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Vida ELU

Elus por el mundo – Alonso Císcar

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¡Buenas a todos! Primero de todo, soy Alonso Císcar, recién graduado de la ELU y estudiante de Física y Matemáticas en la Universidad de Valencia. Recién regresado a España, vengo a contaros un poco de mi experiencia de mi Erasmus en Estrasburgo, Francia, lo que ha sido una de las mejores experiencias de mi vida.

El hecho de haber hecho mi intercambio en Estrasburgo no es para nada una casualidad, y es de hecho una decisión que tomé ya en primero de carrera. Yo formo parte de la primera promoción de mi doble grado en la Universidad de Valencia, por lo que cuando comencé los estudios, todavía no había ningún destino cerrado para realizar el Erasmus. Tras unirme a la Comisión de Seguimiento del grado, me comprometí para asegurar que hubieran destinos interesantes, y tras saber las opciones posibles y escuchar Estrasburgo, no paré de presionar a los coordinadores para que consiguieran ofertar ese destino. Cuando firmaron el convenio, incluso me llamaron para contarme las buenas noticias.

Tras haber vivido casi un año en Estrasburgo, puedo decir que elegí el destino perfecto. La ciudad parece sacada de cuento, y se encuentra en la histórica y preciosa región de Alsacia, que combina pinceladas de cultura francesa y alemana, increíbles parajes naturales y para los amantes de la Navidad, tiene de los mercados más impresionantes del mundo, por algo la llaman Capital de la Navidad. Además, no podemos olvidar que es sede del Consejo de Europa y el Parlamento Europeo, y a pesar de que soy estudiante de ciencias, los que me conocéis, sabéis que me apasiona la política europea. La historia de Alsacia y en particular Estrasburgo es apasionante, en sus calles puedes observar la unión de Francia y Alemania y en sus museos el difícil pasado de la región, las múltiples guerras, todo contribuyendo a la gran ciudad que es ahora. No puedo dejar de hablar de la increíble pastelería francesa y los vinos de la región, donde he destinado muy alegremente, gran parte de mis fondos del Erasmus.

Podría hablar durante horas sobre lo enamorado que estoy de la ciudad, lo mucho que he disfrutado utilizando y mejorando mi francés, y lo bien que me han acogido en la Universidad de Estrasburgo. La realidad es que en el Erasmus, no solo he aprendido física y matemáticas, sino que he aprendido sobre mí mismo y sobre la vida. El salir de mi casa, enfrentarme a ser independiente, y darme cuenta de que lo que pasara dependía de mí, lo cual es emocionante y da vértigo en partes iguales. Lo siguiente va a sonar muy cliché pero lo que el primer día era un piso vacío y una ciudad desconocida, se ha convertido en un hogar lleno de recuerdos, y dejarlo ha sido difícil.

Al final, el alma del Erasmus está en las personas que conoces en el proceso, que de repente, se convierten en grandes amigos y forman parte de la rutina. En mi caso, fue inevitable formar un grupo inseparable de españoles, con los que compartimos comidas, cenas, viajes, fiestas, aprendizajes y experiencias, amigos que invadían mi habitación, con los que he recorrido norte y sur de Europa y a los que pronto volveré a ver en España. Es increíble la capacidad que tenemos los españoles de formar comunidad en cualquier parte del mundo. Aunque no os cerréis tampoco solo a los españoles, el mundo es grande y conoceréis a personas maravillosas de otros países.

El Erasmus me ha enseñado a dejarme llevar y fluir, no pasa nada por no tener los próximos meses calendarizados minuto a minuto y el enfrentarse al día a día abierto a ser espontáneo ha traído recuerdos inolvidables que no tendría si hubiera sido algo más prudent o temeroso. Abrir la mente y dejarse sorprender por las personas que se han puesto en mi camino ha sido un regalo, y me ha permitido conocerme más, ser yo mismo y valorar mis vivencias. Y quién diría que a pesar de ir con el dinero justo como para no comer pescado en un año, he podido pasear por Praga, Bruselas, Berlín París, Viena, Oslo, Zagreb, Ljubljana, Estocolmo y Copenhague, entre otros (ignorando el dormir en autobuses y aeropuertos).

Leyendo los testimonios de mis compañeros, creo que todos estamos de acuerdo en que el Erasmus supone una evolución como persona, y que es desde luego una experiencia de lo más recomendable, yo desde luego lo recomendaría mil y una veces, y más si es en Estrasburgo. Eso sí, os deseo suerte con la burocracia francesa, la vais a necesitar. Esta experiencia te abre la mente y para mi ha supuesto un punto de inflexión en la visión que tengo de mí mismo y de mi futuro, por haber sido capaz de vivirlo, de encontrar un hogar, de compaginar con el trabajo, de mantener una relación a distancia sana y de disfrutar de mis estudios (sí, algunos hemos estudiado en nuestro Erasmus). Ahora que me queda poco tiempo en la universidad, me llevo los aprendizajes y las memorias en el corazón para seguir con mi vida, y miro al futuro con ganas de descubrir las sorpresas que vienen, con menos ansia de controlar y sobreplanificar cada paso que tomo, pero con la confianza de que estoy preparado para avanzar.

Por último, aprovecho este párrafo final para agradecer a mi universidad por pelear este destino por mi insistencia, al apoyo de mi familia, a las personas maravillosas que he conocido en mi Erasmus y a todos aquellos que hayáis llegado hasta el final, os animo a dar el paso y a vivir una experiencia única e inolvidable, ojalá pronto leer sobre vuestras propias experiencias. Finalmente, gracias a la ELU por darme la oportunidad de reflexionar sobre mi Erasmus, una buena forma de lidiar con la pena de terminarlo y también de graduarme, os mando un abrazo enorme y os deseo un feliz verano!

Bon courage, à la prochaine!