Elus por el Mundo – Kike Mochales
Por:
Kike Mochales, 4º de la ELU
¡Muy buenas a todos!
Es increíble cómo vuela el tiempo. Hace 450 días estaba por esta sección de la newsletter hablando de mi experiencia en Bruselas, sin saber qué era el coronavirus y sin imaginarme que ahora os estaría hablando de mi experiencia a 9000 km de casa. Mi nombre es Enrique Mochales y estoy cursando este semestre en el Tecnológico de Monterrey, en Monterrey, México.
Cualquier persona que me conozca sabe que soy una persona muy inquieta y que disfruta muchísimo viajando. Tras mi experiencia en Bruselas, quería seguir viviendo y exprimiendo la etapa universitaria fuera de mi querida Sevilla, y entre las opciones que tenía, México era la que más me llamaba la atención. Solo había un mini obstáculo que superar: el convencer a mis padres, estando yo en Bruselas para irme a México. Pero he de decir que tampoco fue muy complicado.
¿Habéis visto la película Coco? Bienvenidos a México. Una gastronomía deliciosa a la par que picante, chilaquiles, tacos, enchiladas, mole, tequila, mezcal, margaritas…; la gente súper amable y cercana; los mariachis de Guadalajara; las playas de la Riviera Maya, las montañas de Monterrey o la cultura desbordante en Chiapas, Puebla o Oaxaca hacen de este país un país increíble. No era consciente de que me venía a estudiar tan lejos de casa, pero estaba seguro de que iba a ser una experiencia increíble y así está siendo.
Monterrey es la segunda ciudad más poblada de México, por detrás de Ciudad de México. Es una ciudad cuya extensión es enorme, delimitada por cerros y fronteriza con Texas, lo que explica la gran influencia americana que existe en la región. Un claro ejemplo de la dependencia americana fue en febrero, cuando tuvimos un temporal de heladas, llegando a estar a -11º, sin luz ni agua, ya que a Texas no le era posible mantener el suministro eléctrico para sus habitantes texanos y los del estado de Nuevo León. Y yo con mi ropa de verano… Un show jajaja.
En la actualidad, Monterrey es azotada por una gran inestabilidad tanto política como social. No se recomienda el andar por la calle y cualquier traslado tiene que hacerse en Uber. No es poco habitual encontrarse con militares armados por las calles, e incluso retenes en mitad de las carreteras, donde los policías comprueban los coches uno a uno de una manera totalmente arbitraria. Pero quitando esto, y como dicen los centroamericanos, “es seguro, siempre y cuando no te metas donde no te tienes que meter”.
Vivo en un piso con un boliviano, y hago mi vida con gente de Honduras, El Salvador, Argentina, Martinica, Francia, Marruecos, Italia o Alemania, por nombrar algunos países. La pandemia ha frenado la llegada de estudiantes internacionales, pero hay muchos locos que han seguido viniendo, así que estoy pudiendo disfrutar de una experiencia increíble, aprendiendo muchísimo sobre distintas culturas y cuestionándome asuntos que daba por hecho antes.
El TEC de Monterrey es la mejor universidad de México y a pesar de tener las clases online, lo estoy pudiendo comprobar. Estoy cursando seis asignaturas de Derecho y estoy exprimiendo y sacándole mucho partido a (casi) todas las clases. Los profesores están altamente preparados, y son muy cercanos y atentos, aunque también tendrá algo que ver que sea el único estudiante extranjero en las clases. Me da pena no haber podido conocer el campus, ya que es verdaderamente increíble, pero confío en que el semáforo epidemiológico permita la reapertura de este antes de que termine mi experiencia mexicana.
¡Por último toca hablar de los viajes! En un primer momento, antes de venir, estaba ansioso por conocer América del Sur, hasta que llegué a México y comprobé como esto no era Europa: no existía Ryanair (como es lógico) y las distancias eran larguísimas. Por lo que decidí conocer lo máximo de México posible, que no es poco. He tenido la suerte de conocer las playas de Puerto Vallarta y Sayulita, en Jalisco y Nayarit; la cultura de Guadalajara; degustar el Tequila en Tequila; hacer snorkel en los cenotes de Mérida; asombrarme con Valladolid y Chichén Itzá (una auténtica maravilla), en Yucatán; y por último descansar en la Riviera Maya, estando en Cancún y Tulum, el famoso Caribe mexicano, al cual sinceramente no tiene nada que envidiarle mi Puerto de Santa María.
Está siendo una aventura increíble, antojada complicada de primeras debido a la incertidumbre existente y a ese “miedo” que siempre se tiene al desplazarte solo a vivir a otro lado del mundo sin conocer a nadie. Pero en esto también está la magia y lo que hace que esta experiencia sea tan atractiva. Este aprendizaje constante de gente tan distinta a ti que te llena y te complementa tanto, demostrándote que hay mucho más allá además de la “visión europea” del mundo. La suerte de poder vivir en un país que podría ser una auténtica potencia mundial, pero que debido a los problemas relacionados con el narcotráfico y la altísima dependencia de Estados Unidos, hacen que este no lo sea. Y por último, hace darte cuenta y reafirmarte de la suerte de lo que tenemos en casa, que creedme que no es poco.
Ya solo queda disfrutar de los tres meses que me quedan a este lado del charco y exprimir la experiencia a tope. Eso sí, teniendo mucho cuidado con el virus que aunque parezca que aquí no existe, la situación sigue siendo muy delicada. Si alguien tiene dudas relacionadas sobre realizar un intercambio a México o algo en que pueda ayudar, ¡estoy aquí para lo que haga falta!
¡Os dejo que se me calienta la margarita!
Un fuerte abrazo a todos, cuidaos mucho y nos vemos prontito (espero).