta experiencia, pero espero al menos haber resumido lo más importante de ella; la importancia de no parar de buscar aquello que nos da pistas para vivir de una manera plena, para vivir de verdad.

Vida ELU

Elena López – Una gota de agua más

Por:

Desde pequeña he tenido la suerte de recibir una educación de servicio hacia los demás y he tenido grandes ejemplos en mi familia y en mi colegio. Durante la etapa escolar, hacía uno o dos voluntariados al trimestre y otro en verano. Normalmente era ir a residencias de ancianos para hacerles compañía y escucharles (los ancianos son las voces de la sabiduría y de la experiencia) o ir a ayudar en comedores sociales.
Sin embargo, con el paso a la universidad, he de decir que hago voluntariado de forma más esporádica, pues no tengo tanto tiempo como antes, pero aún así, intento hacerlo mínimo 3 veces al año.

VOLUNTARIADO EN LOURDES

Elena 2

En verano, siempre lo hago. El verano pasado (2019), tuve la suerte de irme con 2 amigas a Lourdes. Estuvimos ayudando en el hospital-hotel para enfermos, limpiando platos, vasos, y el comedor donde comían. Estuvimos 9 días, y fue una experiencia preciosa que recomiendo vivamente. Fuimos sin saber muy bien lo que nos tocaría de voluntariado y la verdad que salimos encantadas y con muchas ganas de repetir.

VOLUNTARIADO EN FAMILIA

Elena 3

Todos los meses hacemos un voluntariado toda la familia que consiste en pasar la mañana de un sábado con un niño que tiene algún tipo de discapacidad. Este año, por tema de exámenes, solo he podido ir 2 veces. Un día fuimos al invernadero de Arganzuela y otro a un colegio, donde se había organizado un taller de juegos, pintura, etc. con música y todo. Siempre nos lo pasamos fenomenal y los niños disfrutan mucho de estas escapadas. Además, al ser un voluntariado en familia, a mí me ha ayudado a conocer más profundamente a mis padres y hermanos.

VOLUNTARIADO CON LA ELU

Elena 4

La acción social de la ELU en Madrid fue en la casa de las Misioneras de la Caridad. Había dos casa, en una de ellas atendían a personas ancianas y en la otra a enfermos de SIDA. A mí me tocó estar en la casa de los ancianos. Al principio estuvimos limpiando las habitaciones y los pasillos de la casa y después ayudamos a las hermanas a dar de comer a los ancianos que tenían alguna enfermedad que les impedía comer solos. Después de comer, nos quedamos charlando con uno de ellos, Ramón, que resultó ser un gran filósofo. ¡Nos quedamos 2 horas enteras hablando con él acerca de su vida y de los libros que había escrito! Cuando ya nos tuvimos que ir, nos dio las gracias por haberle escuchado, hacía mucho que nadie se había interesado por su vida. Fue una experiencia preciosa y me llevé mucho más de lo que “di”.

Creo que lo bonito de hacer voluntariado es que te crees que vas a dar un montón, que eres súper generoso, etc. Y resulta que no. Que recibes el doble de lo que das. Que te das cuenta de que servir es amar, y es lo más grande que existe en esta tierra. Os invito a que cada uno dejéis vuestro granito de arena en este mundo. Pero sobre todo creo que el mayor voluntariado se hace día a día, en casa, en la universidad, con tus amigos… porque cuesta más ahorrarte un mal comentario, una crítica, un insulto, sonreír cuando no apetece, ayudar en casa, escuchar a tus hermanos con interés… que ir un día a un comedor social o a ayudar en una casa de las Misioneras de la Caridad. No digo que no se haga voluntariado, sino que no se nos olvide que la gran batalla está en casa, con los que tenemos más cerca, y no podemos descuidar ninguna de las dos cosas.

Termino con una frase de santa Teresa de Calcuta que refleja muy bien lo que quiero transmitir: “El que no vive para servir, no sirve para vivir”

Vida ELU

Acción Social en Madrid

Por:

“La Acción Social que organizamos en Madrid tuvo lugar en una de las casas de las Misioneras de la Caridad donde dan hogar, cuidado, atención y cariño, por un lado, a enfermos de SIDA, y por otro, a ancianos. Nuestro papel allí fue de disponibilidad y servicio, fuimos a lo que nos pidieran, a ayudar en aquello que necesitaran. Al llegar nos dividimos en dos grupos: los chicos estuvimos ayudando a los enfermos y las chicas estuvieron acompañando y ayudando a los ancianos.

Las labores fueron de lo más variopintas, desde doblar sábanas o fregar el suelo a dar un paseo con los enfermos y jugar con ellos al dominó. Con los ancianos, lo que mejor pudimos hacer fue escuchar, atender humilde y pacientemente y aprender de la historia de sus vidas.

Fue una muy buena forma de ponernos en juego, de regalar a los demás algo de nuestro tiempo y de aprender mucho de estas personas. Decía un santo que es dando como se recibe, y así lo comprobamos nosotros. Dimos un poco de nosotros, recibimos muchísimo más, aprendimos y nos llevamos mucho de todas estas personas con las que pudimos compartir la mañana. Esta jornada que pasamos con los enfermos y los ancianos fue muy buen ejemplo de aquello de que la felicidad solo es real cuando es compartida. Las alegrías crecen y las penas disminuyen cuando compartes y te compartes”.

Jorge Paredes