UN SÍ Y UN PREMIO: EL JESSUP
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Decíamos el pasado FdS de Becas Europa que la fuerza de un SÍ te cambia la vida. De nuestro SÍ dependen muchas cosas.
Pues bien, hace poco menos de un año yo recibí un correo de ANUDI –la Asociación de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional de la UC3M– en el que se difundía el proceso de selección para ser miembro del equipo que representaría a la Universidad en la 60ª Edición del Philip C. Jessup Moot Court Competition.
Probablemente a estas alturas del artículo ya os tenga a unos cuantos desorientados. Os cuento mejor. El Jessup Moot es una competición de Derecho Internacional Público en la que se trabaja a fondo un caso ficticio entre dos países, se preparan los escritos de demanda y contestación a la demanda de los mismos (los memorials) y se defiende ante una corte que simula la Corte Internacional de Justicia compitiendo contra otra universidad.
En concreto este año se trataban los siguientes temas: atribución de conductas de una empresa privada al Estado, responsabilidad del Estado por violación de derechos humanos en su territorio por falta de acción (omisión), derechos culturales y religiosos de indígenas, protección de especies animales protegidas y del medio ambiente y apropiación y explotación de conocimiento tradicional de grupos indígenas.
Tras participar en el proceso de selección fui una de los cuatro seleccionados para conformar el equipo de la UC3M. He ahí mi SÍ. No sabía realmente dónde me metía ni lo que me venía encima. Pero SÍ, yo quería y tenía que estar ahí.
Ni julio ni agosto fueron meses de descanso. Desde el primer momento, tuvimos Summer Assignments con lo que estar entretenidos cuando otros tenían un verdadero verano. Nuestros coaches, Javier y Paola, a quienes agradezco su ayuda, entrega desinteresada y apoyo en todo momento, nos advirtieron que no iba a ser un camino fácil. La Carlos III llevaba ganando tres años consecutivos las rondas nacionales y no sería fácil una cuarta victoria.
Tras los Summer Assignments, llegaba la publicación del Compromís (la disputa). A partir de entonces, las entregas semanales a nuestros coaches de lo que después serían los memorials ocupaba nuestros días: leer ensayos, buscar información sobre temas muy concretos, rompernos los sesos pensando argumentos jurídicos y fácticos para posturas enfrentadas, indagar en la mejor bibliografía posible… Javier y Paola querían ver avances, no servía cualquier cosa. Para ello, nos reuníamos el equipo como mínimo una tarde a la semana para comentar lo que individualmente íbamos avanzando. Una tarde que, conforme se acercaba la fecha de entrega se alargaba exponencialmente hasta terminar encerrados en mi casa las últimas 48 horas.
Llegamos al 11 de enero con ansiedad y falta de sueño. Habíamos pasado probablemente las navidades más poco navideñas de nuestras vidas. Pero llegamos al 11 con ganas de enviar los memorials y demostrar todo el trabajo que durante ya seis meses habíamos venido currándonos.
Era enero sí. Mes de exámenes. Como os podéis imaginar, yo no daba para más. Si hubiese seguido el mes de exámenes como tocaba, el 9 de enero, dos días antes de la entrega, me habría examinado de Derecho Tributario. Pero yo ya había decidido, había priorizado y me había comprometido con un equipo. Estaba dispuesta a sacrificar el mes de junio de vacaciones para dar todo de mí en el Jessup. Dispensé entonces dos de seis asignaturas en las que estaba matriculada, porque el 11 de enero no acabó nada, sino que comenzó una fase decisiva.
De la mejor manera que pude sobreviví los exámenes para luego prepararnos para las rondas orales. Eran del 13-15 de febrero, no quedaba nada.
Viendo las finales internacionales de años anteriores, yo me veía incapaz. Hablar 21 minutos en inglés frente a un tribunal de juristas de prestigio y con infinita experiencia me parecía de otro mundo. Hablar simplemente no, mejor dicho: defender a una parte mejor que tu contrincante, ser capaz de contestar a cualquiera de las preguntas que te pudiesen plantear los jueces, gestionando tu tiempo y adaptando tu discurso al mismo. Y nada de un discurso escrito y leerlo. No. Simplemente salíamos con un esquema.
Pero seamos sinceros, después de haber estado seis meses trabajando a fondo sobre el caso, empecé a creer un poco más en mí. Y ahí estaba yo, nosotros, los días 13, 14 y 15 de febrero en la sede de Cuatrecasas representando un año más a la UC3M.
Teníamos buenos argumentos, un conocimiento del caso y del derecho increíble y además éramos la UC3M y en nuestra frente llevábamos grabadas tres victorias. Pero no, este año no nos clasificamos para las rondas internacionales de Washington DC. No ganamos. Este año, tras tres años de ganarles en la final, fue la Universidad Autónoma de Madrid, esta vez sí, la que ganó las rondas nacionales. La UAM se lo merecía: eran buenos, muy buenos.
El primer pensamiento que pasó por mi cabeza al no pasar siquiera a la final nacional fue “tantos meses de trabajo tan intenso para nada”. ¿Dónde estaba la recompensa a tantísimo esfuerzo?
Ahora me río de aquel pensamiento. Pero cómo no me daba cuenta de que el premio habían sido los últimos ocho meses y todo lo positivo que ello había traído a mi vida, todo lo que yo había crecido personal y profesionalmente, todo lo que había aprendido. Los últimos ocho meses eran mi premio.
El Jessup es algo más que una competición. Pretender buscar el premio fuera de mí, fuera de nosotros, no tenía sentido. El premio tenía caras y nombres: mis compañeros y ahora amigos (familia me atrevería a decir): María, Guille e Ignacio; los entrenadores: Javier y Paola; los exmooties que nos habían echado una mano, mi hermana por ayudarme diariamente, mi familia, etc.
No tuvimos el reconocimiento formal del esfuerzo, pero qué más da. No podíamos pedir más. Dimos un SÍ que nos cambió la vida y nos enseñó a vivirla.
Recuerdo que un par de días antes de las rondas orales tenía miedo y les dije (tonta de mí, pensando que mi vida dependía de una victoria) a mis padres: papás, si no ganamos queredme igual. Mi madre me dijo: María, no te queremos por lo que haces sino por cómo eres. Si algo me ha enseñado esta experiencia es a cómo ser en mil y una circunstancias distintas.
Y a día de hoy ya soy una exmootie del Jessup muy feliz de compartir con vosotros esta historia y agradecida de haberme desvivido viviendo esta experiencia.