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Vida ELU

Elus por el Mundo – Javier Micó

Por: ELU Admin

Ey lad, what’s the craic

Lluvia, castillos, cerveza y whiskey. Así imaginaba Irlanda desde la distancia. Pero ocho meses en Dublín me enseñaron que hay mucho más bajo el cielo gris. Porque Irlanda no solo se ve, se vive en los saludos espontáneos de los extraños y en la música que brota de cada rincón; también en la forma en la que el cielo cambia diez veces en un día, o en cómo un simple pub puede ser tu hogar tras unas pocas horas y un par de pintas de Guinness.

Este artículo no es una guía turística, ni una lista de los mejores sitios para visitar. Es más bien una carta abierta, un pequeño homenaje a todo lo que he aprendido y vivido durante mi experiencia internacional en Dublín. Otro ELU por el mundo…

Recuerdo el día que aterricé en septiembre junto a mis compañeras de universidad. Llegamos de madrugada a la residencia de Griffith College, y ahí estaba yo, frente a la habitación en la cual me iba a hospedar el resto del año. Y aquí viene el primer detalle: en ese momento, más que un hogar, me pareció una oficina fría, sin alma. Hoy, en cambio, está llena de vida; con fotos, recuerdos y pequeños objetos que han ido ocupando cada rincón, como si el tiempo y la experiencia la hubieran redecorado desde dentro.

El inicio no fue fácil. Nunca había vivido fuera de casa, y encontraba difícil no poder compartir cada vivencia con la gente que más quiero: mi familia, mi pareja y mis amigos de toda la vida. Todo era nuevo, todo estaba por construir. Las rutinas, los lugares, las conversaciones, incluso los silencios. Tenía que empezar de cero. Pero hubo algo o, mejor dicho, alguien, que marcó la diferencia: vivir esta experiencia con mi amiga Lucía. No voy a decir que aquí he hecho veinticinco amigos, ni que cada semana he conocido a alguien nuevo que ha cambiado mi vida. Pero sí puedo decir que he tenido la suerte de compartir el día a día con alguien con quien he reído, me he encontrado y he aprendido a mirar Irlanda con otros ojos. A través de ella he descubierto el país y, sin darme cuenta, también me he descubierto un poco más a mí mismo.

He recorrido Dublín de norte a sur y de este a oeste andando. He entrado en más de medio centenar de pubs (sí, los he contado), he escuchado más de veinte conciertos en directo, algunos planeados, otros encontrados por sorpresa en alguna esquina, he caminado por infinidad de campos verdes, de esos que parecen sacados de una postal, y he aprendido a convivir con la lluvia como si fuera un vecino más. Pero si algo ha hecho especial todo esto, ha sido hacerlo acompañado. Un país se descubre también a través de la gente con la que lo compartes. Y yo he sido afortunado porque las visitas de mis seres queridos desde España, que traen consigo un pedacito de casa a mi nueva vida, están siendo más que recurrentes. Además, cuento con un grupo internacional de personas abiertas, curiosas y dispuestas a compartir historias.

También he vivido una serie de milagros cotidianos. Por ejemplo, he aprendido a cocinar. Sí, yo, que después de vivir tres años con mi abuela, me consideraba completamente incapaz de freír un huevo sin supervisión. Pero oye, la necesidad aprieta: ahora hago pasta con “cosas” que es el primer paso a la alta cocina, y me atrevo incluso con tortillas, y comida al horno.

Como he dicho, empecé de cero y resulta que ahora me he convertido en un hombre atareado. Teletrabajo en remoto para una startup española, de esas con reuniones a deshora y Slack echando humo, mientras intento atender a las clases, bueno, al menos a las que me interesan. Y, por si fuera poco, también estamos a tope sacando adelante el proyecto “Con V de Voluntario”, que nos está dando muchas alegrías… y algún dolor de cabeza.

So lad… what’s the craic? Si me lo preguntaras hoy, creo que ya sabría qué responder. Berta, creo que debes estar orgullosa de que reflexione hoy por mí mismo lo siguiente: las preguntas que me hacía sobre qué se espera de mí en este Erasmus no se responden, se caminan. Y eso es justo lo que estoy haciendo: caminarlas.

No he vivido un Erasmus instagrameable, de esos llenos de fiestas y stories con filtros perfectos. He vivido algo más real, más mío.  He aprendido de los demás, en conversaciones sencillas y momentos inolvidables:  he estado una mañana entera con Sofi mirando al mar y diciendo solo aquello que mejorase ese silencio; he descubierto cada rincón de la ciudad de la mano con Carol como dos enamorados; he compartido una habitación de 4m² durante tres días con mis hermanas Claudia y Aitana haciendo que fuera el mejor hotel del mundo; con Gali  hemos estado encerrados por tormenta haciendo real lo de “al mal tiempo buena cara”; he recorrido el oeste de la isla con mis amigos internacionales llenándome los ojos de paisajes espectaculares. Y ahora estoy esperando con ganas esas visitas que aún están por llegar, y que, seguro, darán mucho de sí.

Al final, Dublín, me está enseñando que no se trata de encontrar todas las respuestas, sino de vivir las preguntas y esto es algo que espero seguir haciendo; pues niego haberos contado todo acerca de mi experiencia. Es algo que sigue sucediendo.

Vida ELU

Elus por el Mundo – Álvaro Monllor

Por: ELU Admin

¡Hola a todos! Antes de empezar, me presento, soy Álvaro Monllor, de cuarto de la ELU y estudiante de Economía y ADE en la Universidad de Alicante. Si hace unas semanas Elena escribió sobre su Erasmus en Inglaterra, hoy me toca a mi cruzar un pequeño mar para cambiar al país vecino y hablar de mi erasmus en Irlanda, concretamente, en la Universidad de Limerick, en la ciudad con el mismo nombre situada al oeste del país.

Debo decir, que en un primer momento no tenía pensado realizar ningún intercambio durante mis estudios de grado. Sin embargo, un “milagro” burocrático que consistió en un cambio en las bases de la convocatoria para este curso 2023-2024 me permitió poder solicitar movilidad para cursar asignaturas de ADE durante el segundo cuatrimestre de este curso. Tuve en ese momento claro que no iba a desaprovechar esta oportunidad que se presentaba ante mí y que me pedía a gritos que buscara algún destino para pasar unos meses estudiando en el extranjero.

Mi requisito a la hora de escoger el país fue sencillo, tenía que ser angloparlante, por lo que mi lista de posibles destinos se redujo bastante desde el primer momento. Finalmente, tras analizar asignaturas e instalaciones, decidí escoger Limerick como primera opción.

El 21 de enero, tras unas pocas turbulencias y un aterrizaje no muy suave, llegué al aeropuerto de Shannon. El motivo de un final de vuelo tan intranquilo me azotó en la cara nada más salir del avión dado que el país se encontraba en alerta meteorológica por la tormenta Isha. El fuerte viento y la lluvia provocada por la tormenta dejaba claro por qué este país, conocido como la Isla Esmeralda, es tan verde: llueve mucho. Pero yo ya estaba mentalizado de que dejaba atrás el sol del Mediterráneo y como decimos, al mal tiempo buena cara y palos con gusto no duelen.

Tras acomodarme en la residencia, llegó la semana de introducción donde, a parte de conocer a mucha gente de muchos países, nos introdujimos de lleno en la cultura irlandesa (bebiendo mucha cerveza Guinness) disfrutando de un espectáculo de baile típico y de música irlandesa.

A medida que comenzaban las clases y avanzaba el cuatrimestre, comenzaban a surgir numerosas oportunidades para viajar. Y es que, sin ninguna duda, una de las mejores partes de mi experiencia erasmus fue la de descubrir los rincones de este país. Irlanda es un país pequeño, lo que facilita los viajes de fin de semana. Visité ciudades como Dublín, Cork, Galway, Belfast y Derry (estas dos últimas en Irlanda del Norte, país perteneciente al Reino Unido) y pueblos como Ardara, Adare, Kinsale, Ennis, Kilkee, Killarney y Killaloe, todos ellos con su característico encanto: casas de colores y un pub donde (tomarse una buena Guinness) disfrutar de buena música en directo. Pero si hay algo de verdad impresionante es la naturaleza (y el número de vacas y ovejas que hay por todos los lados). Los acantilados de Moher, el Parque natural de Killarney, los faros de Loophead y de Sheep’s Head, la Calzada del Gigante y el área de Binevenagh (estas dos últimas en Irlanda del Norte) además de numerosas rutas de senderismo que hacen obligatorio pararse, mirar a todos los lados y asombrarse por la belleza y grandeza de la naturaleza que se muestra ante ti. He viajado con mis compañeros de resi, con amigos internacionales, con amigos de la Universidad de Alicante que estaban también de erasmus en la ciudad de Cork, con mi madre y con amigos que vinieron a Irlanda a vernos, cada viaje ha sido un regalo y me ha servido para recordar, una vez más, la importancia del “con quién”.

En cuanto a la vida académica, debo decir que la universidad presenta una oferta de actividades extraacadémicas impresionantes. Hay numerosos clubes deportivos y sociedades y un campus precioso con instalaciones deportivas de categoría. Es decir, siempre hay algo que hacer.

Sin embargo, hay algunos aspectos que hay que mencionar. El coste del alojamiento en Irlanda es bastante alto y, para visitar muchos lugares, es necesario alquilar un coche ya que los autobuses no llegan. Además, aquellos erasmus que busquen fiesta deben saber que aquí se termina temprano, alrededor de las dos de la mañana.

Finalmente, mi conclusión es que se me ha quedado corto. Han sido cuatro meses muy intensos en los que he hecho mucho, pero me ha quedado mucho por hacer. Me quedo con muchas personas y muchos lugares. La despedida fue dura pero necesaria para nuevos rencuentros que si llegan serán acompañados de ilusión, alegría y emoción. Mi recomendación va muy en línea con las recomendaciones de otros elus que han estado de Erasmus, aprovechad la oportunidad, salid de vuestra zona de confort e id a conocer nuevas metodologías, universidades y personas. Exprimid al máximo el tiempo libre y poned al límite vuestras habilidades de gestión del tiempo para viajar, pasar tiempo de ocio y estudiar (no nos olvidemos tampoco que seguimos siendo estudiantes). No conozco a ninguna persona que se haya ido de erasmus y se haya arrepentido de esta decisión. Puede ser que Irlanda no sea vuestro destino idílico, no os preocupéis porque afortunadamente hay más países, pero os lo recomiendo si queréis practicar mucho inglés, os gusta la naturaleza, queréis hacer muchas actividades extraacadémicas y queréis (beber Guinness) ver muchas ovejas y vacas.

Slán Libh! (Adiós en irlandés).