Berta Coll

Vida ELU

Elus por el Mundo – Berta Coll

Por: ELU Admin

Berta Coll, cuarto de la ELU

Una vez conoces la luz de Escocia… Crónica de un ERASMUS en Stirling

“La luz de Escocia tiene una cualidad que no he encontrado en ningún otro sitio. Es luminosa sin ser deslumbrante, y penetra a través de distancias inmensas con una intensidad directa”, escribió Nan Shepherd en La montaña viva. El año pasado leí compulsivamente a esta escritora escocesa y me obsesioné con sus descripciones de los Cairngorms, unos montes del este de Escocia. Por aquel entonces me tocó elegir el destino del ERASMUS y enseguida lo tuve claro: quería conocer esa luz luminosa pero no deslumbrante, quería adentrarme en los Cairngorms y otras montañas de la región. Unos meses después, en septiembre de 2022, llegaba a la Universidad de Stirling —una ciudad pequeña, situada justo al medio de Glasgow y Edinburgh— con pocas expectativas y muchas ganas de pasar frío.

Os quiero ahorrar los “han sido los mejores meses de mi vida”, los “he formado una gran familia, un grupo de amigos extraordinario” y “me he enamorado y he reído como nunca”. Son declaraciones verdaderas, pero que seguramente podría escribir cualquier persona que se vaya de ERASMUS (sí: tenéis que ir de ERASMUS). Intentaré ser clara, escribir un texto útil: Escocia es un destino ideal para la gente a la que le gusta por igual la montaña y la ciudad, la calma y el movimiento, el silencio y la fiesta, la aventura y la reflexión… Si tenías problemas cuando en la escuela te hacían dibujar tu casa perfecta (¿dibujo una casa en el campo o un piso en Nueva York?), Escocia puede ser una muy buena opción para tu ERASMUS. En Escocia conviven —o, más bien, se mezclan graciosamente— la famosa disciplina británica y la salvajez afilada que Felix Mendelssohn plasmó tan bien en su Sinfonía escocesa.

Antes de llegar a Stirling, decidí hacer una ruta por Inglaterra. Eso me permitió ir descubriendo poco a poco, a medida que subía, la diferencia paisajística del Reino Unido. Escocia es más verde y brillante, pero también más escarpada y misteriosa. Una vez has visto una montaña escocesa, las has visto todas (sí, muchas se parecen), pero eso no es un problema: una vez has visto una montaña escocesa, no te la quitas de la cabeza. Es incluso adictivo. He podido hacer excursiones a la isla de Skye, la isla de Arran (mucho menos conocida pero muy interesante), los Cairngorms, el Parque Nacional de Loch Lomond y los Trossachs… El campus de mi universidad está alejado de la ciudad, se encuentra en medio de un lago y una montaña increíble que se llama Dumyat. Es decir, no tuve que apuntarme al gimnasio: podía subir al Dumyat como mínimo una vez por semana, y dar vueltas al lago se convirtió en uno de nuestros pasatiempos favoritos. También pudimos visitar castillos de película —literalmente—, como el Eilean Donan, el Dunnotar Castle y, por sorpresa, el Balmoral Castle, que la familia real británica ha decidido abrir al público a raíz de la muerte de Isabel II.

Las ciudades, por otro lado, están llenas de estímulos, tanto culturales como sociales. Glasgow y Edinburgh no son especialmente bulliciosas ni estresantes, pero tienen un montón de rincones curiosos y actividades para todo el mundo. En octubre, Edinburgh acoge el Scottish International Storytelling Festival, que recomiendo a todos los interesados en el folclore y las historias alrededor de una hoguera. Si te gustan las librerías de segunda mano (y concretamente las librerías de segunda mano bellamente caóticas, en las que tienes que remover pilas de libros dispuestas al azar), Glasgow es tu sitio. Tanto en Glasgow como en Edinburgh hay muchos restaurantes para comer haggis, la comida nacional de Escocia (es carne, pero ahora ya hacen la versión vegetariana, también). También recomiendo visitar Saint Andrews (sobre todo, la universidad, que se parece a las de Oxford y Cambridge), Helensburgh y Dundee.

La vida social, al menos en Stirling, giraba sobre todo entorno a las Student Societies, que son grupos de gente que comparten una misma pasión. Hay más de cien por universidad. Yo participé en el club de excursionismo y la asociación de gaélico, pero había muchas más: desde grupos de buceo y esgrima hasta un club de fans de Taylor Swift. Pude conocer gente de ERASMUS (de Estados Unidos, España, República Checa, Canadá, Italia, etc.), pero también escoceses que estudian siempre allí.

Uno de los motivos que me llevaron a escoger Escocia fue mi interés por el sistema educativo británico. A diferencia de las universidades españolas, allí teníamos muchas menos horas de clase presenciales (yo cursaba lo equivalente a 30 créditos españoles y solamente tenía cuatro horas de clase por semana). Esto no significa trabajar menos. Significa trabajar con más autonomía, pasar muchas horas en la biblioteca leyendo, aprendiendo por tu cuenta y tirando de los hilos que más te interesen. Es un sistema mucho más flexible, que, dentro del contenido del módulo cursado, te da mucho espacio para profundizar en tus propias inquietudes. Os lo explicaré con mi caso particular. Yo estudio Periodismo y Humanidades, y allí cursé asignaturas de literatura modernista, literatura victoriana y novela americana. Cada semana tenía que leer un libro por asignatura (es decir, un total de tres), pero no hacíamos exámenes, sino que la evaluación consistía en escribir dos ensayos sobre los libros que nos interesaran más. Este sistema me permitió aprender mucho sobre algunos autores concretos y empezar a ver posibles campos de estudio que me gustaría explorar si más adelante opto por hacer un máster o un doctorado.

Tenía un vuelo comprado para volver a Barcelona el 16 de diciembre, pero en el último momento decidí cambiarlo por uno que salía el 24 de diciembre. Quise apurar al máximo el ERASMUS. No quería irme de Escocia. Supongo que la explicación es sencilla: una vez conoces la luz escocesa, luminosa pero no deslumbrante, conoces qué significa vivir tranquilamente y a la vez activamente, vivir en una aventura constante pero profunda, con tiempo para pensar. Y claro, no te quieres ir. Por suerte, me queda la canción de despedida por excelencia, que la escribió el escocés Robert Burns y se llama Auld Lang Syne: “He aquí una mano, mi fiel amigo, y danos una de tus manos, y echemos un cordial trago de cerveza por los viejos tiempos”.

Vida ELU

Cuaderno de Bitácora – Nueve cuentos

Por: ELU Admin

Berta Coll, 3º ELU

Cuando el poeta inglés Wilfred Owen escribió Dulce et decorum est pro patria mori (1918), la guerra todavía le bullía por dentro. “Gas! GAS! ¡Quick, boys!”, escribía rabiosamente, y con el ritmo sonoro de las palabras hacía retumbar las bombas que había visto estallar muy cerca. Si Owen no hubiera muerto en la guerra, habría tenido que convivir para siempre con la crudeza bélica, con las miserias más profundamente inhumanas. Después de una guerra, el mundo pasa página, y los recuerdos ensangrentados de los soldados quedan diluidos entre copas de champán y joyas falsamente brillantes.

Lo explica el escritor estadounidense Jerome David Salinger en Nueve cuentos (1953) y, especialmente, en dos de les breves narraciones que recoge este volumen: “A Perfect Day for Bananafish” y “For Esmé, with Love and Squalor”. Salinger también fue a la guerra —en este caso, la Segunda Guerra Mundial— y, a diferencia de Owen, conoció la segunda parte del conflicto, es decir, la posguerra. Con un estilo poco encendido, y un toque de ironía que seguramente le sirve de medicina, Salinger retrata los traumas de dos soldados que vuelven vivos a su casa y no son capaces de pasar página.

En “A Perfect Day for Bananafish”, Salinger esconde la tristeza de un hombre que ya no podrá volver a ser quien era antes. En “For Esmé, with Love and Squalor”, en cambio, narra la vida de un hombre destartalado físicamente. En ambos casos, Salinger presenta la inocencia infantil como una vía de supervivencia. Los cuentos de Salinger están llenos de niños que se han visto obligados a madurar y de adultos que quieren ser niños. La relación entre los personajes principales —un adulto y una niña— hiere nuestras sensibilidades contemporáneas, pero debe entenderse de forma simbólica, y no literal. Después de la guerra tal vez solo queda la ilusión de un niño y una broma inofensiva.

Salinger construye un universo en el que el surrealismo y el realismo más crudo se conjugan equilibradamente. Los peces plátanos conviven con los suicidios traumáticos de la posguerra. Juegos de palabras divertidos aparecen en la misma frase que descripciones impresionantes. Y no pasa nada, porque las contradicciones de los años cincuenta son así. A través de dos alter egos, Salinger mira los cristales agrietados que ha dejado la guerra —el del reloj del padre de Esmé, el tierno “See more glass” de Sybil— y acaba de romperlos en mil pedazos.

Vida ELU

Cuaderno de Bitácora – Primavera

Por: ELU Admin

Hoy desde cuaderno de bitácora queremos haceros alguna recomendación primaveral para disfrutar de estos días que nos vienen.

La primera es Mansfield Park (1818) de Jane Austen (1775-1817). Si has leído algo de Austen estamos convencidas de que este libro te enganchará como todos los demás que ha escrito (pero este es un poco más largo, o sea que puedes disfrutar incluso más). Perfecto para enamorarte de sus libros y para ver la primavera con un poco más de romanticismo.

El segundo es Platero y yo. Ya publicamos una reseña sobre este libro, pero cobra mucho sentido en esta época del año. Juan Ramón Jiménez (1881-1951) escribe este conjunto de poemas en prosa cargados de ternura y verdades. Personalmente, te dan ganas de adoptar un burro como Platero y vivir una vida bucólica. ¡Perfecto para primavera!

Muchas gracias por seguir leyéndonos. Acordaos, si queréis participar en esta sección abierta a todos los ELUs, mandad un mensaje a Berta Coll o Marta Morcillo de 3º de la ELU.

¡Nos vemos!

Vida ELU

Cuaderno de bitácora – La importancia de los recuerdos

Por:

Berta Coll, 3o ELU

Todos los recuerdos son igual de importantes. A partir de esta premisa, el escritor francés Georges Perec (1936-1982) decidió escribir Je me souviens (1978), un libro que es, en realidad, una lista larguísima de recuerdos, todos introducidos con la fórmula “Je me souviens…”. A lo largo de unas 150 páginas, Perec se mueve entre el género memorialístico y la experimentación literaria y crea un retrato personal y a la vez colectivo, un relato original de su época. Al artista y escritor estadounidenseJoe Brainard (1942-1994) le gustó la idea y decidió aplicar la misma fórmula en I remember (1975). 

Brainard sabe combinar recuerdos tiernos y divertidos, recuerdos relevantes históricamente y minucias de su infancia. Es decir, equipara todos los cajones de su memoria y, de esta forma, nos hace pensar que quizá la historia es la combinación azarosa e incontrolable de momentos distintos pero igualmente importantes. Brainard retrata bien los Estados Unidos de la segunda mitad del siglo XX. Lo hace de una forma menos rigurosa que los autores de libros de historia, pero seguramente más completa o, al menos, abrazando toda la complejidad de nuestro mundo. Y, además, Brainard es un maestro de la ironía. 

I remember es un libro conceptualmente fácil de entender y, por lo tanto, no me detendré más en explicaciones. Ahora bien, antes de acabar, os dejo unos cuantos recuerdos de podréis encontrar en el libro. Seguro que os enganchan:

“I remember awkward elevator ‘moments’”. 

“I remember the day Frank O’Hara died”.

“I remember not being able to pronounce ‘mirror’”. 

“I remember Christine Keeler and the ‘Profumo Affair’”. 

“I remember changing my name to Bo Jainard for about one week”.

“I remember the rumor that James Dean got off on bodily cigarette burns”.

Vida ELU Cuaderno de Bitácora – Una mente terriblemente sensible

Cuaderno de Bitácora – Una mente terriblemente sensible

Por: ELU Admin

Berta Coll, 3º ELU

Hoy quería hablaros brevemente de uno de mis primeros amores literarios, la escritora neozelandesa Katherine Mansfield. Virginia Woolf — ¡una y otra tuvieron una relación de amor odio muy interesante! — la describió como “a terribly sensitive mind”, y es totalmente cierto, pero Mansfield era mucho más que eso: era unos ojos puros; era una forma sencilla y lúcida de apreciar la vida; era un nervio creativo, sumamente autoexigente a la hora de escribir.

Escribió sobre todo cuentos y, de hecho, es conocida especialmente por su innovación en el género del relato breve. Los cuentos de Mansfield no son historias lineales, con un principio y un final y con un clímax fácilmente detectable, sino pequeños retratos de escenas vitales aparentemente intranscendentes. Actualmente, esa técnica literaria nos puede parecer habitual, incluso poco original, porque la literatura y el cinema han tirado mucho hacia aquí. Sin embargo, en la época de Mansfield eso supuso una revolución artística, y ella fue una de las pioneras que la lideró. Mansfield retrata la vida tal como viene, tal como es, y presta muchísima atención a los pequeños detalles, a los sonidos y colores del mundo, a las sensaciones psicológicas de sus personajes. Algunos críticos la han etiquetado como “impresionista”, pero es importante remarcar que sus obras trascienden la mera plasmación de un instante: en el fondo de sus personajes, se esconde una verdad terriblemente impactante. Al leerla, no es extraño tener la sensación de que sus cuentos esconden la vida misma, de que son la vida misma.

Por desgracia, murió con solo 34 años y, por lo tanto, no tuvo demasiado tiempo para escribir. Sin embargo, todas sus recopilaciones de cuentos —In a German Pension (1911), Bliss and Other Stories (1920), The Garden Party and Other Stories (1922), The Doves’ Nest and Other Stories (1923), Something Childish and Other Stories (1924)… — fueron aplaudidas por la crítica y, sobre todo, por el conjunto de lectores ingleses.

Con respecto al estilo literario, me gustaría destacar el gran ritmo de la lengua de Mansfield. De adolescente, la escritora estudió música de forma intensa, y eso se refleja en la musicalidad de sus palabras. En su Diario, cuando comenta el texto de otro escritor, escribe: “Good lines! And another example of the choice of the place of words. I suppose it was instinctive. But ‘fruitful’ seems to be just where it ought to be, to be resolved (musically speaking) by the word ‘barren’ One reads ‘fruitful’ expecting ‘barren’ almost from the “sound-sense.”

Si tuviera que recomendaros una de esas colecciones, seguramente elegiría The Garden Party and Other Stories: se trata de una obra de madurez literaria y los cuentos que incluye son representativos de su estilo y de su técnica. De todos los cuentos de The Garden Party and Other Stories, mis tres favoritos son “Mr. and Mrs. Dove”, “Her First Ball” y “Bank Holiday”.

Vida ELU

Cuaderno de Bitácora

Por:

¡Buenas! Gracias por entrar en esta sección de la newsletter.

El ‘Cuaderno de Bitácora’ es el cuaderno que se empleaba en navegación para guardar los datos de lo acontecido durante la travesía. ¿No son los libros nuestro cuaderno de bitácora?

Siguiendo con esta idea, este espacio surge para que los ELUs dejemos por escrito aquellos libros que nos han acompañado en alguna etapa de nuestra vida. Es decir, queremos que compartas con el resto un libro (o los que quieras) que te haya gustado y que entronque con la línea formativa de la ELU (aunque en su época te gustase mucho Jerónimo Stilton, quizás no sea el libro más adecuado).

En cuestiones prácticas, ‘Cuaderno de Bitácora’ es la sección de la newsletter donde se publican reseñas de libros escritas por los ELUs que quieran participar. No hace falta que escribas muchas reseñas ni tiene que ser sobre La Ilíada (aunque podrías si quisieras). Con esto queremos transmitir que no te sientas inseguro sobre si el libro que te has leído es lo ‘’suficientemente’’ bueno. Queremos escucharte. De todos modos, si tienes dudas, nos puedes preguntar a Berta Coll, Marta Morcillo y Susana Sendra.

La primera reseña saldrá el 7 de noviembre. Para participar en esta sección, te dejamos el enlace al forms que tienes que rellenar y nos pondremos en contacto contigo.

¡Muchas gracias!

Vida ELU

Cuaderno de Bitácora – Las penas del joven Werther

Por:

Goethe, el amor y la sensibilidad

Berta Coll, 2º ELU

Más que reseñar una novela, me gustaría hoy dirigirme directamente a los profesores: «Por favor, convertid Las penas del joven Werther, de Johann Wolfgang von Goethe, en lectura obligatoria en todas las universidades del país». Seguramente lo he leído demasiado tarde. No lo digo porque crea que los libros, si no se leen en una determinada edad, no se deban ya abordar. Al contrario, pienso que nunca es tarde, que una de las ventajas más valiosas de la literatura es que se amolda al lector, pase lo que pase, pasen los años que pasen. Ahora bien, desde que conozco las desventuras, el amor y los goces estéticos del joven Werther, no puedo dejar de pensar que me habría encantado —o, más bien, me habría ayudado enormemente— leerlo antes.

La juventud suele llevar consigo las primeras experiencias de enamoramiento, lógicamente abrumadoras, llenas de un ardor desconocido y a menudo inentendible. Cuando me enamoré por primera vez, me faltaban palabras para explicármelo y así poder comprenderlo. El joven Werther —o Goethe— es un maestro a la hora de verbalizar esos sentimientos vivísimos, ese bullicio intenso que baila dentro de un corazón enamorado. Werther es un joven ya a punto de entrar en la adultez, pero su amor hacia Charlotte, por suerte o por desgracia, tiene muchos rasgos de ese amor primerizo y dulcemente ingenuo. Recomiendo vivamente Las penas del joven Werther, porque leer palabras —¡y qué palabras!— sobre el amor permite vivirlo con más plenitud.

De este libro, más que la historia y el dramatismo que arrastra, destaco las descripciones de las interioridades de un espíritu inquieto, que no solo sobresale al hablar del amor, sino también al observar el mundo y captar la belleza que se expande en bosques y montañas, en ciudades y fuentes, en los grandes edificios y en los pequeños detalles. Impregnarse de los frutos que nos regala la sensibilidad debería ser uno de los objetivos primordiales de los jóvenes.

El joven Werther puede guiarnos por dos caminos realmente importantes: la senda del enamoramiento y el paseo del goce estético. Por eso, no me cansaré de pedirlo: «Por favor, convertidlo en lectura obligatoria en todas las universidades del país», «Por favor, convertidlo en lectura obligatoria en todas las universidades del país»…

Vida ELU

Las intermitencias de la muerte (2005) – Cuaderno de Bitácora

Por:

El escritor portugués José Saramago empezó Las intermitencias de la muerte (2005) con una de esas frases que fácilmente podrían ser candidatas a aparecer en un ‘Top 10 de mejores inicios de novela’: “Al día siguiente no murió nadie”. Con solo seis palabras, sin circunloquios ni estridencias, el primer Nobel de Literatura en lengua portuguesa consigue plantear el nudo de la historia, el tema nuclear a partir del cual despliega un texto irónico, lúcido e incluso divertido de poco más de 200 páginas.

La muerte, una de las pocas certezas de los seres humanos, aceptada más o menos alegremente según las convicciones espirituales de cada uno, decide dejar de actuar en un país concreto del mundo, cuyo nombre Saramago no quiere revelarnos. En palabras del autor, nos encontramos ante “la huelga de la muerte”, pero solamente en un país. En el resto del planeta, la muerte sigue obrando con la misma constancia a la que nos tiene acostumbrados.

A partir de este suceso extraordinario, Saramago presenta un relato a medio camino entre una crónica periodística —un periodismo que narra lo sucedido en un espacio de ficción, ¡claro!— y un ensayo de meditaciones filosóficas. Se trata de una narración llena de ritmo, con pocos puntos y muchas comas, por lo que os recomiendo leerla en voz alta. Recitar las frases larguísimas pero fluidas de la novela puede servir para captar, también sensorialmente, la velocidad de los hechos descritos, el estrés social que causa la interrupción de la muerte.

Nos encontramos ante una situación que rompe el sistema social y político y obliga a toda la sociedad a enfrentarse a la excepcionalidad. Saramago repasa las reacciones de diferentes sectores sociales. ¿Cómo responderá la Iglesia a la huelga de la muerte si, como escribe el autor, “sin muerte no hay resurrección, y sin resurrección no hay iglesia”? ¿Qué soluciones inventarán los negocios funerarios y las compañías de seguros de vida? ¿Cómo se las arreglarán los hospitales, que de repente se encontrarán saturados, repletos de gente que, enferma o estando en las últimas, ya tendría que haber muerto si no fuera por la suspensión de la muerte?

En cierta medida, y salvando las distancias entre la ficción y la realidad —que a veces están más cerca de lo que quisiéramos—, este panorama excepcional me recordó a la situación que estamos viviendo desde el año pasado, y quizá por esta razón me impactó tanto leer ahora esta novela. En definitiva, y valga la paradoja, Saramago explora cómo sobrevive una sociedad, un país entero, a la no muerte. En Las intermitencias de la muerte descubrimos una “sociedad dividida entre la esperanza de vivir siempre y el temor de no morir nunca”. ¿Es la no muerte un paraíso? ¿O se parece más bien a un infierno?

“La filosofía necesita tanto de la muerte como las religiones, si filosofamos es porque sabemos que moriremos, monsieur de montaigne ya dijo que filosofar es aprender a morir”, escribe Saramago. Aunque la interrupción de la muerte es, de momento, poco más que un planteamiento literario, que solamente cabe dentro del ámbito de la ficción, esta novela nos recuerda que filosofar sobre la no muerte también puede ayudarnos a aprender a morir y, sobre todo, a aprender a vivir.

Berta Coll, segundo de la ELU

Vida ELU

Beers & Books

Por:

¡A esta invito yo!

¡Bienvenido! Te preguntarás ¿y esto? No te preocupes, te vamos a contar de qué va Beers & books. Susana Sendra y Santiago Huvelle, profesores del segundo módulo de la ELU, nos proponen este espacio para todos los ELUs, independientemente de tu curso. La idea es que nos reunamos una vez al mes para comentar un libro. ¿Cuál? Este mes: 1984, de George Orwell.

¿Cómo funciona? Es muy sencillo. En colaboración con la sección de Cuaderno de bitácora en esta misma newsletter, se escogerá un libro para que todos los ELUs que quieran se junten y lo traten. Se irán lanzando frases y datos sobre el autor para tener el contexto de la obra. Además, se dejará un espacio para que se pregunten o se escriban los temas que se quieran tratar en el encuentro. Natalia Aldaba, Berta Coll y/o Marta Morcillo se encargarán de recoger estas inquietudes y exponerlas en el encuentro. Se va a realizar todo en la plataforma de Instagram (@beersbooks_ ) y también puede ser comentado por Twitter (mismo usuario que Instagram, así ¡es más fácil!)

Como habrás supuesto, el encuentro se realizará telemáticamente. Esto también permite que puedan unirse todas las personas que quieran y poder contar con algún experto en el libro o en alguno de los temas que se tratan. En el momento en el que nos reunamos queremos que haya diálogo entre todos. No es una ponencia, es un encuentro con todos los que quieran alrededor de una obra literaria. Así que, además de los temas ya recogidos, te invitamos a que participes sin ningún miedo, comentando o preguntando lo que creas oportuno. (Y si no te ha dado tiempo a leerte el libro y puedes, únete igualmente, seguro que acabas sacando alguna reflexión importante).

El primer encuentro será en enero. Iremos concretando más información (hora, plataforma, enlace…) a través de nuestras redes sociales (¡no te olvides de seguirnos!). Creemos que puede ser muy interesante esta iniciativa y que enriquece mucho la red ELU, pero te necesitamos a ti para que funcione. ¡Anímate!

Marta Morcillo Martínez.

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¡Nueva sección! – Cuaderno de bitácora

Por:

Este es nuestro cuaderno de bitácora, escrito por y para todos los ELUs. Queremos que sirva para dejar constancia de nuestro viaje por la ELU. Como todo viaje, está lleno de vientos y cambios de rumbo, pero también de coordenadas geográficas que nos orientan. En este cuaderno, plasmaremos aquello que nos marca en nuestro camino. Por eso, ¿qué mejor que los libros? Los libros pueden ser nuestra Estrella Polar. “To travel far, there is no better ship than a book”, decía la poeta Emily Dickinson. Con esta divisa, empezamos la nueva sección.

Queremos que exista un espacio donde puedas compartir esa novela que tanto te gustó, ese libro de cuentos que te habló de ti o esa historia que tanto te llenó. Pensamos que los grandes libros son una manera única de conectar entre todos nosotros, porque nos hablan justo de eso, de los problemas fundamentales del ser humano a través de todas las épocas. Y por eso surge esta sección, para que todas las personas podamos conectar a través de los libros.

Tenemos muchas ganas de empezar este proyecto y de compartir con todos vosotros las obras literarias que nos han ido marcando en nuestra vida.

Berta Coll y Marta Morcillo.