El pasado domingo 26, nos reunimos los elus de Cataluña para ir a escuchar la Sinfonía número 4, en Fa menor op. 36, de P. I. Tchaikovsky en el Palau de la Música Orfeó Català. Por el mismo motivo que nos dejó asombrados a todos su arquitectura modernista, es por lo que es la única sala de conciertos declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO, una verdadera maravilla. Y ya no hablemos del concierto, en el cual, la Jove Orquestra Simfònica de Barcelona, supo interpretar de forma sublime los cuatro movimientos con el sentimentalismo y el subjetivismo hacia el poder del destino que impregna Tchaikovsky en cada uno de ellos. Me parece muy bonito poder compartir y disfrutar de iniciativas tan bonitas juntos. La compañía, como siempre, un regalo más de la tarde, además pudimos conocer mejor a los nuevos elus de 1º y disfrutar de nuestra mentora María Longás que también nos acompañó.
El pasado miércoles 25 de octubre, varios elus de Madrid acudimos a la Galería de las Colecciones Reales. El punto de encuentro: el Mirador del Palacio Real. Allí nos esperaba nuestra guía favorita, Rosa, de 4° de la ELU, que nos sumergió en un mundo lleno de tapices, reyes, pintura e historia.
El recorrido que Rosa nos había preparado empezó con la austeridad de los Austrias para luego contemplar la gran exhibición de ornamentos, ajuar y obras de los Borbones. Asimismo, nos adentramos en el mundo visigótico y no pudo faltar la mitología a través de curiosos tapices alegóricos.
Aunque no podremos hacerlo tan bien como nuestra guía, vamos a intentarlo mencionando algunas de las obras que más nos sorprendieron.
¿Quién no recuerda a los visigodos del temario de Historia de España? Pues bien, de este pueblo que tanto influyó en nuestra lengua y cultura pudimos disfrutar de la corona del abad Teodosio y de la cruz de Lucecio, que forman parte del Tesoro de Guarrazar, datado del siglo VII.
Una parada fascinante en la mitología romana la hicimos frente al tapiz que mostraba la relación entre Vertumno (dios de las estaciones) y Pomona (diosa de la fruta). Una historia de transformaciones por parte de Vertumno: segador, guerrero, podador… ¡hasta anciana! No os hacemos spoiler de cómo acabó, pero pista: este tapiz estuvo durante años en las alcobas reales.
El tabernáculo de Montini, tan admirado por Felipe IV, o la arqueta relicario nos hicieron admirar trabajos artesanales llenos de color y detalle.
El arcángel san Miguel venciendo al demonio, que abrió a la escultora Luisa Roldán las puertas de la Corte en tiempos de Carlos II. Primera mujer en recibir el título de Escultora de Cámara, su valía quedaba claramente demostrada en una obra que parecía que nos miraba a los ojos y no al revés. ¡Impactante!
La majestuosidad de los Borbones la vimos plasmada en el dessert de las Glorias de España, que durante años estuvo como adorno de sobremesa en la Real Casa del Labrador de Aranjuez. El coral, las piedras preciosas y el mármol fueron también protagonistas de esta parte del museo.
Para finalizar, quedamos maravillados con la historia detrás de la Corona de la Virgen de Atocha. Como nos narraba Rosa, fue regalada por Isabel II a la imagen de Nuestra Señora de Atocha. Esto lo hizo en agradecimiento por resultar ilesa del atentado perpetrado por el religioso Martín Merino cuando la monarca se dirigía a la Real Capilla de Atocha para presentar a la Virgen a su primogénita.
Siendo miércoles, el 100 montaditos era parada obligatoria, donde no faltaron las anécdotas, risas y muchas conversaciones que tendrán que continuar.
Esperamos haberos dejado con ganas de más. Confiamos en que pronto podamos volver a disfrutar de Rosa en otro museo lleno de magia.
El año pasado, un grupo de elus nos embarcamos en este proyecto, que pretende ser un espacio de divulgación del arte donde favorecer el flujo natural de ideas entre personas que contemplan una misma obra.
En el núcleo de la propuesta se encuentra la publicación de una obra en Instagram (@martes_de_arte) todos los martes, que después se recoge en nuestro espacio del Módulo de Acompañamiento y, cada dos semanas, en esta Newsletter de la ELU.
Además, realizaremos otras actividades que tuvieron muy buena acogida el curso pasado, como visitas a museos. Una novedad es que este año incluiremos en mARTEs visitas al teatro, organizadas por el elu de tercero Ignacio Cascón.
¿Qué debo hacer para participar?
1. Disfruta del arte y escoge una obra (de artes plásticas: pintura, dibujo, escultura, arquitectura o fotografía) que te guste particularmente. Si te interesa contribuir pero aún no has escrito nada, puedes rellenar este formulario para estar en contacto: https://forms.office.com/r/tUZzPXDVUs.
2. Escribe un breve texto en el que nos cuentes por qué la has elegido, qué te transmite, la forma personal en la que la interpretas…
3. Si además te interesa, busca información que te permita elaborar un apunte histórico de la obra: una pequeñísima nota biográfica del autor, el movimiento artístico al que pertenece, el museo en el que se encuentra… Si esto te resulta más pesado, estaremos encantados de hacerlo por ti.
4. Finalmente, envíanos la obra y el texto, junto a tu nombre, apellidos y ocupación, a Instagram (@martes_de_arte / @davidroma12) o por correo (deartemartes@gmail.com).
¿Quién puede participar?
mARTEs está totalmente abierto: no solo los alumnos de la ELU pueden participar, sino que, si algún amigo o familiar tuyo está interesado, también recibiremos con gusto sus contribuciones a través de nuestro correo (deartemartes@gmail.com) y la cuenta de Instagram. Este criterio se suele aplicar también a las visitas a museos o teatros.
Verás que al final del cuestionario anterior te preguntamos si quieres ser parte del equipo. El año que viene nos renovaremos, ya que la mayoría de organizadores de mARTEs estamos en cuarto de la ELU. Es una oportunidad de convertir el proyecto en una tradición con continuidad en la Escuela, aprendiendo mucho sobre arte y gestión de actividades y, sobre todo, disfrutando juntos. Estaremos encantados de enseñarte cómo funcionamos… ¡solo tienes que hablar con nosotros! ¡Te necesitamos!
¡Seguimos descubriendo más arte en este corto (pero intenso) mes de febrero! Hoy contamos con las bellas palabras de Paloma Gutiérrez, médico apasionada por la pintura y la poesía. Conoció mARTEs a través de una amistad común en el grupo de poesía que inició un antiguo profesor de su facultad, con el objetivo de aportarles una formación humanística adicional. Así, Paloma dice: «me refugio mucho y me reencuentro conmigo y con los demás a través del arte; es lo más valioso para mí del arte, que los hombres se muestran honestamente a través de él».
Agradecemos su colaboración a través de este comentario de Mar con cielo rojo, del pintor alemán Emil Nolde.
«Desde pequeña me he sentido atraída por el arte, sobre todo por la pintura. No sé si he contemplado cada obra con la curiosidad con la que escudriño el mundo a mi alrededor o si observo la vida como si fuese una sucesión de cuadros. He querido traer a mARTEs a Emil Nolde, con su Mar con cielo rojo. Nolde, supuso un descubrimiento personal durante el confinamiento. Se sitúa a este pintor, que toma apellido artístico de su ciudad natal, dentro del expresionismo alemán, habiendo formado parte del Die Brucke y la Neue Sezession.
Entender el arte es fascinante, pero resulta a mi parecer una entelequia. Podemos bucear en la bibliografía de artistas y modelos, podemos leer sobre los movimientos artísticos y cómo se concibieron, e igualmente, podemos investigar acerca del marco de cada obra, desentrañar esas historias y anécdotas que dan vida a cada pintura. Sin embargo, el significado final siempre lo completa el espectador. Con todo lo que hay detrás de un cuadro, me parece valiosísimo que lo fundamental sea aquello que transmite la obra, lo que nos hace sentir a cada uno. Dicho esto, las acuarelas de Nolde me conquistaron en el acto. No es fácil sentirse atraído por determinadas corrientes artísticas, exceptuando movimientos como el realismo, en los que admiramos directamente la destreza del pintor. Sin embargo, las acuarelas de Nolde, fueron mi puerta al expresionismo y me enseñaron a apreciar formas de arte muy distintas, pero igualmente apasionantes.
Invito a investigar sobre el expresionismo que bebe de los precedentes impresionistas. En él, el color es protagonista indiscutible. No importa transmitir una fiel fotografía de la realidad, sino expresar las emociones del artista. Así, en un momento de enfado el mar podrá incendiarse en magenta bajo el sol, o la piel de una modelo será verde y sus formas no seguirán proporción ninguna.
A pesar de que, según se ha descubierto recientemente, el artista fue simpatizante del partido Nazi, la censura artística del Régimen Nacionalsocialista incluyó 48 de los trabajos de Nolde en su exposición de “Arte degenerado”, una muestra del arte confiscable e inaceptable en el Tercer Reich. En palabras de Hitler: “Si alguien pinta la hierba azul y el cielo verde, debería ser castrado”. En este contexto, se prohibió la venta de las obras de Nolde y al pintor, se le ordenó dejar de pintar. Pero en palabras de Nolde, aún vigilado por la Gestapo: “Tenía que pintar”. Y hasta que se lo impidió una fractura a los 84 años, pintó. No usó óleo para no ser descubierto por el olor, en su lugar realizó 1032 acuarelas en pequeño formato, que fueron base para óleos posteriores de mayor tamaño».
¿Nos echabais de menos? Esperamos que estéis satisfechos con vuestro esfuerzo durante el periodo de exámenes y podáis al fin descansar (u os falte poco para hacerlo). Esta semana, Violeta Gallego, estudiante de Bioquímica en la Universidad Autónoma de Madrid, nos descubre Crepúsculo en la naturaleza salvaje, un paisaje de Frederic Edwin Church.
Esperamos que disfrutéis de sus palabras, cargadas de poesía, tanto como nosotros.
«Frederic Edwin Church (1826-1900) fue un pintor paisajista estadounidense, alumno de Thomas Cole, padre de la Escuela del río Hudson. Desde el principio, Church basó su creación en maravillas de la naturaleza, como las cataratas del Niagara, volcanes en erupción, los trópicos o icebergs. Siempre mantuvo un fuerte compromiso con las ciencias naturales, de ahí que una de sus mayores influencias fuera el naturalista alemán Alexander von Humboldt, aunque siempre se preocupó por incluir una dimensión espiritual en sus obras.
No me considero una persona versada en el arte, más bien al contrario, no tengo “el ojo” entrenado a su admiración ni una sensibilidad especial a la hora de enfrentarme a una obra. Sin embargo, tenía claro que cuando fuera mi turno de contribuir en mARTEs, quería que fuese con la imagen de un bosque. No estoy segura de la razón, creo que puede deberse a que siento cómo mi relación con la montaña, así como con la vida que allí habita, ha ido evolucionando con los años, marcada por el ritmo de mi madurez. Tal vez, los que hayan tenido la suerte de haber pasado tiempo en un pueblo en la sierra desde la infancia me comprendan en cierta forma.
Una vez llegado el momento de comentar una pintura, emprendí una búsqueda de un paisaje que consiguiera reflejar esa fascinación que siento por la naturaleza y que fuese capaz de transmitirla a aquel que lo contemplase. Entre obras de C. Monet, Van Gogh, J. Constable y otros muchos artistas, descubrí a Frederic Edwin Church. Desde el principio hubo algo en este cuadro que atrajo mi atención, pudo ser el inmaculado horizonte que acaricia las alejadas montañas, el cielo color carmesí que torna cobrizas las imperturbables aguas que parecen sostener el peso de cuanto alcanza la vista o el pequeño pájaro que, situado en las más altas de las ramas, presencia el dorado espectáculo propio del final del día. Todo ello representado de tal forma que un simple vistazo basta para sentir la armonía que reina en este paraje y despertar un deseo en el observador: el de poder, aunque sea una única vez, entrar en una comunión tan profunda con el mundo natural como la que establece este pintor.
Son este tipo de visiones las que más me conmueven, pues me hacen ser partícipe de la grandeza y complejidad de la vida que me rodea. No puedo sino sentirme afortunada de poder ser testigo de cómo toda esa exuberancia cobra sentido a los sensibles ojos del artista».
Hola a tod@s! Para los que no me conozcáis soy Diego Atanasio Galindo Détré y estoy en el 3º año de la ELU. Hoy me paso por aquí para contaros una de mis grandes experiencias que viví hace mes y medio. Tuve la oportunidad de ir a Sudamérica por primera vez en mi vida, pero esta vez no consistía en hacer una visita turística, sino vivir la realidad de la Medicina, carrera que empecé hace ya 2 años, desde otro punto de vista.
Siempre he querido visitar algún país sudamericano, no solo por toda la belleza que ofrece y los increíbles paisajes que tiene, sino por la cercanía en la tradición y la cultura con España. Durante un mes pude empaparme del clima tan acogedor de Perú y vivir como uno más de ellos.
Unos meses antes irme me concedieron una beca de intercambio de investigación, pero el futuro era un poco incierto. En un país donde el Covid-19 seguía acechando gravemente a la población y donde las restricciones eran bastante duras, la estancia en él suponía grandes riesgos. Además, debido a que procedía de un país extranjero era necesario que pasara una semana en cuarentena y siguiera un protocolo estricto, añadiendo el hecho de que estaría en un hospital con pacientes COVID, donde el contagio era una posibilidad bastante cercana. Todo ello me hizo dudar bastante, pero hay algo que finalmente me pregunté a mí mismo: ¿si no me han cancelado ellos mismos el intercambio, por qué debería hacerlo yo? ¿de verdad iba a dejar pasar una oportunidad de oro como esta? Y así es chavales, me tiré a la piscina de cabeza y qué a gustito me sentí.
Un mes antes de irme me cambiaron de destino, ya que Arequipa, la ciudad blanca donde en un inicio estaba destinado, se encontraba gravemente afectada por la variante delta del virus, por lo que fui destinado a Trujillo, la ciudad de la eterna primavera.
Así fue como un 26 de julio con la pechá de levante de Cai y to er caló de Sevilla, me planté en el aeropuerto. Tras casi 35 horas de viaje, entre vuelos, escalas y pequeñas cabezaditas en el aeropuerto, llegué. Y es que queridos amigos y amigas, eso fue increíble. Todo era como os podéis imaginar según se ve en las películas. Era como si entraras en un nuevo mundo. Para empezar me sentía bastante observado, un rubio alto rodeado de personas morenas y bajitas, ya os podéis imaginar cómo llamé la atención jajajajaja. Afortunadamente, al llegar, pude librarme de ese calor sofocante y disfrutar de un poco de frío (que nunca viene mal) y algún que otro chubasco. Por aquel mes eran las vacaciones de invierno y eso hizo posible que pasáramos más tiempo con los estudiantes de allí (digo pasáramos porque como os contaré en esta aventura no estoy solo jejejejeje). El invierno allí era bastante raro a decir verdad. Por la mañana me levantaba con un frío horrible, pero durante el día pegaba un buen sol. La temperatura media era de unos 25ºC.
Lo primero que me sorprendió al llegar fueron los medios de transporte. Para coger el taxi lo curioso era que no había taxímetro, sino que tu tenías que calcular cuanto podía costar según la distancia y aquí viene lo importante: que no os la cuelen por ser de fuera y os peguen un sablazo jajajaja. Otro medio de transporte no tan recomendado eran los microbuses, o microbios como le decían allí (que cada uno saque sus conclusiones). No eran tan cómodos, pero eran mucho más baratos. Poseían los mismos recursos e instalaciones que nosotros, pero la diferencia estaba en que el nivel de desarrollo era mucho menor. Las carreteras estaban peor cuidadas y los coches eran sorprendentes.
Tras una semana de cuarentena, conocí a la familia que me acogería durante toda mi estancia: eran increíblemente cariñosos y siempre se preocupaban por mí. El hecho de poder convivir con una familia te permitía adentrarte aún más en el hábito de vida y en su rutina. Te contaban anécdotas y tradiciones familiares y muchas veces hacíamos actividades juntos cada noche.
Empecé las prácticas en el hospital al día siguiente, donde tendría que ir 6 horas, 4 veces a la semana y para lo que necesitaría coger una van a las 6:30 de la mañana. Este se encontraba en la ciudad de Chocope, a una hora de Trujillo. El resto de días serían seminarios online.
Los hospitales allí funcionan por tres niveles, donde el nivel uno es el más bajo, con los recursos mínimos de atención primaria y el tres era el más alto, donde se hacían todas las cirugías necesarias y de mayor complicación. Nosotros estuvimos destinados a un hospital de ssegundo nivel en el área de Medicina Interna, en la ciudad de Chocope. Nuestra tutora clínica, Joana Magallanes, nos explicaba cómo funcionaba cada área y qué procedimientos se seguían según el paciente. Nos guió durante nuestra estancia y nos ayudó con nuestro proyecto.
Durante el mes que duraría el intercambio tendríamos que hacer un proyecto de investigación que consistía en analizar, a través de las historias clínicas de los pacientes y de los datos que se poseían, por qué la estancia de los pacientes era superior a lo que debía (en nuestro hospital, por ser de segundo nivel, tenía que ser de seis días como máximo). Así, cada día íbamos rotando por el hospital de Chocope, en las distintas especialidades, y en casos concretos íbamos a Casa Grande, un pueblo situado a 10km donde algunos pacientes eran trasladados. Hay días en los que realizábamos actividades para conocer más acerca del sistema de salud peruano. Por ejemplo, dos días estuvimos en una cámara de Gesell, a través de la cual era posible observar cómo discurría una consulta médica y el trato con el paciente; un día estuvimos en la planta de Medicina Interna, donde nosotros mismos debíamos realizar la Historia Clínica del paciente.
Así fue cómo conocimos algunas cosas peculiares del sistema sanitario. Al final de cada mañana acabábamos reventados y al llegar a casa teníamos que preparar las memorias de los trabajos que después expondríamos, pero sin duda alguna merecía la pena, hacedme caso.
El tío de la chica que me acogía tenía una clínica en la ciudad de Chocope y un día me invitó a asistir a una colecistectomía. Era mi primera operación e incluso participé en ella jejeje. Estaba previsto que hiciéramos varias actividades sociales durante nuestra estancia pero debido a la situación COVID se tuvieron que cancelar por el riesgo que suponía para la población (muchas eran tribus y, debido al poco contacto con las ciudades, nos contaban que el acceso a los bienes sanitarios eran muy escasos. Totalmente reacios a la idea del coronavirus, muchos no estaban vacunados o se negaban a ello).
A menudo preguntábamos a médicos o a personas sobre la situación del país y cómo veían el futuro. La mayoría nos contaba tristemente que el problema reside especialmente en la elevada corrupción. Era raro encontrar a un miembro del gobierno que no tuviera antecedentes de extorsión o que hubiera sido acusado por algún cargo mayor de corrupción. Incluso el propio presidente del hospital realizaba tratos o acuerdos que resultaban desconcertantes o en el que indicaba que los precios de los materiales comprados era superior al real (así una gran parte iba destinado a su propio bolsillo). Los jóvenes nos contaban esto con cierta tristeza, ya que muchos de ellos buscaban que el futuro del país fuera a mejor. La situación se veía empeorada por las recientes olas de inmigración procedentes sobre todo de Venezuela, que hacía que la economía del país decayera de forma importante.
Como os estaréis preguntando no todo fue ir al hospital. Pudimos hacer viajes a distintos sitios del país y, claro, con lo grande que era y todo lo que había por ver, era necesario seleccionar. Fui a Chimbote, una ciudad pesquera al sur de Trujillo, donde disfruté del magnífico ceviche y el olor a mar. Una semana después hicimos nuestra pequeña rutita, visitando ciudades como Ica (muy conocida por el Pisco y la leyenda de brujas), Puno (la ciudad más alta a nivel del mar habitable) y Cuzco.
Para mí sin duda la más bonita fue Puno. No solo porque soy un gran amante de la montaña, sino por las preciosas vistas que ofrecía del lago Titicaca y de cómo vivían las poblaciones a esas grandes alturas: la trucha al horno era el plato principal y para hacer frente al mal de montañas tomaban mates, de manzanilla o de coca habitualmente, y podías ver como muchos mascaban la hoja de coca, que te ayudaba para combatir el dolor de cabeza. En esta ciudad puedes ver el prototipo cuando se piensa en un peruano: todos eran bajitos, de cuerpo ancho y veías sus mejillas rojas y vestidos con los trajes típicos de colores muy vivos. Era sorprendente ver cómo eran capaces de subir esas enormes cuestas cargados de cestas de mimbre y bolsas.
Algunos lugares que tuvimos la oportunidad de visitar fueron el desierto de Huacachina (lugar ideal para ver la puesta de Sol); el lago Titicaca, donde todavía habitan tribus, como las islas flotantes de los Uros o la isla Taquile, cuya población no posee nada de electricidad y todo funciona por la mera actividad humana (pero lo mas curioso es cómo su cultura está basada en una sociedad matriarcal y donde los diferentes cargos de la sociedad se distinguen por los trajes que llevan); o la montaña de los siete colores, pero sobre todo, como no podía ser de otra forma, me quedo con Machu Pichu (ojito con la pronunciación). Es ahora cuando entiendo el por qué es una de las siete maravillas del mundo: no diría tanto por el paisaje, sino por la sensación que transmite y cómo te sientes una vez has llegado arriba: es algo increíble, difícil de explicar. Es como si de repente sintieras una energía que te recorre por dentro, tantos años de cultura Inca, esas piedras madres, llevadas desde las grandes montañas de los alrededores, haciendo uso simplemente de la mecánica y de la fuerza humana, con más de 500 años necesarios para su construcción hacen de este sitio algo único. Por un momento sentía que había viajado a otro mundo, que había ascendido hasta lo más alto. Cuando llegas arriba y ves esa inmensidad en lo alto del valle, rodeado del río de Aguas Calientes y de grandes montañas, piensas que eso no ha podido ser un acto humano: debe haber algo más. No es posible tanta perfección al mismo tiempo. Tanto, que por un momento se te corta la respiración y se te pone la piel de gallina.
Como no podía ser de otra forma, las alpacas y las llamas estaban por todos lados. Os diré solo que la llama es más alta y tiene menos pelo, mientras que la alpaca es más bajita y tiene un pelaje increíble. Ya os digo yo que eso es lo más suave que hay, te pones una manta o un poncho hecho de alpaca en invierno y además de no pasar nada de frío estás super a gusto.
Como gran amante de la montaña, para finalizar mi estancia hice una ruta por la ciudad de Huaraz, a la Laguna 69. Son unas tres horas de subida, a 4.604 metros sobre el nivel del mar, rodeado de cascadas preciosas. Aunque el frío y el viento se te mete por los huesos ni siquiera piensas en eso (porque creedme, es para olvidarse con todo lo que hay a tu alrededor).
Perú es bien conocido por su comida, tanto que este año fue el 5º consecutivo en llevarse el premio al país con la mejor gastronomía del mundo. Cada día probaba un plato distinto, y por si fuera poco, la cantidad no se quedaba corta. Os prometo que en mi vida había comido tanto (y con lo que me gusta a mi comer…). Me gusto tanto que hasta yo mismo acababa cocinando para llevarme las recetas a casa jajaja. Todavía hoy echo de menos la papa a la huancaína, el lomito saltado, las mollejitas, el arroz verde, el Shámbar, cabrito, ají de gallina, anticuchos o los riquísimos picarones.
Hay sabores únicos y uno de ellos es el del Maracuyá, ¡madre mía qué bueno está eso illo! No había comida en la que no pidiera una jarra de maracuyá para beber. ¿Habéis oído hablar del maíz morado? Sí, habéis entendido bien: maíz, morado. Y es que la bebida que se prepara con eso, la chica morada, ¡¡¡¡está riquísima!!! ¿Sabíais que en Perú hay más de 6.000 variedades distintas de patatas? Pero me quedo con el camote, la verdad, una patata dulce que con cualquier plato pegaba.
Aunque hay algo que sinceramente no me gusto nada: el café. Os juro que jamás he probado algo tan malo. Allí no le echan ni leche. Tu le pides un café y lo que te sirven es el café echo en cafetera y luego le añades agua caliente. Imaginaos cómo os ponía eso, estabais como una moto todo el día.
Hablando un poco de la cultura y las tradiciones, el país se ha forjado por las influencias que procedían de fuera a lo largo de los años. Cuando preguntaba a los peruanos sobre algunas jergas o el acento característico, me decían: “Perú ha adoptado influencias desde otros países. Muchas palabras provienen de personas que llegaron aquí hace años. Mas allá del “ah ya!” o del “pues” al final de cada frase no hay nada que nos caracterice. Puedes imitar el acento argentino, colombiano o mexicano, pero no el peruano, porque directamente no lo tenemos” ¿Es algo curioso verdad? Como un país se ha forjado a partir de la influencia de otros países y resulta ser un todo.
Aprendí también cómo con el paso de los años, han transformado la cultura española y la han incluido como parte de ellos mismos. Tienen un gran amor por España y cualquier turista español era considerado como uno más de ellos. El caballo andaluz forma parte de muchos de los bailes típicos, así como la guitarra flamenca o la caja. Muchos de los vestidos y de la música te hacen recordar al flamenco.
El baile típico que aprendí de Trujillo, la Marinera, era tan bonito como su significado: el cortejo del hombre hacia la mujer y en el que muchas veces, el hombre se subía a caballo para impresionarla. La danza criolla es propia de las tribus del Amazonas, pero presenta variaciones según la región de Perú. La música era conmovedora. Los instrumentos, como la quena o la zampoña, que caracterizan a Perú tenían un sonido muy relajante. Recuerdo cómo cada noche no podía irme a la cama sin antes oír un fragmento del “Condor Pasa”. Para mí era como la nana que cantas a un bebé y que inmediatamente se queda dormido.
Pero por supuesto todo esto no habría sido lo mismo sin dos grandes personas: Ario y Trifon. ¿Quién imaginaría que se podría forjar una gran amistad entre un italiano, un búlgaro y un español a kilómetros de distancia de sus casas? Un deseo común nos unía: descubrir el mundo, y es que nunca el idioma resulta ser una barrera, sino más bien un reto. Nos aventurábamos solos en un país que no conocíamos, pero que era como si hubiéramos nacido allí. Juntos organizamos e hicimos nuestros viajes y compartimos grandes momentos. Nos sentíamos libres y especiales, y es que la gente que nos rodeaba lo hacía posible. No me acuerdo de cuantas veces en los restaurantes nos ofrecían un aperitivo o nos pidieron que nos echáramos una foto con ellos, e incluso nos invitaban a comer con ellos. Recuerdo que hasta un día acabamos jugando un partido de fútbol en uno de los campos de la ciudad.
En el hospital fue aún más increíble. Cuando vas a un país subdesarrollado puedes pensar que las condiciones allí son ínfimas o que los profesionales no están lo suficientemente preparados pero ¿sabéis que? Allí la carrera de Medicina dura siete años y empiezan dos años antes que nosotros. Nada más que en Trujillo había tres facultades de Medicina y en cada clase cerca de 600 alumnos. Cuando veías a los profesionales estos trabajaban con una dedicación increíble, eran las personas más honestas y con una pasión que jamás había conocido, cada uno con una historia de superación distinta. Es en ese momento donde te das cuenta de lo agradecido que debes estar y de la suerte que tienes de estar rodeado de ellos.
Pero todo tiene un final y así fue como nuestra estancia ponía fin el 31 de julio. Sin embargo, debido a la situación de la pandemia nos retrasaron el vuelo de vuelta y volvimos una semana más tarde (cosa de la que no me puedo quejar). Aún recuerdo aquella despedida en el aeropuerto y cómo acabé con 9 kilos de más en la maleta por querer traerme de vuelta tanta comida y recuerdos jajajajaja, lo que resultó en llevar tres bolsas de mas. De ahí me fui con una sonrisa y una alegría increíble, muchísimos números de teléfonos para llamarnos cada semana (o al menos esa era la idea) y con la esperanza de volver en un futuro cercano.
Sin duda alguna ese mes fue único. A pesar de las circunstancias por las que pasaba el país, con la pandemia y la elección de un nuevo presidente unos días atrás, disfruté al máximo. Descubrí qué es lo que se esconde “al otro lado del charco” y, sin duda alguna, lo más importante para mí fue romper con muchos de los prejuicios o con la imagen que muchas veces se vende desde fuera. Allí la realidad era bastante diferente. La gente se sentía muy agradecida por tenernos allí y compartir con ellos grandes momentos. Nos sentíamos más seguros de lo que creíamos. De todo esto saqué dos conclusiones: lo primero es que viajar es la mayor fuente de conocimiento. No hay mejor forma de conocer el mundo en el que vives y descubrir qué es lo que hay más allá de tu día a día que saliendo de tu entorno. No importa cuán lejos esté o cómo de loco pueda sonar, lánzate. Afortunadamente vivimos en un mundo donde la conexión resulta muy fácil y sencilla. Hay mucho por descubrir y no dejéis que el tiempo lo llegue a consumir. Lo segundo es que los mejores momentos se viven con los demás. No me imagino haber vivido tan al máximo, estando tan feliz y a gusto si no hubiera sido por todas las personas que me acompañaron durante este viaje.
Bueno, después de haberos soltado toda esta historia creo que ya es hora de que me despida. Para todas aquellas personas inquietas y con ganas de descubrir el mundo (que sé que hay muchos entre vosotros), deciros que no tengáis miedo (ojito con que yo os esté diciendo esto). Detrás de cada frontera se esconden personas que merecen mucho la pena, grandes maravillas al ojo humano y con una riqueza más valiosa que cualquier libro que podáis encontrar en una biblioteca. Lo único que necesitáis es una mochila y ¡manos a la obra! que el resto quien sabe lo que será.
Os invitamos a la primera exposición que aúna el conjunto de relatos creados por Ignacio Valle, una personalidad compleja y fascinante que, como esa naturaleza que pretendía explicar, solamente puede entenderse a través de la simplicidad creadora del cuadrado y la curva. Un grupo de alumnos de nuestra Escuela ha tenido la oportunidad de organizar las Expo-Jornadas: ‘Ignacio Valle: La curva y el cuadrado‘ exposición del artista Ignacio Valle Garagorri (1948-2014) que se celebrará en Espacio Ronda (c/ Ronda de Segovia 50, Madrid) del 2 al 17 de junio.
Esta exposición tiene como objetivo celebrar el arte en sus distintas esferas a través de la figura de un artista multidisciplinar que trabajó la pintura, la escultura y la poesía desde una mirada humanista.
Ignacio Valle es curva y es cuadrado: a través de ellos vio y explicó el mundo. Incansable artista, Ignacio Valle Garagorri emprendió una búsqueda en vida que no cesó jamás. Ni siquiera el culmen de su obra, el curvismo, lo sació en su ansia de comprensión. Quiso dar respuesta a su enigmática existencia y sus pasos le llevaron a recorrer África y encontrar al amor de su vida, a aprender de los maestros de la pintura, a ver la realidad a través de los ojos de El Bosco a Mondrian (pasando por Lorraine, Cézanne, Braque) a maravillarse con pensamientos lejanos al suyo. A pesar de su intenso miedo al fracaso, Ignacio Valle vivió apasionadamente, descubrió sagazmente y comprendió hasta el último de sus días.
Las actividades programadas durante la exposición se desarrollarán los días 2, 8 y 16:
Viernes 2 de junio de 2017: APROXIMACIONES A IGNACIO VALLE
19:30 h – 19:45 h
Bienvenida –a cargo de Diana Michelow
19:45 h – 20:00 h
¿Por qué Ignacio Valle? ¿Por qué la Escuela de Liderazgo Universitario? –a cargo de José Luis Parada y Laura Llamas.
20:00 h – 20:45 h
Viajando al mundo de Ignacio Valle Garagorri –a cargo de María Barral y Rubén J. Almendros.
20:45 h – 21:30 h
Cóctel de bienvenida y concierto de jazz –a cargo del grupo Sona’tin.
Jueves 8 de junio de 2017: EL PROCESO CREATIVO: LA UNIÓN ENTRE TEORÍA Y OBRA
19:30 h – 20:00 h
Adentrándose en la teoría curvista –a cargo de Juan Granero.
20:00 h – 21h00
Conversaciones sobre el curvismo –a cargo de Carolina Dolado y Fernando Ron. Con la participación de los artistas Rafa Macarrón y Manolo Oyonarte.
Viernes 16 de junio de 2017: EXPERIENCIAS DE UN COMISARIADO
19:30 h – 20:00 h
Ignacio Valle: aprendizajes de un comisariado –a cargo de Javier Jiménez y Diego Cerrillo.
20:00 h – 20:30 h
Clausura –a cargo de Diana Michelow y acompañantes.
20:30 h – 21:00 h
Lectura de poemas y escritos de Ignacio Valle –a cargo de los alumnos de la ELU.
La exposición se podrá visitar de 10-14 horas y de 17-21 horas del 2 al 17 de junio.
Es importante confirmación de la asistencia a través de este formulario: