Testimonios Misiones Guinea 2016

26 JUL

Las misiones han sido una experiencia revitalizante y muy enriquecedora. En mi caso, dentro de los tres proyectos que se llevaron a cabo (asilo, hospital y dos campamentos), estaba en uno de los dos campamentos. Nos encargábamos de dar algo de apoyo escolar, pero sobre todo, idear actividades (talleres de manualidades, juegos, deportes…) para los niños. ¡Como un campamento de verano de los de aquí!

Los niños, sean de donde sean, te contagian rápidamente su entusiasmo y curiosidad. Cuanto más los ibas conociendo, te dabas cuenta de la triste historia, en la mayoría de casos familiar, que acarreaban a sus espaldas: familias muy desestructuradas con una ausencia total de la figura paterna. El barrio de Eto-Fili, de Bata, donde yo estaba, era un barrio de chabolas donde los niños iban descalzos, con la ropa sucia, con heridas, sin agua potable en las casas y con abundantes cortes de electricidad en las mismas. Se te ponía un nudo en la garganta cada vez que te miraban algunos niños con ojos suplicantes al ver comida.

La realidad en Eto-Fili era dura, pero necesitaba abstraerme de todo ello, habiendo tomado conciencia de lo mucho que todavía queda por hacer, para intentar que esos niños se olvidaran durante esas dos semanas que pasé allí de su realidad, y disfrutaran como lo que son, niños.

En el caso de Natalia y Eva, ellas don estuvieron en el hospital público de Bata. Las infraestructuras del hospital no estaban tan mal como pensaban pero la forma de trabajo era radicalmente diferente y los primeros días, por ello, se hicieron duros. Sin embargo, con el paso del tiempo, pudieron ir encontrando su sitio y sentirse útiles.

La labor en el hospital consistía en acompañar a los pacientes, concepto que costó que tuviera calado en el hospital dado que las relaciones personal sanitario-paciente eran muy frías y distantes. Finalmente, la importancia de entablar una relación empática y humanizada acabó calando en los médicos, enfermeros y pacientes que disfrutaron mucho con la presencia de los voluntarios en el hospital y agradecieron contar con una nueva perspectiva con la que llevar a cabo su trabajo: más humana y cercana, centrada en la persona.

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Más allá de los proyectos en sí, tuvimos la oportunidad de conocer y realizar actividades con otros universitarios de la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial (U.N.G.E). Con ellos, y otros encuentros que tuvimos con misioneros o el cónsul español en Bata, pudimos acercarnos, desde distintas perspectivas, a la realidad difícil y compleja de Guinea Ecuatorial: hemos vivido en nuestras propias carnes el contraste riqueza-pobreza o la delicada situación política.

Nos llevamos una experiencia muy completa, frustrante en algunos momentos porque es difícil cambiar una mentalidad y forma establecida de hacer las cosas. Hay que recordar que el verdadero cambio que se debe producir es en uno mismo, y que estas experiencias hay que tomarlas con agradecimiento por haber tenido la oportunidad de entregarse a los demás y al mismo tiempo, con responsabilidad para poder ser coherente con lo vivido y convertirse en un verdadero motor de cambio aquí.

Como dice la Madre Teresa de Calcuta: “quien no sirve para servir, no sirve para vivir”. La gratitud que como persona sentimos por entregar tiempo a los demás, no tiene precio. Gratitud que se traslada también a todo lo que hemos aprendido y nos llevamos de vuelta a casa.

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Las tres estamos muy agradecidas por esta oportunidad que nos ha brindado la ELU.

Marta González Berruezo, Eva Campaña, Natalia Pardeiro.