covid19

Vida ELU

Actividad ELU en Asturias – Madame Butterfly

Por:

Escuchar a la inigualable Ainhoa Arteta en el papel de Madama Butterfly, es algo que solo se puede vivir una vez en la vida, sin embargo el pasado 12 de diciembre, después de unos cuantos cambios de fecha debido a las restricciones sanitarias, dos alumnos de la ELU, Asier Vía (4°) e Inés Martínez (3°), hemos tenido la suerte de presenciarlo en tiempos de pandemia.

Los mejores planes son aquellos que surgen de manera espontánea, en una conversación entre elus. Esta actividad surgió como un medio de compartir una afición. Uno de nosotros nunca había acudido a una ópera mientras que el otro es bastante asiduo. No os vamos a desvelar quién es quién, porque probablemente tras Madama Butterfly, ambos seamos ya del segundo grupo.

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La tarde del sábado aparcamos los libros y apuntes, aun estando en plena época de exámenes, y, durante tres horas disfrutamos en el teatro Campoamor de Oviedo de esta obra de Puccini. Madama Butterfly es una ópera de Puccini ambientada en 1890 en Nagasaki. En tres actos se narra la historia de amor de Madama Butterfly y un teniente de la marina de los Estados Unidos. (No os haremos spoiler de la ópera).

Comenzamos entrando en el teatro siguiendo todos los protocolos COVID19, lavándonos las manos con gel hidroalcohólico y respetando las distancias. El aforo estaba limitado a 300 personas pero eso no impidió que los aplausos resonasen como si el aforo estuviese al completo.

Los aficionados a la ópera, sabréis que en toda ópera hay un pequeño descanso entre actos, fue en ese descanso donde pudimos hablar, ponernos al día y pensar en más actividades que podamos hacer toda la provincia cuando se relajen las restricciones sanitarias.

También tuvimos tiempo para disfrutar de la Navidad en el teatro Campoamor. Inicialmente nuestra función estaba programada para el 21 de noviembre, así que no habríamos tenido oportunidad de disfrutar del teatro completamente engalanado por Navidad y de las vistas del centro de la ciudad que daban una imagen propia de estas fechas tan señaladas.

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Finalmente, y a eso de las 22.15 se bajó el telón y con el permiso de la delegación de gobierno de Asturias debido al incumplimiento del toque de queda que tenemos fijado a las 22:00 horas y con toda la hostelería cerrada, aun habiéndonos quedado con ganas de más, no pudimos más que despedirnos y volver directamente a nuestras casas con nuestra entrada y DNI. De todas formas, disfrutamos de la cultura en un entorno seguro saliendo de la burbuja de la COVID en la que acostumbramos a vivir últimamente.

Así que desde aquí, y con esta bonita foto de inicio que parece sacada de una felicitación de Navidad, os deseamos una muy feliz Navidad y Feliz 2021. ¡Cuidaros mucho!

Vida ELU

Elus por el Mundo – Álvaro Salgado

Por:

¡Buenas! Para los que no me conozcáis, mi nombre es Álvaro Salgado. Soy un alumno de 3º de la Escuela de Liderazgo Universitario, que estudia Derecho y Estudios Internacionales en la Universidad Carlos III de Madrid, y que está de Erasmus desde septiembre y, si todo va bien, hasta junio, en Londres, en la University College London, que ya muchos conoceréis de primera mano.

¿Qué es un Erasmus? ¿Es la tierra prometida a todo alumno español que entra a la universidad bajo la cascada de rumores acerca de lo extraordinario de la experiencia? ¿Es la oportunidad de escapar de los pasillos y las aulas que ya nos resultan no solo conocidos sino agotadores y poder así hacer nuestras las historias y las paredes de lugares lejanos que siempre tendrán nuestra impronta? ¿Es el espacio para conocer a personas nuevas cada día y fraguar lazos que se sienten viejos por mucho que no tengan ni un mes de vida? ¿Es, quizás, un sueño roto por la pandemia que ha paralizado nuestras vidas y que cada día nos asesta un nuevo ataque a nuestras ilusiones?

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Erasmus es todo eso y mucho más. Es un mundo de nuevos horizontes para quienes por primera vez se van de casa, es un horizonte renovado para quienes ya lo hicimos. Tuve la enorme suerte de poder estudiar fuera de mi ciudad de nacimiento desde primero de carrera, y con ello también hube de sufrir la enorme desgracia que es alejarse de todo lo que has querido y mantenido cerca durante dieciocho años. Sin embargo, la experiencia Erasmus te lleva un poco más allá, y te obliga no únicamente ya a cuidarte a ti mismo, no únicamente a responsabilizarte de tu supervivencia en una ciudad ajena y extraña, sino también a renovarte y volverte a hacer a ti mismo. Te obliga a ser de nuevo aquel niño de dieciocho años que llega asustadizo a un paraíso oculto que le queda por conocer. Te obliga a crear de nuevo tu círculo de personas de confianza, te obliga a ponerte frente a tus propios prejuicios al conocer a personas que provienen no ya únicamente de rincones diversos de España, sino de todos y cada uno de los países de este mundo que hoy necesita de personas que sepan ver más allá de las diferencias que marcan nuestras fronteras. Cuando nos ocultamos bajo una mascarilla para proteger y protegernos, todos somos lo mismo: jóvenes tratando de asegurar el futuro de este mundo. Cuando brindamos juntos, no hay diferencia entre alemanes, franceses, españoles ni egipcios. Solo un clamor al cielo para que las cosas vayan bien y podamos disfrutar los unos al lado de los otros. Y también para que UCL, esa universidad que siempre había soñado, no nos arrebate la libertad bajo una nueva montaña de trabajo.

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La universidad es diferente allende los mares. UCL te otorga la independencia que desees, y eso es tan bueno como terrible. Tú llevas tu estudio, tú decides cuánto tiempo le dedicas, tú decides en qué temas te centras, tú decides, en definitiva, cómo deseas que se construya tu experiencia. Los profesores te acompañan, te explican ciertas cuestiones y de vez en cuando te señalan cuáles son los puntos más relevantes. Por lo demás, está en tu poder. La independencia conlleva responsabilidad, y por eso este sistema me parece al mismo tiempo una forma de tratarnos como adultos y una educación insuficiente. Universidad es una enseñanza compartida entre el alumno y el maestro, y creo que en ese sentido hay una fuerte carencia de tutelaje en las aulas inglesas. Por no hablar, claro está, de las limitaciones que impone la enseñanza online.

La COVID19 ha cambiado cómo se vive Erasmus. Lejos quedan aquellas fiestas tremebundas de las que nos hablaron nuestros veteranos y aquellas semanas de conocer cada noche a decenas de personas nuevas. Muchos son los que no se han atrevido o no han podido al final venir hasta las tierras de la (quizás no tan) pérfida Albión y muchas las restricciones en pie que en pos de asegurar nuestra salud han cotado lo que nos podemos permitir hacer con nuestros amigos. Pero en cierta manera también nos ha brindado una oportunidad. Nos ha permitido conocer mucho mejor a las personas que nos rodean, sustituir el frenesí incierto de cientos de personas por la aún tímida pero incipiente amistad cierta y verdadera que nace entre quienes se enfrentan a la adversidad hombro con hombro. He tenido una enorme suerte.

IMG_20201105_094747_310En el tiempo que llevo aquí, he podido conocer a personas extraordinarias. He podido empezar de cero con compañeros de clase de Madrid que jamás pensé que querría tanto (y que encima me cuidan como si fueran mi madre en este mundo foráneo), conocer a compañeros de la ELU que ya lo son también de incertidumbre y fotografía (Carmen, te quiero mucho), amigos de Madrid y de Alicante y de Burgos y del Cairo y de Múnich y de París, y ver que todos somos lo mismo en este Londres que nos acoge bajo su luz tenue y su lluvia permanente. Londres es una ciudad que nunca descansa, una ciudad que no deja de llorar y de gritar pero a la que nadie hace nunca caso, como le pasa a todas las ciudades que nunca duermen. Es una ciudad que te atrapa y te ahoga y te hace vivir de nuevo. Es una ciudad que no sabe comer, y reitero que la calificación del fish and chips como plato nacional habla de una cultura gastronómica cuestionable, pero es una ciudad que sabe abrazar. Una ciudad peligrosa, complicada y a tiempos oscura, pero que te recibe en sus calles adoquinadas y bajo el resplandor de los mil y un relojes que iluminan el firmamento londinense te susurra que aquí todo es posible y que si lo sueñas puede hacerse realidad. Inglaterra es más parecida a España de lo que jamás pensé, pero también distinta. Siento en los ingleses una falta de empatía, una suerte de poso de cariño y de respeto hacia el prójimo que vive en el corazón hasta del español más bruto y que en cambio aquí desiste, derrotado bajo la frialdad de una cultura en la que los abrazos no existen. Creo que eso es lo que más echo de menos: gente que quiera dar muchos abrazos.

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Cuando estéis leyendo estas líneas, yo probablemente me halle bajo el nuevo confinamiento impuesto en Reino Unido para tratar de detener el imparable avance de contagiados y de víctimas. Jamás, bajo ninguna posibilidad, pensé que nos veríamos obligados como generación a enfrentarnos a tiempos tan complejos y difíciles. Pero precisamente por ello solo hay una forma de sobrevivir y de ganarle el pulso al tiempo: ser valientes. Aventurarse en todos los rincones del mundo y hablar todos los idiomas que sepáis, y chapurrear los que no. Enamorarse de quienes no te corresponden y emocionarte cuando ves en los ojos ajenos la misma chispa, y hacer amigos que te invitan a viajes en cada rincón del mundo, y soñar siempre con el día en que desde Primrose Hill, la colina que domina Londres y que ya se ha tornado en colonia española, podamos ver iluminarse el cielo con los fuegos artificiales que celebren nuestra victoria.

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¿Qué es Erasmus? Para mí, está siendo el reencuentro con aquel niño de dieciocho años, mi reconciliación con él y conmigo, con lo que será y con lo que ya ha sido. Es la promesa de todo y de nada, solo de aquello que te atrevas a vivir y a arrebatarle de las garras al tiempo. Erasmus es un horizonte nuevo y una forma de hacer enormes y nuevos y vivos los ya existentes. Ha sido un regalo, que me ha dado a Javi, a Carmen, a Gabriel y a Inés y a Carmen y a Pablo y a Antía y a Ignasi y a Haya y a Déborah y a Myriam y a Josef y a tantos otros.

Sentado al pie del pórtico de UCL donde un día posé con mis compañeros de Becas Europa XIII solo puedo pensar: ¡viva Erasmus!

Vida ELU

Pablo de Anta – ELUs por el Mundo

Por:

Diferente. Superando con creces las expectativas y sorprendiéndome como esperaba que hiciera.

Así es como puedo resumirte mi experiencia este año. Incluso con la situación atípica que todos estamos viviendo, siento que ha conseguido aportar nuevas ideas y formas de hacer las cosas. A pesar de lo afortunado que he sido de viajar por casi todos los continentes, nunca había viajado en dirección este más allá de Grecia; y hacerlo me ha descubierto el mundo – o al menos la mitad de él. Quiero intentar resumirte mi experiencia, pero discúlpame si me dejo algo ya que creo que ni yo soy aún consciente de lo que he vivido.

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Ya desde el momento en el que escogí Singapur sabía que me iba a exponer a un cóctel de culturas como nunca antes vivido. Y desde mi primera semana esto se hizo presente. Sus cuatro culturas, la Malaya, China, India y Caucásica/Occidental me arroparon y sumieron en un torbellino del que aún no he logrado escapar a pesar de llevar un mes en casa.

Es iluminador y te llena de esperanza ver como el ser humano es capaz de ignorar diferencias obvias para ponerse de acuerdo y construir algo en común. Podemos aprender y aplicarlo en nosotros mismos para ver que, aunque la metodología China difiera en gran medida de la India, y la actitud y personalidad de alguien caucásico como yo y la de un Malayo sean muy diferentes, todo el mundo se nutre del otro y es capaz de aprovechar las fuerzas de otro para ayudarle a superar sus debilidades. Singapur no tiene una cultura primaria sobre otras, sino es la cultura de culturas la que caracteriza a la nación.

Sin salirme del tema de la cultura, otro aspecto que me fascinó y salía periódicamente en conversaciones, paseos, actividades y trabajos académicos era su “resaca post-colonial”. Cada ex-colonia británica ha lidiado con este hecho a su manera, y la narrativa que usan condiciona su cultura y su sentimiento. No se sienten tan atacados ni ofendidos por la colonización, lo que (en comparación con Zimbabwe, por ejemplo) les permitió centrarse en progresar como sociedad, manteniendo sus costumbres y permitiendo que estas floreciesen con su independencia. Así forjaron su Identidad.

Por todo ello resumiría la sociedad Singapuriense como Pragmática. No es extraño cuando su presidente es matemático y (que no me oigan) es una especie de dictadura-blanda; pero consiguen apartar todo aquello que no es esencial y centrarse en lo que importa. Sólo así han conseguido convertir una región portuaria pobre, en la urbe tecnológica y cosmopolita que sirve de referente mundial en convivencia entre culturas y entre ser humano y naturaleza. Es cierto que hay sacrificios de por medio (libertad de opinión entre otras), pero ha resultado efectivo. Decidir si es correcto o no, será nuestra labor mientras tenemos una buena cerveza en la mano – ya que ahí no había.

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Ahora bien, no toda esta explosión cultural ha sido en Singapur. Una de las razones principales por las que Singapur era tan atractivo es porque se encuentra en una posición idónea para viajar. Y aunque con el Coronavirus haya tenido que cancelar la traca final de viajes, no puedo quejarme.

Con 7 horas de viaje, en bus y ferry, he acabado en una isla remota en Malasya, Tiomann; dónde conviví tres días en barco mientras buceaba y poco a poco formaba una familia que perdura hoy.

He viajado a Japón, solo y planeándolo en menos de 24 horas. Me abrí a la hospitalidad nipona y aprecié cada segundo de la experiencia, guardándolos como tesoros en mi memoria – aún oigo el zumbido de los neones, huelo los takoyakis callejeros y me abrumo de las masas y masas de gente.

Me he reunido con familia que no veía desde 2012 a la par que descubría la tierra de koalas y canguros. Así, yo solo y mi bici, descubrí sitios dónde, a pesar de encontrarme en las antípodas de España, sentí que todo era perfecto para un futuro yo. Tuve que dar la vuelta al mundo para encontrar un hogar.

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Me aventuré con mi madre en aguas filipinas, y como Legazpi, vivimos aventuras y fuimos sorprendidos por la amabilidad de los locales: encuentros con tiburones, un año nuevo en barco y aguas cristalinas infestadas de sonrisas. Sin embargo, fue el sobrevivir a un tifón y experimentar la consecuente destrucción en la vida de esa gente tan humilde lo que causó una conmoción: La llamada a indagar qué es lo que nos hace felices, ya que ni vientos de 200 km/h arrebataron sus sonrisas.

Y por supuesto, Bali. La tierra de los mil templos, las mil cascadas y los mil Putus (el curioso, que pregunte). Bali fue iluminador a nivel cultural. Su cultura, exótica y exuberante como la isla en la que se celebra, exhuma allá por dónde vas. Gracias a nuestro Putu, logramos conocer y profundizar en el porqué de su día a día, apreciando cada momento como un regalo y llevándome esto de vuelta a casa.

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Porque, al fin y al cabo, los lugares de por sí solos son como casas vacías. No es hasta que se llenan del calor humano que pasan a llamarse Hogares. Singapur fue Diferente porque la gente que pasó por mi vida ha sido Diferente. A todos, al grupo de Malasya, al equipo de debate, a los viajeros y gente que entabló conversación conmigo en Osaka y Melbourne, a mis compañeros de Singapur y a los isleños de Malapascua. Sois todos vosotros los que convertís un viaje en una experiencia, en un “Erasmus”. Es igual que Becas o la ELU, es la gente la que marca y la que dota de valor.

Yo llevo ahora un pedazo de cada uno de ellos dentro de mí. Los pedazos de gente diferente a ti, no te hacen distinto, sino completo. Lo noto y me hace pensar que tal vez he hecho las cosas bien. Ahora sólo deseo poder compartir todo esto cara a cara con todos vosotros y así traeros algo mejor que cualquier souvenir: un poco de cada una de esta gente y de estas experiencias que tanto me ha marcado.

A no ser que os animéis a ir en su busca directamente vosotros. En tal caso, lo compartiremos después.