Platero y…todos nosotros
Marta Morcillo Martínez, 2º ELU.
Gracias a Juan Ramón Jiménez (1881-1958), premio Nobel de Literatura en 1956, hoy podemos disfrutar de una de las obras más bonitas de la literatura española: Platero y yo.
Publicada en 1914, narra las aventuras en Moguer, Andalucía, del burro Platero que es ‘’pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos’’. En este escenario puramente andaluz, con sus fiestas, sus tradiciones, sus maneras de hablar y de entender la vida, se narran distintas épocas y vivencias de Platero y su dueño.
Lo que caracteriza a esta obra es su prosa poética. Es con esta sencillez de la prosa combinada con la belleza de la poesía como se desarrollan los sucesivos capítulos. No obstante, cada capítulo es independiente uno del otro, aunque todos comparten la profunda belleza encontrada en los pequeños detalles de la realidad. Todo se convierte a ojos de Juan Ramón Jiménez en merecedor de un canto: desde el sol, las flores, los niños, las golondrinas, la alegría y la pena, hasta la muerte. Pero, sobre todo, Platero, ‘’dulce Platero trotón, burrillo mío, que llevaste mi alma tantas veces.’’
Este libro puedes leerlo en el orden que tú quieras y al ritmo que sientas. Yo, personalmente, lo leía a pequeñas dosis, si no, corría el riesgo de creer que era una novela y perder la profundidad de cada palabra. Lo importante es la actitud con la que tomes la lectura: dejándote sorprender. A lomos de Platero, vas a recorrer las distintas escenas que componen la vida de toda persona. Si te dejas alcanzar por el libro, no te arrepentirás.
Personalmente, este libro significa mucho para mí. Pienso que conecta con lo más íntimo de cada persona, llevándote a tu propio Moguer y tus propias experiencias. Está teñido de esa nostalgia con la que miras hacia el verano pasado. Pero también está teñido del más puro y simple amor y belleza. Está
lleno de aquello que nos hace personas: la amistad, el sentimiento, la razón, la belleza, la verdad, el bien, el asombro y la curiosidad, la búsqueda y el encuentro.
Cuando acabas de leerlo, piensas que habla de ti. Es una auténtica preciosidad. Como reza el prólogo del libro:
De su Platero y yo, libro universal, ha dicho Juan Ramón Jiménez que << estaba escrito para… ¡qué sé yo para quién!>> Pero en verdad, Platero y yo ha quedado escrito para todos, para cuantos vuelven sus ojos a esa edad de oro de la infancia, isla espiritual del hombre ante la que nada puede el fragor tumultuoso de vivir: <<isla de gracia, de frescura y de dicha>>.