Acción Social

Vida ELU

ELU Zaragoza colabora en la Gran Recogida de Alimentos

Por: ELU Admin

Jaime de Francisco, 2º ELU

A lo largo del último fin de semana de noviembre, se llevó a cabo a nivel nacional la Gran Recogida de Alimentos organizada por parte de la Federación Española de Bancos de Alimentos. Desde el sector zaragozano, o más coloquialmente “maño”, de la ELU pensamos en que sería una gran idea colaborar en dicha iniciativa pudiendo poner en práctica nuestra vocación de servicio.

Para amoldarnos a los horarios de cada uno, nos dividimos en 2 grupos. El primero se encargó de asumir la recogida durante la tarde del 24 y, por lo tanto, el segundo durante la del día siguiente. Una vez nos asentamos en nuestros puestos, nos pusimos manos a la obra. Nuestra función en el supermercado constaba principalmente de tres partes: recoger los alimentos de quienes querían hacer donaciones de productos, asesorar o resolver dudas a quienes nos venían a preguntar e incitar a que los clientes donasen promoviendo la solidaridad.

A lo largo de todo el tiempo que estuvimos allí, se dio el encuentro con numerosas personas, entre los cuales hubo algunos que no discurrieron tal y como todos hubiésemos deseado. No obstante, reparabas en que todo merecía la pena cuando alguien venía con una sonrisa a realizar su aportación y te agradecía la labor que estabas haciendo.

A pesar de que fueron dos ajetreadas tardes, moviéndonos de un lado para otro y hablando con un mayúsculo número de personas, nos quedó tiempo para poder ponernos al día entre los elus. El gran tema de conversación fue lo ocurrido durante el Primer Fin de Semana del curso 23/24 que tan reciente teníamos, acerca del que compartimos nuestras vivencias y sensaciones.

En definitiva, fue una preciosa manera de aprovechar la tarde entregando nuestro tiempo y esfuerzo por el bien de quienes más lo necesitan con una compañía inmejorable, quedando plenamente convencido de que todos quienes participamos salimos de aquel “súper” con el corazón más lleno en comparación a como lo traíamos.

Estamos deseando que llegue la próxima oportunidad para poder reunirnos y a su vez, colaborar en torno a otra causa común. ¡Hasta pronto!

Vida ELU

Una gota de agua más – Clara Sobrino

Por: ELU Admin

Clara Sobrino Hernández, 4º ELU

¡Hola amiguelus! Soy Clara Sobrino de Madrid, cuarto de ELU y estudiante de doble grado en Derecho y Relaciones Internacionales en la UFV. Me resulta procedente escribir este comentario acerca de una de mis experiencias en voluntariado siendo el lema de este año “toda acción es esperanza”. Para mí es una sentencia muy significativa, porque nos indica que el mero hecho de estar vivos implica un anhelo y un deseo, desarrollarnos en una actitud expectante, esperanzadora. Yo personalmente no he encontrado mayor cumplimiento de esta afirmación que con el servicio. He realizado todo tipo de voluntariado: en residencias, comedores sociales, repartiendo comida, en hospitales, con personas con diversidad funcional, personas sin hogar, familias en riesgo social…y hubo un verano que tuve la inmensa suerte de poder irme más de un mes con la asociación Misión Cebú a Bilirán, Naval, Filipinas.

Decantarme por una experiencia que contar en concreto es complicado, y lo natural sería hablaros de mi vivencia en las islas asiáticas, el lugar más fascinante y bonito del globo. Pero para sorprender y rebajar la clase de voluntariado a uno más accesible que todos nos podemos permitir (porque es complicado actualmente por COVID o a nivel económico hablar a gran escala), prefiero comentaros mi experiencia en el Hogar Don Orione, situado en Pozuelo de Alarcón.

He colabora mucho con esta fundación y siento un gran afecto y admiración hacia ellos. El centro acoge por unidades a hombres con distintos grados de diversidad funcional (mayoritariamente graves), personas con discapacidad, pero que desde que estoy allí he aprendido a denominar como personas con capacidades especiales. Y esto se demuestra de forma genuina en la experiencia, porque estos chicos en vez de carecer de ciertas aptitudes poseen otras que nosotros no, y por ello es tan importante conocerlos y convivir con ellos.

El verano del 2017 pude disfrutar a finales de agosto con la unidad amarilla del centro, de lo que eran sus vacaciones en Cercedilla. Llegué algo apurada y no voy a mentir, asustada. Nunca había vivido nada parecido en mi vida y ahora tendría a mi cargo en parte a hombres de entre cuarenta y setenta años, poco civilizados y difícilmente controlables y previsibles en sus acciones y movimientos. Al principio sentí tensión y algo de miedo, pero al poco tiempo, estos chicos derritieron mi manera de mirarlos e hicieron que bajara la guardia por completo. Además me acompañaba un gran grupo de amigos también como voluntarios, por lo que no podía ser mejor plan.

Estábamos todo el día con los chavales: de comidas, meriendas, cenas, en el tiempo libre, ayudándoles a asearse, a recoger sus cosas, jugando, bailando, en la piscina, tomando algo en la plaza del pueblo y dando largos paseos entre el bosque y la montaña. De allí me llevé muchísimos regalos y enseñanzas, pero diría que me quedo con una idea principalmente: que la grandeza se revela únicamente a través de lo sencillo, humilde y pequeño. Es decir, a través de ellos. Y esta es una constante que se me sigue presentando a día de hoy.

Estos chicos del Hogar de Don Orione gozan de una ultra sensibilidad y empatía, comprenden perfectamente las emociones de los demás y actúan en consecuencia. Diría que muchos de nosotros somos limitados en el dar porque al final somos más individualistas, sin embargo ellos solo entienden su vida en una clave de amor constante e insaciable. No se cansan de recordarte a través de sus actos que eres relevante, que les importas y se alegran de que estés cerca acompañándolos y ofreciendo tu ayuda. Tal vez no te den las gracias de forma directa, pero no es relevante porque al final la gratuidad de su amistad te la conceden ellos principalmente, por lo que el “gracias” es para ellos.

Muchas veces las personas con capacidades especiales son rechazadas, despreciadas y excluidas dentro de la sociedad. Malas caras, repugnancia, violencia verbal, bullying… son situaciones que lamentablemente algunos de nosotros hemos sido seguro testigos en nuestras vidas contra este grupo.

Legalmente, su sola condición es motivo suficiente como para poder abortar hasta el final del quinto mes de embarazo, la única excepción que se da ya entrando en la recta final de la gestación desde 1985. Tal vez deberíamos revisar si estamos practicando nuestra humanidad con ellos, si estamos atendiendo como se merece esta causa. Yo, que he sido infinitamente privilegiada de vivir esta experiencia y poder haber seguido yendo a verlos, que literalmente me he hecho amiga de algunos de ellos (también de los trabajadores de allí, de los que también se debería escribir aparte porque se merecen una oda), no os puedo recomendar otra cosa que tratar de hacer un voluntariado con personas de diversidad funcional. Si creéis que no es lo vuestro por algún motivo no os preocupéis, también esta bien; pero entonces os pediré que les tratéis como iguales cuando os crucéis con ellos, porque se merecen el mismo respeto y trato digno que cualquiera de nosotros. Bueno, me equivoco, se merecen aún mejor trato y respeto que cualquiera de nosotros, porque nos dan mil vueltas y son mejores que nosotros en cuanto humanidad y amor.

¡Algun día contaré otra experiencia de voluntariado, pero por hoy me despido! ¡Caminamos juntos!

Vida ELU

Volunfair, por Olivia Alarcón – Una gota de agua más

Por:

Olivia Alarcón Prieto (2º ELU)

El pasado miércoles 10 y jueves 11 se celebró, en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la UPM, la sexta convocatoria de VOLUNFAIR una feria que nació de mano de unos pocos estudiantes que supieron responder a un deseo profundo de hacer de la universidad un sitio verdaderamente privilegiado. Un sitio que fuese más allá de la obtención de unos conocimientos técnicos acerca de la ingeniería. Formaron lo que ya hoy se conoce como la feria de voluntariado universitaria más grande de España.

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Algunos de los alumnos de la ELU (Alberto Reina, María López, Cristina Llordén, Jaime L.Espada y Olivia Alarcón) tuvimos, un año más, el privilegio de asistir y formar parte de algo tan grande como esto. En un comienzo de curso verdaderamente incierto, sin horarios definidos, fechas de exámenes continuamente cambiantes, asistencia a las clases prácticamente nula… en semejante ambiente había algo que todos los voluntarios de VOLUNFAIR tenían claro: VOLUNFAIR siempre tendría reservado un hueco en nuestros calendarios. Sin movimientos, sin flexibilidades innecesarias y sin importar las circunstancias. Algo así tenía que prevalecer. Organizar algo así siempre merecía la pena.

Así fue que, con unos jefes magníficos a la cabeza de cada departamento y con la creatividad de los miembros de VOLUNFAIR, la puesta en común de ideas, la práctica ingenieril de a un problema solución rápida y eficiente… todo hizo posible que VOLUNFAIR 2021 fuera real.

Este año la feria acogía, una vez más, como speaker a Pablo España, nombrado esta misma edición “Padrino de VOLUNFAIR” debido a su gran implicación y disposición a participar en la feria los últimos años y hacer de ella casi, casi como una casa más. El primer día compartió coloquio con, ni más, ni menos que Toni Nadal quien nos hizo partícipes de alguna de sus experiencias entrenando a su sobrino. Toni, sin duda alguna, exhaló más de una palabra de aliento para los jóvenes ingenieros que tuvimos la suerte de poder coger sitio en el tan limitado aforo del salón de actos de la ETSII. Los demás se conformaron con la retransmisión en vivo. Toni y Pablo coincidían en que es la actitud la que condiciona el éxito. El éxito no es un partido ganado; hay partidos que ganados, sale uno perdedor y otros en los que habiendo perdido, se sale más vencedor que nunca. Decía el reconocido entrenador, “el drive nos hizo ganar puntos, la actitud nos hizo ganar partidos” .

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Al día siguiente, fue la experiencia, la humildad y la respuesta real a la necesidad las que vinieron a visitarnos de mano de María y Pati (que no pudo estar presente) de Los Ángeles de Kenia, fundado con el objetivo de realizar labores humanitarias en este país, y Javier Pérez-Minguez de la Fundación Ana Carolina Díez Mahou cuya misión es de mejorar la calidad de vida de niños y familiares con enfermedades neuromusculares genéticas, las cuales provocan la invalidez a más de 60.000 personas en España. La sinceridad y transparencia con la que se desarrolló este coloquio nos dejó absolutamente impresionados. Descubrir que la vida de uno cobra sentido en cuanto al otro, en cuanto a la respuesta valiente a unos ojos que piden ayuda y que un mínimo gesto puede, realmente, suponer una gran diferencia para el vulnerable.

VOLUNFAIR fue, un año más, una toma de conciencia con la urgencia existente para salir de nuestras burbujas de confort y darnos cuenta de que en cada esquina hay alguien que podría necesitar nuestra mano voluntaria empezando en nuestras familias y con nuestros amigos. No es necesario un viaje a un país remoto y con pobreza, no es necesaria la enfermedad de un familiar… solo con mirar, mirar con ojos predispuestos, podrá uno encontrar aquel sitio en el que su presencia suponga la liberación, en alguna medida, del peso del sufrimiento inevitable del ser humano.

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Una gota de agua más – Alberto Pradas

Por:

Volver a poder salir a la calle y vernos después de dos meses de confinamiento supuso un acontecimiento que nos abría cautelosa pero progresivamente las puertas a lo que parecía volver a recuperar nuestro anterior ritmo de vida. No debíamos confiarnos y se nos urgía a ser celosamente prudentes, a adaptar nuestro comportamiento a las circunstancias, quedando aparentemente subrogada nuestra libertad individual ante el cuidado del bien común. Sin embargo, me siento inmensamente agradecido por haber podido saber encontrar y poner en práctica mi libertad en un momento en que aparentemente más limitada podría estar, cambiando con ello mi manera de ver las cosas.

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“El hombre hace planes y Dios se ríe de ellos”. No poder realizar finalmente el planeado viaje de verano con los amigos causaría que buscara alternativas para dedicar mi tiempo durante el mes de junio. Fue así como mi madre me propuso que me acercara a preguntar si necesitaban voluntarios en el departamento de Cáritas de mi parroquia, Nuestra Señora del Carmen (Pozuelo de Alarcón, Madrid). Fue así como fui un lunes por la mañana y era tal el volumen de trabajo que tenían, que al minuto de haber entrado por la puerta ya me pidieron si me podía quedar ayudando. Y ciertamente era necesaria, pero continúa haciendo mucha falta ayudar en estos tiempos tan difíciles. Poder colaborar como voluntario me permitió conocer de primera mano las necesidades y dificultades de cientos de familias (en la base de datos llegaron a estar apuntadas 900 personas ayudadas directamente a través de Cáritas), pero a su vez descubrir la voluntad de compromiso y solidaridad de muchas personas de las que ante la dificultad salían dar lo mejor de sí mismas. No podría haber encontrado una mejor experiencia de responsabilidad social, de interacción con el otro y a raíz de la comprensión de su situación, convicción para hacer de su satisfacción nuestra misión.

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Desde el primer día que empiezas a ayudar, notas personalmente que la persona que sale no es la misma que ha entrado unas horas antes. Has podido ver la realidad con tus propios ojos, tocarla con tus manos, has tenido el poder y libertad de decisión para participar de ella y hacerlo escogiendo ofrecerte a los demás. Descubres que la ayuda que tú puedas prestar resulta minúscula en comparación con lo que tú recibes en forma de agradecimiento sincero y satisfacción personal. Así se te brinda una experiencia de humanidad inigualable, que provoca que una vez que empiezas no quieras dejarlo, porque de una manera o de otra, descubres que eres tú quien más necesita del otro, resulta que eres tú el principal beneficiario del contacto con los demás. De esta manera, lo que iba a ser algo temporal para unas semanas acabó “enganchándome” a acudir durante casi dos meses.

Desde mi opinión personal, creo que la lección que la actual coyuntura me ha enseñado es que lo que la sociedad requiere de cada uno de nosotros es dar amor: darnos a los demás desde el alcance de nuestras posibilidades. En mi caso ha tenido que llegar una pandemia apocalíptica para hacerme despertar y darme cuenta, pero gracias a la libertad he sido capaz de afrontar la situación desde una actitud constructiva y que prestara un servicio al otro desde lo que está en mi mano. Es indescriptible explicar la tormenta de alegría que sobreviene cuando descubrimos la libertad que cada uno poseemos, pero resulta todavía más maravillosa cuando a continuación no rehuimos de ella y nos encaminamos hacia la realización. Ya lo apuntaba el Principito: “cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer”.

Alberto Pradas

Vida ELU

Una gota de agua más – “Una sonrisa por Navidad”

Por:

¡Hola a todos!,

Por 2º año consecutivo los elus de Zaragoza tenemos la inmensa suerte de poder participar en la campaña “Una sonrisa por Navidad” añadiendo nuestro pequeño granito de arena. Este año como no podía ser de otra forma, los organizadores de la campaña, la ONG Cooperación Internacional (CIONG), ha adaptado la forma de entrega de los regalos a la actual delicada situación que vivimos con la pandemia. Por desgracia esta vez sólo podemos acercar los paquetes a las puertas, y no abrirlos con los niños y ver su ilusión como en ediciones anteriores.

Agradezco a mi buen amigo Rocky desde hace años su predisposición e interés para que esta pequeña acción sea una realidad por 2º año. Él dedica gran parte de su tiempo desde hace años durante el curso a otros proyectos que lleva a cabo la ONG con decenas de familias en el mismo barrio de San Pablo.

Creo que los más reconfortante de este pequeño esfuerzo es tener la suerte de hacerlo con Rocky, y que nos cuente la evolución del proyecto con los chavales y ver como año a año, se van recogiendo los frutos gracias a su esfuerzo y el del resto de voluntarios que ayudan permanentemente durante cada curso.

Nos despedimos de vosotros hasta pronto, agradecidos por haber podido ayudar un poco con este proyecto, y por la lección de vida que los voluntarios de CIONG nos dan como ejemplo de vivir con alegría y plenitud el presente, sin dejarse condicionar, ni alterarse gravemente por sus circunstancias. Y es que esto tiene que ver mucho con la felicidad, una conquista de cada día que nadie puede hacer por nosotros.

Ignacio Pueyo

Sin categoría

Gloria Rodríguez – Una gota de agua más

Por:

¡Hola familia! Soy Gloria y os quería hablar sobre UN INICIO, un proyecto de catering social que en la situación que estamos viviendo ahora, ha comenzado a ayudar a las familias más necesitadas.

UN INICIO es una entidad que conozco bien porque surgió impulsada por mi madre, mi hermana y otros amigos. Se dedican a acompañar, formar, educar y emplear a jóvenes pertenecientes a ciertos colectivos en desigualdad de condiciones a través de la gastronomía. Sin embargo, dada la situación, como muchas otras empresas, se han visto obligados a reinventarse. Entre otras cosas, han decidido acompañar a las familias vulnerables que sufren los efectos de esta crisis, preparando cajas de alimentos y llevándolas a sus casas. Comenzaron este proyecto gracias a las donaciones de terceros y han llegado a ayudar a más de 6000 personas. Debido a la cercanía con estas familias, han visto que hay muchas que están pasando por situaciones complicadas, y este número no hace sino crecer. Es por esto que, gracias a los voluntarios que se están ofreciendo, se está pudiendo ayudar a casi 1000 familias a las que se visita de forma recurrente con la intención de acompañarles y ofrecerles cajas solidarias.

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A lo largo de la cuarentena, mi madre y mi hermana llegaban a casa todos los días impactadas por la situación tan difícil que se está viviendo. Ellas nos contaban con detalle lo que iban haciendo, lo que iban viendo, la gente con la que se han ido encontrando, y cuanto más nos contaban, más ganas nos entraban de ir a echar una mano. Sin embargo, dada mi situación en la universidad, veía que lo que se me ponía ahora delante era asistir a mis clases y enfrentarme con el estudio. Y esto ha sido difícil, porque no entendía por qué me encontraba un sábado por la tarde estudiando mientras toda mi familia estaba repartiendo cajas de alimentos.

Mi tía, a la que le pasa algo parecido, porque está también trabajando y se muere de ganas de ayudar, me decía que para ella fue clave recordar la frase de Santa Teresa de Calcuta “No es tanto qué hagas, sino en qué pongas el corazón”. Y es verdad, porque igual que marca la diferencia la ayuda que están dando desde UN INICIO, marca la diferencia cómo me ponga yo delante del estudio, por qué estudio. Pero como soy un poco cabezota, aun así insistí en que si podía hacer algo para ayudar desde casa, que contaran conmigo. Y así fue, me propusieron llamar a las familias para ver cómo ayudar, a quienes llevar la caja y qué necesidades había. Y eso he estado haciendo en estas últimas semanas. Ha sido algo realmente impactante. Al final estamos encerrados en casa, sin saber bien qué sucede fuera, y de repente te chocas con una realidad que, aunque supieras que está, yo al menos no era del todo consciente. Durante la cuarentena, en mi cuarto, me era muy fácil caer en mis problemas y mis quejas, y sin embargo estas llamadas me han hecho mirar esta situación con una perspectiva más amplia.

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Me ha sorprendido también darme cuenta de que estas familias sí, necesitan ayudas y alimentos, pero más que eso necesitan estar acompañados. Me ha pasado ya con varias personas que me cuentan que están solas y se echan a llorar, agradeciendo infinitamente el poder hablar con alguien.

A raíz de esto, he empezado a llamar a algunas personas que están solas simplemente para hablar. El pasado viernes llamé a Verónica, que anteriormente me contaba que estaba sola y pasándolo muy mal, y cuando colgué no daba crédito a lo que acababa de pasar. Yo la llamaba con la intención de charlar un rato, de acompañarla un poco, y cuando colgué, esta mujer me había dado mil vueltas. Verónica me contaba que durante este tiempo había empezado a leer libros de la carrera que dejó en el pasado, simplemente por amor al arte, por enriquecerse, y me decía “Si es que yo soy muy curiosa, a mí me gusta leer de todo, y ahora que tengo más tiempo, no pierdo oportunidad. Algunos compañeros me dicen que por qué leo eso si no me va a servir para el trabajo, sin embargo yo creo que esto es una riqueza que no tiene precio.” Y yo me veía estudiando con pereza, y sin ilusión, y de repente Verónica me recuerda que no es tanto para qué estudies, sino porqué, qué tiene de atractivo ahora aquello que he decidido estudiar.

También me contaba la situación de falta de compañía que estaba viviendo, no solo a nivel físico sino que veía cómo muchos de sus amigos le habían dado la espalda en esta situación, que se sentía sola. Y esto me hacía ver lo afortunada que soy, que tantas veces, y en estos días, miro más lo que me falta, lo que me gustaría que sucediera, y no lo que ya hay, empezando por tener una familia. Verónica me había ayudado mucho más que yo a ella, y como dice un amigo, vi cómo efectivamente la vida está para darla, ya sea repartiendo cajas de alimentos, estudiando o con una simple llamada.

Por último, quería hacer un llamamiento para animaros a colaborar como voluntarios. Desde UN INICIO cada vez reparten a más familias y necesitan ayuda para ello, por eso os animo a, si tenéis un hueco y ganas, apuntaros y echarnos una mano. Podéis repartir cajas de alimentos con vuestro padre, vuestra hermana, o algún amigo; o venir a ayudarnos a montarlas. ¡Gracias familia!

Uninicio

Vida ELU

Acción Social en Madrid

Por:

“La Acción Social que organizamos en Madrid tuvo lugar en una de las casas de las Misioneras de la Caridad donde dan hogar, cuidado, atención y cariño, por un lado, a enfermos de SIDA, y por otro, a ancianos. Nuestro papel allí fue de disponibilidad y servicio, fuimos a lo que nos pidieran, a ayudar en aquello que necesitaran. Al llegar nos dividimos en dos grupos: los chicos estuvimos ayudando a los enfermos y las chicas estuvieron acompañando y ayudando a los ancianos.

Las labores fueron de lo más variopintas, desde doblar sábanas o fregar el suelo a dar un paseo con los enfermos y jugar con ellos al dominó. Con los ancianos, lo que mejor pudimos hacer fue escuchar, atender humilde y pacientemente y aprender de la historia de sus vidas.

Fue una muy buena forma de ponernos en juego, de regalar a los demás algo de nuestro tiempo y de aprender mucho de estas personas. Decía un santo que es dando como se recibe, y así lo comprobamos nosotros. Dimos un poco de nosotros, recibimos muchísimo más, aprendimos y nos llevamos mucho de todas estas personas con las que pudimos compartir la mañana. Esta jornada que pasamos con los enfermos y los ancianos fue muy buen ejemplo de aquello de que la felicidad solo es real cuando es compartida. Las alegrías crecen y las penas disminuyen cuando compartes y te compartes”.

Jorge Paredes

Vida ELU

Acción Social en Valencia

Por:

“Cuando Cris dijo de hacer esta acción social, a todos nos hizo mucha ilusión. La idea es ayudar a preparar comida durante la mañana para poder repartirla a los amigos de la calle durante la tarde.

En cuanto llegamos la sensación era de cooperación. Todo el mundo estaba haciendo algo, tenía las manos ocupadas y si no, preguntaba para ayudar lo máximo posible. Con delantal puesto y un pelapatatas en la mano, nos pusimos a cortar y prepararlo todo. Por delante de nosotros desfilaron todo tipo de hortalizas que luego pasarían a formar parte de la sopa que estaban haciendo para repartirla en termos por la tarde. Después limpiamos y volvimos a ponernos manos a la obra para preparar los bocatas que se repartirían junto a la sopa. Mientras nos encargábamos de ayudar con la comida, otras personas envolvían postre, pero todos nos ayudábamos entre todos.

El ambiente de voluntad y de hacer el bien pero desde la humildad y sin buscar grandes reconocimientos, el buen rollo entre todos y compartiendo experiencias vitales, todo eso, hace que sea una acción social que cala hasta los huesos. Creo que es lo más cerca que he estado del servicio a las personas voluntariamente y vivido desde la felicidad“.

Marta Morcillo

“Si la mañana había consistido en preparar la comida, toda la tarde se enfocó a preparar el reparto para hacerlo lo más organizado posible. Envasamos la sopa, envolvimos la comida, llevamos cajas a la furgoneta y el caos debido a la cercanía del momento al que llevábamos un día entero preparándonos se empezaba a notar. Sin embargo, nada de eso le robaba a nadie la sonrisa de la cara.

Para nosotros, lo más impactante fue sin duda el momento en que uno de los propios amigos de la calle eligió como regalo de cumpleaños poder venir a ayudar a prepararlo todo. Pequeñas cosas como esas nos hacen pensar si le damos valor a las cosas que realmente lo merecen.

Finalmente, tras todo un día de trabajo, la gente empezó a llegar preparados para llevarse la comida por las diferentes rutas establecidas, no sin antes decirnos lo mucho que valoraban ver a jóvenes involucrados en su causa. Fue muy bonito sentir que nuestra colaboración había ayudado a sacar adelante el trabajo. De esta forma, a las 7:30, nos dimos las manos, nos deseamos buen reparto, y nos dirigimos a la parada de “Botánico” para encontrarnos con los amigos”.

Ignacio Lasala

“No soy capaz de contar todas las veces que me había planteado realizar esta actividad, sin embargo, cada domingo surgía algo que me permitía convencerme de que el domingo siguiente sería el que participase.

Cuando más estresada estaba, cuando más trabajos, proyectos y disertaciones debía presentar, justo en ese momento, por distintas razones, Amigos de la Calle necesitaban nuestra ayuda. Así que, con un par de colegas de la universidad, Marta e Ignacio, fuimos para allá sin pensárnoslo dos veces. Ahora, con un poco de perspectiva, puedo ver que todo encajó como las piezas de un puzzle, esa actividad fue mi válvula de escape sin esperarlo. Sin darnos cuenta, nosotros los necesitábamos muchos más a ellos.

Como han contado mis compañeros, cuando salíamos del recinto hacia el reparto estábamos molidos, exhaustos físicamente, pero expectantes como nunca. Éramos una mezcla entre emoción, cansancio, ganas de ayudar y preocupación por ver qué, o mejor dicho, quién, esperaba la llegada de todo lo preparado durante el día.

He de reconocer que fue, como poco, una experiencia impactante. No únicamente por la dosis de realidad que supone ser consciente de la cantidad de personas que necesitan algo tan básico como el alimento, sino por el agradecimiento sincero en sus gestos y palabras. Familias enteras, jóvenes solos, acompañados, hombres y mujeres de todas las procedencias y edades hicieron que desechásemos prejuicios sobre el sinhogarismo y la mendicidad, que pudiésemos comprobar cómo la gente, de verdad, los consideraba amigos.

Esta experiencia apresurada y surgida por casualidad terminó siendo un punto de inflexión en la dinámica de vida y valores de todos los que participamos en ella. Los amigos de la calle, todas y cada una de las personas que trabajan día a día sin descanso ni remuneración para mantener el proyecto a flote y todos los que creen realmente en la importancia de la cooperación, nos mostraron que efectivamente, la felicidad sólo es real cuando es compartida”.

Cristina Pastor