
ENCUENTRO ELU EN GALICIA
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El pasado 5 de mayo, tras una larga espera que sirvió para aumentar la ilusión, los elus gallegos tuvimos el placer de recibir otro año más a nuestro mentor, Diego. Esta vez llegó en tren a Santiago de Compostela, ciudad con una niebla casi perpetua que, por una vez, decidió darnos tregua y amanecer soleada.
María Castro fue la encargada de recibirle, y, como no podía ser de otra manera, comenzó la jornada con una mentoría matinal acompañada de un paseo por las calles compostelanas. Las torres de la Catedral se iluminaban bajo ese cielo despejado, y los soportales de la zona vieja les ofrecieron un camino tranquilo para que la conversación fluyese con naturalidad.
Pero la jornada no acababa ahí. Al mediodía, un tren los llevó a A Coruña (ciudad que, discutimos, podría ser la mejor de España). Allí los esperaba María Calo, quien, como anfitriona, los llevó a un lugar donde, según se cuenta (y también lo confirmó el jurado de la XVII edición del Campeonato de España de Tortilla de Patatas) se sirve la mejor tortilla
de patatas del país.
Con el estómago y el ánimo satisfechos, Jacobo se unió al grupo para visitar la exposición del pintor coruñés Francisco Lloréns en la Fundación Barrié. Sus paisajes, cargados de devoción por su tierra, nos regalaron no solo su belleza, sino también una excusa perfecta para reflexionar el arte puede capturar algo tan intangible como la memoria de un lugar.
Aprovechando la inspiración del momento, Jacobo Vega y Alejandro Álvarez llevaron a cabo sus mentorías, mostrando a Diego rincones de la ciudad que les vio crecer, ofreciendo no solo conversación, sino también recuerdos y vivencias personales que sumergieron al mentor en este rincón del norte.
La jornada se cerró con una cena para recordar. Pulpo, empanada, conversación sin prisa y una sobremesa que se convirtió en tertulia sobre vocación, propósito y la inevitable búsqueda de sentido que nos atraviesa a todos. Diego, tras más de 20 kilómetros caminados, aún encontraba fuerzas para seguir despierto este día tan agotador. Ya entrada la noche, las dos Marías y Diego emprendieron el regreso en coche hacia Santiago. La carretera se convirtió en extensión natural de la sobremesa y consiguió recoger las ideas más importantes del día.
La mañana siguiente, 6 de mayo, comenzó con un desayuno compostelano con María Calo, quien, entre cafés, tostadas y cuenco de yogur, cerraba su ciclo de mentorías presenciales.
La despedida se acercaba, pero no sin una última parada: el Mercado da Galiciana. Un rincón bullicioso y moderno donde María Castro acompañó a Diego en su última comida antes de partir. Fue una despedida triste, pero, como siempre, con sabor a gratitud. Y así, con las mochilas más ligeras que cuando empezó la semana, pusimos fin a una visita que, como todas las que importan, se nos hizo corta. Pero también necesaria para tomar perspectiva en este mes de exámenes.
