Sara Sanchis

Vida ELU

Elus por el Mundo – Sara Sanchís

Por: ELU Admin

¡Hola a todos! Soy Sara Sanchis, ELU de cuarto y estudiante de Ingeniería Aeroespacial en la Universitat Politècnica de València. Hace un mes acabé mi Erasmus en Suecia, concretamente en una ciudad que se llama Linköping, donde he vivido una de las mejores experiencias de mi vida. Os cuento cómo ha sido esta aventura para mí.

Antes de empezar la carrera yo ya fantaseaba con la idea de irme de Erasmus, así que cuando se me presentó la oportunidad no me lo pensé dos veces. Entre las destinos que ofertaba mi universidad escogí Linköping, una ciudad sueca que no ha dejado de sorprenderme. Aún recuerdo el día de mi llegada con dos amigos de clase (Carlos y Óscar, que ahora son casi como hermanos), después de un vuelo de 4 horas y un autobús de otras 4. Esa Sara no era consciente de lo que iba a vivir en los próximos meses.

En University of Linköping (LiU) nos prepararon una semana de bienvenida, donde no pudo dejar de impresionarme el ambiente tan internacional que se respiraba. LiU tiene cuatro campuses entre Linköping, su ciudad gemela Norköping y Estocolmo, y todos los estudiantes estuvimos reunidos en Linköping durante esa primera semana en la que nos presentaron la universidad (con túneles subterráneos para moverse entre los edificios en las grandes nevadas de invierno) y nuestros estudios, nos prepararon FIKA (un café y unas pastitas que estaban buenas no, lo siguiente), barbacoas, y nos dieron entradas gratis para un festival en el que actuaban cantantes suecos bastante famosos como Tove Styrke.

En cuanto a la gente, Carlos, Óscar y yo (que además de la carrera también compartíamos casa), nos juntamos con estudiantes internacionales de todos los rincones del mundo: Afganistán, Francia, Bélgica, China, Siria, Estados Unidos, Alemania, Chile o México, además de muchos españoles (al final no podemos evitar atraernos entre nosotros).

Con respecto a los locales, de primeras los suecos pueden parecer algo paraditos, pero en seguida que te acercas a hablarles (si no das tú el primer paso será difícil que te digan algo por iniciativa propia), son los primeros que se interesan por conocerte y enseñarte su cultura. Al parecer los suecos están enamorados de España. Muchos de ellos chapurrean español y conocimos unos cuantos que hablaban casi como nativos, así que siempre que se enteraban de que alguno éramos de allí nos pedían practicar con nosotros, o que les hablásemos de nuestra cultura y les hiciésemos alguna paella o tortilla de patata.

El frío era una de nuestras mayores preocupaciones, pero como sólo estuvimos el primer cuatrimestre, lo más que llegamos a vivir fueron -10 ºC. Con un buen abrigo y unas botas para la nieve se podía hacer vida normal. Donde sí que pasamos frío fue en un viaje a Gotemburgo. Fuimos con unos amigos a vivir la auténtica experiencia sueca según nos dijeron. Al parecer aquí es típico vivir un contraste de temperaturas con lo que llaman un bautismo de hielo, así que nos llevaron a una sauna que estaba pegada al mar, que tenía una capa finísima de hielo (estábamos a -2 ºC), y tuvimos que bañarnos en el mar y después meternos en la sauna. Al meter el cuerpo en el agua congelada, dejamos de sentirlo, casi no nos respondía, así que nadie aguantó más de 15 segundos ahí dentro y nos fuimos corriendo a la sauna. Hubo algunos valientes que repitieron unas cuantas veces más después de haber entrado en calor, y una semana después estaban todos perfectamente menos yo, que cogí un catarro tremendo y estuve afónica dos semanas
(mala suerte me imagino).

Al final el frío se llevaba bien. Lo que más nos chocó fue la oscuridad. A las 2 y media del mediodía, mientras estábamos acabando de comer (no conseguimos hacernos al horario sueco y comer a las 12:30), veíamos cómo se ponía el sol en invierno. Pasar tantas horas sin luz es algo que nos descolocó, pero al final nos adaptamos llenándonos la tarde de cosas que hacer. Los suecos combaten esta falta de luz haciendo mucho deporte (y comiendo gominolas, que les encantan), así que me apunté al gimnasio de la universidad con algunos amigos, donde tenían una oferta de actividades enorme, de la que nosotros nos quedamos sobre todo con entrenamientos y partidos de voley y a badminton.

Y respecto a los estudios la verdad es que no puedo estar más contenta. Aquí el cuatrimestre lo dividen en dos periodos, y he podido aprender muchísimo sobre optimización estructural y diseño de aviones, en un ambiente exigente pero mucho menos estresante que en España. Tienen muy calculado las horas que debes dedicarle a cada asignatura para que todos los días tengas tiempo para ti y puedas montarte algún viaje de vez en cuando.

Uno de los viajes que no voy a olvidar es el de Polonia. Óscar y yo nos fuimos a descubrir Varsovia y Cracovia durante 6 días en los que probamos la gastronomía local (que estaba buenísima) y nos empapamos de su historia, pudiendo ver de primera mano cómo vivieron y las consecuencias sociales de la Segunda Guerra Mundial y saliendo sobrecogidos del museo de Schindler y de Auschwitz.

Hace un mes cerré esta etapa de mi vida, marcada por un aprendizaje en todos los aspectos, y en la que me he conocido más a mí misma. Vivir en el extranjero y adaptarse a una cultura completamente distinta a la tuya (donde no había vida en las calles, todos se juntaban dentro de casas y a veces parecía una ciudad fantasma), presentan retos que te ayudan a crecer y valorar todas las facilidades que tenemos en casa.

Ahora es cuando soy consciente de que ya he acabado esta experiencia que me va a acompañar siempre, y me quedo con todo lo bueno que me ha dado, con todas las personas que he conocido y con quien tanto he reído, compartido y vivido. Si tenéis la oportunidad de iros de Erasmus, aprovechadla, porque será una de las mejores experiencias de vuestras vidas y os dejará con ganas de repetir.