Miriam López Ferreiro

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Miriam López Ferreiro – ELUs por el Mundo

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¡Hola a todos! Soy Miriam y este año he tenido la suerte de estar de intercambio Erasmus en Uppsala (Suecia). Cuando el año pasado tuve que decidir si realmente quería vivir o no esta experiencia, he de decir que no estaba totalmente segura. Gente nueva, idioma nuevo, y en definitiva costumbres nuevas. Sabía que no me iba a resultar fácil, que las cosas iban a ser diferentes, y sentía cierta incerteza e inseguridad por cómo sería todo.

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Pero también sabía que no podía dejarlo pasar y que era lo que quería y lo que debía hacer. Las primeras semanas no dejaba de preguntarme por qué había tomado aquella decisión, pero ahora os puedo decir con total seguridad que estoy enormemente agradecida de haber tenido esta oportunidad, y sin duda la recomendaría una y otra vez. 

Desde el primer momento la Universidad me facilitó mucho la llegada a Suecia e incluso la búsqueda de alojamiento. Suponía que la sociedad sueca era organizada por las cosas que se suelen decir de los países nórdicos, pero lo pude confirmar cuando en julio llegaban a mi casa por correo postal folletos de la Universidad, información para los nuevos estudiantes e incluso un mapa de la ciudad. Lo que no supe hasta que llegué es la fuerte vinculación que tienen con algunas tradiciones. En una Universidad que cuenta con algunas de las herramientas más avanzadas en el ámbito científico, el Gustavianum o el Main Building son edificios de hace cientos de años en los que se puede respirar esa sed de conocimiento y esencia universitaria que busca ALGO MÁS. Es curioso este contraste entre la innovación y la tradición, y me recordó justamente lo importante que es conocer nuestros orígenes y construirnos a partir de ellos para poder crecer y consolidar nuestra identidad, no sólo como individuos, sino también como sociedad. 

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Otra de las cosas que aprendí sobre la sociedad sueca es el respeto que tienen por el medio ambiente. Los hábitos de reciclaje o el uso tan extendido de la bicicleta como medio de transporte son claros ejemplos de ello. No dejaba de llamarme la atención la cantidad y la variedad de bicis que me cruzaba yendo por la calle los primeros días. Esta vinculación con la naturaleza también se relaciona con la forma en la que valoran la luz en general, pero sobre todo la luz del sol. Es muy común en invierno ver las ventanas con una pequeña lámpara encendida al lado, y las velas también forman parte del día a día para muchos suecos. De
hecho, existe en Suecia una festividad para darle la bienvenida oficial a la primavera cuyos orígenes se remontan a la época vikinga. Se llama Valborg y se celebra el día 30 de abril. 

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Cuando a finales de agosto llegué a Uppsala, aquello era totalmente desconocido para mí. La Catedral, la biblioteca Carolina Rediviva, el Gustavianum, Gamla Uppsala, todas estas visitas formaron parte de mis primeros días en Uppsala, y en aquel momento no sabía de qué manera iban a formar parte de mi experiencia Erasmus durante los próximos meses. Recuerdo que el primer postre que probé al llegar fue un kanellbulle (el famoso bollo de canela sueco), y aquel fue sólo el primero de muchos (¡están buenísimos!). También el primer día que entré en el Biomedicinskt Centrum (el edificio en el que tendría la mayor parte de mis asignaturas a partir de entonces) estuve dando vueltas un rato intentando encontrar mi clase. ¡Hasta ir a comprar al supermercado era una aventura los primeros días! 

Pero poco a poco Uppsala, sus edificios y su gente, se fueron volviendo el día a día, y esta pequeña ciudad se convirtió en algo más que aquel lugar que a finales de agosto apenas conocía. 

Antes de llegar tenía la intención de no relacionarme demasiado con españoles y aprovechar esta oportunidad para conocer gente de otros países. Pero al final no fue exactamente así y sin saber muy bien cómo, los españoles siempre acabábamos juntándonos. Sin embargo, la gran cantidad de actividades para estudiantes internacionales, las asociaciones dentro de la Universidad y fuera de ella, mi grupo de laboratorio, y las nations, me ayudaron a conocer también a gente de otros países. Uppsala es una ciudad con estudiantes de muchas y muy diferentes nacionalidades, y sin duda esto me  ha servido para aprender otras costumbres y entender distintas formas de actuar y de ver las cosas. Se suele decir también que los suecos no son muy sociables, y aunque es cierto que son bastante diferentes en este sentido, las generalizaciones no son buenas. Es gente a la que no les gusta entrometerse, pero suelen estar dispuestos a ayudar siempre que sea necesario. 

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Las nations son edificios tan antiguos como la propia Universidad (fundada en 1477 es la Universidad más antigua de Suecia) en los que se puede desde estudiar en la librería, hasta quedar para un fika o para cenar, acudir a eventos formales o actuaciones musicales, jugar a juegos de mesa o  simplemente salir de fiesta. Cada estudiante es miembro de una de las 13 nations que actualmente hay en Uppsala y es en ellas donde se suele hacer vida social. Además, en Uppsala se organizan muchas otras actividades, como por ejemplo conferencias anuales con Premios Nobel o conciertos musicales.

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Las horas de luz no eran muchas a partir de noviembre. Solía ir a clase de noche por la mañana, y cuando salía sobre las tres de la tarde ya era de noche otra vez. Entre esto y comer a las doce o incluso a las once y media de la mañana el horario me resultaba a veces un poco extraño, pero me acabé acostumbrando. El frío la verdad es que me gustaba en cierto modo, así que esto no fue un problema, aunque también tengo que decir que según los suecos este invierno fue uno de los más cálidos desde hacía años. El fika, ese momento del día dedicado a tomarse un café con un bollo para conversar, descansar, o simplemente tomarse un respiro, fue un buen aliado para estos meses de invierno. ¡Siempre había tiempo para un fika, sobre todo si era con un kanelbulle! 

Y así poco a poco, los días y los meses fueron pasando. Cuando a principios de marzo vine a España con la intención de regresar a Suecia una semana más tarde, no sabía que sería la última vez que estaría en Uppsala de Erasmus. Cuando empiezas algo nunca sabes cómo va a terminar, pero lo importante es ser capaz de aprovechar cada momento que pasa y de poner en práctica todo lo aprendido. A pesar de haber terminado el erasmus antes de lo esperado, lo importante ahora es seguir intentando dar lo mejor de uno mismo cada día. Y quien sabe, ¡ya habrá tiempo de volver a Uppsala! Vivir de lo que se nos da a cada instante, reconocer y disfrutar todo lo bueno que hay en las pequeñas cosas del día a día, y ser siempre agradecidos. Estas claves deberían alimentar nuestras ganas de conocer, de saber, de aprender, y en definitiva, de alimentar un sentimiento de inconformismo responsable que nos mueva a hacer cosas. Porque así, siendo capaces de valorar cada situación y adoptar la actitud necesaria frente a ella, seremos capaces de disfrutar del gran regalo que tenemos cada día. 

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