Los ELUs de Galicia ayudan en el Cottolengo

31 MAY

“Un café caliente y pan con tomate fueron el empezar de aquella lluviosa mañana compostelana. Sabrina llegó como rayo de sol en aquel día gris, facilitándonos el salir de nuestra rutina de estudio para ponernos a compartir y disfrutar de la jornada que nos esperaba.

Nos pusimos rumbo al Cottolengo, una orden de religiosas que dedican su vida a ser familia para aquellos que más lo necesitan en la pobreza y la enfermedad. El lema de su fundador, el Padre Alegre, dice “Amar a Dios y a los pobrecitos por amor de Dios, pero amor de obras no de palabras”. La Madre Silvia nos recibió con su sonrisa constante y nos puso manos a la obra con la ayuda en la comida de las enfermas. Fue asombroso como nos tocaron el corazón estas mujeres, muchas ni podían hablar, pero sus caras de alegría y agradecimiento acompañadas de gestos aparentemente insignificantes, nos hicieron salir de allí con un gran aprendizaje: ponernos en los zapatos de realidades cercanas para darnos cuenta que la enfermedad es alegría en la medida en la que tú quieras afrontarla, y que la compañía y la paciencia es la base para ese desarrollo.

Al terminar la jornada nos fuimos a comer a “Los sobrinos del padre” donde disfrutamos de una riquísima comida tradicional gallega.

La espera de Javier no se nos hizo larga y en cuanto nos dio al encuentro nos fuimos a dar un paseo, a pesar de la lluvia. Nos refugiamos en el museo de arte contemporáneo donde René Heyvaert nos recordó la importancia del arte sobrio, sencillo y humilde. Lo que más nos asombró, sin duda, fueron las postales que enviaba a sus hijas. Verdadero arte postal que emanaba creatividad en la fusión de lo cotidiano.

“Maio me molla
Maio me enxuga
Rachas de sol
E
Rachas de chuvia”

Pedro González